00 || Prologue


Francia, un mes después de la muerte de Allison.

Isaac subió las escaleras corriendo, tratando de procesar las palabras que acababan de escuchar la boca de Dash al mismo tiempo que se apresuraba a llegar a la habitación de Gwendolyn para comprobar que era cierto lo que él cazador decía.

— ¿Así que es cierto qué te vas? —al escucharlo, la chica, que se encontraba metiendo ropa en un bolso, se volvió hacia él y fue entonces, cuando sus cabellos flotaron en el viento ante su acción, que Isaac reparo en algunos mechones morados que descansaban en sus hombros, junto al demás cabello de su color cobrizo natural. Isaac se acercó hasta ella con dos zancadas y tomó uno de estos entre sus dedos, mirándolo con extrañeza—. ¿Morado?

— Quería un cambio —se encogió de hombros—. ¿Crees que se ven mal? —preguntó al no poder decifrar la emoción en el rostro de su amigo.

Isaac esbozo una sonrisa al recordar alguna vez escuchar a Allison decir que el morado era su color favorito. Miró enternecido a la chica, porque a pesar de ser una de las chicas más rudas y fuertes que conocía y de esa nueva faceta suya en la que a penas y dejaba ver qué era capaz de sentir cualquier cosa, él aún podía ver a la Gwendolyn de verdad salir de vez en cuando.

Dejó un beso en su frente antes de sonreírle y decir:— Creo que se ve genial.

Gwen le ofreció una media sonrisa y después se volvió para seguir con su tarea de meter ropa en su bolso—. Sé que parece que es todo lo que digo últimamente, pero ya no puedo estar aquí —Isaac rió—. Necesito respuestas, Isaac, necesito una explicación. Pensé que tal vez Fabianne me ayudaría o sabría algo pero no fue de mucha ayuda —dejó lo que estaba haciendo y se sentó en la cama para mirar a Isaac mientras hablaba—. Mi prima Hayley acaba de dar a luz y la está pasando mal, así que voy a ir a Nueva Orleans. Es la ciudad natal de mi madre así que no sé, tal vez encuentre algo ahí.

— Iré contigo.

— Pensé que te gustaba estar aquí, no tienes que acompañarme —Isaac rodó los ojos.

— Pues, a excepción de algunos miembros de tu familia que aún parecen querer poner acónito en mi cómida, claro que me gusta estar aquí y también me caen muy bien Fabianne y tus primos esos que se convierten en lobos por completo...

— Sabes que Fabianne con gusto te aceptaría en su casa si te sientes más cómodo con ellos —le interrumpió la ojiazul.

— No me dejaste terminar —Isaac volvió a rodar los ojos—. A pesar de eso, tú eres mi familia Gwen, lo único que tengo...

— Siempre puedes volver a Beacon Hills, lo sabes, ¿no? Los chicos te recibirían con los brazos abiertos —Isaac bufó otra vez por la interrupción.

— Primero que nada, deja de interrumpirme. Y segundo, no tendremos esa conversación otra vez. Gwen yo decidí venir contigo porque también necesitaba un tiempo y además, te prometí que te iba a ayudar con esto, así que ahora eres básicamente todo lo que tengo. Voy a dónde vayas.

Gwendolyn bufó, pero aún así una sonrisa genuina se instaló en su rostro y Isaac no había notado lo mucho que extrañaba verla sonreír así hasta ese momento.

— Tendré que resignarme a qué no me libraré de ti —tomó una almohada y se la lanzó al rizado en la cara—. Nos vamos mañana por la mañana.

Isaac asintió y sonrió convenciendo de unirse a ella en esa nueva aventura.

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