006 || the art of eye contact
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Chapter Six.
el arte del contacto visual
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LA CENA ENTRE SPENCER Y JUNO RESULTÓ SER mejor de lo que ambos pudieran haber imaginado, y es que aunque a simple vista, parecían no tener realmente mucho en común, compartían los suficientes gustos para generar una buena conversación.
Pero sin duda la mejor parte fue descubrir aquellas cosas que no tenían en común, pero resultaron demasiado interesantes para ambos.
Uno de los ejemplos sobre esto, fue cuando Juno comenzó a hablar sobre como descubrió que la repostería era una de sus pasiones y que uno de sus sueños era volverse maquillista profesional.
Spencer jamás se había interesado en el mundo del maquillaje, pero cuando Juno hablaba de manera tan apasionada sobre toda clase de productos y técnicas que en su vida había escuchado, sentía que podría pasar horas sin parar, oyendo exclusivamente del tema.
También descubrió que Juno había sido estudiante de enfermería, sin embargo prefería el no ejercer y pasar todo el tiempo que fuera posible junto con Charlotte. Tiempo que no tendría si tuviera un empleo en algún hospital.
Después de esa conversación, Charlotte salió a tema.
Juno amaba a hablar sobre su hija, le recordaba que aún cuando hubiera tenido muy malos momentos en su vida, existía esa chispa de alegría que tenía el suficiente brillo para iluminar todo su mundo (aunque este pareciera estar en una completa oscuridad).
Spencer no podía evitar sentir curiosidad sobre muchas cosas con respecto a Charlotte cada que Juno contaba anécdotas divertidas y se omitía la mención del padre de la niña. El castaño pensó en un par de posibles respuestas a sus preguntas (ya que no quería preguntarlo de manera directa para no sonar irrespetuoso).
La primera opción era que el padre de Charlotte ya había fallecido y que la niña no lo conoció, era por eso que no había visto figuras masculinas en los dibujos familiares que había pegados en una de las paredes de la pastelería.
La segunda era que el hombre simplemente no había querido hacerse responsable de la niña, de manera que no lo pudo conocer.
Spencer no sabía la respuesta y tampoco planeaba obtenerla esa noche, pero si esta llegara a ser la segunda, no podría comprenderlo. Él había conocido a Charlotte y aún cuando no tuvo una gran interacción con ella, encontró en la pequeña a una niña alegre, llena de dulzura.
¿Cómo alguien no querer a la niña con con un brillo en su mirada pedía repeticiones de trucos de magia tan simples como lo que él había hecho para distraerla y que detuviera su llanto?
Fue entonces que Spencer supo que no solo Juno se había apoderado de sus pensamientos, la pequeña Charlotte también se había ganado su corazón.
— Entonces Charlotte tomó varios de los pastelillos que teníamos en la bodega y los acabó vendiendo a sus compañeros de clases por un dólar— contaba Juno entre risas— La maestra me tuvo que llamar porque Charlotte ya tenía a muchos niños haciendo encargos
— ¿Y por qué empezó a vender los pastelillos?— preguntó Spencer también riendo
— Se acercaba mi cumpleaños y me quería comprar un ramo de flores como regalo— sonrió Juno al recordar tan lindo gesto— Por supuesto que le tuve que explicar que no podía tomar así como si nada los pastelillos de la pastelería y menos venderlos a sus compañeros
— Es una niña muy dulce— le dijo Spencer
— Bastante, es todo para mi— dijo Juno sin dejar de sonreír— ¿Qué me dices de ti? ¿Tienes hijos? ¿Sobrinos? Eres muy bueno con los niños como para no tener alguna clase de experiencia con ellos
— No, no tengo ninguno. Aunque mi mejor amiga, a quien le compré el pastel de cumpleaños el día que te conocí, tuvo a su primer hijo hace no mucho y me hizo el padrino del bebé— explicó Spencer sin parar de sonreír— Fuera de eso nunca había tenido muchas experiencias con niños fuera del ámbito de mi trabajo, pero esas no suelen ser experiencias tan alegres como le gustaría
— Que hermoso, dile que disfrute mucho esta nueva etapa y dile que aunque va a extrañar dormir horas seguidas, todo va a valer la pena, el tener un hijo es mágico y una vez que lo tienes en brazos no existe manera en la que puedas imaginar tu vida sin él— sonrió Juno mientras bebía de su vaso de limonada— Y sobre tu empleo, supongo que debe ser bastante complicado hacer lo que haces. He visto a Zara bastante preocupada por Derek y ahora se que haces lo mismo que él, creo que puedo imaginar algunos de los escenarios a los que te has tenido que enfrentar... pero si te sientes incómodo hablando de eso... no digo que no me interese lo que haces, pero debe ser muy pesado, es por eso que podemos cambiar de tema... por ejemplo, ¿Cuál es tu libro favorito?... aunque si quieres hablar de eso, hazlo, estaré encantada de escucharte
Spencer rio ligeramente por la manera en la que Juno intentó cambiar el tema y de que sus palabras no la hicieran parecer que no estaba interesada en escucharlo, cosa que internamente agradecía bastante. Pasaba todo su tiempo metido en su trabajo, se sentía bastante agradable poder tener una conversación fuera se toda esa clase de cosas, además claro de que disfrutaba enormemente la compañía de Juno.
— Tengo demasiados y muchos vienen a mi mente. Realmente soy alguien muy apasionado por la lectura y tengo facilidad para leer, eso me hizo leer una enorme cantidad de libros a lo largo de mi vida
— ¿De verdad? ¡Qué emoción!— exclamó Juno emocionada— A mi me gusta mucho la lectura, pero muchas veces no tengo tiempo para sentarme y leer. ¿Cómo es que con tu trabajo tienes el tiempo para hacerlo? Necesito consejos porque tiendo a ser compradora compulsiva con respecto a libros y luego ni los leo
— Ehhh, pues, tengo cierta ventaja que me ayuda en esa parte— dijo Spencer viendo a Juno, quien lo miraba de igual manera, solo que ansiosa por escuchar su respuesta— Leo 20,000 palabras por minuto
Juno bebía nuevamente de su limonada cuando escuchó esa última parte, por lo que de la sorpresa comenzó a ahogarse con el líquido que pasaba por su garganta.
La chica había visto demasiadas cosas a lo largo de toda su vida, incluso durante la universidad se encontró con personas demasiado inteligentes, con un coeficiente intelectual mas alto que el promedio, otras que leían con bastante velocidad, pero nada comparado con Spencer.
Aunque en realidad, nadie se podía comparar con él.
— ¿Estás bien?— preguntó Spencer con preocupación
— ¿20,000 palabras?— exclamó Juno con demasiada sorpresa— ¿De verdad eso es posible? Había escuchado de personas super inteligentes y con grandes capacidades, pero jamás de alguien que pudiera leer de esta manera
— Nuestra mente consciente procesa 16 bits de datos por segundo. Sin embargo el inconsciente procesa 11 millones— respondió
Juno lo miró extrañada, realmente no había entendido ni una sola palabra de lo que Spencer acababa de decir y Spencer lo notó, por lo que rio de manera ligera y asintió.
— Si, si es posible
— Supuse que serías alguien muy inteligente considerando el trabajo que tienes, pero ahora empiezo a creer que eres mucho mas que eso. ¿Eres una de esas personas a quien el mundo considera genios por tener un coeficiente intelectual elevado?
— Si, podría decirse que si— asintió él, mientras bebía de su taza de café— Tengo un coeficiente intelectual de 187 y una memoria eidética
Y nuevamente Juno volvió a quedar sorprendida ante ese comentario. Ya no había ninguna duda, nadie podía compararse con Spencer Reid.
— Eso es impresionante— exclamó ella con una sonrisa— Yo tengo muy mala memoria, bueno, soy muy distraída. Zara le llama memoria selectiva, yo le llamo memoria de Dory
— ¿Dory? No creo estar familiarizado con ese termino
— ¿Acaso nunca viste buscando a Nemo?— preguntó Juno levantando una ceja en señal de confusión— Dory, la pececita azul que se le olvida todo... la que acompaña a Marlin en la búsqueda de Nemo, su hijo
— No soy mucho de ver películas animadas... además de que tampoco tengo el tiempo
— Bueno, es una película muy bonita de un pez payaso que busca a su hijo cuando este es capturado por un buzo— explicaba Juno antes de darle un bocado a la lasaña que había frente a ella— A Charlotte le encanta, es de sus películas favoritas
— Si a Charlotte le gusta, confiaré en su buen gusto y la veré al llegar a casa— sonrió Spencer
Ambos rieron y se tomaron un momento para quedarse en silencio y comer de sus platos. No existió ninguna clase de momento incómodo durante el par de minutos que permanecieron callados, de hecho no había existido ni un solo momento que les generara incomodidad desde que se sentaron en la misma mesa.
Spencer solía tener siempre una respuesta para todo, pero si en ese momento le preguntaban como era que logró tener tan buena conexión con Juno, te contestaría que no lo sabía, que simplemente había ocurrido y se sentía verdaderamente feliz ante eso.
La compañía uno del otro les había hecho demasiado bien, se sentían bastante tranquilos enfrascados en conversaciones que cambiaban de tema algunas veces de manera drástica por cualquier clase de comentario. Y es que la conversación era como su cita, bastante espontánea.
Ya habían pasado por una gran variedad de temas y todo esto en un lapso de una hora, tiempo que realmente ni siquiera habían sentido que ya había transcurrido. El tiempo pareció no tener importancia una vez que su conversación empezó.
Juno podía llegar a hablar mucho cuando se apasionaba por un tema, justo al igual que Spencer.
Juno adoraba escuchar hablar a Spencer. y viceversa.
Spencer adoraba ser escuchado por Juno y viceversa.
Pero eso no fue ninguna clase de problema para ninguno de los dos, quien escuchaba de manera ansiosa lo que el otro tuviera que decir. Realmente estaban pasando la mejor de las noches gracias a la compañía del otro.
Tal vez Juno no se enfadaría tanto con Zara por mentirle para ir a cenar.
Y sin duda alguna, Spencer ya no se sentía enfadado con Morgan y el equipo por engañarlo para hacerlo asistir a es cita a ciegas.
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Para cuando la cena terminó y ambos salieron del restaurante, descubrieron que Morgan les había dejado su auto con el valet parking.
Eran casi las 11 de la noche y ninguno de los dos deseaba que la noche terminara. Aún cuando habían hablado por tanto tiempo, tenían esa necesidad de seguir juntos por lo que Juno sugirió quedarse estacionados en las afueras de su edificio para continuar con su conversación.
Al salir del restaurante mientras esperaban a que les entregaran el auto, Juno sitió el aire frío golpear su cuerpo y maldijo por estar usando un vestido y por haber dejado su chaqueta en el auto de Zara.
Spencer notó como su acompañante temblaba un poco por la baja temperatura, por lo que al instante se quitó el abrigo que traía puesto para colocarlo en los hombros de Juno, quien al sentir el calor de la prenda volteó y le sonrió como agradecimiento.
Ambos se quedaron por unos instantes perdiéndose en la mirada del otro.
Una escena digna de un cliché de una historia de amor, una escena que Juno siempre veía en las películas, escena que le llegaba a parecer ridícula.
¿Cómo era posible simplemente quedarte viendo fijamente a los ojos a una persona sin reírte o sentirte incómoda?
Esa era la pregunta que Juno se hacía cada que veía una escena como la que justamente se encontraba viviendo con Spencer.
Sin embargo en esta ocasión no se hizo aquella pregunta, tampoco sentía ganas de reírse y muchísimo menos se sentía incómoda ante la mirada del castaño frente a ella.
Fue entonces que Juno experimentó por primera vez el deseo de perderse en los ojos de alguien, experimentó el deseo de querer simplemente mirar fijamente a quien estaba frente a ella y concentrarse en esos pequeños detalles del rostro que solo se notan en momentos como ese.
Había algo en los ojos cafés de Spencer, algo que a Juno lograba hacer que su corazón brincara de alegría, algo que hacía que la sonrisa de Juno se volviera cada vez mas grande, algo que generaba que las manos de la chica comenzaran a sudar por los nervios.
En ese momento, Juno comprendió y entendió lo que significaba el arte del contacto visual.
Juno se había enamorado en un pasado, se había fijado en muchas otras personas en años anteriores, había tenido citas con diferentes personas, experimentó varios tipos de vínculos afectivos en lo que va de su vida. Sin embargo ninguno de eso parecía compararse a lo que ahora se encontraba viviendo junto a Spencer.
Ella no creía en el amor a primera vista, pero creía que una gran historia de amor podía comenzar con una mirada, todo dependiendo de que sentimientos te generara aquella persona que te estuviese mirando y sin duda lo que Juno estaba sintiendo al encontrarse siendo observada por Spencer, era algo que jamás había sentido y adoraba sentirlo.
La voz de un hombre hizo que Juno y Spencer rompieran el contacto visual, el carro ya estaba listo para que ambos partieran a sus destinos. El castaño se apresuró para abrirle la puerta a su acompañante, quien al instante le agradeció por la acción.
Juno suspiró cuando se sentó en el asiento del copiloto mientras pensaba en lo que acababa de sentir momentos atrás.
Por un momento le alteró lo que estaba sintiendo, sentía que todo estaba pasando con mucha velocidad, con tanta que ni siquiera era capaz de procesar lo que estaba ocurriendo. Lo único que sabía era que desde que vio a Spencer por primera vez se sintió demasiado intrigada por él y el hecho de que su presencia en la pastelería se hiciera constante, la hacía llenarse de alegría.
Aquellas alertas que siempre se encargaban de hacerla cuestionar todo de cualquier persona con quien se llegara a involucrar, se activaron. Era como un mecanismo de defensa para evitar salir nuevamente lastimada o aún peor, que alguien pudiera hacerle algo a su hija.
Se comenzó a poner nerviosa, porque aunque Spencer ya hubiera conocido a Charlotte algunos días atrás, sentía que era un salto bastante grande el ahora decirle al sujeto el lugar en donde vivía.
Normalmente después de las citas, Juno nunca dejaba que la fueran a dejar a su hogar y ni hablar de tener interacciones con Charlotte. Cuando comenzó a salir con Declan tuvieron que pasar meses para que la castaña tuviera la confianza para indicarle el lugar en donde trabajaba o su dirección, llegando al punto que en la actualidad su hija o incluso quienes la rodeaban, estaban enteradas de la existencia de Declan (con excepción de James).
Spencer entró al auto y notó algo en el lenguaje corporal de Juno que le indicaba que la chica no se encontraba bien. Intentó hablarle para saber que ocurría, sin embargo la castaña parecía estar perdida en su mundo y no reaccionó pese a que quien estaba a su lado repetía su nombre en reiteradas ocasiones.
Entonces Spencer tuvo la idea de tomar la mano de Juno, lo que la hizo voltear al instante.
Y fue entonces que las preocupaciones de Juno parecieron desaparecer.
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