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ESCLAVO

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ACTUALIDAD

Miré fijamente sus lindos ojos de un hermoso azul grisáceo. Aquí nos despedimos. Él tenía que custodiar a Zeke mientras que yo me quedaba con Hange. Ninguno estaba conforme al tener que separarnos, cada que lo hacíamos, sucedía alguna tragedia.

Pero no había otra opción.  

──Despidanse de su padre. ─miré a mis hijos acariciando sus cabezas.

──Que te vaya bien, supongo. ─dijo Kenny cruzando sus brazos mirando a otro lado. 

──Regresaras, ¿verdad? ─preguntó Kuchel decaída.

Saber la muerte de Sasha no les sentó muy bien y no quería perder a su padre.

──No los dejaría jamás. ─dijo flexionando sus rodillas para estar a su altura.

──¿Le diste la patada a Eren de mi parte? ─preguntó Kuchel abrazando a su padre. 

Un pequeño recuerdo llegó a mí.

Ya habíamos aterrizado en Paradis, primero bajaron los cuerpos seguidos de todos los demás, quedando solo nosotros en la habitación.

──Es hora. ─anunció Hange. 

Las miradas se posaron en los Jaeger para que pasaran adelante nuestro. Zeke lo hizo sin ningún problema junto a Yelena mientras que Eren me miraba, como si estuviera debatiendo en hacer algo.

──Si vas a decir algo, dilo de una vez. ─solté harta de que me viera tanto.

Pero no dijo nada, al contrario, me abrazo por mis hombros recargando su cabeza sobre la mía. 

──Liberty-san, la extrañe tanto. ─dijo felizmente, tranquilo entre mi cuerpo. 

Me quedé sin palabras, y por unos instante noté que estaba más alto que yo. Aquello me trajo nostalgia recordando cuando era un enano.

Antes, cuando era un niño, pero ahora es cuando te puede hacer uno.

Solté un leve suspiró regresando el abrazo. Seguramente está pasando por tanta mierda que recibir un abrazo sincero puede servir de algo.

──Gracias. ─susurró en mi oído. ──. En serio, gracias por ser una madre para mi. Y perdone por lo poco que le he brindado. 

──Idiota. ─susurré sintiendo un nudo en mi garganta. ──. ¿Por qué siento esto como una despedida? 

Él se quedó en silencio profundo abrazando con firmeza mi cuerpo aspirando mi olor, como sí quisiera atesorar este momento. Se separó de mí tomando mi rostro entre sus manos para ver una sonrisa en su rostro, seguido de eso, beso mi frente. 

Mi cuerpo sentía miedo de su acción.

──Oi, Eren. ─para cuando reacciono, Levi le dio una patada. ──. Se me olvido darte el saludo de Kuchel. 

Eren no se molesto, solo soltó una pequeña risa. 

──Mi enana. ─susurró refiriéndose a Kuchel.

──Oh, claro que lo hizo. ─afirmé al recordar eso. 

──Otosan, por favor, no me importa como sea... regresa a casa. ─pidió Kuchel aferrando sus brazos en su cuello. ──. No importa como, regresa con nosotros.

──Sabes cuanto me costo para poder tenerte, no voy a dejarte, mi princesa. ─susurró depositando un beso en su frente. ──. Regresaré, lo juró. 

La pequeña sonrió complacida de escuchar esas palabras.

──Kenny, cuida a tu hermana con tu vida y cuida la tuya más que nada. ─declaró mirando a su primogénito. ──. Tú madre y yo no vamos a estar por un tiempo. ¿Sabes lo que significa?

──No te preocupes, viejo. Se cuidar mi espalda y a mi hermana. ─habló severamente. ──. No olvides que soy Ackerman y que somos tus hijos. 

No era una mentira ver a ambos estar orgullosos de llevar el Ackerman y más cuando conocieron la fuerza de su padre. 

──Cuídense. ─despeinó sus cabezas. ──. Los quiero, mis mocosos. 

Sonreí enternecida ante la escena. Desde que nacieron, solo le dice mocosos a nuestros hijos. 

──Cuídate tú también. ─se acercó a mí. ──. Aunque estén aquí en Paradis no significa que no haya peligro.

──Estaré bien. ─aseguré. ──. Tú eres quien debe cuidarse. No confío en el bastardo.

Había algo que escondía y podía sentirlo. 

──Ya me debo ir. ─dijo mirando a su escuadrón preparado. ──. Te veré después. ─bese sus labios antes de que se marchara. ──. Te amo. 

──Te amo. ─susurré viendo como se marchaban. 

Suspiré dando media vuelta al ver el carruaje irse.

──Ya es hora, enanos. ─anuncié caminando con ellos delante mia. ──. Es hora de que se despidan de Sasha. 

Ambos se pusieron serios. Sasha había sido muy importante en su vida, como los demás mocosos, hasta el punto de considerarlos como sus hermanos mayores. Perderla fue duro. 

Al llegar había pocas personas que venían a visitar la tumba de los otros compañeros caídos. Caminamos directo a la tumba de Sasha encontrando a Mikasa abrazando sus rodillas.

──Mikasa. ─me acerqué a ella acariciando su espalda. ──. Se que es difícil, pero se q–

──¿Cómo? ─me interrumpió. ──. ¿Cómo puedes seguir en pie después de perder a tantos seres amados? ─cuestiono mirando mis ojos. ──. ¿Cómo me deshago del dolor?

Suspiré.

──Yo dejé de estar en pie por mi misma desde que mi madre murió. ─conté mirando a mis hijos dejar las flores. ──. Mi cuerpo estuvo vivo por tanto tiempo, pero mi alma estaba muerta. Después comprendí que no tenía que vivir para mí, sino vivir lo que mis seres queridos no vivieron. 

El viento sopló moviendo algunas hojas de los árboles al igual que mi cabello.

──El dolor nunca se va, simplemente aprendes a vivir con él. 

Unos gritos se presentaron. Era uno de la policía militar que golpeaba a otra persona, supuse que era Nicolo cuando Jean y Connie le pidieron que lo dejara.

A los minutos el marleyano estaba de rodillas en su tumba.

──Oí que le disparó una niña que subió al dirigible. ─abrí mis ojos cuando contó aquello. ──. ¿Cómo es posible?

Miré a mis hijos notando la mirada gélida de Kuchel al escuchar aquello. Deje mi mano caer a su cabeza para tranquilizarla y que olvidara intentar hacerle algo.

──No era una niña cualquiera. ─contestó Mikasa. ──. Estaba entrenada.

──Una candidata a guerrero. ─mencionó al conocer eso. 

──Lo siento. ─se disculpó Jean. ──. Baje la guardia. 

──¿Por qué te disculpas conmigo? Yo solo le servía comida. 

──Gracias por cocinarle tantos manjares, Nicolo. ─agradeció Connie, quien era el más destrozado. 

──¿Cómo estás tú, Connie? ─le preguntó.

──Sasha y yo éramos como gemelos. ─comentó. ──. Es como si me faltara una parte de mi. 

Justo en ese momento llegó el padre de Sasha.

──Usted es...

──Gracias por lo que hicieron por mi hija. ─habló el Sr. Blouse. 

Su madre y la niña que había salvado hace años, lloraban sobre su tumba.

──Es momento de irnos, mis amores. ─anuncié acariciando sus cabezas. ──. Lamento su pérdida, Sr. Blouse. ─lo miré.

──Lo mismo le digo, Sra. Ackerman. Sasha siempre me contaba que la cuidaba como una madre cuida a un hijo. 

──Lamento no poder haber cuidado lo suficiente. ─di media vuelta. ──. Los veo después, chicos. 

Acaricie sus cabeza, menos a Jean, a él le acaricie la mejilla por no poder alcanzar su cabeza. Los niños se despidieron y caminaron delante de mí hasta llegar al carruaje. 

Una vez que llegue a mi destino me baje únicamente yo, ya que ellos irían con Historia a la granja, donde estarán seguros.

──Se cuidan, por favor. ─pedí acariciando sus mejillas. ──. Ayuden a Historia, con el embarazo es difícil hacer muchas cosas. 

──Sí, no te preocupes, okasan. ─sonrió Kuchel dando un beso en mi mejilla.

──Estaremos bien, madre. ─aseguró Kenny.

──Los amo mucho, mi bellos amores. ─bese sus frentes. ──. Iré a verlos en cuanto pueda. ─baje el último escalón del carruaje.

──Adiós, mamá. ─se despidió Kuchel por la ventana mientras el carruaje partía. 

Alcé mi mano despidiendo a ambos con una sonrisa. 

──¿Ya se fueron? ─escuche la voz de Hange. ──. Me quería despedir. 

──Estoy harta de las despedidas. ─sinceré bajando mi mano. 

──Lo sé. ─sentí su mano posarse en mi hombro. ──. Es hora de ver a nuestro invitado. 

──Ya era hora. 

























Cada paso que dábamos podíamos escuchar unos leves murmullos. 

──No podemos ganar sin pelear. ─llegamos a la celda de Eren viendo a este frente al espejo.. ──. Tatakae. Tatakae.

──¿Qué haces? ─preguntó Hange sacando al castaño de su mundo. ──. ¿Estabas hablando con el espejo? Le dijiste: "Tatakae. Tatakae". ¿Verdad, Liberty? ─me miró.

──Sí. ─susurré sin poder negar su pregunta. 

──"Tatakae. Tatakae". ─repitió otra vez. ──. ¿Contra qué? "Tatakae. Tatakae". Lo has dicho dos veces, entonces...

Jaeger no dijo ninguna palabra, simplemente se quedó en silencio.

──Si no hablas no sabré. ─mencionó. ──. Tengo curiosidad porque eso no es lo que sueles decir al espejo. Nunca se lo he dicho a mi propio reflejo, ¿y tú, Liberty? ¿Lo has hecho?

──No que recuerde. ─cerré mis ojos contestando aquello. 

──Ya veo. ─susurró. ──. Por cierto, ¡ese peinado nuevo es asombroso! ¡Se parece al de mi Liberty! ¿No te parece bello el toque que le hice? ─le preguntó mientras jugaba con el pañuelo blanco en mi recogido. ──. Le robé a Levi su pañuelo y se lo puse a Liberty. ─aclaró orgullosa. ──. ¡Veo que te estás esforzando en hacer que destaques!

──¿A qué han venido? ─interrumpió bruscamente a Hange. 

──¿A qué vinimos? A hablar contigo. ─contestó vagamente. ──. La primera vez que nos vimos hablamos de titanes toda la noche. Toda mi aburrida charla, tú la escuchaste. ¡Al igual que Liberty cuando entro a la Legión, ¿te acuerdas?! 

Me miró y claramente me acordaba de la mayor tortura que tuve.

──Por desgracia. ─murmure. 

──Estaba convencida que no sacrificarías a Historia. ─continuó hablando Hange. 

Se refería a lo que pasó hace dos años cuando el puerto fue utilizado por primera vez. Conocimos a la primera y única nación que se volvió nuestra aliada, la nación de Hizuro.

De donde provenía mi tía. Incluso la mujer decía que Mikasa era la esperanza de la nación por llevar aquel símbolo. 

Recordar aquel día no me daba mucha gracia. Prácticamente pedían que Historia heredará al titan bestia al ser la única con sangre real, y por trece años tenía que dejar descendencia para que el retumbar se pudiera realizar dejándolo a nuestros hijos a cargo.

Pero según Zeke había otra forma para que Historia no tuviera que ser obligada a tener descendencia y era que él tuviera un primogénito y mencionó que tendría más probabilidad de llevar a cabo el plan si la madre fuera un Ackerman. 

Y Mikasa no era la opción.

Pero, Eren denegó y ofreció buscar otra alternativa en lo que quedaba de tiempo.

──Todavía no hemos encontrado otra opción. ─habló Hange trayéndome de mis recuerdos. ──. El fin del mandato de Zeke se acerca y Marley atacará a Paradis antes de lo planeado. Pensé que estábamos sintiendo el mismo nivel de ansiedad que tú. 

Sentí su mirada de reojo cuando escucho lo primero. Historia no podía heredar al titán bestia por estar embarazada, no hay forma de que Zeke pudiera dejar al titán en alguien con sangre real. 

──Pero no entiendo porque actuaste en solitario. ¿Ya no te interesa Historia? ─preguntó. 

──Devoré al titán martillo de guerra. ─soltó Eren de golpe para callar a Hange. ──. Su poder es manipular el endurecimiento desde la tierra y crear todo tipo de armas, por ejemplo.

Giró su cuello para plantar sus ojos en nosotras.

──Es decir, es inútil que encierren en lo profundo de la tierra. Puedo salir cuando quiera. ─declaró. ──. Y como tengo al fundador no pueden matarme. ─se acercó a los barrotes. ──. Y tampoco pueden matar a Zeke aunque amenacen con hacerlo. En resumen, ¿qué puedes hacer tú Hange? 

Mis instintos reaccionaron a tiempo sujetando con rudeza la mano de Eren antes de que tomara a Hange de su ropa. 

──No, la verdadera pregunta es, ¿qué puedes hacer tú sin Liberty? ─preguntó hostil mirando mi mano apretar la suya. ──. ¡Dímelo, Hange! ¡Dime si hay otra solución!

Sus ojos, nunca había visto tanta desesperación inyectados en unos ojos. Ni siquiera podía abiertamente si reflejaban algo que no era miedo y desesperación. 

──¡Eren! ─elevé mi voz para hacerlo callar ganando su mirada en mí. ──. Suficiente, déjala.

──Oh, se me olvidaba que usted era su perra faldera. ─me estremecí al sentir su otra mano tomarme del cuello de la ropa. ──. Tal vez usted no lo sabe, Liberty, pero yo conozco a su clan. 

Me acercó más a él hasta estar a unos centímetros separados por los barrotes.

──Su clan fue creado para perder su propia identidad y no hacer nada más que actuar bajo las órdenes de sus amos. ─escupía las palabras con un toque de asco. ──. No son más que unos esclavos. Mikasa, él Heichō y tú, están privados de su libertad. ─su agarré aumento. ──. Usted es una hipócrita con llevar tan hermoso nombre. 

──Basta ya, Eren. ─habló Hange intentando separarme de él.

──Cuando un Ackerman despierta su poder tienden a sufrir repentinos e intensos dolores de cabeza. ─acercó todo lo que los barrotes le permitían a mi rostro. ──. ¿Por qué se quedó en silencio? Porqué sabe que es verdad, ¿no? Usted ha sufrido dolores de cabeza y apuesto que él Heichō también.

Me quedé en silencio sintiendo mis ojos cristalizarse. Dentro mío, sus palabras estaban clavadas con veneno en mi corazón. Nunca imaginé que mi clan escondiera ese secreto.

──¡Eren, pervertido! ─Hange logró alejarme de sus manos. ──. ¡Sigues atravesando una fase rebelde! ¡Idiota!

Yo no decía nada, solo caminaba siendo arrastrada por Hange fuera de las celdas. Nunca creí que fuera una simple esclava. 

──Liberty. ─Zoe palmeó mi mejilla haciendo que la mire. ──. No le hagas caso al idiota de Eren. Seguramente está molesto porque no te interesan los mocosos como él. 

──Es verdad. ─susurré. ──. Todo lo que dijo.

──No estamos seguros. ─intentó negarlo. 

──No, Hange, se cuando algo es real. ─la miré directamente a los ojos. ──. He tenido esos dolores de cabeza cuando te maltrataba o me decías cosas que sentía que había hecho algo mal. Levi los tiene todas las noches porqué aún no pudo acatar la última orden de Erwin. 

──Entonces, te ordeno que sea libre. ─dijo, rascando su cabeza con nerviosismo. ──. Si es que soy tu amo.

──Mi sangre te protege. ─aclaré. ──. No creo que funcione así. 

──No eres una esclava, Liberty. ─susurró dulcemente. ──. Tu eres la libertad inesperada que llegó a nuestras vidas. Eres Liberty Ackerman. 

Sonrió y con una sonrisa mis energías regresaron. 

──Gracias.

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