𝗢𝟱. 𝖾𝗅𝗂𝗍𝖾

CAPÍTULO
CINCO

ÉLITE❞

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Suspiré.

Sin duda alguna, hoy el día pasaba muy lento. Tal vez era porqué desde la mañana estaba encerrada dentro de mi despacho encargándome del constante papeleo.

La expedición no fue un fracaso, pero gracias a la tormenta, tampoco fue lo mejor. A pesar de que usamos la estrategia de bengalas por poco tiempo, se logró comprobar que las bajas se redujeron un 30% evitando titanes. Lo malo de aquella tormenta fue las bajas de muchos soldados, entre ellos el escuadrón completo de Flagon, el único que sobrevivió fue el azabache.

Gracias a eso, me tocaba encargarme de redactar cartas de pésame para los familiares de los difuntos, los cuales no eran pocos. Algunos soldados no contaban con ningún familiar, así que descartaba varios.

Unos leves golpecitos irrumpieron en mi despacho.

──C-con su permiso. ─escuche una suave voz. ──. H-heichō-sama, le traje su merienda.

No tenía la necesidad de levantar mi cabeza para saber quién era.

──¿No te he dicho que dejaras de traerme comida?

──S-sí, pero... me gusta hacerlo. ─confesó dejando la charola en la mesa de la esquina. ──. A-además, se que a usted le gustan las galletas de mantequilla.

Deje de escribir para alzar mi cabeza observando la sonrisa tímida de Sam mientras dejaba un plato con cinco galletas en mi escritorio.

──¿Qué toca hoy? ─pregunté, Sam tenía la costumbre de preparar agua de sabores todos los días.

──B-bueno, ayer fue mi día libre así que fui al mercado y compre naranjas. ─la vi servir el líquido en mi vaso de cerámica que decía "mi titán♡"

Regalo de Hange por nuestro aniversario de una semana. Sí, estaba muy emocionada.

──A-Alan me ayudó a hacer jugo de naranja. ─dejó el vaso junto a las galletas. ──. E-espero y lo disfrute, Heichō-sama. ─hizo una pequeña reverencia.

Solté un leve suspiro dejando la pluma de lado.

──Siempre he dicho que la comida no se desperdicia. ─dije para tomar una galleta en forma de corazón.

Una de las cosas que amo son las galletas de mantequilla y más si son recién hechas. Me encantaba el sabor que tenían cuando las mordía por primera vez.

──Tan deliciosas como siempre, Sam. ─expresé viendo como sus mejillas se sonrojaron. ──. Me alegra ver que aprendiste algo de mi.

──U-usted me ha enseñado todo. ─admitió mirando el suelo. ──. Todo lo que sé, es gracias a usted. ─sonrió en grande.

Tenía sentido, después de todo, cuando la encontré tenía apenas 9 años. Ella me recordó a mí de pequeña, sé lo que es vivir en las calles sin nada ni nadie, quise evitar que ello lo viviera.

──¿Comiste de tus propias galletas? ─pregunté, la conocía y sabía que olvidaba su apetito.

──Deje unas pocas, no se preocupe. ─dijo sin tartamudear mirando mis ojos.

──¿Si recuerdas que se cuando mientes? ─cuestioné bebiendo del jugo. ──. No tartamudeas y me mantienes la mirada.

Su cuerpo comenzó a temblar de nervios mientras su rostro pálido se tornaba rojizo.

──Terminalas por mi, ¿sí? ─le acerqué el plato con tres galletas.

──P-pero–

──Sin peros. ─le advertí mirándola de reojo.

Ella simplemente movió su cabeza en modo de afirmación para tomar el plato e ir a sentarse en la silla junto a la mesa. Mientras ella degustaba sus galletas, yo seguía con las cartas. Tenía que terminarlas y entregarlas a Shadis para que él las firmara.

Sin embargo, otros golpes a la puerta resonaron.

──Lamento la intromisión, Heichō. ─la puerta se abrió dejando ver a un soldado. ──. Pero el Danchō Shadis solicita su presencia en su despacho.

──Entendido.

Maldije por lo bajo dejando lo que hacía tomando mi vaso de jugo para beber lo poco que me quedaba.

──Regresaré en unos minutos. ─deje el vaso en la charola. ──. Si quieres quedarte eres bienvenida. ─revolotee su cabellos rubios.

Salí de la habitación dirigiéndome a la oficina del hombre de mayor cargo de la Legión. Toque tres veces entrando cuando escuche su "adelante".

──¿Una junta de comandantes? Estoy seguro que es lo mismo de siempre. ─lo escuche hablar con su mano derecha. ──. Sí, confirma mi asistencia.

──De inmediato, señor. ─el hombre pasó por mi lado abandonado la habitación.

──Liberty. ─prestó su atención en mí.

──Las cartas las tendrá hoy antes de la media noche. ─notifiqué por la razón por la cual creo que me llamó.

──Me parece perfecto. ─cruzó sus brazos. ──. Pero no te llame para eso.

──Ah, ¿no?

──Como sabes, Flagon y su escuadrón fallecieron en la expedición. ─se levantó de su silla para observar por la ventana.

──Sí. Era un idiota, pero aún así, era un compañero.

Él se quedó en silencio por unos minutos.

──Hubo una excepción. Como sabrás, uno de los tres reclutas sobrevivió. ─giró su cabeza para mirarme. ──. Iré al grano, Liberty. A partir de hoy, Levi se integrará a tu escuadrón.

──¿Ah? ─alcé una ceja sin buen semblante. ──. ¿Por qué no se lo encasquetan a Erwin? Él fue quien insistió en que se uniera a la Legión.

──Por desgracia, Erwin fue el de la idea. ─soltó un leve suspiró, me lo venía venir. ──. Dice que tú podrás encargarte de capacitarlo.

──¿Capacitarlo? ─pregunté, pero pronto recordé para qué. ──. Ese hijo de perra.

Aunque esa perra sea mi abuela. ─pensé.

──Sí tienes algún inconveniente, hacelo saber a él. ─se sentó en su silla. ──. Eso sería todo. Puedes retirarte, sin romper nada, por favor.

No dije nada. Me limité a abandonar la sala caminando directo a la habitación de Erwin. Entre sin tocar llamando la atención de ambos rubios, que sin pena y sin mortifocaciones, jugaban a las cartas.

──Te apuesto 500 que ya sabe.

──Hecho. ─aceptó sin pensar. ──. ¿Se te ofrece algo, Liberty? ─preguntó Erwin.

──Me puedes explicar, ¿por qué motivo o circunstancias le dijiste a Shadis que me encasquetara al enano? ─me acerqué hasta llegar a su escritorio.

──Primero que nada, buenos días.

──Tardes. ─le corrigió Mike, lo miré de mala muerte. ──. ¿Quieres jugar? ─me tendió unas cartas.

──¿A qué te refieres con eso de "capacitar"? ─ignoré a Mike.

──Te dije, quiero que Levi nos presté su fuerza y claramente no lo veo muy conveniente siendo un recluta sin precedentes. ─habló, mirando sus cartas. ──. Tengo escalera.  ─sonrió confiado dejando ver sus cartas y apunto de tomar el dinero ganador.

──No tan rápido. ─Mike sonrió bajando sus cartas. ──. Tengo doble par.

Ambos lo miramos confundidos.

──De igual manera gané yo. ─aclara tomando el dinero.

──Sí, pero Liberty ya se entero, lo que significa, que gané la apuesta. ─le quita el dinero.

──Eso es aparte.

──Para mí no.

Harta, les quité el dinero quedándome yo con él. Ambos me miraron molestos, pero al ver mi mirada sombría, lo dejaron pasar.

──Liberty, veo mucho potencial en Levi. ─se cruzó de brazos mientras Mike barajea las cartas. ──. Y necesito que él lo descubra y se que contigo puede hacerlo.

──¿Quieres jugar? ─preguntó Mike tendiendome cartas.

──Estoy segura que él conoce su potencial. ─afirmé ignorando al rubio.

──No, creo que le falta determinación para jurar lealtad a la Legión.

──No importa lo que diga, ¿verdad? Al final, siempre harás lo que quieras. ─lo miré seriamente. ──. Espero y entiendas que ese sueño tuyo algún día será el causante de tu propia muerte. ─me acerqué más a él. ──. Y ni tu tan amado Levi podrá salvarte de él.

──ª. ─tembló levemente.

──¿Quieres jugar? ─Mike me separó de Erwin colocando las cartas en mi rostro.

Tomé sus cartas para lanzárselas a la cara quitándole una sonrisa del rostro.

──Qué grosera. ─murmuró para recogerlas.

Bufé dando media vuelta caminando hacía la puerta. Antes de salir, me quedé de pie ganando su atención.

──No creas que seré blanda con él. ─le advertí. ──. Si él te debe mantener con vida, tendré que adiestrarlo bien. ─por el rabillo de mi ojo, lo vi sonreír.

──Sabía que me querías...

──Esto lo hago, porque Hange te aprecia mucho y perderte sería doloroso para ella. ─aclaré.

──...en lo profundo de tu corazón.
















[ • • • ]
















Centraba mi vista en las hojas que redactaba evitando equivocarme en alguna letra. Me alegraba internamente de ver que me faltaban unas pocas para terminar e irme a dormir temprano y así poder tener más horas de sueño.

Estaba demasiado concentrada hasta que escuche la puerta abrirse sin tocar. Por el rabillo de mi ojo, note la presencia del azabache.

──¿De todos los capitanes tienes que ser tu, escoria? ─escuche su tan distinguible voz.

──Te guste o no, soy tu superior. ─hablé sin mirarlo. ──. Supongo que estás abstenido de las consecuencias si no respetas a tus superiores, ¿no, mocoso?

──Tsk. ─fue el único gesto que soltó.

No pasarón ni cinco minutos cuando la puerta fue golpeada anunciando nuevas visitas.

──Nos llamó a hablar, ¿Heichō?

──Sí. Entre en silencio.

──¿Ah? ¿Y qué hace una rata del subsuelo aquí? ─soltó Emily disgustada claramente sin acatar mi ordén. ──. Estás molestando a nuestro capitán, ¿eh, rata?

──Metete en tu propia mierda, mocosa. ─verbaliza el azabache con hostilidad.

──¿Qué dijiste? ─la castaña se enojó.

──P-por favor, n-no peleen. ─Sam murmuraba con nervios.

──Qué intenso. ─Alan miraba la escena comiendo una galleta.

──Emily, compórtate. No seas inmadura, ¿quieres? ─pidió Alex guardando su postura. ──. No caigas tan bajo.

──Tu vete a la mierda, Alex. ─expresó con notable molestia.

Solté un suspiró.

──Es suficiente. ─me levanté de la silla mirándolos. ──. Comportense, ¿quieren?

Nadie habló, se limitaron a observar mi autoridad.

──Él es Levi, no rata. ─miré a Emily. ──. Y a partir de hoy formará parte de nuestro escuadrón.

──¡¿Qué?! ─gritaron tres de ellos, Sam se puso roja de los nervios mientrás temblaba.

──¡Heichō, debe de ser un error! ─Emily gritó sin creerlo. ──. ¡Alguien como él no puede estar en nuestro escuadrón!

──Bueno, él demostró ser lo suficiente fuerte para acabar con titanes él solo. ─argumentó Alan un poco tranquilo, seguramente planteando su fuerza en el escuadrón. ──. Asesinó a cuatro titanes él solo, ¿no?

──Fuerte, ¿dices? ─la castaña se cruzó de brazos con una sonrisa cínica. ──. Pues no parece. Después de todo, no pudo salvar a sus amigos de ser comida para los titanes.

La mirada de Levi cambió a una sombría que hizo congelar a todos en la habitación.

──Tú maldita.

Antes de que la golpeará, detuve su brazo a centímetros del rostro de la castaña.

──Tengo tres reglas estrictas en este escuadrón. ─hablé fríamente separandolos. ──. 1.- No permito peleas entre el escuadrón sino son de entrenamiento. 2.- La confianza es primordial. Y 3.- Saber cocinar.

Lo solté alejando a la castaña de él.

──Aquí nadie odia a nadie. ─los fui mirando uno por uno. ──. Aquí no son compañeros, son hermanos. ─ellos se miraron entre ellos. ──. No voy a tolerar este tipo de comportamientos. Abstenganse de soltar palabras a la ligera.

Levi me miraba, parecía que no le agradaba mucho lo que decía.

──Nadie tiene la culpa de lo que sucede. ─mis ojos cayeron en la castaña. ──. Lo que dijiste fue muy insensato de tu parte, Caroline. Pídele una disculpa a Levi y te prometo que tu castigo no será tan severo.

──¿Disculpas? Pero–

──¿"Pero"? ¿Dijiste "pero"?

Ante mí miraba tragó duro. Soltó un suspiró pesado después de unos segundos.

──Ash. ─soltó por lo bajo. ──. Lamento haberte dicho todo eso.

El azabache solo la miró con su notable expresión.

──Aunque a nadie le guste, ahora son un equipo. ─caminé hacía mi silla. ──. No queda más que aceptarlo y seguir adelante. Confiando unos con los otros.

No me senté, miré por la ventana el sol esconderse detrás de las murallas.

──Alan, encargate de enseñarle a Levi donde dormirá, como está dividido el escuadrón y los horarios. ─ordené sin mirarlos. ──. Mañana a primera hora los quiero bañados y desayunados para su entrenamiento.

Giré mi cuerpo mirando a Levi.

──Bienvenido a la élite.

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