~ 𝑻𝒓𝒆𝒔 ~
~ 27 de octubre de 2018, 21:15 p.m. ~
¿Acababa de estar besándome con Hanma? ¿Por qué parece que todo esto ha sido un sueño?
—Mhm — sollocé, enterrando la cara en mis manos y apoyándome en la pared. Pensaba en el momento que habíamos tenido,
Hemos estado a punto de acostarnos.
Me vinieron a la mente sus besos y su manera de tocarme, con esas grandes manos que tanto me gustaban. Sin embargo, Draken apareció de la misma manera en mi mente, haciéndome recordar el peor de los momentos de mi vida.
Siquiera sabía por qué, pero reviví todo de nuevo; el abandono, el desprecio hacia mi persona, la humillación. La maldad de los demás.
No quería que me siguiera tocando, era demasiado para mí. Y, lo peor de todo, era que ni siquiera era por él que me sentía así.
Esperé. No sé cuánto tiempo pasé sentada en esa acera, intentando calmar, una vez más, el ataque de ansiedad que estaba teniendo. Esta vez fue peor que el que tuve en el coche, este sí era por miedo, miedo al recuerdo, miedo a tener que volver a pasar por todo lo que había estado intentando dejar atrás estos años... y dolía... volvía a doler igual que aquel día.
—¡Eh! — Escuché un sonido de motor apagándose —. Ya estoy aquí ¿Por qué la urgencia?
Me incorporé para ir corriendo hasta él y rodearle con mis brazos.
—Por favor, llévame hoy contigo a donde sea que vayas todos los días por las noches, por favor —le miré con los ojos llorosos y la cara un poco hinchada de haber estado llorando —, necesito aire, me estoy asfixiando.
—Oye... me estás asustando, ¿estas bien? — preguntó
—S-sí, pero vámonos ya de aquí —dije echando un vistazo hacia atrás y esperando no ver a nadie. Y así fue, no parecía haber nadie que nos estuviera observando.
—De acuerdo, tranquila —respondió mientras acariciaba suavemente mi cabeza —. Ten, ponte el casco, no queremos despeinarte ¿no? — sonreía y me abrochaba la cinta del casco por debajo de la barbilla.
—Tengo la cara súper hinchada de llorar, estoy feísima, y ¿crees que me importaría despeinarme? de verdad que eres un caso Dra...perdón, Ken —le dije, a lo que me sonrió y acerco su cara a la mía para darme un beso en la mejilla.
—Ya no vas a llorar más, ya estoy aquí contigo, tendrías que estar contenta, ha venido a buscarte el chico más guapo de toda la ciudad, venga —dio una palmada en el asiento de la moto —, sube, vamos a dar una vuelta — asentí y me monté detrás de él, pasando mis manos por su cintura para agarrarme.
—Además —le escuché decir una vez había arrancado la moto — a mí no me parece que estés fea nunca, incluso cuando lloras eres bonita.
Escuchar eso solo hizo que mi sentimiento de culpa se incrementara, por lo que me abracé más fuerte a él y empecé a llorar apoyada en su espalda sin que él se diera cuenta. De esta manera nos fuimos alejando de esa casa, a la que, por el momento y creo que nunca querría volver.
~ 27 de octubre de 2018, 21:30 p.m. ~
Soy masoquista. Lo vi todo. Yo ya no estoy ahí para ella.
En cuanto ella salió corriendo de la casa mi reacción no fue otra que perseguirla, pero en cuanto giró la esquina y se puso a llorar me quedé petrificado. No sabía qué hacer ni cómo actuar. ¿Me rechazaría si me acerco a consolarla?
Eres un gilipollas.
Estaba claro que no iba a ser como antes, cuando solo yo podía consolarla, cuando solo éramos ella y yo.
Escuché a la moto llegar, me asomé sin que pudieran verme. El sentimiento de rabia comenzó a crecer dentro de mí, pero si esto era lo que ella necesitaba, no iba a interponerme. Sólo podía ser un mero espectador.
Ahí me di cuenta de que nunca la pude olvidar del todo.
—Joder... — maldije mientras los veía irse juntos —, ¿por qué siempre me dueles tanto? — noté que mis gafas se empañaron un poco.
Todo volvía a mí como aquella vez, pero esta vez fue diferente. Había removido todo en mi interior y vuelto a hacer que me desestabilizase.
Mi pecho dolía. A pesar de todo el tiempo que había pasado, seguía doliendo.
Cerré la puerta de la casa. Me apetecía dar un paseo y además, necesitaba fumar y no tenía tabaco. La mejor idea que se pasó por mi cabeza fue la de ir a dar una vuelta y encontrar algún sitio donde poder comprar un maldito paquete para calmar mi vicio.
~ 27 de octubre de 2018, 22:30 p.m. ~
Estuvimos dando vueltas en la moto bastante tiempo, hasta que llegamos a un lugar bastante apartado. Era un punto alto a las afueras de la ciudad y desde donde la vista de ésta era preciosa. Se veían las luces de todas las casitas y de los grandes edificios al fondo.
—Nunca había venido aquí —le dije a Ken —, ¿Así que aquí es donde vienes a esconderte todas las tardes al salir del taller?
—Algo así, no es tan fácil convivir contigo ¿sabes? — estaba sonriéndome y no pude evitar hacer un puchero y darle un pequeño puñetazo en el brazo —. Parece que ya estás mejor ¿no? — preguntó riéndose y fingiendo que le había dolido el golpe que le di.
—Sí. De verdad necesitaba un poco de aire.
—Voy a por algo de beber a la máquina ¿Qué quieres? —rebuscaba unas monedas en el cajón de la moto.
—Cualquier cosa está bien, pero que esté caliente —él asintió y, tras darme un ligero beso en los labios fue a por las bebidas. Mientras tanto, yo me dirigí hacia el césped y me senté, mirando hacia esas luces.
Ken no tardó mucho en volver, con un café caliente para mí y una cerveza para él.
—Ten cuidado, está muy caliente — asentí cogiendo la lata y comprobando que tenía razón, estaba ardiendo, por lo que la dejé un momento al lado de mis piernas, las cuales descansaban en el césped.
Él se tumbó al lado de mí, mirando al cielo, que esa noche se encontraba más bonito que nunca, había algún nubarrón, pero se podían ver las estrellas y tenía unos tonos morados por algunas partes debido a las luces de la ciudad.
—Bueno —rompí el silencio que hubo por unos minutos—, ¿Vas a decirme qué lugar es este y qué tiene para que vengas siempre?
(Recomendación de canción para escuchar: Heat waves - Glass animals)
Me ignoró.
—¡Draken! — en ese momento se giró hacia mí y puso una cara de desagrado.
—Ya sabes que no quiero que me llaméis así.
—Y a mí no me gusta que me ignoren, contéstame — le respondí del mismo modo que él me había hablado.
—Agh... —se incorporó y abrió la lata de cerveza —. No te lo tomes a mal, este lugar me trae recuerdos — le dio un sorbo —, no es que no los haya dejado atrás, si no que no quiero olvidarme de ellos. No son malos recuerdos, y soy la única persona que queda para que ella no caiga en el olvido ¿Sabes? Bueno aparte de ti claro está. Y de nuestra pequeña "sobrinita", pero el recordarla así, de esta manera, es lo más que puedo hacer. No pude hacer nada por ella en vida. Sé que es un poco masoquista pero vengo aquí y le cuento mi día, qué tal estamos nosotros, lo bien que nos va y cosas así. Me imagino que ella me responde algo por el estilo de "Cuídala por mí ¿eh? No le vayas a hacer daño, ella siempre te ha querido mucho" Y cosas así — Draken sonrió por un momento para después volver a poner una mirada nostálgica — ¿Sabes qué?
Yo me quedé escuchándolo tan embobada que cuando mencionó mi nombre me sobresalté
—Sí, dime...
—Tú sabes que yo te quiero con toda mi alma ¿no?
—Sí, lo sé — contesté algo confusa ante su muestra de sinceridad.
—Pero también sabes que nunca podré olvidarme de Emma.
Era obvio, siempre había sido Emma.
—Lo sé — le dije con dos lágrimas cayendo de cada uno de mis ojos, aunque no eran por el hecho de que Draken nunca llegaría a quererme como la quiso a ella.
Al fin y al cabo, yo nunca podría querer a Draken como a él. Y en eso nos parecíamos.
—Yo tampoco me he olvidado nunca de ella — le mostré mi muñeca, donde había un tatuaje recién hecho.
—¿Eso... eso son? — Draken me miraba con la boca abierta.
— ¡Si!, sus flores favoritas — contesté con una amplia sonrisa—. He decidido utilizarlas para tapar el otro tatuaje. Emma siempre resolvía todos mis problemas, era mi mejor amiga al fin y al cabo, al igual que tú.
A la vez que dije eso recordé cómo cuando aún éramos unas crías y estábamos las dos enamoradas de Draken pero yo sabía que para mí era un imposible. Draken estaba loquito por ella, Mikey y Pah-chin se encargaron de decírmelo una y otra vez para chincharme, por lo que fui perdiendo el interés en él. Emma, en cambio, no quiso creer las palabras de Mikey hasta que Draken un día la besó sin previo aviso.
Cuando me enteré de que por fin estaban juntos casi lloré de la emoción, me alegré tanto por ella...
Luego todo se torció. Y, después de un tiempo, yo terminé al lado de Draken por capricho del destino.
Aunque no éramos una pareja propiamente dicha, vivíamos y hacíamos todo juntos, quitando el hecho de que a mí me gustase de pequeña, mi corazón quedó tan hecho trizas que no creía que nadie pudiese recomponerlo.
Draken estaba igual. Habíamos sido amigos desde muy pequeños y decidimos acompañarnos el uno al otro en la soledad, con la intención de cuidar el uno del otro. Estaba claro que, con el paso del tiempo y el roce, algo surgiría entre nosotros, aunque diste mucho de lo que podría llamarse una relación sana de enamorados.
Éramos simplemente dos almas en pena que encontraron algo de amor la una en la otra.
Sacudí mi cabeza, alejando los pensamientos del pasado y volví a hablar.
—Podría decirse que cada uno de nosotros ha tenido su manera de hacerle memoria ¿no? — le sonreí —. O sea... que se supone que tú hablas aquí con ella ¿no? Voy a decirle yo también algo.
Estaba un poco más animada después de lo de esta tarde, por lo que intenté distraerme. Aclaré mi garganta y proseguí:
—¿Emma? Aquí reportándonos, tu amiga la loca y Draken —Ken me miró de nuevo.
—¿Qué te he dicho de no llamarme así? —refunfuñó.
—Shh...calla que pierdo la cobertura — le dije y él no pudo evitar reír un poco.
Con voz un poco triste le empecé a hablar a Emma de lo que me había pasado en esos años, le hablé de Take y Hina y de su pequeñita, para la que nosotros éramos sus titos y siempre le recordábamos que su nombre era por su otra "Tita" que se había convertido en un ángel. Le hablé de cómo había terminado con Draken y los motivos que llevaron a esta situación.
—Oye Emma, pero que no quiero que te enfades conmigo por estar con él. Al fin y al cabo, ya sabes que yo os quería a los dos muchísimo, os quería juntos para siempre, igual que tu querías siempre lo mejor para mí... Emma...te echo muchísimo de menos —empezaron a caerme lágrimas por las mejillas —. Te quiero amiga y siempre te voy a querer.
Draken se acercó a mí y pasó un brazo por mi cintura, apoyando su cabeza encima de la mía.
—Gracias — me dijo mientras parecía que sonreía y apretó su agarre en mi cintura, atrayéndome un poco más hacia él.
Nos quedamos así un buen rato. En silencio y jugueteando con nuestras manos. Hasta que él decidió preguntar aquello que había estado deseando evitar.
—Oye, ¿Qué te pasaba esta tarde? ¿me lo vas a contar? —todas las partes de mi cuerpo se sintieron heladas, como si de pronto, hubiera caído en el mismísimo océano del norte del planeta.
—No puedo — le dije.
—Cuéntamelo — insistió —, prometimos no guardarnos las cosas, acuérdate que fuiste tú la que insistió en ello.
—Pf... — resoplé —, está bien, pero... — dudé por momentos —, por favor, solo quiero que me escuches y que me entiendas, y después, quiero que olvides todo lo que te cuente.
—No sé si puedo prometerte eso, pero bueno, lo intentaré, ¿Qué pasó? — me miraba bastante atento.
—Lo vi —lo solté sin más.
—¿Viste a quién?
Rodé los ojos. Era imposible que no supiera a quién me estaba refiriendo.
—A Shu... a Hanma —pude comprobar como su expresión cambió al instante.
—¿Y? — me preguntó, en un tono cortante y más seco que una planta en verano.
—No sé, todo pasó muy rápido, parece que iba a dónde yo estaba haciéndome los tatuajes, que, como puedes ver, ni me ha dado ni tiempo de taparme el otro tatuaje — le enseñé la otra muñeca, en la que aún estaba el antiguo tatuaje que hacía juego con aquél que las flores de Emma habían tapado —, me subió a su coche y me llevo a la casa donde me has recogido, dijo algo como que no podían verme por allí — paré para tomar aire, me estaba volviendo a poner nerviosa.
—¿Y por qué me llamaste llorando? — veía como su expresión iba tornándose más seria a cada palabra que yo decía.
—Lo siento Ken... — no pude contener las lágrimas —. Me besó, y no pude pararlo, fue como volver atrás en el tiempo — dije tapándome la cara intentando esconderme de mis propias palabras, el me escuchaba atónito y yo procedí —. La cosa continuó, ya me entiendes... y de repente tu imagen, junto con todo lo que pasó aquella noche...todo...me volvió de repente a la mente — mi voz se quebraba cada vez más —, y salí corriendo de allí, ahí fue cuando te llamé — terminé de hablar y me quede en silencio.
Él se quedó pensando por unos momentos.
—Maldito desgraciado — dijo de repente—. ¿Cómo se atreve? No tiene ningún derecho — dijo, levantando la voz —. ¡Ni siquiera sabe lo que pasaste! ¡¿Qué pretende ahora?! ¡¿Qué todo vuelva a ser como antes?! ¡¿Así de fácil?! Me niego.
Estaba casi gritando
—¡Si hoy le apetecía follar que se hubiera buscado a cualquier otra!
Estaba fuera de sí, y no sabía lo que decía. Yo no veía a Hanma tan culpable de haberme besado, aunque parecía que a Draken eso no era lo que le importaba, si no más el hecho de nuestro reencuentro.
—Ken, por favor cálmate — le dije agarrándole de la camiseta, pues él estaba haciendo el intento de levantarse del césped.
—Voy a matarlo. Ahora que sé que sigue vivo y está en la ciudad... pienso matarlo — tenía la mirada perdida. No parecía estar pensando en esos momentos, estaba cegado por el deseo de venganza.
—Vámonos, al fin y al cabo, no es tu culpa que ese cerdo reaparezca de buenas a primeras — me tendió la mano para ayudarme a levantarme —. Aunque esto no va a quedarse aquí, te lo aviso — estaba empezando a asustarme, y eso que parecía haberse calmado de un momento para otro.
Nos dirigimos hacia la moto y mientras nos poníamos los cascos el silencio era el protagonista del momento.
—Ken — le dije con vergüenza —, por favor, no quiero que hagas nada, no tengo planeado volver a encontrarme con él nunca más. Sólo quiero una vida tranquila a tu lado. Por favor... — estaba casi suplicándole —. Ken, sabes que te quiero, por favor, no me lo hagas más difícil...
—Tranquila, vámonos a casa por hoy — me acarició la mejilla mientras me miraba con esos profundos ojos que, si me hubieran mirado así hace años, muchos más años atrás de aquella época que creía que había sido la más feliz de mi vida, me hubiera sentido la chica más afortunada del mundo, pero... hoy en día eso para mí era un imposible... esa felicidad la perdí, se fue con aquel chico de ojos color miel... él me la robó.
Nos montamos en la moto y empezó a conducir de manera brusca de camino a casa.
...
Un bache.
...
Abrí los ojos. Vi un charco de sangre a mi lado, manchando mis manos.
Estaba al lado de Draken, tirada en el suelo. Me dolía todo y no podía moverme. Veía borroso y todo se iba volviendo oscuro.
Intenté llegar a su posición, lo zarandeé como pude con mi mano, me dolía horrores, aunque no podía moverme, y él, por lo que se veía, tampoco.
—¿E...mma? — fue lo último que le escuché decir antes de que mi vista se nublara por completo y perdiese el conocimiento.
~ 28 de octubre de 2018, 00:30 a.m. ~
—¿Qué coño es...esto?
Holis jeje
Qué trágico todo ¿no? jaja
Bueno, pues hasta aquí el capítulo.
Espero que os haya gustado y que me dejéis vuestros comentarios.
¿Hanma que estás haciendo?
Besis
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