011 || the day juno left

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Chapter Eleven.
el día que juno se fue

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Mayo 2002
Quantico, Virgina
(Departamento de Juno y Austin)

JUNO SENTÍA SUS MANOS TEMBLAR POR LOS NERVIOS, SU PIERNA SE MOVÍA SIN CONTROL ALGUNO, todo mientras se encontraba sentada en el borde de la cama esperando juntar el valor suficiente para ver el resultado de la prueba de embarazo que se había realizado 15 minutos atrás. Prueba que decidió hacerse después de pasar varios días con mareos y de que en la tarde había querido vomitar solo por oler la comida de una de sus compañeras de clase.

Al principio quería creer que eran meras casualidades, algo que le había caído mal y le generó las ganas de vomitar o que se había levantado muy rápido de la cama y que eso le causaba los mareos. Buscó cualquier clase de explicación para no tener que empezar a sospechar de un embarazo, sin embargo cuando comenzó a hacer las cuentas para recordar cuando había sido su último periodo, se dio cuenta que tenía un retraso de tres semanas.

Recordó que la última vez que había tenido relaciones con Austin, él le había comentado que tenía la sospecha de que el condón se había roto. Se tomó la pastilla del día siguiente, pero ahora que se encontraba en esa situación, empezaba a creer que no había funcionado.

Veinte minutos después Juno tomó aire, suspiró y decidió levantar del buró aquella prueba que estaba por decirle que tanto podría cambiar su vida.

Dos líneas.

Era un hecho, estaba embarazada.

Juno dejó caer la prueba en el suelo mientras volvía a sentarse en la cama tratando de asimilar lo que estaba por pasar. Ella realmente tenía una nueva vida dentro de su vientre, tenía la oportunidad de traer a una persona nueva al mundo, una que sería su eterna compañía, que dependería por completo de la castaña... toda su vida cambiaría.

La mano izquierda de Juno viajó hasta su abdomen mientras cientos de pensamientos comenzaban a rondar por su cabeza.

¿Estaba lista para ser madre? Tan solo unas semanas atrás había cumplido 20 años, aún se encontraba estudiando la carrera de enfermería y aunque ya era independiente por no vivir en casa de su padre, no estaba segura de si con su empleo podría darle una vida digna a ese bebé.

Algunas lágrimas comenzaron a caer por su rostro, aunque Juno no estaba completamente segura de si estas eran de felicidad, miedo o preocupación. Aunque internamente comenzaba a pensar que era una mezcla de todo lo que empezaba a sentir.

Iba a ser madre.

Volteó su mirada al buró que estaba del otro lado de la cama en donde pudo ver una fotografía enmarcada. Era ella con su madre cuando era una niña.

Lucina Clarke había sido la mujer que había traído a la castaña al mundo y quien había partido del mundo cuando Juno tenía tan solo 7 años en lo que su padre le explicó que había sido un accidente automovilístico, uno del cual ella no tenía recuerdo alguno.

Juno pensó en su mamá y en todas esas cosas tan increíbles que hizo por ella cuando era niña, en todas las veces que jugaron hasta que terminaban rendidas en el suelo de tanta actividad, en los cuentos que le contaba cada noche, en los días que se quedó a su lado porque temía a la oscuridad o a los truenos en los días de lluvia...  Lucina había sido una maravillosa madre y era la clase de madre que Juno deseaba ser.

Fue en ese momento en donde la idea de ser madre no le pareció tan descabellada y una alegría comenzó a expandirse en su pecho. 

Pero entonces el sonido de su celular y un mensaje de texto la hicieron salir de esa burbuja de calidez en la que había empezado a meterse. Era Austin para decirle que llegaba en cinco minutos y que tuviera la cena lista.

No solo Juno sería madre, Austin sería padre. Ambos serían padres.

El miedo volvió a consumirla.

Austin no era la clase de persona a quien Juno pudiera imaginarse como un buen padre y muchísimo menos en esos momentos, momentos en donde el departamento dependía casi en su totalidad de Juno, momentos en donde Austin gastaba todo lo que ganaba en cualquier otra cosa pero nunca en algo para su hogar, momentos en donde Austin solo parecía querer estar de fiesta en fiesta sin importarle lo que pudiera pasar mas adelante.

— ¡Juno, cariño, estoy en casa!— se escuchó desde la puerta del departamento— Traje la leche que me pediste

Juno se levantó velozmente para recoger la prueba de embarazo y tomar la caja para esconderlas, limpió las lágrimas que había en su rostro, respiró profundamente mientras trataba de tranquilizarse. Tendría que darle la noticia a su novio, solo que en esos momentos no tenía idea de como lo haría.

— ¿Juno?— preguntó Austin asomando su cabeza por el marco de la puerta— ¿Estás en casa?

— Aquí estoy— habló Juno mientras cerraba su cajón de ropa— Estaba terminando de acomodar la ropa que lavé en la mañana. Hola cariño, ¿Qué tal tu día?

— Igual que siempre, cansado por atender a todos los clientes del taller, todo porque mi jefe se niega a contratar a alguien que me ayude— suspiró Austin besando la frente de su novia— ¿Ya está la cena?

— Si... ve a sentarte y te sirvo, debes estar hambriento— asintió ella aún un tanto abrumada por el resultado de la prueba— Hice sopa y tortitas de papa con ensalada

— ¿Te sientes bien?— le preguntó Austin— Luces un poco pálida

— Si, estoy bien— mintió— Solo un poco cansada. Hoy fui a presentar un examen a la universidad y estuvo algo pesado, es todo

Austin asintió no muy convencida de lo que Juno decía, sin embargo decidió dejarlo pasar en cuanto vio a su novia salir del cuarto con velocidad para dirigirse a la cocina.

Juno se encargó de servir la cena, se sentó en el pequeño sillón que había en la sala mientras seguía pensando maneras en las que podría manejar lo que se encontraba viviendo. Sin embargo aún seguía demasiado abrumada y no lograba tener una idea clara de que hacer.

— ¿Por qué estás llorando? ¿Qué tienes?— preguntó Austin acercándose a Juno

Juno se maldijo internamente al darse cuenta que varías lágrimas ya rodaban por sus mejillas.

— Juno, algo está mal, me puedo dar cuenta. ¿Qué ocurre?— preguntaba Austin tomando las manos de la castaña y agachándose para estar a su altura— Y no me mientas porque sabré si lo haces

La mente de Juno comenzó un debate sobre que hacer, sobre la manera en la que le daría la noticia. Después de todo algo como un embarazo no se podría ocultar, era necesario que Austin supiera lo que estaba pasando.

— En la tarde me sentí un poco mal, tuve náuseas, aún tengo los mareos de los que te había contado...

— ¿Estás enferma? ¿Fuiste al doctor?

— Eso quise creer al inicio. No quería empezar a hacerme ideas en la cabeza, pero después de pensarlo y de hacer algunas cuentas me di cuenta de lo que estaba pasando...

— Deja de darme largas y dime que está pasando— dijo Austin con un ligero toque de molestia

— Austin... estoy embarazada— confesó Juno con la voz temblorosa

El pelinegro soltó las manos de Juno y se puso de pie mientras pasaba sus manos por su cabello.

Lo único que podía escucharse en esos momentos eran las gotas de lluvia que comenzaban a golpear en las ventanas del departamento.

— ¿Es un chiste, verdad?— preguntó Austin después de algunos momentos de silencio

— Por supuesto que no. ¿Cómo por qué bromearia con algo como esto?

— Esto... esto no puede ser posible. Siempre nos cuidamos, siempre usamos condón. ¡Te metiste con otro y ahora quieres que yo me haga cargo!

— ¿¡Qué!? ¿¡Cómo se te ocurre pensar que sería capaz de hacer algo como eso!?— preguntó Juno con molestia y poniéndose de pie— ¡Eres la única persona con quien he estado en mi vida! ¡Eres mi pareja y se darte el lugar que mereces! No puedo creer que seas capaz de pensar así...

— ¿¡Y que se supone que tengo que pensar!? Nos cuidamos siempre y ahora resulta que estás embarazada. A mi no me vas a venir a ver la cara de tonto...

— ¡Tú mismo me dijiste que tenías la sospecha de que el condón se rompió la última vez que estuvimos juntos!— interrumpió Juno levantando el tono de voz

— Y por algo te tomaste la tonta pastilla...

— ¡Eso no garantiza nada y tu lo sabes! Además te recuerdo que me la tomé mas 24 horas después, todo porque te tardaste un día en hablarme de tus sospechas sobre el condón roto— decía Juno con demasiado enojo— Y quiero recordarte que la pastilla puede ir perdiendo efectividad si no se consume durante las primeras 24 horas

— Mierda... esto tiene que ser una jodida broma... un maldito mal sueño

Juno sentía la furia por ver actuar a Austin de esa manera. Sospechaba que no tendría la mejor de las reacciones, pero no esperaba que la reacción fuera una como la que estaba presenciando.

— ¿Y que vas a hacer? ¿Sabes de alguna clínica donde te puedan sacar eso del estómago?

— ¿Qué?

— Sabes de lo que estoy hablando. Es claro que no puedes tenerlo, lo mejor va a ser que te deshagas del problema

La castaña no podía creer lo que estaba escuchando.

Si bien Juno aún no decidía si deseaba tener a su bebé, le impactó la manera en la que Austin se estaba hablando, le molestó que él ya hubiera tomado la decisión de abortar sin siquiera preguntarle antes como se sentía o si quería tenerlo.

— Austin, aún ni siquiera he decidido si quiero abortar...

— Por supuesto que vas a abortar. ¿Qué vas a hacer con un niño? Apenas y das dinero para pagar la renta del departamento, estás estudiando...

— ¿Qué voy a hacer? ¿Por qué no te preguntas que vamos a hacer? El bebé es de ambos, no es como si me hubiera embarazado por mi cuenta o por acto de magia. ¡La responsabilidad es de los dos, no solo mía!— gritaba Juno

— Es tu bebé y es tu problema. Yo te he dicho muchas veces que no deseo ser padre y eso no va a cambiar porque cometiste el error de no tomarte a tiempo la pastilla

— ¿¡Cómo me vas a culpar por esto!?— preguntaba Juno alterada— Fuiste tú quien no me dijo a tiempo lo del condón, me tomé la pastilla correctamente pero como te dije no es 100% efectiva. Eres un idiota.

— ¿Sabes qué? Vete— soltó Austin dejando a Juno sin palabras— Resuelve tu problema tu sola... no te quiero ver

— ¿Me estás corriendo de mi propia casa?

— No confundas, el contrato de alquiler está a mi nombre. Esta es mi casa— corrigió Austin haciendo que el corazón de Juno se estrujara del dolor que empezaba a sentir— Y como estás en mi casa yo decido lo que vas a hacer. Así que te ordeno que te vayas, te deshagas del problema y vuelvas para poder continuar con nuestras vidas

— ¿Ni siquiera te importa lo que yo quiera? ¿Cómo me siento?— preguntaba Juno con la voz quebrada— Tu solo quieres que aborte... sin importarte si eso es lo que quiero. Me estás culpando por esto, me acusas de engañarte... no te reconozco, tú no eres el Austin de quien me enamoré

Juno se encaminó a la habitación para tomar su bolso. No quería seguir en el departamento, por lo que saldría a tomar un poco de aire para tratar de aclarar su mente.

Sin embargo no contaba con las palabras que salieron de la boca de Austin en cuanto ella tomó el bolso que había sobre una silla.

— Si te vas y quieres volver, tendrás que hacerlo sin esa cosa dentro de ti— advirtió Austin— No voy a acceder a que vivas aquí si pretendes seguir con el embarazo. Eso si, si decides irte, estás por tu cuenta. No volverás a saber nada de mi

Las lágrimas seguían cayendo, solo que ahora de una manera mas intensa, el dolor en el pecho se incrementó, su corazón se rompía por cada palabra que salía de la boca de aquel hombre que tanto amaba.

— Si eso es lo que quieres, que así sea— dijo Juno limpiando sus mejillas

Por supuesto que le dolían las palabras de Austin, por supuesto que le dolía saber que acababa de perder a la persona que había amado durante tantos años. Pero sentía que su dignidad era mas importante, además de que el Austin que hablaba no era el Austin de quien ella se había enamorado cuando eran adolescentes.

Fue entonces que Juno tomó la decisión de abandonar del departamento y terminar con quien creía era el amor de su vida.

Tomó una maleta que había debajo de la cama, guardó las pocas cosas que tenía, tomó su bolso para revisar con cuanto dinero contaba y averiguar si podría pasar la noche en un hotel (cosa que después supo que no sería posible, puesto que solo contaba con 100 dólares para el resto de la semana).

Mientras Juno empacaba podía escuchar como Austin seguía hablando y gritando, pero ella decidió no hacer más caso, quería pensar que haría, a donde iría...

Y entonces a su mente llegó Zara, su mejor amiga.

Habían pasado algunos meses desde la última vez que habían hablado y esto debido a que Juno se encontraba demasiado ocupada con la escuela y el trabajo, pero recordó todas las veces que Zara le ofreció su hogar los días que salían a altas horas de la noche de la escuela.

No estaba muy segura de si Zara aceptaría darle alojamiento durante esa noche, pero era la única opción que le quedaba.

— Si te vas y me dejas, nadie volverá a quererte de la manera en la que yo lo hago— dijo Austin en cuanto Juno cerró su maleta

— ¿Tu manera de quererme es comportandote como un idiota ante la noticia de mi embarazo?— preguntó Juno sin siquiera mirarlo— Porque si es así espero que tengas razón y nadie vuelva a quereme. No me interesa tu amor si solo quieres culparme y no pensar en lo que yo quiera

Juno tomó todas sus cosas y salió del departamento, ignorando todos los llamados que había detras de ella.

Por cada paso que daba, volvían a caer las lágrimas por sus mejillas. Esto le estaba doliendo como un infierno, pero quería mantenerse firme frente a Austin. Aún cuando no supiera que haría con su embarazo, sabía que lo que sea que hiciese, fuera solo por su propia decisión y no porque la estuvieran obligando.

La lluvia se volvió muchísimo mas intensa por lo que cuando Juno salió del edificio comenzó a mojarse. Necesitaba llegar al metro lo mas pronto posible, por lo que buscó un taxi que pudiera llevarla (ya que irse caminando en definitiva no era una opción).

Pasaron casi diez minutos en los que Juno batalló para encontrar un taxi, para su fortuna una mujer la logró ver y se paró junto a ella. Juno le indicó que se dirigía al metro mas cercano, cosa a la que ella accedió.

La castaña subió su maleta al vehículo para después entrar ella. Su cabello escurría, su ropa ya pesaba por lo mojada que estaba, su cuerpo comenzaba a temblar por el frío, casi todas sus cosas se habían mojado, su nariz estaba roja por el frío que comenzaba a sentir y sus lágrimas se mezclaban con todas las gotas de la lluvia.

— ¿Te encuentras bien?— le preguntó la taxista a Juno— ¿Qué haces a estas horas de la noche y con esta lluvia en la calle?

— Ehhh... discutí con mi novio y básicamente me corrió del departamento— explicó Juno frotando sus manos para tratar de entrar en calor

— Que desgraciado...

— Si bueno... quisiera decirle que el correrme del departamento fue lo único que hizo, pero la verdad es que me dijo cosas peores antes de hacer que me fuera— suspiró Juno— Quería pasar la noche en un hotel en lo que pensaba que hacer, pero no tengo el suficiente efectivo para pagar una habitación y alimentos...

— ¿Cómo que no tienes un lugar al cual llegar? Eres una niña, no puedes pasar la noche en la calle— decía la mujer con preocupación

— Mi intención es ir a casa de mi mejor amiga... por eso quiero llegar al metro— explicaba Juno mirando por las ventanas— Quiero creer que ella me puede dar alojamiento, aunque sea por hoy

— ¿A que estación vas?

— Rhode Island, creo... tiene tiempo que no voy— contestó Juno— Aunque espero honestamente encontrarla porque sabía estaba por mudarse

La taxista pareció estar meditando su respuesta por unos instantes. Juno no dijo nada puesto que aún trataba de pensar en que hacer, por lo que no le tomó mucha importancia al silencio de la mujer que conducía.

— Te llevaré hasta Rhode Island— dijo la mujer— Está lloviendo demasiado y el metro va a tardar mucho. Ya es tarde para que estés fuera tu sola

— No, no hace falta. Estoy bien— negó Juno— Además no creo tener el suficiente dinero para pagar un viaje hasta Rhode Island

— Por eso ni te preocupes, con que puedas darme diez dólares yo estaré bien— decía la mujer— Tengo una hija y si estuviera en tu lugar me gustaría que alguien la ayudara

Juno le sonrió a la mujer y le agradeció por la amabilidad.

Y por primera vez en la noche, Juno comenzó a sentir que la vida le sonreía.

•••

Cuando Juno llegó a Rhode Island se dio cuenta que se había equivocado de estación, pero tenía mucha pena con la mujer que amablemente la había acercado hasta la estación del metro, por lo que le pagó y solo se alejó para seguir con su camino.

La lluvia aún era intensa por lo que Juno apresuró el paso para entrar al metro. Para cuando entró a la estación se fijo en el mapa para saber a donde tenía que ir e incluso le preguntó a uno de los policías que estación quedaría mas cerca de su destino.

Su siguiente destino era la estación Silver Spring.

El camino para su fortuna no fue tan largo como lo esperaba, solo tuvo que aguantar varias miradas por el estado en el que venía, cosa a la que Juno decidió no hacerle caso.

Sin embargo aunque las cosas para Juno no se hicieron mas sencillas, puesto que cuando llegó a su destino se encontró con que las calles habían sido restauradas y ya no lograba ubicarse como la última vez que había estado en el lugar. De esta manera, la mujer tuvo que caminar durante casi media hora debajo de la lluvia mientras trataba de encontrar el edificio donde Zara vivía.

Durante su trayecto tuvo que refugiarse en una panadería puesto que la lluvia se intensificó al punto que ya no podía ver el camino.

Juno se veía como si hubiera sido aventada a una alberca. Estaba completamente empapada, aunque la buena noticia fue que ya estaba a tan solo una cuadra de llegar a su destino.

En agradecimiento a la encargada de la panadería por dejarla cubrirse, decidió comprar unas cuantas piezas de pan.

Cuando la lluvia pareció volver a bajar, Juno tomó sus cosas y nuevamente se apresuró para llegar al edificio que tanto buscaba.

Después de media hora caminando y usando el metro, Juno llegó al departamento donde Zara vivía.

Con nervios y temblando de frío, tocó el timbre, esperando que alguien le pudiera abrir.

— Traje un poco de pan— exclamó Juno extendiendo la bolsa de plástico mojada por la lluvia— No quería llegar con las manos vacías, además una señora amablemente me dejó cubrirme en la panadería por la fuerte lluvia

— ¡Por el amor de dios, Juno, estás empapada!— exclamó Zara en cuanto vio que quien había tocado era su mejor amiga— ¿Qué haces aquí? Entra, vamos, te prepararé chocolate caliente

— ¡Juno! Mira nada mas como estás, pasa, pasa— dijo la madre se Zara al ver a la chica temblando del frío— Te traté una toalla y ropa seca

Esa noche Juno lloró como no lo había hecho en muchos años, se aferró a los brazos de su mejor amiga mientras se repetía lo tonta que había sido por darle tantos años de su vida a alguien como Austin, dejó salir todos esos sentimientos que tenía guardados desde que las cosas en su relación se empezaron a tornar malas.

Sin embargo no fue lo único que sucedió ese día, ya que después de estar llorando durante varias horas, Juno tomó una decisión que cambiaría por completo su vida.

Juno iba a tener ese bebé.

Juno sería madre y haría todo lo que estuviera en su poder para darle todo el mundo si así lo qusiera a su pequeño o pequeña.

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