┆O29

LUTO

• • •

El viento soplaba con suavidad, chocando con las ventanas de aquel edificio donde se encontraban algunos soldados descansando, como era el caso del vice-capitán de la Legión. 

──Hanji-san, por favor quédese quieta y tome su medicina. 

Era como la cuarta vez que su mano derecha le rogaba, pues la castaña no quería tomar la medicación para sentirse mejor después de haber salido lastimada hace pocas horas. 

──Moblit, no quiero. ─se negó rotundamente. ──. Sabe asquerosa. ─hizo un gesto de asco ocultando su rostro entre las sabanas. ──. Mejor consigue algo de comida. Con eso me sentiré como nueva. 

──Usted no cambia. ─soltó un suspiro pesado. 

La puerta fue abierta atrayendo la atención de ambas personas, en esta se dejó ver una cabellera azabache sin necesidad de pedir permiso para entrar.

──Heichō–... ─antes que pudiera decirle algo, una voz se adelantó.

──¡Levi! ─la castaña se levantó para ir al frente suyo. ──. Dile a Moblit que no necesito de esa medicina. Lleva tiempo intentando hacer que me la tome.

──Hanji-san, entiendan que es por su bien. ─le riño el joven. ──. Heichō, por favor, hágala entrar en razón. 

El hombre sólo miraba a los dos sin expresar gestó alguno. Extendió su mano hacía el castaño esperando a que le entregue medicina. 

──¿Esto es lo que tienes que tragar, cuatro ojos? ─le enseño la medicina a la castaña. 

──¡Sí! ─se acercó para verlo mejor. ──. Eso es lo que Moblit me quiere obligar a beber. 

──¿Sabes donde está Liberty? ─preguntó de repente mirando a la de lentes. 

──Pues... ─miró al techo pensando. ──. Está af–... ─no termino de hablar al sentir como el azabache le hecho la medicina repentinamente. 

──Por fin. ─suspiró aliviado el joven. ──. Gracias, Heichō. 

La castaña le arrebato el vaso con agua al castaño para poder pasar mejor la medicina intentando quitar aquel amargo sabor de su boca.

──¡Asco! ─expresó al beberse el agua. ──. Maldición, caí en tu trampa. ─miró amenazantemente al hombre de baja estatura. 

A diferencia de ella, Levi solo pasó de largo sentándose en la silla junto a la mesa donde descansaba un poco de té. 

──Es para que te mejores. ─habló sirviendo té en una taza. ──. No sabemos hasta cuando regresará Erwin, hasta entonces estás a cargo. ─miró a la castaña sentarse en su cama nuevamente. 

──Supongo que tienes razón. ─su voz se volvió seria. ──. Espero y lleguen pronto. 

Su mirada se paró en la ventana cerrada, observando el viento llegar algunas hojas de los árboles. 

──Hanji-san, tome un poco de té para que le quite el mal sabor. ─el castaño le tendió una taza.

──Gracias, Moblit. ─apenas lo tuvo en sus manos dio un sorbo aceptable. ──. Mucho mejor. ─sonrió. 

Su mirada se enfoco en el azabache, quien observaba por la ventana tan tranquilamente. Aclaró su garganta en un intentó de llamar su atención la cual sucedió. 

──Si te vas a morir que sea en silencio. ─comentó tomando su té para posteriormente beber. 

──¡Que importa eso, hay algo muy importante que quiero preguntar! ─soltó con mucha energía de golpe. 

Los dos hombres en la habitación se limitaron solo a beber su té, sabían que una vez con energía nada la haría callar. 

──¿Puedo ser su madrina de bodas? 

Ante la repentina pregunta, el joven castaño regresó el té de la sorpresa que fue haber escuchado eso, mientras que el azabache casi se atraganta con el líquido.

──Hanji-san, ¿pero que cosas dice? ─el chico limpiaba sus labios de aquel liquido.

──Me refiero a que Levi se va a casar con mi pequeña Liberty. ─soltó con una gran sonrisa. 

──No se de donde sacas eso, cuatro ojos de mierda. ─evadió su mirada observando la ventana dejando de lado su té. 

──¿No sabes de que hablo? ─preguntó. ──. Pues permíteme aclarar tu mente. Tu le pediste matrimonio a Liberty, nadie me lo dijo, lo vi con mis propios ojos. ─sonrió orgullosa de aquello. 

──Tsk. ─el azabache miró a otro lado ignorando aquello.

──¿Puedes creerlo Moblito? Nuestra Liberty se nos casará. ─sonrió levemente. ──. Ya quiero ver la cara que pondrá Erwin cuando se enteré.

──De cierta forma, ya nada me sorprende. ─soltó el castaño con una risa de medio lado. 

Levi por su parte decidió ignorar a los presentes recordando cuando le pidió matrimonio y maldiciendo internamente no poner atención a su alrededor para así evitar este tipo de cosas. Con aquello presenté llevo su mano a la taza, pero una grieta se marco cuando estaba por tomarla. 

Él no era mucho de creer en los malos presagios cuando ocurría esto, pero no podía evitar pensar en aquella azabache. Su mirada se enfoco en ventana, en un intento de observar por donde su prometida se encontraba, con la esperanza de que ella mirara a su dirección. 

Su pecho comenzaba a preocuparse, temía perder lo más valioso de su vida. 

Sin saber que se perdió hace minutos.

El sol no tardaría en esconderse, para los soldados en la deriva no era mala idea, ya que de noche los titanes no podían moverse. 

Dolor, cansancio y entre otras cosas más, era lo que sentían los soldados de las 3 divisiones, eran más los de la policia militar que se quejaban pues nunca había presenciado el infierno en persona y ahora entendían que la Legión no es un juego como creían. 

Muy a penas habían logrado retirarse de aquella atroz escena, llegando a descansar un poco lejos de donde el acorazado se quedó peleando con los titánes. Se le comumico que no era posible recuperar ciertos cuerpos de algunos soldados, con ello la mayoría se enojo. Muchos sufrían la perdida de un amigo cercano, pero preferían no decir nada pues el comandante no se encontraba en buen estado.

Y no era por la perdida de su brazo derecho, tanto literal como metafóricamente. Los rumores se corrieron rápido, que la sobrina del rubio había sido tragada por un titán. 

El escuadrón de aquella azabache no podía creer, no, no querían creer que eso fuera verdad. En especial cierto castaño, que presencio todo sin poder haber ayudado. Lo único que agradeció era que Mikasa no estaba consciente cuando se les comunico la perdida. 

Sin embargo, a Erwin no se le veía nada bien. Se mantenía sumergido en sus propios pensamientos, ni siquiera sabia que decir o como darle la noticia a los de las murallas. 

──Erwin. ─el otro comandante le llamó, su tono de voz no era enojada más bien era de lastima. ──. Tenemos que irnos. El sol esta por meterse. 

──Fue mi culpa, Nile. ─fue lo único que salio de sus labios mirando a la nada. ──. No pude hacer nada por salvarla. 

El hombre soltó un pequeño suspiro, no podía decir que entendía su dolor, nunca había perdido a una sobrina de esa manera. 

──No te culpes. ─le sobo su hombro. ──. No podías hacer algo aunque quisieras. 

──¿Cómo...? ─la pregunta no quería salir de su boca. ──. ¿Cómo es que se lo diré a Levi? 

El silencio reino, ninguno sabía que decir. Tan solo se miraban entre ellos sintiendo el viento soplar levemente. 

Aquel silencio fue interrumpido por fuertes relinchidos seguido de algunos gritos. 

──¿Qué sucede? ─preguntó el comandante de la policia. 

──Tenemos un problema con un caballo. ─comentó uno. ──. No podemos acercarnos a él, no tira patadas. 

La mirada ambos cayó en circulo que las personas hicieron para no dejarle pasó aquel caballo de pelaje negro. Esté se paraba de patas en un intento de salir e irse corriendo.

──¿De quien es el caballo? ─el soldado solo se quedó en silencio, no sabiendo si era buena idea decirlo. ──. Responde.

──Es el caballo de la Buntaichūi. 

Nile se quedó callado observando al rubio.

──Déjenlo. ─balbuceo mirando a otro lado. 

──¿Cómo? 

──Déjenlo ir. ─regreso su mirada al caballo. ──. Solo Liberty sabía tratar con él. 

──Si usted lo dice. ─esté miró al circulo. ──. ¡Dejen que se vaya! 

Cuando ninguna personas se encontraba obstruyendo su paso, el caballo se echo a correr a la última dirección donde se encontró con su dueña. Se le hacía extraño no haberla escuchado llamarle para irse, tenia que ir a buscarla, tal vez lo estaba esperando. 

──Es hora de irnos. ─anuncio el comandante de la Legión. ──. Hay que regresar. 

Miró por última vez aquella dirección con dolor dio un paso adelante en un intento de olvidar lo pasado.

Las campanas se escucharon anunciando la llegada de la Legión. Como era se costumbre, nadie llevaba buena cara. Los murmullos no tardaron en hacerse presentes. La mayoría de los soldados estaban en silencio en un estado shock mientras que otros se movilizaron para atender a los heridos.

──¡Erwin! ─la energética voz de la castaña hizo detener su paso. ──. ¡Oh, por dios! ¡Erwin tu brazo! ─recién se daba cuenta de su estado. 

──Hanji. ─está se quedó en silencio en cuanto sintió la cabeza del rubio caer en su hombro. 

──Erwin. ─se comenzó asustar cuando escucho su voz entre cortada. ──. Está todo bien. Regresaron con Eren, que era lo importaba. ─acaricio su espalda mientras buscaba a los lados la cabellera azabache. ──. ¿Dónde está Liberty? ─preguntó al no verle. 

El rubio cerró sus ojos sin saber que decirle o más bien como decirle. El silencio del mayor impacienta a cierto hombre que solo escuchaba y observaba a lo lejos, un mal sabor de boca le dio al no encontrar a la azabache.

──Erwin. ─se maldijo internamente al escuchar la voz de la última persona que quería ver. ──. ¿Dónde está mi teniente? ─no le gustaba para nada su silencio.   

Sin embargo, al comandante no le salían las palabras angustiando a los presentes. 

──Erwin, bastardo. ─elevo su voz. ──. ¿Dónde mierda está mi prometida? ─poco le importó saber que los demás lo escucharan. 

Un dolor punzante se presentó en el pecho del rubio, saber aquello le abría la herida más que a nada. Con dolor y cansancio levantó su mirada observando al azabache.

──Liberty Ackerman dio su vida por la humanidad. ─sus palabras fueron un balde de agua fría cayendo de golpe sobre ellos. 

──¿Qué? ─la castaña miraba sin creer. ──. Liberty… está muerta. ─una lagrima bajo por su mejilla. 

El azabache por su parte, permanecían observando los ojos del rubio, sin creer lo que había dicho. Aunque no lo demuestre, en su interior se estaba destrozando lentamente. 

──¡Suéltame! ─un fuerte grito alertó a los presentes, pues este se acercaba. 

──¡Mikasa, no puedes correr! 

A los segundos se vio a una azabache con ojos cristalizados, parecía que acababa de levantarse. 

──¡Mikasa, espera! ─detrás de ella llegó el castaño que fue salvado junto a su amigo. 

──¿Dónde está Liberty? ─preguntó mirando al comandante, él se quedó en silencio dando a entender que no regresó. ──. No es verdad. ─sus lágrimas salieron sin pudor alguno. ──. Ella no... ─miró al azabache esperando que le dijera que era mentira, que ella sigue viva. ──. ¿Liberty realmente está muerta? ─no recibió respuesta. ──. ¡Contesta! ─lo tomó de su ropa sin importarle nada. 

──Sí, está muerta. ─su voz fría hielo a la azabache retrocediendo. 

Unos brazos la envolvieron, sus lágrimas no tardaron en hacerse presentes más fuertes. Lamentándose por no haber hecho algo por ayudarla.

──Tienes que descansar. ─le susurró el castaño abrazando con cuidado a la azabache. 

Él se sentía más culpable, pues si no se hubiese dejado secuestrar nada de esto estaría pasando. 

Fue cuestión de minutos para que todos supieran que la Legión estaba de luto, habían perdido no solo a un soldado cualquiera, sino a la teniente de los soldados. 

La puerta fue cerrada bruscamente sin importarle si la dañaba, simplemente se dejó caer por esta ocultando sus ojos entre su cabello. 

Su pecho dolía y mucho, sentía como si le hubieran quitado el corazón sin sacarlo. No había sentido aquello desde que se madre murió, solo que este es más fuerte y no sabe cómo pararlo.

──Tsk. ─chasqueó llevando su mano al pecho, le dolía más de lo que soportará. ──. Liberty, idiota... ─una lágrima traidora bajo por su mejilla. ──. ¿Por qué me dejas tú también?

Recargó su cabeza contra la madera poniendo su mirada en el techo, mientras dejaba que otra lágrima bajaba por su mejilla.   

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top