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━MISIÓN CUMPLIDA━
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El sol salió más radiante que nunca, era un hermoso dia soleado. Los habitantes de Konoha admiraban la linda tarde.
Los pájaros cantaban como nunca lo hacían, el río fluía normalmente y el viento era tan tranquilo y cálido que
hacía que las hojas de los árboles bailaran al compás de su melodía.
Ya eran pasadas las cinco. Todo era aburrido para dos personas en especial, era aquellos que siempre cuidaban las grandes puertas de la aldea.
──Qué aburrido está el día de hoy. ─murmuró un castaño mientras se estiraba en su lugar. ──. ¿Por qué nunca pasa nada importante?
──Si es aburrido, pero es un lindo dia, ¿no lo crees, Izumo? ─le pregunto a su amigo y compañero de trabajo. ──. Y no digas eso, ¿quieres que pase una tragedia?
──De qué sirve que sea lindo si nosotros siempre estamos aquí vigilando las puertas. ─recargo su cabeza en su mano mirando las puertas. ──. Y aunque lo diga, nunca sucede nada interesante.
──Bueno, creo que tienes razón. ─soltó un suspiro. ──. Nada interesante cruza por estas puertas.
Ambos miraron fuera de las puertas, todo parecía estar en orden como todos los días. Los dos chicos disfrutaban la brisa fresca que el viento les brindaba de cierta forma les recordaba a cierta azabache.
Pero, no duró mucho tiempo. Habían invocado una tragedia que sin duda marcaría una cicatriz en Konoha.
De un segundo para otro, el viento dejó de soplar, pocas personas se dieron cuenta de ello. Incluido aquellos dos amigos.
──Qué raro, el viento se detuvo.
──¿Por qué será? ─ambos se miraron sin tener idea alguna. ──. Solo espero que no sea por mucho tiempo.
──Sí, tengo un mal augurio. ─por unos segundos la imagen de cierta azabache pasó por su cabeza, pero prefirió ignorarlo. ──. Todo esto no me gusta.
Era algo inusual, el viento nunca dejaría de moverse por sí solo.
Eso alertó a cierto chico pelinegro que se encontraba acostado mirando las nubes como la cosa más interesante. A su lado se encontraba su mejor amigo disfrutando de sus tan apreciadas papas fritas.
El chico estaba apreciando las nubes ser impulsadas por la dulce brisa que le brindaba el viento. Eso le recordaba a la chica que desde niño quedó cautivado por lindos sus ojos, aquellas esmeraldas cada que las veía le daban unas ganas inmensas de abrazarla y jamás soltarla.
Cuando el viento se detuvo y vio las nubes dejar de moverse se sentó de donde se encontraba acostado.
──¿Sucede algo Shikamaru? ─preguntó su amigo comiendo sus papas fritas.
──¿Notaste eso? ─dijo mientras miraba las nubes.
──¿Notar que? ─pregunto sin saber a lo que se refería.
──El viento se detuvo. ─sentenció.
──¿Eso es malo? ─pregunto al ver el semblante serio de su amigo, muy raro verlo en él. Sin embargo, el Nara no contestó, solo miro una hoja que el viento dejó caer antes de desaparecer por completo. ──. Shikamaru, ¿qué sucede?
El chico se levantó sin decir nada acercándose a la hoja para tomarla entre sus dedos, el viento se comenzo a hecer presente cada vez más fuerte. Ambos chicos cerraron sus ojos para que la tierra que levantaba no se metiera en sus ojos mientras que el viento comenzó a intensificarse llegando incluso arrastrar al chico.
──¡¿Qué demonios le sucede al viento?! ─pregunto el Nara sujetándose de una barandilla para no ser llevado por este.
──¡No lo sé! ¡Pero parece como si estuviera enfurecido! ─gritó el Akimichi para que su amigo lo escuchara.
──¿Enfurecido? ─se preguntó a sí mismo el chico, fue entonces que algo le llegó a su cabeza. ──. ¡Yumei! ─sabía que el viento protegía firmemente a la chica, y si estaba enojado significaba que ella estaba corriendo peligro.
Un peligro enorme al ver lo que se formaba el viento, poco a poco fue convirtiéndose en un gran tornado. Sin embargo, el tornado no sé dirigió a la aldea fue directo a otro punto no tan lejos de la aldea. Los aldeanos miraban aterrados el lugar donde se había dirigido. Pocas personas tenían un pésimo presentimiento sobre lo visto.
No, mejor dicho, pensaron el porqué del tornado. Y ese porque tiene un nombre, Yumei.
A los pocos minutos, después del tornado, los jounin disponibles fueron convocados en la oficina del Hokage, la mayoría sabia que el tema sería sobre aquella chica de cabellos negros y ojos verdes.
──Supongo que todos saben porqué están aquí. ─habló la rubia sin rodeos mirando la vista que le daba su ventana. ──. Para los que no saben se los diré rápidamente. ─se giró mirando a todos. ──. El equipo que tiene el tratado de paz con la aldea de Sunagakure fue atacado y no sabemos si siguen con vida.
──¿Cómo está tan segura, Lady Tsunade? ─preguntó un hombre de grandes cejas y vestido de verde. ──. Solo fue un tornado.
──No solo era el tornado. La forma en la que el viento se detuvo para después seguir fluyendo enfurecido solo significa una cosa. ─bajo la cabeza. ──. Alguien dañó gravemente a Sarutobi Yumei.
Asuma; el hermano mayor de la chica, trataba de encender su cigarro. Sin embargo, el encendedor no dejaba salir la llama, posiblemente era porque ya no tenía gas o porque sus manos no dejaban de temblar. Sentía la mirada de todos en la sala, el se harto y arrojó al piso el encendedor e hizo lo mismo con su cigarro.
Se negaba a pensar que su hermana pequeña le hubiera pasado algo, no quería que nadie le dijera las palabras que jamás en su vida quería escuchar. Cerró sus ojos inhalando una gran cantidad de aire arrepentido por no haberle puesto mucha atención aquel día, cuando su hermana le decía que tenía un mal augurio.
El silencio de la habitación fue interrumpido por la puerta abierta bruscamente. Las miradas se posaban en aquel chunin de cabello castaño que respiraba frenéticamente, como si hubiera corrido mucho para llegar hasta aquí.
──¡Lady Tsunade! ─su voz se escuchó entre cortada, aguantando las lágrimas. ──. ¡Es terrible!
──¿Qué sucede, Izumo? ─pregunto preocupada al verlo alterado y con los ojos cristalizados.
──Es... Yumei. ─eso hizo que todos en aquella sala se preocuparan unos más que otros.
──¿Yumei regreso? ─preguntó alegremente, pero su preocupación no se iba.
──Está gravemente herida. ─informó dejando a todos en silencio. ──. Tiene que atenderla, Lady Tsunade. ─la rubia no tardó en caminar directo al hospital.
La Hokage corrió lo más rápido al hospital pues el tiempo era oro en esos momentos. Al entrar observó a una gran mayoría de las enfermeras llevar bolsas de sangre hacia una habitación.
──¡Lady Tsunade! ─a su lado llegó un ninja médico que estaba atendiendo a la chica antiguamente. ──. Es bueno que esté aquí, necesitamos su ayuda urgente.
──¿Qué tan grave es? ─el médico se quedó callado.
──Siendo honesto, no sé si sobreviva. ─la rubia frunció el ceño. ──. Tiene que verla, perdió demasiada sangre y su...
──¿Su qué? ─preguntó, pero se quedó en completo silencio en cuanto puso un pie en aquella habitación.
Había alrededor de cinco enfermeras tratando de parar las horrorosas hemorragias que la chica tenía, sólo las externas, las internas eran el problema. En el suelo había una pila de gasas empapadas de sangre que se iba haciendo más grande.
La rubia se quedó paralizada ante la imagen que sus ojos le proyectaban. No pudo evitar pensar en aquel día, cuando perdió al hombre que amaba en sus manos. Estas temblaron un poco, pero recordó que era la única con el suficiente conocimiento y poder para salvar la vida de la azabache.
──¿Qué pasó en la misión? ─no pudo evitar preguntar, pero nadie sabía la respuesta. ──. ¿Quién pudo hacer esto? ─lo viera como lo viera, Yumei era solo una niña ante sus ojos. No podía creer que existía gente sin importarle aquello.
Se acercó más a ella, analizando la gravedad del asunto. La joven tenía profundas heridas en ambas piernas causadas con kunais. En sus brazos había agujeros como si hilos los hubieran perforado. En su torso habían tres heridas profundas como si fuera de una guadaña dañando sin duda órganos vitales en tres diferentes puntos y en su rostro tenía una enorme cortada que pasaba por su ojo izquierdo.
──¡Necesitamos llevarla al quirófano lo antes posible! ─ordenó al analizar con detalle sus heridas
Llevó su mano al rostro de la chica para revisar si su ojo había sufrido algún un daño, espero encontrar una esmeralda en cambio se sorprendió al encontrar una perla.
──¿Qué significa esto? ─su mirada cayó en el médico. ──. ¡¿Por qué tiene el Byakugan?!
──N-no lo sabemos. ─dijo con nerviosismo. ──. Llegó inconsciente.
──¿Dónde se encuentran los demás integrantes del equipo? ─nadie contestó, todo se quedó en silencio. ──. ¡Responde! ─miró al médico.
──¡No lo sabemos! ¡Solo trajeron a Yumei! ─elevo con miedo la voz. ──. Dijeron que ella llegó sola hasta la puerta antes de desplomarse en el suelo. ─informó asustado del estado de la rubia.
La mujer miró a la pelinegra.
──¿Qué pasó en la misión? ─no pudo evitar preguntar de nuevo, pero su mirada se enfoco en su mano. ──. ¿Qué es eso? ─pregunto al ver como sostenía fuertemente algo en su mano.
Una enfermera trató de abrir su mano, pero no podía, la azabache sostenía aquello con fuerza. La Hokage tomó su mano abriendo con dificultad su puño encontrando el pergamino de la misión. Lo abrió viendo la firma de los consejeros de Sunagakure, aún estando al borde de la muerte camino solo para llevar el pergamino hacia su Hokage.
──Misión cumplida. ─susurró la rubia.
──¡Perdemos el pulso! ─gritó una enfermera alertando a la mayor. ──. ¡Necesitamos el carro rojo!
La Senju salió de sus pensamientos viendo en la máquina el pulso de la pelinegra. Cada vez se habían lentos hasta que ya no se escucharon, la rubia entró en acción. Tomó las paletas colocando una en su pecho y la otra a el costado de él.
──¡Carguen a 200! ─los pulsos de la chica no se hicieron presentes. ──. ¡A 300! ─la línea en el monitor no cambiaba, pero no se rendiría ──. ¡De nuevo! ─todos suspiraron aliviados al escuchar los latidos nuevamente.
Al principio eran lentos, pero tomaron velocidad.
──¡El quirófano está listo! ─gritó una enfermera entrando a la habitación.
──¡Andando, no tiene mucho tiempo!
Entre las cinco enfermeras llevaron la camilla lo más rápido y cuidadosas que fueron.
──¡Aún lado! ¡Necesito que se quiten! ─gritó una mujer al ver un gran número de jounins y genins extruir el paso hacia el quirófano. ──. ¡La vida de la chica corre peligro, no se atraviesen!
Los presentes al escuchar los gritos se hicieron a un lado. Sin embargo, cuando la camilla pasó vieron a la persona que estaba siendo llevada.
──¡¡Yumei!! ─gritó su hermano mayor al reconocerla, se levantó para ir detrás suya pero varios pares de manos lo sostuvieron. ──. ¡No suéltenme! ¡Tengo que ir con Yumei!
──Asuma, tranquilizate. ─le hablo al instructor de la chica. ──. No harás nada si vas detrás de ella.
──¡¿Qué me tranquilice?! ¡Mi hermana menor puede morir y tú me pides que me tranquilice! ─gritó con sus ojos cristalizados, le quemaba ver a su pequeña hermana en esas condiciones. ──. No lo entiendes, Banri. ¡Puede morir!
──¡Sí, lo entiendo! ─gritó, su voz se escucho un poco rota. ──. Es mi estudiante y no se si los demás estén bien. ─pasó saliva intentado no llorar. ──. Tu conoces el sentimiento, Asuma. Sabes que ellos son como mis hijos.
──Suficiente los dos. ─todos giraron encontrando a la Hokage. ──. Yo me encargaré de ella. Quiero que vayan y busquen a Hyuga Suki y Hitomi Kenzo. ─le ordenó a un tres jounin, los cuales no eran los dos que peleaban. ──. Y lleven esto a los consejeros, diles que completaron la misión. ─le tendió el pergamino a los dos chunin que trajeron a la chica.
──Hai. ─dijeron los cinco desapareciendo.
──Ustedes quédense aquí mientras hago todo lo que pueda. ─se alejó de ellos entrando al quirófano.
Los genins miraban sin aliento la dirección donde se llevaron a su amiga, la mayoría estaba derramando lágrimas otros se hacían fuertes. A pesar de que Yumei no era la mejor amiga siempre ayudaba a los demás, aun con su actitud tan antipática, sabía escuchar a los demás sin necesidad de prestar atención.
──Yumei. ─susurro aquel chico rubio mientras apretaba sus puños de ira, jamás perdonaría al responsable de ello.
Ella fue la primera en aceptarlo a pesar de que todos lo llamaban monstruo. Ella jugaba con él haciendo travesuras al Hokage para que le prestaran atención. Él quería la atención de todos mientras que ella quería solo una mirada de su padre. Después de unos pocos años de conocerse ella se alejó de él para que los niños no lo molestaran por protegerla, pero nunca lo dejó solo del todo, siempre lo ayudaba entre las sombras.
──Shikamaru. ─el mejor amigo de Nara lo miraba preocupado.
Desde que el tornado se fue, él corrió directo a las puertas dispuesto salir para buscarla sin importar las consecuencias que tendría después, ella le había salvado la vida una vez y él lo haría millones de veces.
Antes de llegar a las puertas miro a Kotetsu salir corriendo con Yumei en brazos desangrándose directo al hospital. Él no tardó en seguirlo. No alcanzó a verla cuando logró llegar al hospital, las enfermeras se la habían llevado mientras que él se quedó esperando a que ella estuviera mejor.
Poco a poco las personas comenzaron a llegar tanto jounin's como genin's que la conocían.
No hablaba con nadie, solo miraba a un punto muerto en el techo recordando todo lo que ha vivido al lado de ella. Cuando la miro en esa camilla fue como si su vida se fuera lentamente. Sus sueños, sus metas poco a poco se desvanecían con los segundos al verla en aquella camilla llena de sangre debatiéndose entre la vida y la muerte.
Cerraba sus ojos tantas veces pensando que era una mala y cruel pesadilla, pero era aún más cruel, cuando al abrirlos se daba cuenta que seguía en el mismo lugar y por la misma razón.
Un suspiró salió de los labios de aquel castaño. No podía creer lo que sus ojos observaban, a pesar de ya haber vivido una guerra cuando era más chico, aquel escenario era muy lúgubre.
──Dios. ─soltó su compañero cerrando sus ojos, tampoco quería creer aquello.
──Hubo una gran pelea. ─sentenció el tercer hombre observando los cuerpos sin vida de algunos ninjas renegados de Kumo.
──Te equivocas. ─soltó el castaño mordiendo el palillo entre sus dientes. ──. Esto fue una masacre.
Su compañero, quien llevaba una cicatriz en su rostro observaba con detalle los cuerpos de los hombres.
──El equipo de Barni enfrentó a los renegados. ─comentó observando las heridas de muerte. ──. Pero algo me inquieta.
──¿Qué? ─preguntó su compañero de lentes.
──No veo ninguna señal de que el tornado viniera a esta dirección.
Mientras ellos debatían qué había ocurrido, el castaño camino lejos de la escena. Tan solo caminar unos metros entendió que la masacre solo había empezado con los renegados.
──Creo que esto es lo que estás buscando, Raido.
El hombre se acercó hasta su compañero quedando helado a lo que sus ojos observaban.
──¿Pero...? ─las palabras quedaron en el viento.
En un radio de aproximadamente 10 metros, no había nada de árboles, más que las raíces de estos. En el suelo no había tierra, había sangre con poca tierra y en medio de esta un cuerpo sin vida.
Un cuerpo que los tres reconocieron de inmediato.
──Esta... ─el de lentes se acercó tomando su pulso, pero como era de esperarse no había. ──. Sin vida. ─con la palma de su mano cerró los ojos de aquel gennin.
──Que desastre. ─murmuró el castaño observando el cielo. ──. ¿Qué demonios sucedió aquí?
Buscaba a sus alrededores en busca del otro integrante del equipo, pero por el radar no había ninguna cabellera.
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