❝ 10. LAVENDER'S BLUE ❞

✧  𓈒   ⠀𝆬 ،      𝑥.   𝙲𝙷𝙰𝙿𝚃𝙴𝚁    𝄒      ᗁ      !
⠀ 𖦹 𓄹  ִ  ۫  𝗅𝖺𝗏𝖺𝗇𝖽𝖺 𝖺𝗓𝗎𝗅 ˚   ✦⠀⠀ֹ

Al día siguiente me levanté con los nervios a flor de piel. La noche anterior no había logrado conciliar el sueño de inmediato y ahora no lograba encontrar la motivación suficiente para levantarme de mi cama. Lo único que logró hacerme abandonar mi idea de pasar todo el día bajo las cobijas fue el sonido insistente de un timbre en el escritorio al otro lado de la habitación.
Cuando llegué, el sonido que salía del teléfono celular que me había dado Ben había dejado de sonar, pero tan pronto me dispuse a volver a la cama volvió a insistir. Contesté sabiendo que si no lo hacía seguramente volvería a sonar hasta que lo hiciera.

— ¡Hey! ¿Estás libre hoy? — me recibió la voz de Lydia.

— Creo que sí. Ben está ocupado con asuntos reales y mis padres pasarán el día entero con la reina Bella y el rey Bestia.

— ¡Perfecto! ¿Te parece si salimos juntas?

Después de conciliar una cita con la pelirroja, Delila entró corriendo anunciando que Ben se encontraba en la puerta. No tenía inconveniente alguno en abrir estando en ropa de dormir, así que me presenté ante él, curiosa por saber a qué había venido.

— Veo que aún no estás lista — bromeó mirándome de arriba a abajo — Nos están esperando.

Cuando dijo "nos están esperando" supuse que se refería a nuestros padres.

— Discúlpame por quince minutos.

— Cómo desee, su majestad — bromeó haciendo una reverencia. Sonreí involuntariamente.

Me metí a la ducha de inmediato e intenté arreglarme lo más rápido posible.
Al abrir la puerta Ben aún se encontraba ahí.

— ¿Algo especial que quieras hacer hoy? — dijo ofreciéndome su brazo, el cual tomé por inercia, y comenzamos a caminar.

— Pues he quedado de verme en la tarde con...

— ¿Jay? — interrumpió, pude sentir como sus músculos se tensaban.

— No, con Lydia. La hija menor de Ariel — aclaré.

Ben soltó un suspiro asintiendo con la cabeza y cuando estaba a punto de volver a romper el silencio ya nos encontrábamos en el comedor.
Saludamos a los presentes y Ben cortésmente jaló mi silla para que me pudiese sentar. Agradecí con una sonrisa, Ben se sentó a mi lado.

— Hijo — llamó la suave voz de la reina Bella — Ayer mientras ustedes vivían su aventura en la biblioteca, la sultana Jasmine nos hizo la maravillosa invitación de visitar Agrabah ¿Qué te parece?

— Me encantaría. Hace mucho que no visito su reino. Fijen una fecha e iremos encantados — accedió.

El resto del desayuno transcurrió con los adultos hablando sobre los detalles del viaje que se tendría que realizar después de traer a los niños seleccionados de la isla de los perdidos.

Cuando el desayuno acabó, los padres se retiraron y al quedarnos solos fuimos capaces de volver a sacar a flote el tema del matrimonio.

— ¿Quieres decírselos esta noche?

— Me preocupa que si se los decimos pronto, quieran empezar los preparativos de la boda de inmediato — respondí. Necesitaba ganar tiempo, entre el tratado con la Atlántida y Nunca jamás casi había descubierto un vacío legal que evitaría la boda.

— ¿Necesitas tiempo para pensarlo mejor?

— No, no. Sólo no quiero que entre todos los preparativos se pierda tiempo y te distraiga de tus asuntos reales.

— ¿Estás segura? No quiero que te sientas presionada. Si aún necesitas tiempo para pensarlo está bien

— Ben, — tomé sus manos entre las mías — no estoy dudando ¿De acuerdo? — el castaño sonrió.

El destello de inseguridad en sus ojos se desvaneció dando paso a su usual brillo. Entonces giró una de mis manos, acariciando suavemente el dedo anular.

— ¿Sabes tu medida de dedo? — reí — Es en serio, el anillo es importante — negué con la cabeza, aún con una sonrisa que correspondía a la de Ben.

— Cuatro y medio — palmeé su mano — debo irme ¿te veo más tarde?

— Llama si me necesitas — besó mis nudillos, despidiéndose.

La sensación se esparció por todo mi cuerpo ¿Cómo una mano podía tener tantas terminales nerviosas? tantas que uno nunca está consciente de su existencia hasta que pasa algo, un interruptor que las enciende. Aquella sensación no se desvaneció incluso cuando me reuní con Lydia.

— ¿Qué te gustaría hacer? — preguntó la pelirroja cuando nos encontramos.

— No lo sé ¿Qué te gustaría hacer a ti?

— Podemos ir al salón de té del sombrerero — asentí.

El lugar, que parecía casi vacío, destacaba por los postres, cada tanto cambiaban de color y tamaño. Además, había motas doradas que flotaban por todo el lugar y listones colgando del techo.
Tomamos asiento, en una mesa apartada de los pocos comensales que se encontraban.

— Así que...— comenzó Lydia, apoyando su barbilla en sus manos, entrelazando sus dedos —... ¿Que hay con todo el misterio y tensión entre el rey Ben y tú?

— Preferiría ordenar primero ¿Dónde está el menú? — intenté evitar su pregunta.

— No funciona así, debes esperar.

— ¿Esperar qué?

Entonces una chica en patines pasó hecha un rayo, dejando una tetera y dos tazas. En seguida, otra empleada pasó del mismo modo, dejando esta vez galletas y pastelillos.

— Ahora, no intentes evitar mi pregunta — volvió a hablar, sirviendo el té.

— ¿Alguna vez has escuchado sobre el tratado corona de rosas?

— ¿Es aquel que los reinos acordaron para unirse, no? — asentí, tomando un sorbo —Reinos como la Atlántida, El olimpo y Nunca jamás se beneficiaron enormemente.

Nuestra charla se vió interrumpida cuando casualmente mi mirada se posó en la puerta de entrada, dónde Jay pasaba con paso apurado, mirando en las ventanas de todos los locales, con un chico de cabello blanco y negro intentando detenerle. Cuando el moreno dió por fin con la del salón de té nuestras miradas chocaron. Le sonreí a modo de saludo, pero este sólo negó con la cabeza enojado y siguió con su camino.
Lydia, quien se había percatado de toda la escena, se quedó callada un momento, intentando procesar toda la información.

— ¿No vas a ir a preguntarle que fue eso? — articuló por fin, sin dejar de mirar en dirección a la puerta.

— No, — intenté sonar calmada, dando un trago al té — estoy segura que cuando quiera hablar conmigo, lo hará.

Cómo si lo hubiera manifestado, Jay entró al lugar, con el mismo chico de antes siguiéndole.

— ¿TE VAS A CASAR CON ÉL? — levantó la voz, con la mandíbula apretada. El chico detrás de él tomó su hombro, intentando tranquilizarlo.

— ¿Te vas a casar? — Lydia frunció el entrecejo, confundida.

— ¿Podemos hablar de esto en un lugar menos...— miré a sus espaldas, al último grupo que se encontraba ahí —... público?

Una vez más, el universo que parecía tomarse al pie de la letra todo lo que comentaba en voz alta, hizo que en cuestión de segundos los presentes tomaran sus pertenencias y salieran del local.

— ¿Decías? — Jay se cruzó de brazos.

— ¿Cómo te enteraste? — posé mi manos sobre mi regazo.

— ¿Entonces es verdad? — levanté una ceja — Mal me lo dijo, desde ayer se niega a salir de su habitación.

— No entiendo — Lydia interrumpió.

— Dijiste que estabas buscando una oportunidad para deshacerte de ese compromiso — Jay siguió, ignorando la protesta de la pelirroja.

— Y lo hice, lo estoy haciendo — corregí — Pero Ben discutió con Mal y se lo dijo todo. No era mi intención que las cosas terminaran así.

Lydia, quien se había resignado a no obtener ningún tipo de información hasta acabada la discusión casi se ahogó con una galleta cuando escuchó aquello último.

— ¿Hablamos de Ben? ¿ese Ben? ¿Ben Ben, el rey Ben? — dijo por fin cuando recuperó la respiración.

— ¿Son tus padres? ¿Ellos te obligan? — dijo ignorando el anterior comentario.

Me quedé en silencio. No habían sido mis padres ¿Cómo le decía que por elección propia Ben y yo habíamos acordado casarnos? No había una forma suave de decir que por mi culpa una de sus mejores amigas, casi su hermana, estaba sufriendo.
Por suerte, mi corto silencio le dió tiempo a Lydia para recopilar toda la información y llegar a una conclusión ella sola.

— ¿Todo esto es por ese tratado, no? — tomó una galleta — sabía que en cualquier momento algo así pasaría.

El chico, que hasta aquel momento no había hablado se unió a la conversación, frunciendo el entrecejo.

— ¿Tratado? ¿Qué tratado?

— El corona de rosas. El que unió a todos los reinos. Pero sobre todo a los no humanos como el Olimpo o la Atlántida — posó su mejilla en la palma de su mano, recargando el codo en la mesa con un puchero — si ese tratado es la razón por la que debes casarte creo que debieron prepararte mucho tiempo antes.

— ¿Cómo dices? — cuestioné. Lydia que veía a un punto infinito regresó la mirada hacía mí.

— Si bueno, quiero decir, ese tratado se oficializó durante tiempos difíciles, lo importante era unir a todos los reinos, es normal que se cometieran errores de redacción y clausulas que ahora son las principales causantes de este arreglo matrimonial ¿No? Pero, si no invirtieron todos estos años en buscar una solución significa que no tenían intención alguna de anular este compromiso.

— ¿Cuál es el punto? — habló de nuevo el de cabello bicolor.

— Qué tal vez debieron prepararlos para tener una relación como rey y reina ¿No? Ya saben, hacerlos convivir, prepararlos para un matrimonio y esas cosas. Sin embargo ahora te ponen en desventaja ya que todos esperan que Mal sea la reina, en cuanto se enteren de este asunto...

— Van a rechazarte — completó Jay — Esto no está bien — y sin decir más salió del lugar.

— Yo...— comenzó su compañero, quien tenía la boca llena de bizcocho.

— Carlos ¿Cierto? — asintió — Mal es tu amiga también, parece que te debo una explicación ¿no?

El chico se limpió los restos de chocolate y tomó asiento a un lado de Lydia, quien le llenó una taza con té.

— Hace tiempo, antes de que todos los reinos se unieran, hubo una gran guerra, una que obligó al en ese tiempo rey Bestia a tomar la iniciativa de formar Auradon. Para hacer esto, tuvo que reunir a los líderes de todos los reinos, para firmar un tratado, el corona de rosas...

— No estoy entendiendo mucho...— interrumpió Carlos, con el ceño fruncido — ¿Eso que tiene que ver con que te vayas a casar con..? — miró a los lados, comprobando que no hubiese nadie cerca. Por suerte no lo había, aún así, no sé arriesgó — Bueno, tu sabes...

— El objetivo principal era terminar con la guerra, así que hubieron muchos detalles que omitieron y clausulas que no se redactaron correctamente. Por desgracia, una de ellas especulaba que en cuanto el rey de Auradon y la sultana de Agrabah fueran coronados debían estar unidos en matrimonio para entonces. El tratado, por su puesto se refería que el entonces rey Bestia y mi madre, la sultana de Agrabah, debían estar unidos en matrimonio para que cada reino en Auradon tuviera dos monarcas en el trono y no hubiese ningún cambio político hasta que todo Auradon se encontrara en paz.

En ese momento, el teléfono de Lydia sonó. Se disculpó y fue a atender su llamada afuera. Carlos aún trataba de procesar toda la información.

— Cómo dije, dicha cláusula era para que los reinos se rigieran por dos monarcas, pero eso no estaba especificado.

Lydia regresó, con un rostro de preocupación.

— Me tengo que ir. Olvidé completamente que hoy era la entrevista con la prensa para la coronación de Melody. Yo invito, la próxima vez tú — asentí y me levanté para despedir a la pelirroja.

Cuando ella se fue, hubo un silencio incómodo, que duró por lo menos diez segundos. Carlos se animó a romperlo.

— Entonces antes de tu coronación, él y tú deben contraer matrimonio para que Agrabah y Auradon sigan teniendo un acuerdo de paz ¿Es eso?

— Precisamente.

— Entonces ¿Por qué no lo han resuelto? Por lo que acabas de explicar, ese documento tiene años de existir ¿Por qué sus padres no buscaron una solución?

— Los tiempos han cambiado, Carlos. Cuando el rey Bestia gobernaba, las leyes no podían crearse y removerse a su antojo, debía pasar por todo la mesa de gobernadores y ser aprobada de manera unánime. El corona de rosas es lo que mantiene a todos en paz, por lo tanto ningún reino tenía el valor de votar a favor de su alteración.

— Entonces ¿Van a casarse y ya?

— No es exactamente lo que va a pasar ¿Te importa mucho Mal?

— Por supuesto, es cómo mi hermana — respondió con voz firme.

— Escucha...— miré a todos los lados, asegurandome de que nadie estuviese cerca —... hace un tiempo que investigo y estoy segura que he encontrado la solución... Al igual que muchas otras cosas, en la redacción del documento no se específica si los monarcas deben permanecer unidos. Así que después de un año y después de aclarar asuntos políticos referentes al corona de rosas, Ben y yo solicitaremos el divorcio.

— ¿Él está de acuerdo?

La campana de la puerta sonó, notificando que dos grupos de personas entraban al lugar. Sabiendo que no era seguro seguir hablando en presencia de tantas personas, Carlos y yo salimos en dirección a un sitio más privado.
El chico sugirió un parque cerca del lugar, dónde las personas eran poco frecuentes.

— Él no lo sabe, aún no se lo he dicho — confesé — Aún no estoy segura de que sea posible, pero estoy segura que cuando se lo proponga, aceptará con gusto — Carlos se quedó callado y sin moverse unos segundos, cómo dudando si seguir hablando. Luego tomó aire.

— Mira, tal vez Jay no lo vea por qué está demasiado ocupado fascinando con tu presencia. Tal vez Evie tampoco lo vea por qué para ella Mal vive un romance soñado. Pero yo lo veo ¿De acuerdo? Mal y Ben no son el uno para el otro.

— ¿Por qué lo..? - comencé, pero Carlos se adelantó.

— Mal sólo lo ve así por qué Ben fue la primer persona que la hizo querer hacer algo más que ser malvada. Pero si fuera amor, amor romántico de verdad, ella no hubiera pensado que estaría mejor en la Isla de los perdidos, como hizo hace un año. Y Ben... — rascó su cuello — bueno, Ben la quiere por qué con ella no tenía que tener la relación perfecta. Con Audrey todo era monótono y perfecto, eso le aburría. Mal le daba algo de emoción a su vida, las peleas, los problemas y todo lo demás eran la excusa perfecta para mantener interesante la relación.

Una vez más, el silencio abrumador apareció. Todo lo que Carlos había dicho hacía mucho sentido, pero ¿Por qué lo decía? ¿No se supone que Mal era su amiga? ¿A dónde intentaba llegar con todo esto? Las siguientes palabras del chico fueron más claras.

— Mira, Mal no tiene idea de lo que es el amor romántico, y tampoco Ben. Están unidos por qué creen que se aman y deben estar juntos ¿Entiendes eso? Ellos no quieren estar juntos románticamente, pero creen que es lo que deben hacer, si no ¿Por qué habrían vivido tantas cosas juntos? ¿Por qué el beso de Mal liberó a Ben del hechizo de Uma? Por qué se quieren y es amor verdadero, sí, pero un amor verdadero de dos personas que mantienen un especial afecto de la otra, por qué descubrieron juntos quienes eran.

— ¿Por qué me dices todo esto?

— Pareces demasiado culpable, te sientes terrible por creer que estás arruinando sus vidas, pero no lo haces — posó su mano en mi hombro — Pronto te darás cuenta — me sonrió — Ahora, debo ir a encontrar a Jay.

— Espera, — Carlos, que ya se había levantado, se detuvo en seco — hace un momento dijiste que Jay estaba demasiado ocupado fascinado con mi presencia ¿A qué te referías? — el chico esbozó una sonrisa.

— Pronto también te darás cuenta — dicho eso, se retiró.

Me quedé ahí, mirando a la nada. Entonces el móvil que Ben me había dejado sonó.

— ¿Interrumpo algo? — habló Ben del otro lado de la línea.

— Nada, Lydia se fue hace un rato. Estaba por regresar.

— ¿Entonces estás sola? ¿Quieres que vaya por ti?

— Estoy en el parque cerca del salón del sombrerero — contesté a modo de afirmación — ¿Ben?

— ¿Sí?

De fondo pude escuchar como Ben cerraba cajones, luego, una puerta.

— ¿Puedes no colgar? No me gusta estar sola por mucho tiempo en lugares públicos.

— No me iré ¿De qué quieres hablar?

— ¿Cuál es tu color favorito? — dije, pude escuchar una risita — ¿Qué?

— Nada, sólo esperaba una pregunta así — me quedé en silencio, apenada.

No había pensado mucho, sólo había preguntado. Ahora que me había dado cuenta de no sabíamos mucho el uno del otro, la idea de casarnos parecía cada vez más absurda.

— Creo que el azul ¿Y el tuyo?

— El lavanda, a veces el turquesa. Aunque de pequeña era el amarillo.

— ¿Haz cambiado muchas de tus cosas favoritas de niña?

— No realmente. Creo que la mayoría de cosas siguen igual.

— ¿Qué cosas cambiaron?

Mordí el interior de mi mejilla, como queriendo evitar que la verdad resbalara por mi lengua. No había podido sobrepensar lo suficiente.

" Van a rechazarte " La voz de Jay resonaba en mi cabeza. " Todos esperan que Mal sea la reina " se sobreponía la de Lydia.

La voz de Ben llamando mi nombre me regresó a la realidad.

— Tengo miedo — dos palabras que decían una verdad resbalaron.

— ¿Qué pasa? — dijo el rey casi en un susurro.

— Creo que... — mi voz titubeó — No sé, tal vez sólo todo es diferente aquí. No sé, creo que esa conversación con Jay me tiene algo alterada.

— ¿Con Jay? Pensé que te verías con Lydia.

Se me había escapado. De todas maneras no tenía por qué esconder que me había encontrado con Jay, pero por alguna razón había querido ocultarlo. Sin embargo, ahora que lo había mencionado tenía que aclarar las cosas, tampoco quería que Ben pensara que le había mentido por alguna razón oculta.

— Si, bueno, nos encontramos a Jay y a Carlos después y hablamos. Pero ese no es el punto.

— ¿Qué fue lo que te dijo que te alteró? — Me quedé callada por unos segundos, intentando decidir la forma de evadir su pregunta, pero antes el volvió a hablar — Puedes decirme lo que sea. Se que tienes miedo por algo y no quieres decirme para no molestar.

— Creo que... No sé, tengo miedo de que no me acepten. Después de dos años, creo que todos esperan que alguien más sea su reina — el rey suspiró y luego hubo un silencio — ¿Ben?

— ¿De verdad no necesitas más tiempo para pensar si todavía quieres hacer esto?

— No no — pase mis dedos por mi sien — Tal vez sólo necesito alejarme un poco de todo. Estar aquí me hace sentir que en cualquier momento todos me van a rechazar... No sé, suena tonto por que llevo aquí menos de un mes, pero quizá sólo extraño Agrabah.

— Podemos ir. Nuestros padres lo tienen planeado de todas formas ¿No? Vayamos antes de ir a la Isla de los perdidos. Puedo retrasar la llegada de los niños un par de días, quedarnos un par de semanas y...

— No — interrumpí firmemente — Lo lamento Ben, no puedo permitir que retrases algo tan importante sólo por qué estoy asustada por como va a reaccionar la gente. Es más, eso me haría sentir peor ¿Qué dirán todos cuando se enteren que el rey decidió retrasar los sueños de esos niños por irse con la princesa de un reino vecino?

El sonido de un motor apagándose me distrajo por un momento. Mi cerebro no había pasado por alto cuando, al inicio de la llamada, había escuchado como el chico entraba al auto y lo encendía, sin embargo había decidido ignorarlo.
Me preguntaba si ya habría llegado, tal vez se había detenido a comprar algo o quizá se detuvo para concentrarse en la conversación y no sufrir algún accidente.

— No puedo hacer nada hasta que Mal decida volver a hablarme. Oficialmente, ella junto Evie son las embajadoras del programa.

— Pero Mal lo hará ¿No? Quiero decir, no dejaría a esos niños esperando.

— No lo sé. Las fecha programada no se ha dado a conocer aún, ella puede decidir hasta cuándo se recogerán a los niños. No te preocupes, lo tengo todo resuelto — me quedé en silencio — Entonces ¿Te gustaría ir a Agrabah?

El ligero cambio de tema me aliviaba un poco, por su tono de voz, parecía que Ben ya se había despreocupado del asunto.

— No estoy segura — recargue mi mano suavemente en mi mejilla — Tengo miedo de ir y ya no querer regresar.

— Descuida, no lo harás, jamás dejaría que mi reina estuviera lejos de mí.

Sentí mi cara arder ¿Se había referido a mí? Pero claro que lo había hecho, no había mencionado a Mal en aquellas palabras.

Pude escuchar la risa de Ben llenando el silencio que había dejado.

— ¿Alguna vez te hicieron un retrato? — preguntó, aún no entendía el por qué la diversión de Ben.

— Una vez, cuando era niña. En realidad es un retrato familiar — sonreí involuntariamente al recordar — Pase dos horas quejándome por qué estaba cansada de quedarme quieta. Baba tuvo que sobornarme con delicias turcas para mantenerme quieta.

— Es una lástima, ni siquiera estás posando y ya pareces un retrato que mi madre pondría en la sala principal.

— ¿A qué te refieres? — giré a ver a los lados, comprobando que Ben se encontraba a unos cuantos metros, observandome.

Saludó con la mano y una sonrisa. Verlo me daba alivio.
Nos acercamos y cuando estábamos cara a cara, Ben por fin terminó la llamada.

— ¿Qué dices? ¿Debería mandar traer al mejor artista para hacerte un retrato? — reí.

— Imposible, — negué con una sonrisa — no pienso quedarme más de una hora quieta en la misma posición.

— Tal vez diez docenas de delicias turcas te hagan cambiar de opinión — Ben sostuvo detrás de mi oreja un mechón rebelde. Ambos sonreímos.

Holiiii ¿Cómo están? Hace mucho no actualizo tan pronto.

Cómo sea, necesito hacerles una pregunta ¿Les gustaría que dentro del fanfic fueran canónicas las dos películas de Aladdín (el regreso de Jafar y los 40 ladrones) o simplemente la película live action de Aladdín? Lo mismo con las películas de la Bella y la Bestia.

Les quiero <3

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