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Sus rodillas se sintieron de un momento a otro tan débiles que finalmente tuvo que caer en el pasto del área de entrenamiento, ya casi tan maltratado como el cuerpo de Sakura.

Sentía moratones por todas sus extremidades y apretaba su mano contra una parte del brazo que había sido gravemente dañada y de la que impedía que brotara sangre, aún si tenía repartidos otros rasguños por todo el cuerpo que le causaban una molestia similar. Se le dificultaba demasiado respirar y sentía que su vista se iba haciendo cada vez más borrosa.

—Estás demasiado cansada, Sakura. Descansa y mañana seguiremos si estás mejor, has llegado a tu límite —le dijo Tsunade, en un acto de comparecencia, de los pocos que hacía. Pero esta vez Sakura había resultado demasiado herida, y aunque tenía los medios para curar el cuerpo de la adolescente y hacer que se sintiera como nueva al cabo de una sesión de ninja médico profesional como era la Hokage, esto estaba siendo ya inhumano y parecía más una tortura.

—¿Al... Límite? —pronunció Sakura, pero con unas palabras tan débiles que sonó casi como un susurro, algo que se había repetido a ella misma.

Sakura no quiso creer aquello, levantó la cabeza y observó que Tsunade casi no había sufrido daños. Le había rasgado un poco la manga de su camiseta y asestado algunos golpes pero nada en comparación con lo que Tsunade le había ocasionado.
Esto le hizo pensar en qué pasaría en una situación real, en la que no estaría entrenando, si no luchando en el campo de batalla, y las vidas de sus seres queridos estuviesen en peligro; las imágenes de Naruto y Sasuke se formaron en su mente con gran fuerza y al instante se dio cuenta de que no podía estar así.


No tenía que ser débil si quería protegerlos a cada uno, su vida estaba en sus manos y jamás confiarían en alguien que ni siquiera es capaz de mantenerse en pie durante un entrenamiento, lo que ocasionaría que al final del día fuera otra carga para el grupo, que ni siquiera sabía valerse por sí misma.

Reflexionando sobre aquello, levantó la mirada y ahora en sus ojos había un fuego especial, uno que Tsunade captó de inmediato y que hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo, entre la expresión de Sakura había una satisfactoria mezcla entre la rabia y el cariño, y así sin previo aviso, se puso en pie de nuevo con la rapidez de un halcón y adoptó una posición de combate de la que, a pesar de los rasgos físicos, casi no parecía que ella estaba tan cansada como antes.

—Todavía no he llegado a mi límite.

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