𝗢𝗢𝟯. 𝖼𝗋𝗂𝗆𝗂𝗇𝖺𝗅 𝗏𝗌 𝖼𝖺𝗉𝗍𝖺𝗂𝗇
─ CAPITULO ─
TRES
❝ CRIMINAL VS CAPITÁN ❞
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──¡Mueve el culo, Zcharley! ─grité al ver a mi subordinado ser el último en correr. ──. ¿Quieres ser comida para titán?
Él cada vez iba más despacio con la boca abierta intentando tomar el aire que sus pulmones le exigían. Les había puesto a dar cien vueltas alrededor del campo de entrenamiento como ejercicio de calentamiento. Alex lo hacía excepcional tomando la delantera mientras que Emily corría a su par ocultando su fatiga detrás de ambos iba Sam con un buen ritmo sin resaltar cansancio, todo lo contrario al rubio de Alan que cada vez estaba a nada de desmayarse, tiene buen fisicó pero pésima resistencia.
No era muy bueno en rendimiento físico, pero para lo estratégico era una bestia.
──¡Zcharley diez vueltas más los demás descansen! ─demandé cruzando mis brazos.
Los tres mocosos se dirigieron a la mesa donde estaba recargada tomando asiento bebiendo del agua que les deje anteriormente observando a su compañero correr todavía. Los demás escuadrones también se encontraban haciendo el entrenamiento que su superiores les proporcionaban.
Desde que puse un pie en el comedor esta mañana cargo con una mirada mortal en mi persona. Ni siquiera me tomaba la molestia de ver quien era, tenía que ser uno de los tres reclutas o los tres de golpe.
──Los nuevos no dejan de mirar para acá. ─habló Emily fastidiada de aquello.
──T-tal vez guardan rencor por haberlos atrapado. ─excusó Sam nerviosa por las miradas. ──. No los culpo.
──Por su bien, espero y dejen de vernos. A este paso les daré una paliza. ─vociferó Carolina con su mal genio. ──. Deberían de estar agradecidos con nosotros. Le salvamos de una ejecución por parte de la policía militar.
──Ciertamente, aunque el Danchō Shadis haya permitido que entren a la Legión, nadie está de acuerdo con su decisión. ─mencionó Alex educadamente. ──. Al fin de cuentas son meros criminales que vienen del subsuelo. Nada bueno se puede esperar de ellos.
──Y-yo creo que son buenas personas. ─tartamudeo la castaña. ──. N-no podemos juzgarlos sin conocer su pasado.
──¿Qué idioteces dices, Sam? ─exclamó la pelirroja. ──. Ellos son sucias ratas que se creen mejores que nosotros. No permitiré que estén por encima mío y de nadie.
──P-pero–
──He dedicado años de mi vida para capacitarme y salir de las murallas, dando todo de mí para llegar a ser lo mejor. Y de repente, él Danchō permite que tres criminales entren sin entrenamiento y sin jurar su lealtad a la Legión. ─su voz sonaba enojada. ──. Esto es inaceptable.
Nadie de los dos comentó algo. Las palabras de la chica eran ciertas, nadie estaba de acuerdo con esa decisión, pero no comentaban nada por miedo de lo que él Danchō les haga. Al fin de cuentas él era la mayor autoridad de la Legión.
──Tus palabras son ciertas, Emily. ─hablé mirando a Alan dar su última vuelta. ──. Pero la decisión no la tomaron del todo ellos, fue el Danchō quien lo permitió. Así que tampoco podemos juzgar sus vidas sin conocerlos.
──La Heichō siempre tan considerada. ─susurró Alex con admiración.
Observé al rubio llegar a paso lento a nuestra dirección y al estar a centímetros de nosotros se dejó caer al suelo. Me moví rápido para que su espalda se quedara recostada en mi pierna y no en el duro suelo.
──¿Sigues robando oxigeno? ─pregunté mirando su pecho subir y bajar frenéticamente.
──L-lo... l-logré... ─balbuceo levantando su pulgar.
──¡Alan! ─Sam se acercó a él brindando agua. ──. Ten, bebe. ─sonrió acercando la cantera a sus labios.
──Gracias, Sam. ─sonrió en agradecimiento. ──. Tú siempre tan linda.
──Ya van a comenzar estos tortolitos. ─espetó Emily disgustada haciendo que ambos se sonrojarán.
──Bien, arriba. ─ordené. ──. Comienza el combate de uno a uno. Emily con Sam y Alex con Alan.
Los cuatro obedecieron, Alan parecía menos cansado que antes así que no tuvo problema en posicionarse frente a Alex. Supervisaba las técnicas que utilizaban, al poner a Sam con Emily, la castaña mejoraría su velocidad ya que su contrincante era muy flexible y rápida por su tamaño. Mientras que Alex tenía que aprender a leer los movimientos y pensar rápido, pues Alan siempre planteaba estrategias o media con detalle las técnicas que usaría para vencer a su contrincante.
Cada vez que se llevaba a cabo su encuentro, sus habilidades mejoraron de poco a poco. No podía estar más orgullosa de ver a mis mocosos mejorar cada día más para estar capacitados para la exploración dentro de un mes aproximadamente.
──Oye tú. ─una voz me llamó.
Giré mi cabeza mirando a una pelirroja de dos coletas. Su rostro estaba serio, pero no intimidada aunque lo intentaba.
──Pelea conmigo. ─demandó sin titubear. ──. Pagarás por lo que le hiciste a mi aniki hace días.
──Ni siquiera se quien eres tú, menos se quien es tu aniki. ─preferí ignorarla enfocando mi vista en mi escuadrón. ──. Así que da media vuelta y piérdete. No tengo tiempo para niñatas.
Mi ignorancia hacia ella pareció enfadarla más que nada. Por mi rabillo del ojo la observé acercarse con su puño en alto lista para golpearme. No obstante, golpeé sus piernas con mi pie haciendo que cayera al suelo de golpe.
──¡Dolió! ─se quejó y antes de que se levantara mi rodilla presionó su pecho sosteniendo su daga de madera en su cuello.
──Ni en cien años podrás tocar siquiera uno de mis cabellos. ─hablé fríamente con mis ojos oscuros.
Y fue justo en ese momento, en que la chica se dio cuenta que no era cualquier mujer. Era un demonio disfrazado de una bella damisela que solo mi esposa tenía el privilegio de controlarme.
Gracias a mis reflejos me alejé de la pelirroja observando el cuerpo de un rubio caer encima de ella.
──¡Furlan, ¿de dónde saliste?! ─gritó la mocosa.
──E-está enojado. ─balbuceó mirando a la dirección de donde salió volando.
──Oi, tú bastarda. ─miré de reojo a la voz que me habló.
Era un azabache con un semblante más que gélido y hostil. Estaba furioso por una extraña razón. Las personas a nuestro alrededor dejaron sus deberes para acercarse como los buenos chismosos que son.
──Métete con alguien de tu tipo. ─demandó con frialdad.
──¿Y tú quién mierda eres? ─pregunté sin tener idea de su existencia.
Eso hizo enfurecer más al enano, su ceño se frunció más dejando expresar su total ira hacia mí.
──Te voy a hacer tragar la sucia tierra, escoria. ─vi un brillo en su mirada desafiante.
──Oh, quiero ver como lo intentas.
──Pero, He–
Una mirada bastó para que Alex se callara y no revelara mi rango. Tal parece que los tres reclutas no se enteran de quién soy yo hasta que lo vean por sus propios ojos porque soy capitán.
──Tú me harás tragar tierra y yo te haré besar mis botas, mocoso.
La tensión en el ambiente cada vez se hacía más extensa. Él no parecía ser como cualquier otro soldado, parecía ser más alguien casi de mi rango. Lastima por él, nadie me ha hecho tocar la tierra sin mi consentimiento.
Ambos tomamos nuestra posición y en menos de un segundos ya estábamos esquivando golpes. Los movimientos de aquel enano eran demasiados rápidos y ágiles al igual que sus reflejos, no me dio a reaccionar cuando coloco sus piernas entre las mías derribando, logré poner mis manos dejando que mi rostro quedara a centímetros de la tierra.
──Disfruta de la tierra, escoria. ─dijo pisando mi cabeza.
La sorpresa en los presentes era muy notoria al igual que en la mía. Mis ojos se oscurecieron por completo, lo había subestimado y me contuve sin saber lo que me esperaría.
Apoyé mi peso en mis manos para levantarme de manos asentando una patada a su rostro, él lo cubrió con su antebrazo. Sin dejar que se reponga, mi otra pierna se dirigió a él golpeando sus rodillas. Sin poder evitarlo, cayó con sus rodillas flexionadas. Mis reflejos fueron más rápidos que los suyos, y terminé colocando mi bota encima de su cabeza acercando su rostro a mi otra bota.
──¿Qué pasa? Encontraste una moneda o porque no besas mi bota, mocoso. ─se la regrese con su mismo tono de voz.
Él me miró como pudo, su mirada estaba más oscura que al principio. La humillación era poca a comparación de haberle pisado su orgullo y destrozado su ego.
No sé en qué segundo ambos terminamos a escasos centímetros, él mirando hacía arriba colocando la punta de una daga real en mi cuello, mientras yo miraba hacía abajo apuntando mi daga en su cabeza.
Listos para acabar nuestras vidas.
──¡Recluta! ─el fuerte gritó de Shadis resonó por el lugar. ──. ¡¿Qué creé que hace apuntando a su superior?! ¡¿Quiere que lo encierren por insubordinación?!
El hombre miró de reojo al Danchō, supongo que sabía que era un rango alto, pero no creía que fuera tan alto para que terminara en manos de la policía.
──Veo que la Heichō Ackerman le ha demostrado su posición. ─el asombro en sus ojos me hizo sonreír en mis adentros. ──. Ahora guarde el arma y usted y Magnolia pidan disculpas, ustedes los reclutas tienen prohibido entrenar con veteranos.
──Tsk. ─alejó su daga dando media vuelta mirando a sus colegas.
Se quedó en silencio debatiendo internamente cuánto tiempo pasaría en las celdas por no disculparse. Porqué él no se iba a disculpar con facilidad.
──Yo, Isabel Magnolia, pido una disculpa por mi mal comportamiento, Heichō. ─la chica hizo el saludo roja de la vergüenza e impotencia de que todos la miraran riendo de su estupidez.
──Levi. ─llamó él Danchō al ver que no tenía indicios de disculparse.
──Así que tú eres el mocoso de hace días. ─hablé al recordar la misión en el subterráneo. ──. No pidas disculpas, si te apetece. Me puedes servir para algo.
Su mirada chocó con la mía.
──¿En que le puedo servir, ...Heichō? ─parece que le costó mucho formular aquella pregunta.
Una pequeña sonrisa se posó en mi rostro.
[ • • • ]
El sonido de la pluma rozar la hoja era lo único que se escuchaba en el despacho. Firmaba aquellos reportes impecables escritos por la mano del azabache. Lo había puesto a reescribir los reportes con peor caligrafía para entregar trabajos impecables.
El chico parecía esforzarse por tener buena caligrafía, supongo que para que no supieran de donde proviene. El ambiente en el despacho era silencioso, no tan cómodo, pero tampoco incómodo. A mi me daba relativamente igual, cuando se trataba de trabajo me enfocaba mucho en terminarlo para acostarme temprano y dormir todo el tiempo posible.
El silencio se vio interrumpido por la puerta abrirse bruscamente.
──¡Mi titan! ─alcé mi vista encontrando los ojos de mi mujer.
──¿Qué sucede? ─pregunté dejando la pluma de lado.
──Escuche que uno de los reclutas te desafío. ─no se había percatado de la presencia del azabache y se acercó a mí. ──. ¿Estás bien? Me dijo Mike que te derribó.
Para cuando reaccione la tenía a horcajadas en mis piernas tomando mi rostro en sus manos buscando alguna herida.
──No te preocupes por eso. ─dije y antes de poder decir otra cosa, me beso desesperada.
──Me alegra saber que está bien. ─besaba mis labios entre cada palabra sin darme chanza a decir algo.
──Hange. ─logré tomar su rostro para apartarla. ──. No estamos solas. ─señalé con mis ojos al azabache que se concentraba en tomar el té que Sam nos trajo mirándonos.
──Ah. ─se sorprendió al verlo. ──. ¿Tú eres unos de los reclutas? ¿Cómo te llamas? Yo soy Hange Zoe. ─preguntó animadamente sentándose en mis piernas para mirarle.
──Levi. ─dijo a secas regresando a su trabajo.
──¡¿Tú fuiste quien desafío a Liberty?! ─casi se cae de la silla de lo asombrada que estaba, pero la tomé antes de tiempo. ──. ¡¿Cómo le hiciste para derribarla?! ¡Ni siquiera Mike puede!
──¿Liberty? ─cuestionó mi nombre. ──. Así que tú eres la mujer más respetada en la Legión.
──Eso dicen. ─me encogí de hombros. ──. No le tomo importancia.
Él solo se quedó en silencio.
──Ne, Levi, a qué mi bella Liberty es hermosa, ¿no lo crees? ─Hange me abrazó de mi torso recostando su rostro en mis pechos. ──. Y es sólo mía.
El enano solo desvió su mirada de regreso a los papeles. Aproveche eso para comerle los labios a mi esposa.
Cómo podía ser tan adicta a ella.
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HanLibe is life
Buenas, ¿cómo siente la historia? Les gusta o nel.
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