𝗢𝟳. 𝗄𝗂𝗇𝗀 𝗈𝖿 𝖼𝗎𝗋𝗌𝖾𝗌
─ CAPÍTULO ─
SIETE
❝REY DE LAS MALDICIONES❞
• • •
GUARDE EL CELULAR UNA VEZ QUE LO PUSE EN silencio. Camine llegando junto a Megumi.
──Es el objeto maldito especial, el dedo de Ryomen Sukuna. ─informó el azabache.
Había olvidado que el sensei nos habló sobre el objeto maldito cuando estábamos de camino a Miyagi.
──Es un milagro que no se lo devoraran.
──¿Estó se come? ¿Sabe bien? ─me dio un poco de intriga la pregunta de Itadori.
──No seas tonto. ─solté una pequeña risa ante el llamado de Fushiguro.
──Las maldiciones lo comen para obtener energía maldita. ─expliqué ganando su atención.
──Es peligroso, dámelo. ─ordenó mi compañero.
──Esas no son formas de pedir las cosas. ─me crucé de brazos mirando al azabache. ──. Itadori, ¿podrías darnos el objeto maldito, por favor?
──Hai, hai... ─nos extendió el dedo.
Antes de tomarlo, sentí la energía maldita de una maldición proveniente de arriba nuestro. Los lodos de jade alertaron a su amo, pero era demasiado tarde. Megumi nos empujó para alejarnos del lugar.
──¡Huye! ─gritó segundos antes de que la maldición lo tomará.
El humo se disipó dejando ver como Megumi estaba en su mano. Intentó invocar a Nue, pero la maldición lo lanzó contra la pared provocando que sus lodos desaparecieran.
──¡Megumi!
Me levanté del suelo rodeando mi cuerpo con energía maldita llamando la atención de la maldición. Concentré energía en la palma de mi mano y con chasquear mis dedos, la maldición explotó.
Me acerqué al azabache sin darme cuenta que la maldición no se había desvanecido como normalmente se hace cuando se exorciza.
──¡Kyomi, sigue vivo!
Cuando escuche la voz de Megumi, ya era tarde. La maldición me dio un golpe que me hizo chocar contra la pared provocando que sangre saliera de mi boca.
──E-herrez... m-míhha-aha~ ─balbuceó tontamente mientras se acercaba a mí.
Solté un gritó de dolor cuando apresó mi cuerpo en su mano sin medir su fuerza.
──¡Kyomi! ─escuché el gritó de ambos chicos preocupados.
Megumi se iba acercar, pero la maldición al ver sus intenciones de alejarme de él, usó su fuerza lanzándolo contra la pared, está vez, destrozando el concreto. Levante con mi poca fuerza mi mano envolviendo a Fushiguro en mi energía maldita en un intento por protegerlo de la caída. Sin embargo, no podía sostenerlo por mucho tiempo.
──J-joder... mi mente está desonrientada. ─maldije en voz baja, si no podía mantenerme en calma, mi hechizo no funcionará.
La maldición iba directo a Megumi, pero el pelirrosa lo impidió dando un golpe de fuerza bruta. Jadeó de dolor, pues la maldición apretó su puño donde me sostenía.
──¡Itadori! ─gritó el azabache. ──. ¿¡Por qué no huyes de una vez con esos dos?!
──¡Kyomi-chan está en problemas y tú también!
Él quería acercarse a mí, pero la maldición lo impedía a toda costa.
──¡Solo una maldición exorciza a otra maldición! ─vociferó. ──. ¡No puedes ganar!
──¡¿Cómo puedes decirme eso?! ¡Tanto tú como Kyomi corren riesgo de morir! ─respondió mientras luchaba contra la enorme masa maldita. ──. ¡Sí me fuera a casa, luego tendría pesadillas! Además... yo también tengo mi propia maldición.
No entendí mucho eso, pero me alarmé cuando mi pesada mirada observó cómo recibió un golpe soltando el objeto maldito provocando una pelea entre ambos para ver quien lo atraparía primero. Mi corazón estaba en mi boca cuando Itadori fue inmovilizado atrapando el dedo entre sus dientes.
──¡Idiota! ¡Dame eso o te va a comer! ─advirtió Megumi corriendo hacía acá.
──I-itadori. ─murmuré con miedo al ver como la maldición tenía intenciones de devorarlo con el dedo.
Levanté mi mano reuniendo energía maldita para ayudarlo, pero la maldición lo notó, hizo presión en su mano y juro que sentí mis costillas crujir. Sin evitarlo, grité.
Aquel gritó por parte de la pelirroja, paralizó a ambos hombres y a uno que estaba lejos del lugar.
──¡Existe una manera de salvarlos a todos! ¡O sino Kyomi sufrirá más! ─gritó Yūji lanzando el dedo. ──. Necesito energía maldita, ¿no, Fushiguro?
Y ocurrió, Itadori se comió el dedo de Ryomen Sukuna.
──¿Y-yūji? ─balbuceé mirando al pelirrosa.
Entonces, una opresión destrozó ambos abrazos de golpe. Sentí mi cuerpo liberarse mientras la presión me enviaba al suelo. Antes de tocar este, Megumi detuvo el impacto con su cuerpo.
──Kyomi, ¿estás bien? ─palmeó mi mejilla al notar que no me movía. ──. ¡¿Kyomi?!
──E-estoy bien. ─abrí mis ojos sintiendo sangre correr por mis labios los cuales se curvaron en una sonrisa.
Ambos nos alertamos ante la oscura y atemorizante energía maldita. Mi cuerpo comenzó a temblar ante ese abrumador poder, es como si lo conociera de hace años y temiera por su vida.
Nuestras miradas se detuvo en "Itadori", quien había acabado con la maldición como si no fuera nada. La luz de la luna iluminó su persona notando una serie de tatuajes en todo su rostro. De pronto, abrió sus ojos dejando ver dos más debajo de estos.
Comenzó a reír a carcajadas, disfrutando de su encarnación.
──¡Lo sabía! ─su voz grave estremeció mi cuerpo entero. ──. ¡Qué bien se siente la luz contra la piel!
Sin pudor alguno, destrozó la sudadera dejando a la luz su torso tonificado cubierto de tatuajes.
──La carne de un espectro no tiene gracia. ¿Dónde está la gente? ¡¿Y las mujeres?! ─aún no se percataba de nosotros, se limitó a subir por los barrotes observando las vistas. ──. Pero que buena época. Mujeres y niños se arrastran por doquier como gusanos. ¡Qué maravilla! ¡Será una masacre!
Soltó una risa divertida. Se detuvo de golpe cerrando sus ojos, lo vi olfatear el aire. Mi cuerpo tembló cuando sus ojos se posaron sobre mi persona. Estos dejaron su brillo para opacarse al igual que su semblante. Me sentía tan pequeña con solo su mirada.
Antes de hacer algo, su mano sostuvo con fuerza su quijada bajándose de la barandilla.
──¿Qué haces con mi cuerpo? Devuélvemelo. ─juró que ese tono de voz era de Itadori. ──. ¿Cómo puedes moverte? ─cuestionó la otra voz. ──. Es mi cuerpo, ¿no? ─parecía que algo iba sucediendo pues sus ojos se iban cerrando. ──. ¿Me estás conteniendo?
Sentí a Fushiguro ponerse en guardia conmigo entre sus brazos, negándose alejarse de mí.
──No te muevas. Ya no eres humano. ─cerró sus puños creando sombra bajo nosotros. ──. Itadori Yūji, conforme a las normas del Jujutsu, ¡te exorcizaré como una maldición!
──¿Megumi? ─tomé su mano, no quería que lo hiciera.
──Espera, ya estoy bien. ─alzó sus brazos. ──. Además, los dos acabamos bastantes golpeados. Debemos llevar a Kyomi-chan a un hospital. ─los tatuajes desaparecieron.
Su voz y sus ojos me decían que él era Itadori. Había algo que me lo decía a gritos. Su forma de verme me lo indicaba.
──¿Cual es la situación?
Esa voz repentina hizo que mi cuerpo se relajara.
──¿Gōjo-sensei? ¿Qué hace aquí? ─preguntó Megumi dejando de lado su hechizo.
──Buenas. ─saludo despreocupado. ──. No tenía previsto venir, pero mi cuerpo se tenso por unos segundos, así que vine para averiguarlo. Te dejaron hecho polvo. Unas fotos para los de segundo. ─saco el móvil tomando fotos.
Se detuvo al percatarse de mi estado.
──¡No te dije que cuidaras a mi Kyomi-chan! ─expresó levantando la mirada de su móvil. ──. ¡Mirá cómo me la dejaste! ─solté un pequeño suspiro al sentir sus caricias en mi cabello.
──Estoy bien, Gōjo-sensei. ─murmuré por lo bajo recargada en el pecho de Megumi.
Él sonrió aliviado. ──Los peces gordos estaban inquietos con el objeto maldito especial desaparecido. Así que vine tras algo de turismo y porque quería ver a mi linda Kyomi~chan. ¡Sonríe para mí! ─sonreí cerrando mis ojos sintiendo el flash de la foto. ──. ¡Eres linda incluso en ese estado! ─parecía que estaba embobado viendo mis fotos. ──. ¿Y bien? ¿Lo encontraron?
Ambos bajamos la mirada sin saber como decirle lo ocurrido.
──Este... ─Itadori llamó la atención. ──. Perdón, pero me lo comí.
Todo quedó en silencio.
──¿En serio?
──En serio. ─respondimos los tres a la vez.
Gōjo se inclinó un poco para acercarse a él invadiendo su espacio personal, pero no tanto como lo invadía conmigo.
──Es cierto, se fusionaron. Qué gracioso. ─soltó una pequeña risa. ──. ¿Sientes el cuerpo raro?
──Para nada.
──¿Puedes dejar salir a Sukuna?
──¿Sukuna?
──La maldición que te comiste. ─respondió el sensei.
──Ah, sí. ─asintió llevando una de sus manos a su cintura. ──. Tal vez pueda.
──Danos 10 segundos. ─dijo, con cierta diversión comenzando a calentar. ──. Regresa cuando hayan pasado.
──Pero-
──Tranquilo, soy el más fuerte.
No sabía porqué, pero me sonroje un poco.
──Kyomi-chan, sostén esto. ─tomé entre mis brazos una pequeña bolsa que traía consigo.
──¿Y esto?
──Kikufuku de Kikusian. ─respondió con felicidad. ──. La famosa especialidad de Sendai. Recomiendo el de edamame con crema.
Escuche el suspiro molesto de Megumi, mientras me recordaba como me lamentaba por comprar recuerdos cuando teníamos una misión.
──Sensei, ¿compro para mi? ─pregunté tiernamente.
──¡Por supuesto! Y lo mejor, es que no son recuerdos. Nos los comeremos cuando volvamos a casa.
Mi cuerpo se estremeció al sentir nuevamente esa presencia abrumadora.
──¡Detrás! ─alertó Megumi al ver al sensei enfocado hablando sobre el kikufuku.
──Los kikufuku son lo mejor que cualquier...
──¡Sensei! ─me preocupé ante el estruendo y más cuando dejó de hablar.
El polvo se dispersó y fue entonces que abrí mis ojos quedando helado por sentir una respiración a poco centímetros de mi. Los ojos rojos de Sukuna pasaron de estar confundidos a unos enojados, no sabía si era por mí o porque el sensei estaba sentado encima suyo.
──Tú eres... ─sus largas uñas estaban por tomar un mechón de cabello, pero algo lo lanzó lejos mío.
──Lo siento, pero mi Kyomi-chan es intocable.
Sukuna soltó una risa burlona para abalanzarse sobre el albino. Yo solo miraba en silencio como burlaba los movimientos del pelirrosa.
──Mis alumnos están observando. Tendré que lucirme un poco frente a mi Ky~o~mi. ─pronunció mi nombre por sílabas saboreando este en el proceso.
Sukuna rió con sorna. ──¿Tuya?
Los siguientes segundos fue ver cómo Gōjo golpeaba al Rey de las Maldiciones lanzándolo lejos nuestro. Sukuna respondía con fervor destrozando la escuela en cada ataque que daba.
El sensei se puso al frente mío impidiendo que el ataque de la maldición nos diera.
──Aún así, no me afecta mucho. ─murmuró algo para sí mismo.
Cuando el polvo se dispersó, abrió sus ojos sorprendido de ver al sensei ileso y sin agotamiento.
──Siete, ocho, nueve... ─contaba el albino. Megumi me abrazó con firmeza recargando su cabeza en mi cuello. ──. Debería de suceder pronto.
Vi cómo el cuerpo de Itadori iba cerrando sus ojos a la vez que los tatuajes desaparecen.
──¿Oh? ¿Todo bien? ─sonreí al escuchar la voz de Itadori.
──Qué sorpresa. ─comentó el que tenía una adicción al dulce. ──. ¡De verdad puedes controlarlo!
──Pero es bastante molesto. ─se daba palmadas en su cabeza. ──. Aún oigo su voz.
──Pues eso ya es un milagro. ─se acercó a él golpeando su cabeza, Itadori perdió el conocimiento cayendo, pero él lo atrapó.
──¿Qué le hizo? ─pregunté preocupada.
──Lo noqueé. Sí no está poseído por Sukuna cuando despierte, tendrá gran potencial como recipiente. ─se giró a mirarnos. ──. He aquí una pregunta para ustedes: ¿qué deberíamos de hacer con él?
──Aunque sea un recipiente, hay que ejecutarlo según las normas del jujutsu. ─declaró Megumi, por mi parte apreté la bolsa del kikufuku negando eso. ──. Pero, no quiero que muera.
──¿Y qué dices tú, Kyomi?
──Sensei. ─alcé mi cabeza mirando sus "ojos". ──. Por favor, haga algo para que Itadori viva.
──¿Eso quieres, pequeña?
──Él me salvó de una maldición. Fue por mi culpa que se comió el dedo. ─baje la cabeza. ──. Quiero que viva.
──Bien, sí mi dulce Kyomi me lo pide, no puedo negarme. ─cargó a Yūji en su hombro. ──. ¡Déjenmelo a mí!
Sonreí sintiendo como todo se oscureció de repente.
ABRÍ MIS OJOS NOTANDO UN VENDAJE EN ESTOS. AL principio me asuste, ver todo oscuro no es de mi agrado. Intenté quitarme la venda, pero unas manos me lo prohibieron.
──Gōjo-sensei dijo que no debes quitarte el vendaje. ─la suave voz de Megumi me relajo.
──¿Por qué el vendaje? No recuerdo dañarme los ojos. ─pregunté curiosa por la respuesta.
Lo escuche sentarse a mi lado tomando mi mano en el proceso.
──Según lo que me dijo, el doctor lo recomendó así. ─su voz no mentía, pero si dudaba de que fuera verídico. ──. Tus heridas son un poco más graves que las mías.
──Me lo imagine.
El silencio reinó un poco. Evitaba moverme para que no me doliera el cuerpo. Fushiguro permanecía a mi lado, brindando suaves caricias en el dorso de mi mano. Se le notaba preocupado por mi estado.
──¿Sabes qué pasó con Itadori? ─esa preguntá me carcomía la mente. Quería asegurarme de que él estuviera bien.
Suspiró. ──El sensei no mencionó mucho. Se limitó a decir que probablemente estudiará con nosotros.
Fruncí mi ceño al sentir que me mentía. No quise indagar en el tema, lo que sea que oculta es por alguna razón.
──Así que será nuestro compañero, ¿eh? ─sonreí. ──. Qué divertido.
──Otro obstáculo más. ─gruñó por lo bajo, no entendí a lo que se refería.
──No creía que fueras muy competitivo. ─sentí su mirada en mi. ──. A mi nunca me ha gustado eso. Siempre he preferido compartir con los demás en lugar de pelear por algo.
El silencio invadió la habitación. Si no fuera porque sentía su cuerpo a mi lado hubiera pensado que se había ido.
──¿Megumi? ─llamé al no tener respuesta suya.
──No es tan fácil compartir lo que quiero.
──¿Y qué quieres?
No recibí palabra alguna, en su lugar sostuvo mi mentón con delicadeza girando mi rostro hacía él. Mi aliento se entrecorto cuando sentí su nariz rozar con la mía. Tragué saliva sintiendo mi cuerpo temblar de nervios y estaba segura que mis mejillas se tiñeron de rojo. Deje de respirar al sentir sus labios rozar con los míos.
El momento se cortó por el leve sonido de una llamada entrar en su celular. Se separó de mí maldiciendo en voz baja para contestar levantándose de la camilla.
Llevé mis dedos a mis labios, teniendo la sensación de sus labios tocando los míos. Por una extraña razón, algo dentro mío anhelaba que ese roce se convirtiera en un beso. Desde hace tiempo he fantaseado con mi primer beso. Ya sé, soy muy grande para aún no haber dado mi primer beso, y no me molesta.
──Es hora de irnos. ─su repentina voz me sobresaltó.
──¿Podemos irnos? ─pregunté, pues aún no me dan de alta y estaba segura que a él tampoco.
──Tendremos que ser escurridizos. ─lo sentí acercarse a la camilla. ──. Te ayudaré.
Megumi fue muy amable en ayudarme a desconectar los cables que mi cuerpo albergaba. El problema era colocar mi uniforme.
──Y-yo p-puedo sola. ─dije tapando mi pechos cuando sentí la bata desabrochada por la parte de atrás dejándola caer.
Agradecí tener puesto mis bragas junto a mi short de licra.
──¿Segura?
Asentí de manera rápida.
──Está bien. Me daré la vuelta mientras te cambias.
Espere un tiempo para destapar mis pechos buscando mi sostén con mis manos. Cuando sentí la forma de este lo tomé colocándolo sin verlo. Mis manos tomaron mi vestido con este no tuvo problemas en ponermelo, al igual que las botas.
──Lista.
En pocos segundos, la respiración de Fushiguro se presentó al frente mío. Mi cuerpo se tenso cuando sentí su mano tomar el tirante de mi sostén para esconderlo detrás de la tela de mi uniforme.
──Ahora sí estás lista. ─no dije nada, mi boca no se movía. ──. Hay que ir con el sensei.
Tomó mi mano para dirigirme hacía el lugar. Caminábamos despacio por las heridas que teníamos, como no podía ver, no sabía hacía donde íbamos, solo escuchaba el sonido del elevador hasta que llegamos al piso.
Entre más caminábamos por el pasillo la voz del sensei se hacía presente.
──Empaca tus cosas hoy mismo. ─su voz fue más fuerte.
──¿A dónde vamos? ─sonreí al escuchar la voz de Itadori.
Me detuve cuando Megumi lo hizo a la vez que el sonido de una puerta se abría.
──A Tokyo. ─respondió el azabache.
──¡Fushiguro! ¡Quedaste como nuevo! ─aunque no veía al pelirroja, juraba que estaba había mostrado su pulgar.
──¿Y esto que es? ─inquirió, y como no podía ver no sabía que señalaba.
Solté una pequeña risa.
──¡Kyomi-chan! ¡Quedaste mejor que nadie! ─sonreí ante su entusiasmo.
──Estoy segura que parezco una momia, pero gracias por tu cumplido, Yūji.
──¿Yūji? ─escuche al sensei y mi compañero hablar a la vez.
──Me gusta cuando dices mi nombre, Kyomi. ─el pelirrosa habló con sinceridad.
Una tos falsa llamó la atención. Por donde se escuchó, intuyó que era Megumi. ──Ahora asistirás a nuestra escuela de hechiceros. ─retomó el tema principal.
──¡Irás a la Preparatoria de Hechicería del Área Metropolitana de Tokio! ─solté con emoción dando saltitos, pero un dolor sacudió mi cuerpo.
──No debiste hacer eso, Kyomi~chan. ─me riñó el mayor. ──. Ven, que te ayudo.
Mi sonrojo se presentó cuando Gōjo sensei me cargó entre sus brazos al estilo nupcial como si nada. Estaba tan nerviosa que mis palabras no salían.
──Por cierto, contigo habrá cuatro alumnos de primero. ─informó Gōjo a su nuevo alumno.
──¡Qué pocos!
Solté una ligera risa acurrucándome en el pecho de mi sensei, por una razón, cada que estoy en sus brazos unas ganas inmensa de dormir me ganan.
Es cómo si supiera que en sus brazos iba a estar bien.
──Dulces sueños, Kyomi.
• • •
. sukuna♡kyomi
. sukyomi
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top