𝗢𝟳. 𝖽𝗈𝗇'𝗍 𝖼𝗋𝗒
─ CAPÍTULO ─
SIETE
❝NO LLORES❞
• • •
Era un día tranquilo, por lo que parecía.
El sol estaba por esconderse entre aquellas lejanas montañas que nunca hemos podido alcanzar a pesar de llevar meses empleando la estrategia de la comunicación con bengalas. Las bajas disminuyeron, sí, pero eso no significa que hemos avanzado.
──¡Titán de 20 metros a la derecha!
Giré mi mirada hacía ese lugar notando que el titán corría.
──Es un excentrico. ─aclaró Alex.
──Sí está aquí, significa que el flanco derecho fue acabado por completo. ─informó Alan. ──. Sí es solo uno, ¿por qué no dispararón la bengala negra?
──La respuesta está detrás de ese titán. ─contesté mirando detrás del excentrico. ──. Tal parece que tiene dos amigos más como él.
Ahora había tres excentrico venir hacía nosotros.
──Sam, lanza la senal negra. ─ordené mientras movía las riendas de Black. ──. Alex, Alan y Emily encarguense del de 1o metros. ─mi mirada cayó en el azabache. ──. Tú del titán de 15 metros. Dejenme a mí al grandote.
Dicho, eso, Black corrió en dirección del titán. Me subí encima del asciento colocando las cuchillas en los pistones. Black se abrió pasando de lado del titán dandome una oportunidad de anclar mi equipo en su talon para cortar ambos tendones. Cuando el titán cayó al suelo fue mi momento de cortar su nuca.
Sacudí mi cabeza al sentir gotas de sangre comenzar a evaporarse. Guardé mis cuchillas mientras me acercaba a Black. Observé a los dos titanes notando que ambos habían sido aniquilados.
──Bien, hay que movernos hacia la señal verde. ─indique una vez que llegué con los demás.
En el cielo ya se apreciaba la señal verde hacia la izquierda indicando que teniamos que cambiar la dirección. Sam lanzó la bengala verde para los demás flancos.
Un escalofrió recorrió mi cuerpo por unos instantes. Mi mirada por inercía se giró a la dirección de las murallas. No sabia la razón, pero sentía que algo malo estaba pasando.
Esperaba que mi sexto sentido se equivocara.
[ • • • ]
Solté un pesado suspiró cuando mi cuerpo cayó sentado en la silla de mi despacho. La exploración ya había terminado, habiamos pasado casi cuatro días fuera de las murallas. No podimos seguir más allá de aquellos arboles inmensos gracias a que un gran grupo de titanes se interpuso entre nosotros.
Cada vez que pasabamos nuestro limite, más titanes nos encontrabamos.
Era una cosa de nunca acabar.
──Con su permiso. ─la puerta se abrió, ni siquiera había escuchado que tocaron. ──. Heichō, le llegó esta carta.
Alan me dejo la carta en mi escritorio. Al mirar el remitente la tome de inmediato.
──¿Sabes cuando llegó? ─inquiró abriendo el sello.
──El mensajero dijo que la trajo cuando nos habíamos ido a la expedición. ─respondio. ──. De eso fue hace tres días.
──Ya veo. ─abrí la carta. ──. Gracias por traerla. Puedes retirte, Alan.
Él hizo el saludo antes de retirarse dejandome sola. Una vez estando sola, comence a leer la carta.
Querida Liberty.
Se que nos visitaste hace dos semanas y se tambien que por tu puesto en la Legion no podemos verte seguido, por ese mismo motivo escribo esta carta.
Cuando nos visitastes no estabamos muy seguros, pero que han pasado estas dos semanas podemos decirte con emoción que en unos meses tendrás otra pequeñx primx.
Es increible, ¿no? Tengo seis semanas de embarazo. La familia cada vez se agranda más.
Cuidate por favor, fuera de las murallas es un lugar temeroso.
Espero verte pronto.
Con amor, tus tios.
Cerré mis ojos recargando mi cabeza en el respaldo de la silla. Deje la carta en el escritorio girando la silla para observar la puesta de sol por la ventana. Estaba feliz de que mis tios vivan felices sin preocupaciones. Siempre que podía los visitaba, algunas veces con Hange otras con Sam o en ocasiones iba sola.
Era mi familia y nunca la he dejado de lado.
──Ir a visitarlos no esta de más. ─me dije a mi misma guardando la carta en el cajón bajo llave que tenia.
En este cajón tenía guardado todas las cartas, retratos, dibujos y demás que ellos y Mikasa me enviaban o daban. La mayoria eran dibujos de la pequeña azabache.
Sali del despacho llegando a mi habitación la cual estaba vacía, supongo que Hange está siendo obligada por Moblit hacer su trabajo. Me di un baño rapido para colocar mi ropa de salir, despues de todo, mi trabajo ya lo había terminado.
Camine hacía la oficina de Hange escuchando las leves quejas de la castaña hacía Moblit. Entre sin tocar viendo como el castaño ataba a su capitán a la silla.
──Hange-san, tiene que firmar estos documentos cuanto antes. ─amarró la cuerda con fuerza.
──¡Pero, Moblit, son demasiados! ─se quejó cruzando sus brazos mientras hacía un mohin.
──Es su culpa por dejarlos de lado diciendo que mañana los haría.
──Sí, pero creí que tu los harías. ─miró a otro lado. ──. No lo haré.
──El Danchō Shadis dijo que contaba con usted para entregarlos cuanto antes. ─ante esas palabras, Hange dejo de moverse.
──¡Lo hubieras dicho desde el principio!
No era un secreto que Hange admiraba a Shadis.
──Veo que estás ocupada. ─hablé despues de observar todo el escandalo.
──¡Mi titán! ─se levanto, pero como estaba amarrada termino cayendo de espaldas.
Solté un pequeño suspiro.
──Un día vas a morir por tus idioteces. ─comenté acercandome al escritorio. ──. Pero como me tienes a mi, eso jamás pasará.
La levante del suelo acomodandola bien.
──Gracias, Liberty. ─sonrió. ──. ¿A qué veniste? No me digas que me vas a sacar de este horrible lugar. ─sus ojos brillaron con esperanza.
──Eso tenía planeado, pero por lo que veo tienes mucho trabajo. ─rompí sus ilusiones.
──¿Eh? ─decayó. ──. Oh, que mala eres.
──Voy a visitir a mis tios. ─informé mirando los documentos que tiene que firmar.
──No los visitaste hace dos semanas. ─recordó, pues ese día no pudo acompañarme. ──. ¿Algo en especial?
──Pues, solo me nació. ─menti, pero sí le decí la verdad era capaz de irse dejando todo el trabajo de lado. ──. Además, le prometí a Mikasa llevarle un regalo.
──Esa niña no merece nada. ─murmuró firmando unos documentos. ──. i-bery es mía. ─imitó a la pequeña azabache.
──¿Otra vez con celos de mi prima? ─cuestioné cruzando mis brazos. ──. Han pasado años de eso.
──¡Nunca lo olvidaré! ─exclamó y parecía que de lo molesta comenzaba a firmar los documentos cada vez más rapido. ──. ¡Más papeles, Moblit!
──¡Enseguida! ─le pasó otra columna de papeles.
──Bueno, me voy. ─tomé su cabeza para girarla a mi rostro dejando un beso en sus labios. ──. Regresaré mañana. No hagas nada, ¿quieres?
──Con todo este papeleo, dudo que salga de aquí hoy. ─comentó suspirando. ──. Vete con cuidado.
Me despedí de ambos saliendo del despacho. Suspiré y comence a caminar hasta salir de las instalaciones, no sin antes dejar a Alex a cargo del escuadron.
Me subí a un carruaje emprendiendo camino a mi destino.
[ • • • ]
Baje del barco una vez que llegué al distrito correspondiente.
Miré de reojo la bolsa de tela que traía conmigo, no quería olvidar el regalo de Mikasa por nada del mundo. Camine por las calles que conocía muy bien para entrar por el sendero adentrandome en el bosque. Llegar al lugar solo me tomaría menos de media hora.
Jamás me imagine lo que encontraría.
Mi respiración se congelo por unos instantes cuando observe aquel liston amarillo rodear la cabaña de mis tios. Apreté la bolsa entre mis manos para acercarme hacía la policia, quienes estaban saliendo de la casa.
──Señorita, no puede pasar. ─uno se intrepurso en mi camino. ──. Esta es una escena de crimen.
──¿Qué ocurrio? ─pregunté tratando de mantener mi calma.
──Es confidencial. ─negó a compartir información. ──. Es mejor que se retire.
──No me iré hasta saber que fue lo que ocurrió. ─me mantuve firme.
──Señorita...
──¿Qué ocurre aquí? ─una voz conocida llego junto a nosotros.
──Heichō, la señorita no quiere alejarse de la escena de crimen.
Miré al capitán notando que era el amigo de Erwin. Cuando sus ojos chocaron con los míos cambiaron a unos de lastima.
──Justo iba a enviar a alguien para traerte, Liberty. ─dijo con lastima.
──Solo dilo. ─pedí con brusquedad, nonera estúpida para saber que pasaba.
Él soltó un suspiró tomando mi hombro.
──Asesinaron al Sr. y Sra. Ackerman.
Juró que sentí como me enterraban una navaja en lo profundo de mi corazón. Mis ojos quedarón estaticos cuando sacarón de la casa dos bolsas negras.
──¿Y Mikasa? ─pregunté al notar su ausencia. ──. ¿Dónde está?
──Recibimos un comumicado que habían asesinado a dos personas y que su hija no se encontraba. ─comenzó a relatar. ──. Se concluyó que fue un secuestro. Poco tiempo despues, el Dr. Jeager informo que su hijo encontro el escondite de los presuntos culpables.
Se quedó em silencio por unos segundos.
──Al llegar al lugar, los secuestradores yacían muertos. ─me miró por unos en silencio. ──. El hijo del Dr. Jeager y tu prima los matarón.
──Bueno, esos hijos de puta mataron a sus padres, ¿esperabas abrazos? ─cuestioné severamente. ──. Ahora dime, ¿donde esta mi prima?
Él me miró unos segundos.
[ • • • ]
Corrí por las calles del distrito preguntando cada que podía por la dirección de la casa del Dr. Jeager. Era un medico muy conocido que ha salvado la vida de muchas personas, no solo era conocido en este distrito, sino que en Shina y Rose tambien.
Agradecía tener buena resistencia y no cansarme cada media hora. Por correr, me llevé entre mis piernas a un pequeño niño.
──¿Estás bien? ─me agache para ayudarlo a levantarse.
──S-sí. ─tartamudeo aceptando mi ayuda. ──. Lo siento. Iba distraido y no la miré.
──Yo soy quien debe disculparse. ─aclaré sacudiendo la tierra de su ropa.
──¡Vamos! ¡Ese maldito idiota no debe de estar lejos!
Cuando se escucharon esos gritos el pequeño se tenso para esconderse en mi espalda. Tal parece que es victima de abusadores.
──¿Qué? ¿Te escondes detrás de tu mamá? ─unas risas burlonas se presentarón.
Miré al frente a los niños con un semblante frío.
──Ustedes, mocosos. ─al escuchar mi voz sombría dejaron de reír. ──. ¿Qué creén que hacen con mi pequeño?
Me levanté resaltando mi altura de 1.79 centrimetros, a su lado era como un titán.
──Acaso, ¿quieren ser comida para titanes? ─cruce mis brazos mientras que mis ojos se oscurecían.
──N-n-no... ─tartamudearon de miedo.
──Entonces, alejense de él.
Ellos asistieron con sus cabezas antes de irse corriendo llorando pidiendo por sus mamás. Me relaje para mirar al pequeño rubio salir detrás de mi espalda.
──G-gracias, señorita. ─agradeció con un ligero color rojo en sus mejillas.
──No pasa nada. ─me agache acariciando sus cabellos dorados. ──. Cuando era pequeña tambien se burlaban de mí.
──¿En serio? ─preguntó sorprendido.
──Sí, pero siempre los golpeaba. ─a él le dio un poco de risa.
──No creo que eso me sirva. ─murmuró.
──Y no debería. ─hice que levantara su cabeza. ──. Escucha... ─esperé a su nombre.
──Armin.
──Escucha Armin, las peleas verbales se resuelven con palabras. ─limpie su mejilla quitando un poco de polvo. ──. Las peleas fisicas se resuelven a puñetazos. ─pellizque su nariz.
Él solto una leve risa.
──Para que te animes, ten. ─tomé un peluche que compre en Trost para Mikasa. ──. Para que te protega siempre.
Él lo tomo sin estar muy convencido.
──¿Es para mi? ─preguntó sin creerlo.
──Sí, te lo mereces. ─afirmé brindando una ligera sonrisa.
──¡Muchas gracias, señorita! ─sonrió en grando dandome un leve abrazo que correspondí levemente.
──Me alegra que te guste. ─despeíne su cabello levantandome. ──. Me tengo que ir, Armin. Te veo despues.
Me despedí alejandome. Retomé el camino dirigiendome aquella casa, no tarde en llegar comenzando a tocar sin verme muy desesperada. Pronto la casa fue abierta por una señora castaña.
──Buenas tardes, ¿en que la puedo ayudar?
──Estoy buscando al Dr. Jeager. ─la señora se hizo a un lado dejando ver a un señor un poco más mayor.
──¿En que te puedo ayudar?
──Busco a mi prima, Mikasa Ackerman. ─cuando dije aquello, ambos se mirarón entre ellos.
──Adelante, pasa.
Entré mirando la pequeña casa, aunque no sea muy grande, se sentía calida. La señora Jeager me ofreció sentarme para traerme una taza de té.
──La policia me acaba de informar que usted reporto el incidente y tambien que su hijo encontro a Mikasa. ─relaté un poco de lo que sucedío. ──. Me comentaron que usted dijo que se haría cargo de ella.
──Sí, efectivamente. ─cruzo sus brazos. ──. Ellos mencionaron algo sobre notificarle lo sucedido. Sin embargo, usted no estaba en las murallas.
──Acabo de llegar de una exploración. ─bebí un poco del té. ──. Soy capitán del 3er escuadron de la Legión. Liberty Ackerman.
──¿Legión? ─una pequeña voz se presentó en la habitación. ──. ¿Hum? Okasa, ¿quíen es ella? ─se aferró a la pierna de su mamá.
Miré a un pequeño castaño mirarme con detalle, como si me hubiera visto en algún lugar.
──Ella es Liberty, es la prima de Mikasa. ─le respondio su mamá. ──. Él es mi hijo, Eren. ─presentó. ──. Saluda Eren, no seas maleducado.
──Mucho gusto, Liberty-san.
Unos pasos me hizo levantarme. Pronto una cabellera azabache se asomó por la puerta. Cuando sus ojos se conectarón con los míos corrió directo a mí, aferrandose a mi torso.
──L-liberty... ─la escuche sollozar. ──. M-mamá... y p-papá.
Acaricíe sus cabello con suavidad reteniendo las leves ganas de llorar con ella.
──Lo sé, pequeña. No llores. ─susurré tenuemente. ──. Aquí estoy. Prometo que te cuidaré.
Ante eso, se separó de mí con sus ojos rojos e hinchados.
──N-no me quiero ir. ─negó con su cabeza. ──. Me quiero quedar con Eren.
──¿Te quieres quedar? ─limpie sus lagrimas. ──. ¿Segura?
Ella asintió.
Miré a los señores Jeager notando que Carla me daba una sonrisa.
──Nosotros la cuidaremos bien. ─aseguró. ──. No nos molesta cuidarla.
Pasé mis ojos de ellos a Mikasa notando sus ojos, con ilusión de que la dejara con ellos. Despues de unos segundos de pensar, suspiré.
──Está bien. ─acepté recibiendo un gran abrazo de su parte. ──. Pero, no quiero recibir ninguna queja, ¿escuchaste, Mikasa?
──Gracias, Liberty. ─me dio una ligera sonrisa por encima de esa nueva bufanda.
Solté otro leve suspiró recordando el pequeñp regalo que le compre. Corrí con suerte de comprar tres, pero ella ahora tiene dos.
──Te traje tu regalo. ─le extendí la bolsa.
Sus ojos brillaron con ilusión tomandola entre mis manos. Eren se acerco a ella para ver que le traje.
──Comparte con Eren, ¿sí? ─pedí al ver como sacaba dos peluches dejando los dulces en la bolsa.
Ella no tardo en entregarle uno de los peluches al castaño. Repartió los dulces entre ambos y cuando me di cuenta, los dos estaban jugando por toda la casa.
Nunca la había visto tan feliz.
Cuidaré de ella, lo prometo.
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