┆O.50
━VACÍO━
• • •
Una rama.
Dos más y mis pies se detuvieron frente a las inmensas puertas de Konoha. El viento sopló con suavidad hacía el lado contrario, como si no quisiera que entrara a la aldea.
──Al fin... llegamos. ─escuché el suspiró relajado de Tenten.
──Nos tomó más tiempo gracias a esa llovizna, pero ya estamos aquí. ─comentó el sensei con su voz entusiasta.
──¡Es momento de entrenar! ─Lee no perdió tiempo para comenzar hacer lagartijas con un brazo.
──Tenemos que dar el reporte, Lee. ─le recordó el Hyuga llegando a mi lado.
──Neji tiene razón, Lee. ─el nombrado se detuvo cuando Gai le habló. ──. ¡Primero hay que dar ese reporte y después vamos a entrenar todo el día!
Hizo una extraña pose señalando al horizonte mientras sonreía.
──¡Así se habla Gai-sensei!
Suspiré cansada de verlos.
──Nunca me voy acostumbrar a esos dos. ─susurré caminando atrás de ellos dos.
──Nadie podría. ─aclaró la castaña a mi lado.
──Esos dos siempre serán esos dos. ─masculló el Hyuga.
En la trayectoria a la torre Hokage nadie habló, era más que suficiente escuchar a esos dos hablar de entrenar y la llama de la juventud. Me extraño ver las calles vacías, más de lo normal.
──Es ella.
──Acaba de llegar de una misión.
──Pobre de ella.
──Y no ha pasado mucho desde la muerte de él.
Fruncí mi ceño al escuchar los murmullos de aquellas dos señoras chismosas. No entendía de qué hablaban y siendo honesta no quería saber.
──¿No les parece extraño que las calles estén desiertas? ─preguntó Tenten mirando a los lados.
──Es un poco extraño. ─dijo el castaño.
──Supongo que hoy no tienen ganas de salir. ─comentó Tenten sin tener otra idea del porqué.
──No me gusta para nada. ─hablé mirando al frente.
El resto del camino nadie habló. Cuando por fin entramos al despacho de la Hokage notamos el ambiente pesado. Mientras le entregamos el reporte a la mujer rubia, parecía ida en otra cosa. Pero lo que no me gustaba era la mirada de lástima que Shizune me daba al igual que Lady Tsunade de vez en cuando.
──Ya veo. ─susurró leyendo el reporte. ──. Entonces solo eran meros ladrones.
Nuestra misión fue ir a una aldea vecina para averiguar si los que profanaban tumbas eran parte de los Akatsuki cuando las tumbas eran personas que una vez fueron grandes shinobis. Pero solo eran meros ladrones que vendían los restos junto a las joyas para ganar dinero.
──Ya no tiene que preocuparse por eso, el equipo Gai los detuvo. ─expresó el sensei con orgullo.
El rostro de la Hokage no se borró. La rubia dejó de ver el reporte para posar su mirada en nosotros.
──Pasó algo mientras ustedes estaban fuera. ─habló cruzando sus dedos a la altura de su nariz. ──. Supongo que notaran las calles un poco desiertas.
──¿Qué sucedió, Lady Tsunade?
Se quedó en silenció por unos segundos sin saber cómo decir la noticia.
──Hubo un funeral. ─soltó cerrando sus ojos.
Eso nos sorprendió a todos.
──¿Funeral? ─cuestionó el sensei. ──. Pero ¿de quien?
La rubia abrió sus ojos mirando mis ojos para dejar salir ese nombre.
──Sarutobi Asuma murió en combate.
El viento entró por la ventana y en segundos lo sentí abrazar mi cuerpo. Mis ojos se abrían abierto al igual que mis labios procesando aquellas palabras lentamente.
──¿A-asuma? ─murmuré por lo bajo. ──. Mi hermano... ¿murió?
Pasé saliva al sentir el nudo en mi pecho. Yo había sentido un mal sabor de boca, pero no era esa clase de personas que creía en supersticiones.
──¿Cómo...? ─preguntó Gai, él parecía afectado por igual.
──Se enfrentó a un Akatsuki. ─informó. ──. Lo que no contamos fue que él era inmortal.
De pronto, mi cuerpo se paralizó y mi respiración se entrecortó.
──¿I-inmortal?
──Eso es lo que el sujeto afirmó. ─contó. ──. Tal parece que su técnica se activa mediante la sangre.
Llevé mi mano a mi cabeza recordando aquellos escenarios lúgubres y sangrientos. Cada vez que recordaba más odio invadía mi cuerpo.
Recordé la muerte de Kenzo.
──Hidan. ─dije su nombre llamando la atención. ──. Su nombre es Hidan, ¿no?
Su silencio fue la respuesta.
Apreté mis puños y mi mandíbula.
Cerré mis ojos ocultando el brillo junto a las lágrimas que se mantenían. Las imágenes de Kenzo muerto se presentaron en mi mente de distintas maneras y pronto, una de mi hermano sonriendo hasta que esta se oscureció dando a entender que estaba muerto.
Y entonces pasó.
Aquella barrera que me mantenía en la luz, la que le hizo cambiar a lo que soy en día... se quebró.
Dejando un vacío oscuro dentro mío.
──¿Eso es todo, Hokage-sama? ─pregunté dejando salir mi voz anodina, como si nada me importara.
Abrí mis ojos dejando ver el verde opacó, sin brillo alguno ni rastro de lágrimas.
Aquello alertó a todos en la sala.
──Sí, pueden retirarse.
Sin decir nada, hice una reverencia saliendo del despacho. Camine ignorando a mis compañeros junto al sensei.
La antigua Yumei regresó.
Había pasado un día aproximadamente desde que llegué de mi misión. Nada nuevo ha pasado, he tenido que lidiar con los murmullos y la lastima de las personas, pero simplemente las ignoro.
Mis pies se movían por su cuenta hasta llegar frente a la tumba de mi hermano, tenía flores recientes pues su funeral fue hace dos días.
──Al final no resultaste ser mejor que el viejo o que Isuma. ─hablé sin interés encendiendo un cigarro. ──. Terminaste igual que ellos.
Deje el cigarro en su lápida, el viento se movió ocasionando que el humo me diera en los ojos provocando que una lágrima cayera a su lado.
──Sí hubiera sido fuerte ese día, tú y Kenzo estuvieran aquí. ─cerré mis ojos estirando mis rodillas para levantarme. ──. Pero te prometo, hermano. Que antes de que el acabe el día, él estará muerto.
Me alejé de la tumba colocando mi capa sin dar marcha atrás a mi propósito.
Ir tras ambos Akatsuki.
Cómo sabía que la Hokage no me diría nada y no me apetecía ver a ninguno de los equipos que combatieron o vieron a ambos hombres de capa, tomé cartas sobre la mesa. Me infiltré en los archivos y busqué el reporte del equipo de mi hermano y gracias a eso descubrí dónde sucedió, que día y sobre todo que iban a regresar en tres días.
Lo que significa que los encontraría si tomaba la otra ruta para ir hacía ese lugar. Pero da igual a donde o por dónde irán, el viento puede rastrear mientras esté a un rango de ellos.
──Solo espera un poco, y descansarás en paz.
Le susurré a Kenzo. Aunque no lo veía se que estaba conmigo. Siempre lo estaba y era hora de que descansara.
Llegué a la puerta, no tenía necesidad de esconderme para que los guardias no me vieran, era la hora de cambiar el turno. Así que salir no fue difícil.
──¿A dónde vas?
Me detuve al escuchar una voz.
──Usted sabe muy bien a dónde me dirijo. ─miré de reojo al peli-blanco.
──Sí Tsunade se entera de esto, te va a ir muy mal, pequeña Yumei.
──Sé las consecuencias de mis acciones, Jiraiya-san. ─giré mi cuerpo mirando al Sennin. ──. Pero he esperado años para encontrar al responsable de la muerte de mi compañero... y ahora hermano.
──Estás consciente de que él es inmortal y todavia se desconocen las habilidades de su compañero. ─informó lo que sabía. ──. ¿Qué harás tú para acabar con ambos?
──Si lo que hace falta es hacerlos pedazos, lo haré. ─le hice frente. ──. No importa si pierdo una extremidad o la vida, terminaré la pelea que empecé con ellos hoy mismo.
Mi mirada decidida y firme se vió dejando al hombre sin palabras. El silencio lo invadió por unos segundos esperando ver alguna pizca de miedo o arrepentimiento en mi mirada lo cual no sucedió.
Él terminó soltando un suspiró.
──Sólo no mueras. ─dio media vuelta. ──. Yo hablaré con Tsunade.
──Gracias. ─agradecí dando medía vuelta. ──. No prometo que no moriré, pero haré el intentó de salir viva.
Sin decir ni esperar respuesta, comencé a correr por los árboles con la máxima velocidad que mis piernas me permitían. Para que nadie me sintiera escondí mi chakra y presencia.
Haber sido un ANBU trae beneficios.
Mientras corría, los árboles cada vez eran menos y los pocos que había estaban secos. Mi mirada se oscurecía al reconocer el lugar de inmediato.
Cerca de aquí fue donde Kenzo murió.
La deforestación en todo el lugar había quedado como un recuerdo del tornado que el viento creó para salvarme. Me detuve de golpe al ver no muy lejos mío una enorme explosión.
Me quedé unos segundos de pie en la rama esperando a ver algo más. Pronto el viento se movió haciéndome saber quienes estaban peleando.
El equipo de mi hermano contra esos dos.
──Tsk. ─chasqueé con disgusto comenzando a moverme.
Mientras más me acercaba, notaba la presencia de sus chakras. Estaban en aprietos y si no me movilizaba iba a morir en manos del Akatsuki.
A tan solo unos metros pude visualizar al tipo que provenía de Takigakure junto a tres extrañas máscaras. La que me preocupaba era la que desprendía rayos, indicando que iba atacar.
──Raiton: Gian.
Escuché la voz del Akatsuki y a los segundos la máscara dejó salir una poderosa descarga eléctrica que iba directo a los tres pupilos de mi hermano.
Sin perder tiempo me paré frente a ellos tomando mi abanico de mano.
──Fūton: Ōkakeami.
Lo agité e inmediatamente varias hojas de cuchillas afiladas, potentes y extremadamente fuertes de viento, se impulsaron hacía la descarga cortando el jutsu antes de que llegara dejando una cortina de tierra.
──Qué suerte que llegaras. ─escuche una voz llegar a mi lado. ──. Aunque un poco tarde.
Me deshice de mi capa dejando a los demás sorprendidos, menos el pelinegro, parecía que el Nara sabía que vendría.
──Nunca te había visto tan desalineado, Hatake. ─mi voz fría parecía que sorprendió a todos.
──Sí, bueno... han pasado cosas. ─excuso concentrando su vista al frente al ver como la cortina de tierra desapareció.
Mi vista inexpresiva y vacía se enfocó en el hombre de ojos verdes claros. Pronto unos pasos se escucharon para dejar ver a su compañero. Mis manos se hicieron puños al volver a ver esos ojos nuevamente.
──Eso fue impresionante. ─habló mirando al Hatake, sin notar mi presencia. ──. Eres el primero que logra sobrevivir a nuestro pequeño ataque combinado, Hatake Kakashi. ¿Mmh?
Sus ojos pasaron de él a mí. Su mirada confusa poco a poco fue cambiando a una asombrada y feliz.
──Pero mira la maravilla que nos trae el viento, Kakuzu. ─habló sin quitar su mirada. ──. Si esto es un sueño no me despiertes. ─su sonrisa lasciva se dejó ver. ──. Es como dije hace tiempo, querida. Si te dejaba vivir te ibas a convertir en una hermosura. ─mi expresión no reflejó nada. ──. Y mírate ahora, Sarutobi Yumei, te convertiste en toda una mujer.
──¿Cómo es que se conocen? ─preguntó Ino confundida.
──Porqué el mismo hombre que asesinó a mi hermano... acabó con la vida de Kenzo. ─informé causando el asombro de los tres.
──¿Hermano? ─inquirió el platinado. ──. No me digas que tu hermano era el guardia shinobi o como se diga.
Mi ceño se frunció en forma de enojo afirmando sus palabras.
──Vaya, pero que chico es el mundo. ─soltó una risa. ──. Significa que tus ganas de matarme aumentaron, ¿no? Eso sí que me interesa.
──Te dije que la matarás en aquel momento, Hidan. ─le habló su compañero. ──. Ahora se ha vuelto una molestia.
──No comiences con lo mismo, Kakuzo.
Seguía siendo igual de irritante.
──Bueno, veamos cómo logran esquivar esto. ─una de las máscaras negras abrió su boca. ──. Katon: Zukokku.
Abrí mis ojos sorprendida de que pudiera manejar el fuego también. Según tengo entendido, el rayo y tierra también los manejaba. Sería capaz de que controlaba las cinco naturalezas de chakra, nunca había conocido a alguien así que no fuera mi padre. Me aleje del lugar antes de que la explosión me diera de golpe, mi viento era inferior y solo acabaría en peor estado. Los demás imitaron la acción.
Guarde mi abanico tomando con velocidad mis armas; cuchilla y manopla. Sin dificultad alguna, detuve aquella gran arma roja con mi cuchilla.
──Vamos, primor. ─su sonrisa se hizo grande. ──. Entretenme.
Lance una patada lanzando su cuerpo lejos, no tardé en ir hacía él comenzando nuevamente a pelear procurando que su arma no me tocara la piel. En un descuido de su parte, logré llegar a su espalda asentando un golpe en ella lanzando su cuerpo hacía abajo estrellándose contra la tierra.
Descendí tomando una distancia prudente en guardia viendo como se levantaba.
──Veo que mejoraste. ─habló sacudiendo la tierra de lo que quedaba de su capa.
Los demás llegaron a mi lado.
──¿Estás bien, Yumei? ─preguntó Ino, pero la ignoré.
Estaba concentrada en los dos al frente nuestro.
──Son poderosos. ─comentó la rubia. ──. Están muy bien sincronizados.
──Y eso que Kakashi-sensei le dio directo con el Chidori, ¿por qué no está muerto?
El Hatake comentó que cuando le dio en el corazón, solo provocó que sus máscaras salieran, pero uno de ellos cayó al suelo. El Nara comentó otra cosa y llegamos a la conclusión de que el hombre poseía cinco corazones o al menos así era hasta que el peli-gris le traspasará uno.
──Cada vez que veo el símbolo en sus protectores, me acuerdo al primer ninja de Konoha que enfrente... el Shodai Hokage. ─comentó el moreno de ojos verdes.
La sorpresa se instaló en el rostro de mis compañeros y gracias a su información, confirmó la teoría de sus cinco corazones que lo hacían "inmortal".
──Yumei. ─el Nara llegó a mi lado para susurrar. ──. Tengo un plan para acabar con el inmortal. Para eso necesito tu ayuda.
Me limité a escuchar su plan y en menos de un segundo la pusimos en marcha.
Mientras él perseguía al platinado con su sombra, yo me acercaba comenzando una pelea. Su compañero al verlo en aprietos, envió a una de sus máscaras, para suerte mía era la máscara de rayo así que con un jutsu logré destrozarlo quitando un corazón menos.
──T-tú... maldita. ─el moreno me miró asesinamente mientras una de sus mascaras se adheria a él. ──. Te mataré.
Antes de que lograra lanzarse a mí, el Hatake intervino diciendo que él era su contrincante. Gracias a eso, mi atención se vio en el platinado correr hacía mí. Hice un clon de viento para que lo llevará al árbol donde se escondía el Nara.
──Doton: Piasupirā.
Hice los sellos dejando salir de la tierra pilares con punta afilada dirigirse a Hidan, esté logró retroceder a duras penas cayendo en la sombra del Nara.
──¿C-cómo...? ─mi clon se deshizo sorprendiendo al hombre. ──. ¿Un clon? ─salí de mi lugar deshaciendo los pilares. ──. Creí que solo usabas el Fūton.
──¿Te acuerdas del hombre que asesinaste hace tres años? ─pregunté manteniendo mi expresión neutra. ──. ¿Recuerdas el último jutsu que usó antes de que le arrebataras su vida?
──Así que aprendiste su jutsu, ¿eh? ─soltó una risa. ──. ¿Y crees que con me matarás?
──No, pero él tiene un plan. ─miré de reojo al Nara.
Pronto comenzó a correr y por ende, Hidan también. Sin perder tiempo corrí detrás suya, no iba a quedarme. Tenía que ver por mi misma como su vida "terminaba".
──¿Intentas alejarme de Kakuzu? ─preguntó al ver como los perdimos de vista detrás nuestra.
──Qué va... es que me apetecía dar un paseo contigo.
Mi cuerpo se relajo cuando después de un tiempo entramos al bosque del Clan Nara, los venados lo confirmaron. Me quedé encima de un árbol cuando noté que comenzaba a llenar todo de papeles bombas no detonados.
Él ya había preparado su tumba.
──Así que no piensas dejarme escapar, ¿eh? ─habló el platinado mirando los hilos junto al papel.
Noté que Hidan había quedado justamente en medio de aquel centro. Una pequeña idea de lo que iba hacer pasó por mi cabeza.
──Tu sombra solo puede mantenerse unida a otra durante cinco minutos como máximo... y solo estamos nosotros. ─la sombra poco a poco iba cediendo. ──. ¡Es la peor estrategia que se te podría haber ocurrido!
Cuando su sombra quedó libre, se abalanzó directo al Nara. Intenté moverme, pero note que una sombra me tenía sujeta de la cintura.
Mis ojos se abrieron con horror cuando Hidan le logró hacer una herida en su mejilla. Si no fuera gracias a la sombra, ya estaría de rodillas cuando vi cómo él realizó aquel diagrama que hace tres años había visto.
Inconscientemente, comparaba la escena con mis recuerdos de ese día.
──Ya está todo listo. ─su piel se volvió negra con blanco mientras su mano tomaba una de sus lanzas retráctil. ──. ¡Muérete ya!
En un parpadeo, enterró su lanza en su corazón. Mi respiración se entrecortó mientras recordaba la vez que usó su maldición en mí. Volví a recordar el dolor que sentía cuando él había enterrado su guadaña en su cuerpo, aún tenía pesadillas sintiendo el inmenso dolor de aquel día.
──Qué decepción. Jashin-sama debe estar revolcándose en su tumba. ─habló para sí mismo. ──. Bueno, supongo que Kakuzo ya habrá terminado también.
Regresé en mí al notar que la sombra en mi cintura seguía sosteniendo mi agarre con firmeza. Sí el estuviera muerto o al borde de esta, la sombra de habría desvanecido.
Él seguía con vida.
• • •
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top