CAPITULO 25
La noche había caído por completo, todos dormían cerca del río mientras la luna llena iluminaba todo, mientras las estrellas brillaban. El viento mecía con cuidado las ramas, mientras los animales nocturnos hacían sus característicos sonidos.
Alana miraba el reflejo de la luna sobre el lago. En Narnia hacia lo mismo, pero en el mar.
La Narniana cerro los ojos y vago lentamente sobre sus recuerdos, donde todo era normal, cuando ella era normal.
Alana se levanto sin hacer ruido y lentamente se adentro en la maleza, sus pies la guiaban, mientras su mente y sus sentidos abandonaban lo que la rodeaba
La Narniana se detuvo al escuchar otras pisadas. Rápidamente se escondió y observo como Peter pasaba a su lado.
-¿Me estas siguiendo?- Preguntó ella con una sonrisa.
-No.- Alego él.
-Ya... Claro.- Alego ella prosiguiendo con su camino.
-Veo que despertaste. ¿Porque querías meterte en el lago?- Alego Peter poniéndose a su lado.
-No lo se, pero es extraño. Yo no se nadar.- Alego Alana pensativa.
-¿No sabes nadar?- Preguntó Peter asombrado.
-No, nunca he aprendido, ni tengo la intención de hacerlo.- Rió ella.
-Pero puede que en algún momento necesites nadar para algo.- Alego Peter mirándola.
-Llegado ese momento aprendere o me ahogare.- Alego Alana mientras se sentía observada.
La Narniana alzo la cabeza, quitándose la capucha, agarro su espada y agudizo su oído y su olfato, mientras Peter la observaba con curiosidad. Alana camino, evitando pisar ramas y hojas, se planto detrás de su perseguidor y con un rápido movimiento desenfundó su espada apuntándole en el cuello. La luz de la luna ilumino el filo brillante de la espada, iluminándola.
-¿Porque nos sigues, Derek?- Preguntó Alana mirándole con odió.
-No quería que te pasara nada.- Alego él mirando a Peter.
-Tranquilo me se cuidar sola. Ya te lo demostré cuando te deje en ridículo delante de todas las Hadas. Me siento amable, así que vete o esta vez sí que te mato.- Alego Alana mientras sus ojos dorados brillaban.
-Tú no me das ordenes. Maldita Narniana.- Alego él.
-Sabes quien soy, así que ni se te ocurra amenazarme.- Añadió ella.
Peter observaba todo con diversión, ya que podía apreciar en la mirada del chico, miedo.
-¿Y que harás? ¿Mandar a tus padres? A no que están muertos.- Río él.
En ese momento Alana empezó a acercarse a él y le fue a atacar, pero Derek se defendió sacando otra espada y haciendo aparecer a una Bruja.
-Era una trampa.- Comento Peter.
-Eres un maldito traidor.- Dijo Alana mientras comenzaba a insultarle.
Derek sonreía al ver como Alana se enfadaba. Al ver aquella mirada, Peter supo porque hacia eso. Si ella usaba sus poderes sufriría, y si les manifestaba podía morir. Él planeaba hacerla daño. Mucho daño.
-Alana, intenta que uses tu poder para que sufras.- Alego Peter mirándola.
Alana miro a la mirada azul de Peter y después bajo la vista. Lo sabían. Esa era las dos únicas palabras que martilleaban, en ese momento, su cabeza.
La Narniana se dio la vuelta, y susurro unas palabras, haciendo que la Bruja desapareciera y que Derek cayera al suelo.
-No recordara nada.- Comentó Alana regresando a la penumbra de su capa.
-Respecto a lo que sabemos...- Empezó a decir Peter.
-Se acabaría sabiendo. Jadis tiene mi Alma, no hay nada que aclarar ni que ocultar.- Dicto Alana mientras su vista se centraba en el cielo.
-Pero tal vez se pueda hacer algo. Se puede recuperar.- Alego él decidió.
-¿Recuperar? ¿Un Alma? No se puede, una vez que abandona el cuerpo es difícil que regrese. Debería de hablar con mi abuelo...- Alegó Alana mientras miraba el brazalete.
-¿Para que quieres hablar con Aslan?- Preguntó Peter mirándola.
-En un mes cumplo dieciocho años. Mayoría de edad, seré coronada reina. Sin Alma y siendo una Elemental y medio Bruja, soy un peligro para todos.- Alego Alana mirándole a través de la capa.
-Pero no la has perdido al completo, tal vez lo que dicen no te ocurra. Nadie lo sabe. No eres un Guardián, no eres como ellos, así que puede que no reacciones igual a ellos.- Alego Peter intentando dar ánimos a Alana.
-No, podría ser peor. Lo último que quiero es que Narnia salga mal, he perdido a muchos intentando protegerla, no quiero que aquello haya sido en vano.- Alego ella mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Peter observo como Alana regresaba a aquel estado frío y distante, el mismo en el que había estado en Narnia.
-¿Quien era ese chico?- Pregunto Peter.
-Alguien a quien jamas debí conocer. Por suerte no recordara nada, es mejor para él y para mi. Intuyó que intentaría, de nuevo, matarme.- Rió Alana.
-Vaya, ¿porque todos quieren matarte?- Alego Peter con curiosidad.
-Le avergoncé delante de todas las Hadas. Suele pasar cuando me hacen enfadar, y cuando se meten en temas que no les incumbe.- Explicó Alana poniendo una maliciosa mirada.
-¿Debería de tener cuidado?- Preguntó él riéndose.
-¿Porque me tienes miedo? No haría daño a mis amigos.- Alego ella mirándole.
-Vaya, no sabia que eramos tus amigos. De la manera que nos tratas, quien lo diría.- Dijo Peter mirándola.
-Os trato con respetó. Aunque no lo parezca, mis padres nos inculcaron a Evangeline y a mi vuestra forma de gobernar y de actuar. Mis padres os admiraban.- Respondió Alana alzando un poco su cabeza.
-No sabia que nos admiraseis tanto.- Alego Peter intentando no sonrojarse.
-¿Porque no deberíamos de admirados? Derrotasteis a Jadis, sacasteis a mi pueblo de la esclavitud e hicisteis muchas mas cosas, no solo por Narnia en general, sino por los Narnianos. Aslan sabia bien lo que hacia. Él siempre lo sabe....- Comentó Alana dubitativa.
La Narniana se paro y empezó a pensar si el hecho de todo era conocido por su abuelo. Tal vez Aslan sabia mucho mas de lo que aparentaba.
Alana se sentó en el suelo, quitándose la capucha y echando para atrás su capa para tener comodidad.
-¿Que vas a hacer?- Preguntó Peter.
Alana no dijo nada y empezó a pronunciar unas palabras. Unos segundos después sus ojos brillaron. Lentamente Alana vio rápidas imágenes de lo que sucedería. Vio muerte, también caos, pero se sorprendió al ver a sus padres y a su hermana. Al verles Alana parpadeo y reacción.
-Hay esperanza.- Respondió ella mientras sentía punzadas en sus muñecas.
-¿Esperanza? ¿Que es lo que has visto?- Pregunto el Magnífico con curiosidad.
-No eran imágenes muy claras, pero se que hay esperanza. Con los Cuatro legendarios podremos derrotarla, aunque no poseamos el de Fuego.- Aclaro Alana con felicidad.
-¿Pero no se necesitan cuatro?- Preguntó él desconcertado.
-Sí, pero existe un Quinto legendario. Ese es proveniente de la Nación de Aslan, de la que yo soy Guardiana, y es este brazalete. Pero a diferencia del resto, solo Aslan puede dárselo a otro Guardián. Si alguien me le quitase regresaría a mi una y otra vez.- Explico Alana mirándole.
-Vaya, y yo que pensaba que era una sola pulsera.- Alego Peter.
-Mi abuelo me la regalo al nacer, pero como era muy grande, mis padres esperaron a mi séptimo cumpleaños.- Aclaró Alana jugando con la pulsera.
Peter no dijo nada, y observo la triste mirada que Alana tenía, bueno, en realidad la que siempre tenia. Pero la pregunta que se hacia el mayor de los Pevensie era que se cocía dentro de la cabeza de Alana. Él solía saber en que pensaba la gente, pero en ella era diferente. Ella era un completo enigma.
-¿Y que habilidades tiene?- Preguntó Peter con curiosidad.
-¿A que te refieres?- Pregunto Alana mirándole.
-Los Legendarios son armas. Entonces que hace el brazalete.- Dijo él mirándola.
-Es diferente. Los legendarios son armas usadas por sus guardianas. Se supone que el de Aire es un escudo, el de Tierra un arco, y el de Agua una lanza. En cambio, el de Fuego no se ha encontrado, ya que seria una arma que yo, como Elemental, use. Al contrario que los otros legendarios, el brazalete despierta una habilidad por Guardián.- Explicó Alana mientras seguía caminando.
-¿Y que habilidad has despertado?- Pregunto de nuevo el hijo de Adán.
-¿Nunca te han dicho que preguntas mucho?- Pregunto con una sonrisa Alana.
-Siento curiosidad por lo que desconozco. Tal vez sea por ser un hijo de Adán.- Rió él mientras se encogía de hombros.
-Yo no le he despertado todavía. Me le quite por los dolores de cabeza que me originaba, las ilusiones que me hacia tener, y las voces, que durante las noches, escuchaba. Sino fuera por el brazalete podría haber estado loca.- Rió ella mientras volvía a escuchar los gritos.
Alana se tapó los oídos y retrocedió. Peter miro extrañado a Alana, y pensó que se debía a alguna ilusión o tal vez alguna alucinación.
Lentamente la Narniana se quito las manos de los oídos y respiro alivia al ver que los gritos habían cesado.
-¿Una alucinación?- Pregunto el rubio.
-Gritos. Gritos de seres que se estaban muriendo...- Respondió Alana al sentir una punzada, no en las muñecas, sino, en el corazón.
Al sentir aquello Alana se percato que se trataba de Narnia, desde pequeña había tenido una fuerte conexión con ella, por ello era Guardiana de la Nación de Aslan, porque suponía que ella era la Guardiana de Narnia.
-Algo ocurre.- Dijo alarmada Alana.
La Narniana corrió hacia el lago y allí se sentó en la arena, mientras hacía unos movimientos con las manos. La preocupación de la Narniana aumentaba conforme iba haciendo los movimientos.
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