Capítulo 2: Cambió.

El tren se detuvo suavemente en la estación, y Tn se preparó para bajar, su mente aún reflexionando sobre el negocio recién cerrado. Era un día más en Night City, donde cada interacción era una danza calculada de poder y riesgo. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de dar el primer paso hacia la plataforma, un sutil cambio en el aire captó su atención. Sus sentidos mejorados, afinados como un instrumento de precisión, le advirtieron de la presencia de alguien demasiado cerca, con intenciones poco amistosas.

En un movimiento elegante y fluido, Tn giró ligeramente y atrapó la muñeca de su potencial atracante antes de que tuviera la oportunidad de actuar. Al voltear el rostro, se encontró con una joven cuyos ojos destellaban sorpresa y enojo.

Joven: ¡Suéltame!

Demandó la chica, su voz cargada de una mezcla de desafío y frustración.

Tn, manteniendo su característica calma, aflojó su agarre y la dejó ir. La joven, visiblemente molesta, miró a su alrededor y notó las miradas curiosas de algunos pasajeros que habían presenciado el intercambio. Con un gesto de indignación, levantó la voz.

Joven: ¡Pervertido!

Gritó, señalando a Tn antes de salir corriendo por el vagón, su figura desvaneciéndose rápidamente entre la multitud.

Tn, sin inmutarse, observó cómo se alejaba, su expresión permaneciendo inalterada. En el mundo caótico del tren, donde cada pasajero estaba inmerso en su propio universo de preocupaciones, la acusación de la chica pasó como una ráfaga de viento. Nadie realmente se detuvo a cuestionar si Tn era o no culpable de lo que se le acusaba. La vida continuaba, cada uno absorto en su rutina, demasiado acostumbrado a la extrañeza de la ciudad como para detenerse por un incidente pasajero.

Mientras el tren cerraba sus puertas y se preparaba para partir, Tn simplemente ajustó su chaqueta y dio media vuelta, dirigiéndose hacia la salida de la estación. Para él, el encuentro no era más que una nota disonante en la sinfonía de su día, un recordatorio de que, incluso en su posición de poder, la imprevisibilidad de Night City siempre estaba al acecho.

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La oscuridad de la inconsciencia se desvaneció lentamente para David, siendo reemplazada por el dolor y el caos del momento presente. El mundo a su alrededor parecía un borrón de luces parpadeantes y sombras danzantes, mientras el auto yacía volcado en medio de la carretera. Un zumbido persistente resonaba en sus oídos, pero no era suficiente para ahogar el rugido del fuego que comenzaba a consumir el vehículo.

Fragmentos de memoria comenzaron a encajar en su mente como piezas de un rompecabezas turbio: el atraco, el choque, el súbito giro del destino que había transformado un día ordinario en una pesadilla viviente. Con el corazón acelerado, David se giró hacia el asiento del conductor, donde su madre, Gloria, yacía inconsciente, su rostro marcado por cortes y su cuerpo atrapado entre los restos del automóvil.

David: ¡Mamá! ¡Despierta, por favor!

Gritó, su voz quebrándose bajo el peso de la angustia.

Con un esfuerzo monumental, logró sacar a Gloria del asiento, sus movimientos impulsados por el instinto más primario de proteger a quien ama. Afuera, el aire frío de la calle golpeó su rostro cuando finalmente logró arrastrarla a una distancia segura del auto en llamas.

Desesperado, David buscó ayuda con la mirada, sus gritos resonando impotentes en el caos que lo rodeaba. La confusión y el ruido parecían formar una barrera infranqueable, hasta que un equipo especializado aterrizó en la escena. Un rayo de esperanza atravesó su corazón al verlos, creyendo que finalmente había llegado la ayuda que necesitaban.

David: ¡Por favor, ayuden a mi madre!

Suplicó, sintiendo cómo cada segundo se estiraba en una eternidad de agonía.

Sin embargo, el equipo, enfundado en trajes que parecían más de otro mundo, ni siquiera le dirigió una mirada. Uno de ellos hablaba por radio, su voz distante y profesional.

Especialista: Solo hay heridos civiles. Nada que importe.

Informó, sus palabras afiladas como cuchillos, cortando cualquier atisbo de esperanza.

David sintió una frialdad aterradora extenderse por su interior, una comprensión brutal de las diferencias de clase que siempre habían sido una sombra en su vida. En ese momento, entendió con dolorosa claridad cómo los ricos vivían a costa de los pobres, mientras los pobres morían en un mundo que solo valoraba la opulencia y el poder.

El sonido del fuego crepitando, las voces indiferentes del equipo especializado y el peso de su madre en sus brazos se entrelazaron en una sinfonía cacofónica de desesperación. A su alrededor, el mundo seguía girando, indiferente al sufrimiento de aquellos que no tenían más que su humanidad para ofrecer.

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La noche había caído sobre Night City, envolviendo la clínica clandestina en un manto de sombras que parecía absorber el bullicio de la ciudad. David estaba afuera, sentado en un banco desgastado, su cuerpo cubierto de polvo, cenizas y raspones que contaban la historia de las horas más largas de su vida. La incertidumbre y el miedo luchaban por dominar sus pensamientos mientras esperaba noticias de su madre, Gloria, que estaba siendo tratada en el interior.

La clínica, un lugar de última esperanza para aquellos que no podían permitirse los servicios de los hospitales formales, estaba llena de las mismas vibraciones que Night City emitía: un lugar de desesperación y sueños rotos, pero también de pequeños milagros diarios. David sabía que el costo de la atención aquí sería alto, y el peso de esa realidad lo mantenía en una tensión constante. Su mente giraba en torno a la pregunta de cómo podría pagar la deuda que seguramente se avecinaba. Pero más allá de las preocupaciones financieras, su prioridad era clara: tenía que encontrar una manera de salvar a su madre.

De repente, un ripperdoc emergió de las sombras del pasillo, su figura inconfundible con el delantal manchado de sangre y aceite. Se detuvo frente a David, sus ojos ocultos tras las gafas de aumento que le daban un aire de ciencia ficción.

Ripperdoc: ¿Cómo piensas pagar por el tratamiento?

Preguntó, su voz baja pero directa, como un recordatorio de la dura realidad que enfrentaban.

David, sin embargo, apenas registró la pregunta. Su necesidad de saber sobre el estado de su madre era insuperable.

David: ¿Cómo está ella?

Inquirió con urgencia, su voz apenas un susurro cargado de esperanza y temor.

El ripperdoc lo miró por un momento antes de responder, su rostro suavizándose ligeramente.

Ripperdoc: Está estable. Tiene posibilidades de salvarse.

Las palabras del ripperdoc, aunque simples, fueron como un bálsamo para el alma atormentada de David. Se permitió un respiro profundo, dejando que el alivio fluyera a través de él. En un mundo donde las certezas eran pocas y la vida se medía en fragmentos de esperanza, esa pequeña afirmación de estabilidad era un ancla que le daba fuerzas.

David sabía que el camino por delante era incierto y que necesitaría encontrar soluciones para pagar la deuda, pero por el momento, la noticia de que su madre tenía una oportunidad de recuperación le ofrecía un momento de paz en medio de la tormenta. Mientras las luces de la clínica parpadeaban en la oscuridad, David se preparó mentalmente para enfrentar lo que fuera necesario, decidido a no dejar que las circunstancias lo vencieran. Su madre lo necesitaba, y él estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para mantenerla a salvo.

El ripperdoc, impasible ante la efímera muestra de alivio de David, repitió su pregunta con una insistencia que perforó la tranquilidad del momento.

Ripperdoc: ¿Cómo se llevará a cabo el pago?

Antes de que David pudiera responder, una voz firme y autoritaria resonó en el vestíbulo de la clínica.

Voz: En un solo pago.

David levantó la mirada, sorprendido, para ver a un hombre entrar con una confianza que parecía iluminar las sombras del lugar. Era Tn, cuya presencia magnética parecía llenar el espacio con una quietud imponente, como si el tiempo mismo se hubiera detenido brevemente para reconocer su autoridad.

Detrás de Tn, un grupo de especialistas en medicina ingresó en la clínica, sus movimientos precisos y coordinados, reflejo de su estatus como los mejores médicos de carne de Night City. Sin perder tiempo, Tn les dio una señal silenciosa, y estos se dirigieron directamente hacia el área donde Gloria estaba siendo atendida.

Tn: La paciente, Gloria Martínez, será trasladada a otro hospital.

Anunció Tn, su voz resonando con una claridad inquebrantable.

Mientras hablaba, se volvió hacia el ripperdoc, cuya habitual indiferencia se había transformado en una mezcla de respeto y, quizás, un poco de recelo ante la presencia de Tn.

Tn: Asegúrate de que su traslado sea inmediato y sin complicaciones.

Añadió Tn, sus palabras más una orden que una simple solicitud.

David, observando toda la escena, se encontraba atrapado en una mezcla de incredulidad y confusión. ¿Quién era este hombre que parecía tener el poder de cambiar el curso de los acontecimientos con tan solo una palabra? ¿Y por qué estaba ayudando a su madre?

Mientras los médicos comenzaban el proceso de preparar a Gloria para el traslado, David se acercó lentamente a Tn, sus ojos llenos de preguntas sin respuestas. Pero antes de que pudiera formular alguna, Tn se giró hacia él, su mirada penetrante y serena.

Tn: Tu madre estará en buenas manos.

Dijo Tn, con una certeza que no admitía dudas.

La mente de David se debatía entre la gratitud y la desconfianza, consciente de que en Night City, nada era gratis y todo tenía un precio. Aun así, en ese momento, lo único que importaba era la seguridad de su madre. Mientras los especialistas continuaban su trabajo, David decidió que, por ahora, aceptaría la ayuda ofrecida y dejaría las preguntas para más tarde. En su corazón, una chispa de esperanza se encendía, alimentada por la inesperada intervención de Tn en su vida.

CONTINUARÁ...

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