────── twenty three
ˑ༄ؘ | CHAPTER TWENTY THREE•*➷
❝letting go❞
❝no podemos elegir a quién salvar.❞
LONDON SALIÓ DE SU HABITACIÓN A TROPEZONES, pasando su mano por sus enredados mechones castaños hacia la puerta principal de su apartamento. Alguien estaba golpeando. ¿Quién en su sano juicio llama a la puerta de una persona a las 6:45 de la mañana?
—Hola.— Dijo alegremente el hombre del otro lado mientras London parpadeaba lentamente ante su voz acentuada. Todavía no estaba despierta. —¿Eres London Halloway?
—Eso depende...— respondió vacilante. —¿Me quieres vender algo que se quedará en medio de mi sala de estar durante meses hasta que me tropiece con él en medio de la noche y me mate?
El hombre arqueó las cejas. —¿No...?
—Entonces, ¿qué puedo hacer por ti?— le preguntó con una sonrisa.
—Soy Michael, el asesor financiero de tu hermana.— Respondió él haciéndola detenerse. —O al menos lo era. Lamenté mucho saber de su muerte. Era una mujer encantadora.
London asintió. —Gracias.— Susurró ella.
—Uh... en cualquier caso, estoy aquí porque tú y tu hermano eran sus parientes más cercanos.— Continuó él y sus ojos se dirigieron a su maletín.
¿Qué había dentro? ¿Lo último de la existencia de su hermana?
¿Documentos para demostrar que McKenna Josephine Halloway había vivido en el gran y aterrador mundo?
—¿Puedo pasar?— preguntó él, haciendo un gesto hacia atrás y ella se mordió el labio inferior. —Te prometo que no te quitaré demasiado tiempo. Imagino que estarás bastante ocupada esta mañana.
London lo miró antes de asentir de mala gana. —Sí. Está bien. Tengo trabajo en una hora aproximadamente.
Se apartó y Michael entró en su apartamento algo desordenado. Los libros estaban esparcidos por la habitación en montones. Un par de cajas estaban en la esquina del comedor, con la cinta aún sellada e intacta. Si alguien miraba en su congelador, encontraría tres cacerolas congeladas adentro, todas de amables desconocidos que sentían lástima por la joven residente.
¿Por qué la comida era el primer pensamiento de la gente después de la muerte de un ser querido?
—No tardaré mucho.— Dijo Michael, dejando su maletín en la mesa del comedor y abriéndolo mientras ella lo miraba. A pesar de ser temprano en la mañana, parecía completamente despierto. Su traje no tenía arrugas y se ajustaba perfectamente a su esbelta figura. —Su testamento era muy sencillo.
Su testamento. McKenna tenía treinta y ocho años cuando murió.
Era demasiado joven para haber hecho un testamento.
»—Si ella permanecía soltera y sin hijos, todos sus bienes se repartirían equitativamente entre usted y su hermano.— Continuó Michael y ella se sentó lentamente en una silla junto a la mesa. —Su patrimonio se vendería y el dinero de esa venta se incluiría. En cuanto a su puesto en la Fundación Hermanos Halloway...— sacó un archivo mientras la mente de London corría a mil por hora. —Ella dijo que era una decisión que les correspondía a usted y a su hermano.
Ella arqueó las cejas. —¿Qué quiere decir?
—Que uno podría reemplazarla o dividir sus responsabilidades equitativamente entre ustedes dos.— Explicó y ella tragó el creciente nudo en su garganta. —Pueden tomarse todo el tiempo que necesiten para tomar estas decisiones.
—Genial.— Murmuró.
—Hay una cosa más.— Dijo y ella suspiró, bajando la cabeza. —Es sobre la herencia que ella recibiría tras la muerte de su padre.— London miró al hombre que se aclaró la garganta. —He estado en estrecho contacto con el abogado de su padre y con la muerte de su hermana, usted es la única heredera de la herencia y la fortuna de su padre.
Ella negó con la cabeza. —No...
—En todos los documentos legales, Henry James Halloway ha sido eliminado de ellos.— Le dijo y ella suspiró, sosteniendo su cabeza entre sus manos. —Y con la muerte de McKenna, eso solo te deja a ti. Cuando muera tu padre, cuando sea que eso suceda, heredarás su patrimonio de $400 millones.
—¿Su... su qué?— preguntó, frunciendo el ceño. —¿Cómo diablos hizo que nuestra familia valiera $400 millones? En realidad, no respondas eso.
Michael juntó los labios. —Lamento venir a ti con todo esto tan de repente, pero pensé que querrías estar informada.— Ella asintió sin decir palabra. —¿Tienes alguna pregunta para mí?
—No.— Susurró, jugando con sus dedos antes de mirar hacia arriba. —Tengo que ir a trabajar. ¿Terminamos aquí?
—Sí.— Michael se puso de pie y le tendió una tarjeta. —Si tú o tu hermano tienen alguna pregunta para mí, no duden en comunicarse. Y, nuevamente, lamento mucho tu pérdida. Tu hermana era... era una mujer maravillosa.
London forzó una sonrisa tensa. —Gracias.
Tan pronto como la puerta se cerró detrás de Michael, ella dejó escapar un profundo suspiro, recostándose contra la silla. Su mano instintivamente se extendió alrededor de su cuello, el dije de plata con la "M" cursiva del collar de McKenna rozó sus dedos.
Su mirada se desvió hacia los papeles que quedaron en la mesa del comedor. Sostuvo uno de ellos en su mano, sus ojos escaneando el contenido. —¿$400 millones?
[...]
Oliver caminaba frenéticamente por el hospital, llevándose continuamente el teléfono a la oreja. —Vamos... solo responde el teléfono.— El tono de la llamada colgando llenó sus tímpanos y se quejó. —¡Vamos!
—¿Qué te pasa?— miró hacia allí cuando escuchó la voz de Jackson y lo encontró saliendo de la sala de residentes mientras se ajustaba el estetoscopio alrededor del cuello.
—¿Está London ahí?— preguntó en respuesta y Jackson alzó las cejas. —¿Y bien? ¿Lo está? No contesta el teléfono.
Sacudió la cabeza. —No. No la he visto todavía.— Se encogió de hombros y empezó a caminar en dirección al vestíbulo del hospital. —Tal vez todavía esté en su casa. O se quedó atrapada en el tráfico, no lo sé. ¿Por qué estás tan desesperado por encontrarla?
—Hay...
—¡Hey, son mis dos chicos favoritos!— Jackson y Oliver miraron a London mientras se dirigía hacia ellos. —¿Cómo va su día? ¿Bien? Mi día va bien, gracias por preguntar. Es genial. No hay estrés por la herencia de dinero en absoluto, ¿por qué preguntan eso?
Jackson parpadeó. —¿Qué...?
Oliver sacudió la cabeza. —Mira, London, hay algo que necesitas...
—No, eso puede esperar.— Interrumpió Jackson, siguiendo a la mujer de cabello castaño que caminaba hacia los vestidores. —¿Qué está pasando? ¿Herencia de dinero? London, ¿hola?
—¿Me dejarías hablar?— le preguntó Oliver con un suspiro. —Estoy tratando de advertirle antes de que...
—Un tiroteo importante en el área de Seattle...— London hizo una pausa cuando escuchó la televisión y se volvió hacia la pantalla, el presentador de noticias llenando sus iris color avellana. —Tenemos informes de que un hombre armado abrió fuego contra estudiantes y profesores.— Sacudió la cabeza. —Otra vez, eso es en Pacific College. Ahora los llevamos en vivo con nuestro reportero en el lugar.
—Los estudiantes y profesores todavía están en el edificio.— Oliver miró a London que respiraba rápidamente. —Estoy tratando de obtener algunas respuestas, pero lo que sabemos hasta ahora es que un hombre armado abrió fuego en Pacific College y hay al menos una docena... ¿disculpa?... está bien. Está bien. Hay al menos veinte víctimas.
—Solo respira.— Dijo Oliver en voz baja, con las manos apoyadas sobre las mejillas de London mientras apartaba la mirada de la televisión. Richard miró hacia ella cuando escuchó la voz del residente y vio a London temblando en sus brazos. —Inhala y exhala. Ahí tienes.
Miró a los doctores que estaban viendo las noticias. Lexie y April estaban llorando; Bailey parecía no saber qué decir; Jackson miraba la televisión con un dejo de ira en sus ojos verdes.
El trauma en el Seattle Grace Mercy West todavía estaba fresco en la mente de todos.
Esa parte era muy obvia.
—Hay quince ambulancias en camino.— Dijo Owen afuera del hospital unos minutos después. —Tal vez vengan más. La primera está a tres minutos de distancia.
Richard asintió. —Gente...— London lo miró mientras su cabeza descansaba sobre el hombro de Oliver. —Gente... nuestro propio trauma está fresco, y vamos a tener sentimientos hoy, y no hay vergüenza en eso. Lo que quiero decir es que lo que pasamos hace seis meses, ellos lo están pasando ahora mismo, lo que los convierte en nuestros hermanos y hermanas...
Se podían escuchar sirenas a lo lejos y la respiración de London se entrecortó. »—Lo que los convierte en compañeros de viaje, lo que los convierte en nuestros. Así que, lo mejor que podamos hacer, vamos a hacer nuestro trabajo primero. Y van a tener sus sentimientos después.
Richard miró a London, que lo miró a los ojos. Se lamió los labios secos y sollozó. »—Halloway, las familias vendrán aquí para encontrar a sus seres queridos. Quiero que coordines con ellos.
—Señor, puedo...
—London.— Ella se mordió la lengua y lo miró de nuevo. —Las enfermeras te están esperando en el vestíbulo.
Asintió sin decir palabra y se separó de Oliver, quitándose la bata de traumatología. La vio irse mientras la primera ambulancia se detenía frente al grupo de doctores. —Tengo un policía, Michael Fazioli.— Dijo el paramédico mientras Richard le hacía señas a Oliver para que se acercara. —Veintiocho. Herida de bala en el brazo derecho y la pierna izquierda.
—Está bien, este es mío. Shepherd, conmigo.
Oliver asintió mientras Richard miraba dentro de la ambulancia mientras el residente aceptaba el historial del paramédico. —Jefe Webber.
—¿Sargento?— Oliver miró al joven en la camilla, con una máscara de oxígeno cubriendo su boca. —Muy bien, Shepherd, llévalo a trauma uno. Haz análisis de laboratorio, series de traumatología y radiografías de esta pierna y brazo.
—En eso.
Con las cirugías comenzando, London estaba de pie en la estación de enfermeras con varios padres y seres queridos que se acercaban a ella y a las enfermeras para preguntarles dónde estaban su hijo y sus familiares. —London, ¿dónde está la esposa del profesor Sturgeon?— miró a Meredith que aún llevaba la cofia quirúrgica. —Recibimos una llamada diciendo que ella está aquí.
Ella asintió. —Ella está justo aquí.— Respondió, guiando a Meredith a través de la multitud. —Está realmente asustada. Por favor, dime que tiene buenas noticias para ella.— Meredith inclinó la cabeza. —Está bien... ¿Señora Sturgeon? ella es la Dra. Grey, una de las doctoras de su marido.
—¿Está bien?— preguntó la señora Sturgeon inmediatamente, poniéndose de pie para mirar a Meredith.
—Se cayó de una ventana del cuarto piso y aterrizó de cabeza.— Respondió Meredith mientras London miraba a ambas. —Así que lo llevaremos a cirugía ahora mismo.
—Espera, espera. ¿Cirugía?
Meredith asintió. —Le quitaremos el lado izquierdo del cráneo para darle espacio a su cerebro para que se hinche.— Continuó.
—Está bien, yo... quiero ir contigo.— Dijo la señora Sturgeon. —Yo... yo... yo... yo... necesito ir contigo... porque a John no le gustan los hospitales.
El rostro de London se suavizó. —Señora Sturgeon, me temo que no puede ir al quirófano con él.
—No, no, no. Mira, John le tiene miedo a los médicos, ¿de acuerdo?— continuó, suplicando desesperadamente a las dos residentes. —Así que tengo que estar con él. Por favor, déjenme estar con él. Por favor, déjenme estar con él.
—Señora Sturgeon, lo siento mucho, pero no puede entrar al quirófano.— Respondió Meredith, sacudiendo la cabeza. —Pero saldré y le informaré cada vez que pueda. ¿De acuerdo?
London asintió. —Y yo estaré aquí hasta que todos hayan salido de cirugía.— Agregó antes de mirar a su alrededor. —Tengo una idea.— Se acercó a una mujer cercana que también estaba esperando actualizaciones sobre su ser querido. —Disculpe, está esperando noticias sobre su hijo, ¿correcto?
—Sí.
—¿Puedo pedirle un favor mientras espera?— preguntó y la mujer asintió. —Esta es la señora Sturgeon, su esposo va a entrar en cirugía. ¿Podría sentarse con ella mientras espera actualizaciones? Va a ser un día muy largo y tener compañía es algo que quieren. Créame...
La mujer asintió. —De acuerdo.
London sonrió con fuerza antes de seguir a Meredith. —¿Estás bien?— le preguntó.
—¿Tú estás bien?
La castaña suspiró y la abrazó fuerte. —Estaré pendiente de la señora Sturgeon. Lo prometo. Nos vemos pronto para la próxima actualización.
[...]
—Tiene algo de sangre en el pecho.— Dijo Richard, mirando las imágenes mientras las acercaba a la luz. —Pero la bala no está allí. No está en su pierna ni en su brazo. ¿Shepherd?
Miró hacia arriba. —Uh... deberíamos ponerle un tubo torácico y hacer más estudios para ver qué tipo de daño tenemos.
—¿Hay alguna posibilidad de que podamos despertarlo mientras esperamos los estudios?— preguntó el capitán de policía desde la esquina de la sala de traumatología.
Richard se encogió de hombros. —Podríamos revertir sus analgésicos, pero sería un despertar bastante traumático.— Respondió, quitándose el estetoscopio. —Tendría mucho dolor.
—Jefe, estoy recibiendo todo tipo de informes contradictorios sobre el aspecto del tirador.— Replicó el capitán mientras Richard escuchaba el ritmo cardíaco del oficial. —Ya sabe, los niños... uh... en estado de shock, no recuerdan, pero los policías están entrenados para recordar. No sé si hay un segundo tirador o si se trata de algún tipo de complot, pero hasta que tenga una identificación positiva, no tengo nada. Créame, Faz preferiría sentir algo de dolor si pudiera identificar al tirador por mí.
Richard asintió. —Está bien, revertiré los medicamentos. Shepherd, vamos a colocar el tubo torácico.
—Estoy en ello.
—Jefe Webber.— Oliver levantó la vista cuando Arizona entró en la sala de traumatología. ¿No estaba en África? —Este tipo por el que me reemplazaste es un ejemplo de incompetencia.
—Ahora no, Robbins.
—No, no, ahora sí, porque el Dr. Incompetencia está a punto de cortar una pierna perfectamente sana.— Respondió Arizona con frustración.
Richard suspiró. —Robbins, estoy bastante ocupado aquí. ¿Qué quieres que haga?
—Deme privilegios.
—Es todo el personal en acción.— Dijo asintiendo. —Por supuesto que tienes privilegios.
Arizona sonrió alegremente. —Está bien, gracias.
El capitán de policía miró a Richard mientras Arizona salía apresuradamente de la sala de traumatología. —No es un día fácil para ser el hombre a cargo.
Se rió entre dientes y Oliver lo miró. —Creo que ese es el resumen de su trabajo.— Bromeó, tratando de aligerar el ambiente en la habitación. —Es por eso que Derek renunció.
—Hablando de...— el residente miró al jefe. —¿Cómo estás? sé que a Derek le dispararon y...
—Estoy bien, señor.— Interrumpió Oliver, aclarándose la garganta y caminando alrededor de la mesa con una enfermera para preparar el tubo torácico y la máquina de rayos X. —Quiero decir, él está... está bien, así que no hay nada de qué preocuparse.
—Aun así, pensaste que había muerto.— Insistió Richard y Oliver hizo una breve pausa. —Después de que tu cuñada le dijo al tirador que le disparara. Nadie puede estar bien después de eso.
Se encogió de hombros. —Lo estoy. Pero gracias por preguntar.— Soltó un suspiro y miró a los dos hombres. —Está listo.
Richard asintió. —Mire, voy a darle naloxona.— Le dijo al capitán de policía. —Se despertará y le dolerá. Así que hablé rápido, ¿está bien?
—Listo.
Richard hizo un gesto a la enfermera que le administraba el medicamento a través de la jeringa. El oficial comenzó a toser y apenas abrió los ojos, pero estaba despierto.
—Faz, soy Marty.— Gimió de dolor mientras Oliver le sujetaba la cabeza. —¿Puedes oírme?
—Oh, Dios, me duele. ¡Aah! ¡Oh, Dios!
El capitán le tomó la mano. —Faz, necesito que describas al tirador. ¿Puedes hacer eso por mí, amigo?
[...]
Los monitores estaban sonando alrededor de Oliver justo cuando Richard regresó a la sala de traumatología y encontró al residente trabajando en el oficial de policía. —¡Oh, vamos, vamos! Presiona más el cricoides, por favor. No puedo ver las cuerdas. Quédate conmigo, Faz.
—Shepherd.
Gruñó y tomó un nuevo instrumento de una enfermera. —Sus signos vitales comenzaron a bajar, las radiografías estaban claras, no había bala, así que le hice una ecografía. Encontré sangre en el vientre.
Justo cuando London había conseguido ordenar el vestíbulo con todas las familias, habían encontrado una docena más de víctimas en un aula y estaban llegando al Seattle Grace. Lo que significaba que el vestíbulo pronto se llenó con más gente.
Echó un vistazo a la Sra. Sturgeon que tenía al menos cinco personas sentadas con ella justo cuando Meredith salió para su tercera actualización.
—London, ¿dónde está la familia Sackett?— le preguntó Jackson, acercándose al escritorio y ella levantó la vista brevemente, haciendo una pausa en su conversación con el capitán de policía. —¿John Sackett?
—Uh... allí.— Respondió, señalando a la familia antes de volverse hacia el capitán. —Y la madre de Jared Swork está aquí.— Hizo un gesto hacia la mujer que estaba sentada sola en la sala de espera. —Ha estado esperando actualizaciones, pero nadie ha venido a verla. Está muy preocupada.
Él asintió. —Está bien. Señora.— Dijo, y se acercó a la mujer. —¿Le importaría acompañarme?
London juntó los labios antes de fruncir el ceño cuando Jackson empezó a seguirlos. —¿A dónde vas?— le preguntó. —¡Se supone que debes darles una actualización, Jackson!
—Él es el tirador.— Susurró y ella asintió, mirándolo. —Altman está ocupando el quirófano 1 mientras el jefe está trabajando con un policía en una sala de trauma porque no tenemos más quirófanos.
—¿Entonces se merece morir?— preguntó en respuesta, mirando de nuevo su portapapeles. —¿Su madre se merece enterrar a su hijo?
Él la miró. —Pensé que estarías más molesta.
—¿No crees que lo estoy?— replicó ella con el ceño fruncido. —No quiero que nadie conozca jamás el dolor de perder a alguien a quien ama por un acto sin sentido. O casi perder a alguien. Lo sabes tanto como yo.
Dejó escapar un suspiro. »—Es fácil mirar a alguien con odio por algo que hizo, especialmente algo como esto, pero entonces estaríamos yendo en contra de nuestro juramento como doctores. No podemos elegir a quién salvar. Ese no es nuestro trabajo. Nuestro trabajo es salvar a las personas independientemente de nuestros sentimientos personales hacia ellas.— Ella lo miró a los ojos y sus ojos se suavizaron. —Sé cuánto enojo aún tienes después de la muerte de Charlie y Reed... pero no puedes dejar que las acciones de Gary Clark empañen tu trabajo como cirujano en un momento en que la gente necesita doctores.
Le dio una palmadita en la mejilla y se alejó, apretando el hombro de una mujer sentada en la sala de espera. Se sentó en una silla vacía y una niña se sentó en su regazo, jugando con el anillo de plata en el dedo medio de la residente.
Sonrió suavemente y habló con los padres de la niña justo cuando Bailey se unió a ellos para darle a la familia una actualización. Las sonrisas llenaron sus rostros y se abrazaron ante la buena noticia. La niña en el regazo de London aplaudió, sin saber qué estaba sucediendo. London se rió levemente y la dejó en el suelo para que pudiera seguir a sus padres para ver a su hermano mayor.
[...]
Quedaba un paciente; el paciente de Teddy. El tirador.
El vestíbulo estaba vacío de familias que esperaban actualizaciones, todos excepto la madre de Jared Swork. London había llegado a la plataforma de observación del quirófano 1 y se sorprendió al ver que Cristina estaba adentro. Lentamente, la galería comenzó a llenarse de doctores y Oliver se sentó al lado de London, apoyando su mano en su pierna.
Miró a Jackson, quien asintió y sonrió suavemente. April se sentó a su otro lado y London le apretó la mano.
—Acabo de llevar a mi paciente a una habitación.— Dijo Owen, entrando en la galería llena y mirando hacia abajo a la operación que se estaba llevando a cabo. —Era el último.
—Excepto él.— Respondió Richard, señalando con la cabeza la sala de operaciones.
Owen asintió. —Mm-hmm. Sí. Aparte de este.
Abajo, Cristina miró el monitor que tenía detrás y dejó escapar un suspiro. —Treinta y siete grados.
—Debería ser en cualquier momento.— Dijo Teddy, con los ojos fijos en el corazón del chico. London se inclinó hacia delante, conteniendo la respiración. Teddy tocó el órgano y este empezó a latir. Tan pronto como el sonido llenó sus tímpanos, London dejó caer la cabeza.
—Vimos a veintiséis pacientes.— Dijo Richard en la galería silenciosa. —Veintiséis víctimas... y no tuvimos bajas. Nadie murió hoy.
London asintió, mirando a su alrededor. Parecía que todos estaban tratando de no llorar, incluida Bailey. Frunció el ceño. —¿Desde cuándo has vuelto?— le preguntó a Arizona, al ver a la mujer parada junto a Callie en la puerta.
Derek la miró antes de reírse para sí mismo. Oliver lo miró confundido y lentamente se unió a él. A su alrededor, la galería se llenó de risas, risas llenas de trauma.
—Odio este lugar.— Dijo Stark, sacudiendo la cabeza y saliendo de la galería.
London se rió de él, cubriéndose la boca con la mano. —Bueno, todos te odiamos un poco.— Comentó y April resopló, golpeándola en el hombro. —¡Ay! ¿Qué?
Richard se puso de pie y caminó hacia Arizona. —Estaba resentido.— Le dijo. —Puedo contratarte de nuevo. Pero tendrás que trabajar con Stark.
—Oh, pobre tonta.
[...]
London se estaba ajustando la bufanda alrededor del cuello mientras salía del hospital al final del día. Sacó las llaves de su auto y se detuvo cuando levantó la vista. Oliver estaba sentado en un banco cercano, todavía con su uniforme y mirando fijamente el estacionamiento.
—Hola.— Ella se acercó y él la miró. Ella frunció el ceño cuando vio lo rojos que se veían sus ojos. —¿Qué pasa?
—Él sobrevivió.— Dijo en voz baja, con la voz quebrada y ella se sentó a su lado. —Le dispararon y sobrevivió.
—¿El policía?— preguntó con suavidad.
Él negó con la cabeza. —Derek.— London suspiró suavemente para sí misma y apoyó una mano en su brazo. —A mi hermano mayor le dispararon, debería haber muerto, pero no lo hizo. No murió. Sobrevivió.
Ella asintió. —Lo hizo.— Puso una mano en su mejilla y frotó su pulgar contra su piel. —Te has mantenido firme durante tanto tiempo. Tienes derecho a llorar y estar asustado por lo que le pasó. Eso no te hace débil.
Él se inclinó hacia ella y ella lo abrazó fuerte, apoyando su mejilla en la parte superior de su cabeza. Ella le frotó la espalda cuando sintió que él contenía los sollozos.
—Déjalo salir, Ollie.— Le susurró al oído. —Te sentirás mejor. Te lo prometo.
london consolando a oliver<33
que opinan de lo de la herencia? lo único bueno que hizo arthur halloway además de tener a sus hijos, fue ser millonario para tener una herencia que dejar.
no se olviden que para actualizar, veré que tanto apoyo tiene el capítulo.
no olviden votar, comentar y compartir!
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