𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐄𝐄𝐍
MIRÓ CON NERVIOS TODA LA ARENA, no podía visualizar bien donde se encontraba Finnick y eso no le gustó para nada.
—Damas y caballeros, ¡que empiecen los Septuagésimo Quintos Juegos del Hambre!
La voz de Claudius Templesmith, el presentador de los Juegos del Hambre, retumba en los oídos de todos los tributos. La pelirroja observó toda el agua que estaba al rededor, debía nada para poder llegar a la Cornucopia.
Y cuando el gong suena no dudó en tirarse al agua y empezar a nadar, por suerte estaba más que acostumbrada a nadar largos trayectos por lo que no se le hizo complicado llegar a las hileras de tierra, y sin pensarlo dos veces empezó a correr hacia la Cornucopia.
Fue la primera en llegar sin duda alguna, tomó una lanza, luego empezó alguna mochila u objetivos para sobrevivir, pero no había nada, solo habían armas.
Maldijo en su interior y sus sospechas fueron confirmadas. Lo que buscaban no era solo asesinar a Katniss Everdeen, buscaban asesinar a todos los vencedores posibles.
Entonces escuchó como alguien salía del agua, sin pensarlo la pelirroja se dió la vuelta dispuesta a asesinar a la persona, pero solo era Katniss.
—Lo lamento tanto —espetó Narcissa bajando la lanza—. Allá están las armas.
Sin más la pelirroja se dió la vuelta y empezó a buscar a Finnick, quien ya había llegado y tenía un tridente en mano.
—Conseguiste tu juguete eh —murmuró la pelirroja divertida.
—Y tú el tuyo —se defendió el rubio con una sonrisa.
Los dos entonces se acercaron a Katniss.
—Tú también sabes nadar —le dice Finnick a la adolescente—. ¿Cómo has aprendido en el Distrito 12?
—Tenemos una bañera muy grande.
—Ya te digo. ¿Te gusta la arena?
—No especialmente, pero supongo que a ti sí. Imagino que la habrán construido en su honor.
—Es una suerte que seamos aliados ¿Cierto? —dijo Finnick sorprendiendo tanto a Narcissa como a Katniss.
—Vale —dice ella finalmente, aunque parecía no muy contenta con la idea de tener a Finnick como aliado.
—¡Agáchate! —exclamó Finnick mientras que él lanzaba su tridente hacia el tributo masculino del distrito cinco—. No confíes en el 1 y en el 2.
—Solo hay armas en la Cornucopia —anunció la pelirroja—. No hay nada de mochilas o cosas para sobrevivir, tomen lo que necesiten y vámonos.
La pelirroja entonces tomó un par de cuchillos y otra lanza, no dudó dos veces en buscar a Finnick, quien de igual manera estaba buscándola.
Pero no tuvieron tiempo de hablar pues Katniss salió corriendo, los dos sin dudarlo empezaron a seguirla, y cuando entendieron que iba a por Peeta fue Finnick quien detuvo a la castaña.
—Yo iré a por él —le dijo este a la chica.
—Puedo ir yo por él —insistió Katniss.
—En tu estado es mejor que no te canses —fue lo que Finnick respondió y le dió una palmada en el abdomen.
—¡Cúbranme! —exclamó el rubio antes de lanzarse.
Finnick entonces nadó hacia Peeta, la pelirroja por su parte miraba con suma atención los alrededores, pero no había nadie que intentara lastimar a los dos rubios. Cuando llegaron Peeta fue con Katniss y Finnick con Narcissa.
—Hola de nuevo — dice Peeta a la castaña y le da un beso—. Tenemos aliados.
—Sí, como Haymitch quería.
—Recuérdamelo, ¿hemos hecho tratos con alguien más?
—Creo que solo con Narcissa —respondo, asintiendo con la cabeza hacia la pelirroja quien le dió una pequeña sonrisa a la castaña.
—Bueno, no puedo dejar a Cissa —dice Finnick mientras observaba con amor a su novia—. Es una de las pocas personas a las que les gusto de verdad.
—No tengo ningún problema con Narcissa —le aseguró Katniss—. Sobre todo después de ver la arena. Puede que sus anzuelos sean nuestra mejor oportunidad de conseguir comida.
—Katniss quiso aliarse con ella el primer día —comenta Peeta.
—Katniss tiene muy buen criterio —responde Finnick—. Aunque Cissa también quiso aliarse contigo desde el primer día.
—No debías decir eso —murmuró la pelirroja con las mejillas rosadas—. Es mejor que nos vayamos o tendremos que participar en el Baño de Sangre.
Los tres asintieron de acuerdo con la chica y sin pensarlo se adentraron más, conforme avanzaban la arena iba desapareciendo y empezaban a adentrarse a la jungla.
Aunque ella no lo iba a admitir, le encantaba ver el montón de plantas que nunca había visto en su vida pero de las cuales tenía conocimiento.
Peeta lideraba la marcha, abriéndose paso entre la densa vegetación con su largo cuchillo. Finnick y Narcissa van enmedio, los dos caminando juntos y bastante cerca, cosa que Katniss notó.
Entre la cuesta empinada y el calor, no tardan mucho en quedarse sin aliento. Y fue que un buen par de kilometros más tarde Peeta es quien pide un descanso.
—Finnick —murmuró la pelirroja mientras que los dos observaban como Katniss se subía a uno de los árboles.
El rubio la miró y ella con la mirada señaló el tridente, entendió la indirecta bastante rápido, tomó el tridente y se colocó en posición defensiva, inclusive colocó a Narcissa detrás de él.
Cuando Katniss se bajó del árbol, observó la posición defensiva de Finnick y los nudillos blancos que Narcissa tenía debido a la fuerza con la que sujetaba su lanza.
Era obvio que ellos se darían cuenta de lo que ella intentaría hacer, Katniss se olvida que las dos personas frente a ella son profesionales mucho más letales que ella.
En ese momento recordó lo astuto que Finnick era, recordó que Narcissa era una genio bastante inteligente y analítica.
—¿Qué está pasando ahí abajo, Katniss? ¿Van todos de la mano? ¿Han abjurado de la violencia? ¿Han lanzado sus armas al mar para desafiar al Capitolio? — pregunta con tranquilidad Finnick.
—No.
—No —repite él—. Porque lo que pasara en el pasado, se queda en el pasado, y en esta arena no hay nadie que ganase por accidente. —Mira a Peeta durante un momento—. Salvo Peeta, quizá.
Katniss sabía que, si atacaba, no ganaría, Narcissa y Finnick eran un equipo con años de confianza y experiencia.
Pero tal hecho no hizo que continuara pensando en como podía asesinarlos a ambos.
Peeta entonces se interpuso entre ellos tres.
—Bueno, ¿cuántos han muerto?
—Es difícil decirlo —le responde Katniss—, al menos seis, creo. Y siguen luchando.
—Sigamos adelante, necesitamos agua.
—Será mejor que la encontremos pronto —interviene Finnick—. Necesitamos estar bajo cubierto cuando los demás intenten cazarnos esta noche.
Después de otro kilómetro y medio los árboles empiezan a acabarse.
—Quizá tengamos más suerte al otro lado. Puede que haya un manantial o algo.
Sin embargo, mientras Peeta estaba camino a cortar unas enredadera cuando Katniss le grita que no lo haga.
El campo de fuerza hace que Peeta salga volando hacia Narcissa y Finnick, a quienes derribó debido al inesperado suceso.
Katniss se acerca al chico con preocupación intentando ver si continúa con vida, pero lo peor es que no es así pues su corazón dejó de latir.
—¡Peeta! —grita Katniss—. ¡Peeta!
Finnick aparta a la castaña de un empujón.
—Déjame a mí. —Sus dedos tocan unos puntos en el cuello de Peeta, le recorren los huesos de las costillas y la columna. Después le tapa la nariz.
—¡No! —chilla y se lanzo sobre él.
Finnick levanta la mano y me golpea tan fuerte en el pecho que salgo volando y me doy contra un árbol. Narcissa de inmediato camina hacia la castaña y la ayuda a levantarse.
—Tranquila, él está intentando salvarlo —respondió la pelirroja—. Se llama RCP, intenta hacer que el aire llegue a sus pulmones y que su corazón vuelva a bombear.
Katniss ante tal declaración se tranquilizó un poco más y observó a Finnick salvar la vida del adolescente. Entonces Peeta tose un poco y eso es más que suficiente para que el rubio se aparte.
Narcissa se acerca a su novio y lo abraza con fuerza, él sin pensarlo le corresponde el gesto sin dudarlo.
—Todo un héroe —murmuró ella divertida.
—Pues claro que lo soy, me duele que te estés dando cuenta hasta ahora.
Ella rió en voz baja mientras negaba con la cabeza, Finnick no tenía reparación.
—¿Katnis? —escucharon que Peeta dijo preocupado.
La mencionada estaba ahogando los sollozos que querían salir.
—No pasa nada, son sus hormononas —dice Finnick—. Por el bebé.
—Es malo para ti alterarte tanto —añadió Narcissa sin notar la mirada inquisitiva que su novio tenía en los dos adolescentes—. Peeta está bien Katniss, míralo, se encuentra bien.
—¿Cómo estás? —le pregunta Finnick a Peeta—. ¿Crees que puedes seguir avanzando?
—No, tiene que descansar —responde Katniss.
—Entonces, ¿quieren que acampemos aquí? —pregunta el rubio.
—No creo que sea posible —responde Peeta—. Quedarnos aquí, sin agua, sin protección... Ya me siento mejor, de verdad, siempre que podamos ir despacio.
—Es una buena idea —le apoyó Narcissa—. Yo también me encuentro cansada —eso era una mentira pero quería apoyar al chico.
—Despacio es mejor que nada —repone Finnick, y ayuda a Peeta a levantarse.
—Yo iré delante —dice Katniss.
Peeta empieza a protestar, pero Finnick lo corta.
—No, deja que lo haga —dice y la mira con el ceño fruncido—. Sabías que ese campo de fuerza estaba ahí, ¿verdad? ¿En el último segundo? Empezaste a gritar una advertencia. —Ella asintió—. ¿Cómo lo sabías?
—No lo sé. Es como si los oyera. Escuchad.
Todos se quedan quietos: se oyen los insectos, los pájaros y la brisa entre las hojas.
—Yo no oigo nada —dice Peeta.
—Sí —insiste ella—, es como cuando electrifican la alambrada del Distrito 12, solo que mucho más bajito. —Todos vuelven a prestar atención—. ¡Ahí! —exclamo—. ¿No lo oís? Sale justo de donde Peeta recibió la descarga.
—Yo tampoco lo oigo —responde Finnick—, pero, si tú sí, ponte la primera, sin duda.
—Qué raro —dice Katniss—. Sólo lo oigo con el oído izquierdo.
—¿El que te reconstruyeron los médicos? —pregunta Peeta.
—Sí —responde mientras se encoge de hombros—. Quizá hicieron su trabajo mejor de lo que creían. ¿Sabes? A veces escucho cosas raras por ese lado, cosas que no deberían tener sonido, como las alas de los insectos. O como la nieve al caer al suelo.
Narcissa soltó una risita y entonces le susurró algo a la castaña que la dejó perpleja.
—Eres buena mintiendo, mejor de lo que pensaba —y con eso se alejó de la chica para colocarse junto a Finnick.
—¿Qué le has dicho que la dejó tan perpleja?
—Nada, solo le dije algo que sabía desde hace mucho tiempo —respondió la pelirroja con una pequeña sonrisa—. ¿Vamos?
Gracias a las palabras de Narcissa, Katniss supo que no debía tener cuidado con Finnick u otro tributo.
Debía tener cuidado con ella porque la Pollux no era solo amabilidad y sonrojos.
Author's note:
Cissa está empezando a demostrarle a los demás que no es solo una chica tímida eh. Finnick es el único que conoce ese lado poderoso de ella jeje.
Algo que me causaba cierta gracia mientras leía los libros es como Katniss al inicio pensaba que derrotar a los vencedores sería sencillo, pero se está dando cuenta que de hecho eso no es así.
En fin, cuídense <3
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