~ 𝑻𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆 ~

~ 7 de marzo de 2012, 01:10 a.m. ~

¿Qué coño he hecho? O más bien, ¿qué coño he dicho? Todo ha salido por mi boca sin pensarlo.

Estaba de regreso a casa conduciendo y tuve que parar porque las lágrimas empezaron a empañarme la vista. Las manos me estaban temblando, si seguía conduciendo al final me iba a matar con la moto. Paré en el primer parque que vi y me senté en un banco a fumar.

A veces era muy impulsiva, y más cuando mis niveles de adrenalina subían. Quizá fue por lo de esos tíos, pero no tengo ninguna excusa, le había soltado de golpe todo lo que llevaba pensando desde San Valentín y encima sin venir a cuento de nada. 

Joder, mira que soy gilipollas.

No estaba enfadada con él, eso era cierto, aunque sí me molestaba el hecho de que pareciera que a él no le pareciera extraño que cada vez que nos veíamos nos dijéramos dos tonterías y ala, al lío...

Me encantaba hacerlo con él, eso era innegable, sin embargo también apreciaba los demás momentos, en los que simplemente me quedaba mirándole. O cuando veíamos la televisión y me tocaba el pelo, cuando estábamos en la tienda y reíamos por cosas sin importancia... 

Pero ya ha habido varias ocasiones en las que he tenido que dar explicaciones, o mejor dicho, no darlas en este caso sobre mi relación con él... Sería fácil pensar que decir "no, solo somos amigos" es lo más rápido... Sin embargo, me daba la sensación de que si decía eso me iba a doler. Y puede que a él también.

Porque para mí no era un amigo como cualquier otro. Tampoco mi mejor amigo, ni mi novio, y por supuesto no iba a ir por ahí diciendo "no señora mire, sabe usted, este es el chico al que me estoy tirando". Ya me cansaba un poco de esto, de las explicaciones sin fundamento.

Agh... mierda, me duele el labio muchísimo, ese cabrón me ha mordido pero bien y menudo asco me ha dado

Levanté la mirada al cielo, la luna estaba bonita y eso me hizo llorar aún más. Si es que en el fondo soy una blanda.

En fin... al menos no parecía habérselo tomado tan mal. Pero quizá estaba acostumbrado a estos numeritos con las chicas, ¿no? Aun así no sé si disculparme otra vez y explicarle algo mejor serviría de algo... ¿Y si le envío un mensaje?

Perdón por el numerito... sobre todo por lo último... no quiero presionarte a nada que no quieras. Solo quiero saber qué piensas y el otro día, cuando hablamos del futuro... no sé... parece que aún tienes que pensar en muchas cosas como para perder el tiempo en amores y cosas así... perdóname Shuji, en serio.

Escribí el mensaje y lo releí varias veces. Me quedé dudando si darle a enviar o no.

Va, venga, quien no arriesga no gana. Pulsé el botón de enviar

Me quedé mirando el móvil y empecé a morderme las uñas. Tenía la pierna que parecía que iba a salir a andar ella sola, pues no paraba de temblarme con el pie apoyado en el suelo. Al poco vibró el móvil. Se me tensaron los músculos y sudores fríos me llenaron las palmas de las manos. 

Por favor que no sea nada malo, por favor... 

Cogí otro cigarro por si acaso y lo encendí antes de leer el mensaje. El móvil vibró de nuevo.

Shuji, recibido el 7 de marzo a las 2:05

Shhh, no me hables, interrumpes mi profunda meditación.

Oye, has llegado bien a casa?

Mira que es tonto. Me calmé un poco. Parecía que me estaba preocupando demasiado otra vez.

Le di una calada al cigarro que tenía en la mano mientras me secaba las lágrimas que quedaban en mi cara. Intenté no llorar más, aunque las gotas seguían saliendo de mis ojos, pero esta vez con una sonrisa... 

 —¿De verdad vas a pensarlo? —musité.

¿Y qué quiero yo? La verdad, a largo plazo no lo sabía, pues nadie sabe qué es lo que nos depara el destino a cada uno de nosotros, sin embargo... No me parecía mala idea la de tenerle a mi lado; nos divertíamos, estaba claro que éramos tal para cual, ambos estábamos solos en el mundo, al menos en lo que a familia se refiere. 

Ya no me imaginaba los días sin esas visitas inesperadas y sin ver esa cara burlona que parece estar retándote a desafiarle cada dos por tres, las caricias, los besos... hasta cuando se burlaba de mí...

Sonreí para mis adentros. Acababa de darme cuenta de mis sentimientos.

Al final el que parecía no tenerlo claro era él, así que el próximo día le diría cómo me sentía... y si él decidía no seguir con esto lo entendería.

Al menos así habría sido antes de que llegase a enamorarme del todo. Aunque ya lo tenía claro... me había enamorado de él. Quizá lo haya estado desde el principio y lo había estado negando constantemente, por cabezota.

Noté que el móvil vibró otra vez.

Shuji, recibido el 7 de marzo a las 2:30

¿Me vas a contestar o voy a tener que ir a tu casa a ver si estás bien?

Se me había pasado contestarle antes,

Tú, enviado el 7 de marzo a las 2:32

Perdona, no aún no estoy en casa, me he parado un momento en un parque, pero ya voy a casa, te aviso cuando llegue

Shuji, recibido el 7 de marzo a las 2:33

¿Qué estás sola por ahí? Vete a casa. Ya es tarde para que estés por ahí sola.

Me levanté del banco y arranqué de nuevo la moto. Llegué a casa en menos de diez minutos. Me tiré directamente en la cama.

Tú, enviado el 7 de marzo a las 2:45

Ya estoy en la cama.

Shuji, recibido el 7 de marzo a las 2:50

Bien, descansa Ryoko.

¿Otra vez me llamaba por mi nombre? Bien, la pizca de ilusiones que tenía volvió a desaparecer.

~ 8 de marzo de 2012, 18:20 p.m. ~

 —Emma, la he cagado muchísimo esta vez.

Emma vino a mi casa ese día a quedarse a dormir, necesitaba hablar con ella de todo y contarle lo que había pasado.

 —Oye, ¿ha dicho que estaba pensándolo, no? Pues ya está, el próximo día que podáis lo habláis y lo aclaráis, yo no creo que te vaya a rechazar, es un poco raro e inexpresivo, pero cuando os he visto juntos me doy cuenta de que él se abre más y que no deja nunca de mirarte con un brillo en los ojos... al igual que tú a él.

 —Pfff... Emma no sé... estoy súper nerviosa, sabes que nunca me he declarado a nadie.

 —Lo sé, eres un bloque de hielo en esos sentidos.

 —No te creas, tengo mi corazoncito, pero me cuesta hablar de lo que ni yo misma entiendo.

 —Para eso está tu amiga Emma, a ver, ¿cómo has pensado decírselo? 

 —No lo he pensado, supongo que se lo soltaré sin más y ya está, tampoco es que le vaya a llevar un ramo de flores... —reí—. ¿Te imaginas?

 —Bueno, al final encontrarás las palabras —ella miró su teléfono—. Es Draken, dice que viene con Mikey a cenar, ¿está bien?

Asentí. 

 —Sí... así me despejo un poco de todo este tema.

Al cabo de un rato llegaron los dos rubios y pedimos unas pizzas para cenar todos juntos.

 —Estás muy seria, ¿qué te pasa? —preguntó Draken.

 —Está rayada por Hanma —le susurró Emma.

 —¡Emma! Serás bocazas.

 —Ah... ya veo, no sé cómo puede gustarte ese tío, en serio —espetó Draken y yo arqueé una ceja.

 —Eso mismo le dije yo a Emma de ti, calvito.

 —¿De qué habláis? —Mikey salió del baño y se sentó en el sofá con nosotros. No estaba escuchando lo que habíamos hablado a sus espaldas.

 —De nada importante en realidad —le respondí—. Oye enano, cuando los de Agatsu te dijeron que querían conversar... ¿viste si era con otras intenciones?

 —No lo sé, se lo dijeron a Kisaki en realidad y él me transmitió el mensaje de su parte.

 —Hay algo que me huele raro en esto, Mikey... avisa a todos por si acaso, no me fío de ellos. Sobre todo con esos Haitani por detrás. No sé si de verdad los están apoyando o es solo una treta, pero si son tan poderosos como Kisaki me dijo, mejor ir preparados.

Asintió y en ese momento llegaron las pizzas, así que dejamos de hablar de la pandilla y nos dispusimos a comer.  Yo apenas comí un par de porciones.

Al terminar, pusimos una película y Emma se acurrucó con Draken en un sofá. Mikey se quedó dormido con la cabeza en mis piernas en el otro sofá. Miré que de verdad estuviese dormido pellizcándole un poco un moflete. Él no reaccionó, así que estaría en el quinto sueño ya.

 —Draken, ¿a ti no se te hacen familiares los de Agatsu? Es decir, aquella vez que los vimos hace tiempo, ¿recuerdas? No sé... sus caras me son familiares pero no consigo recordar.

 —No son nadie, no pienses en eso. Yo... yo tampoco sé quiénes son.

¿Mhm? Me pareció que había dudado al darme esa respuesta.

~ 8 de marzo de 2012, 21:50 p.m. ~

 —Kisaki.

 —Dime, Hanma.

 —Lo de esa pandilla, ¿has averiguado algo más? 

 —Puede, parece que a ella la conocen de algo, y también que le tienen bastante asco por algún motivo, el cual no me importa, pero si es un hilo del que se pueda tirar para averiguar algo más, voy a intentar hacerlo. Además... —sonreía malévolamente—. Quizá averigüe algo que nos beneficie en un futuro. Esos Haitani... ellos parecen saber algo más que nosotros desconocemos —resopló—. Pero es complicado acceder a esa información, aun así la conseguiré de un modo u otro y de seguro me será útil en algún momento.

 —¿Me contarás lo que averigües? —le sonreí. 

Me entretenía escuchar cómo conseguía toda esa información y se movía en las sombras sin que la ToMan se enterase de nada. 

Su único propósito era el de hacerse con el control de la ciudad, llegar a ser alguien, y los métodos que seguía me parecían, cuanto menos, curiosos. A veces las cosas se habían torcido, como cuando pasó lo de Baji, en principio no me importó ese muchacho, sin embargo... al verla a ella sufrir por él cambié de opinión.

 —Ya veré —contestó—. Tú sigue tal como hasta ahora, tengo planes de futuro para ella.

 —¿Ya no piensas en...? —negó con la cabeza.

 —Entiendo que ella te importa, así que de momento no tengo pensado hacerle nada, a menos que nos de proble-

 —Ni te atrevas —le agarré del cuello de la camiseta.

 —¿Qué haces, imbécil? Suéltame —no lo hice, estaba mirándole con furia—. Agh, vale como quieras, intentaré pensar algo para que esté de nuestro lado, ¿contento?

 —No, hasta que no sepa que no le va a pasar nada de verdad. Además, eso no te va a ser fácil, parece querer mucho a sus amigos —pensé en ellos. Habíamos pasado algunos momentos juntos y parecían buenos amigos entre ellos. Yo no encajaba mucho allí, pero tampoco es como si los odiase. 

Lo que me gustaba era que ella se veía feliz con ellos. No creía que separarlos fuera un buen plan.

 —Kisaki, no cuentes conmigo para nada de eso, si ella decide unirse a ti en tus planes, que te lo vuelvo a repetir, dudo que eso llegue a pasar, yo no pienso interferir en su decisión para nada, que lo sepas.

 —No me haces ninguna falta para eso —sonrió, me estaba ocultando algo—. Pero, no me digas que...

 —Sí —encendí un cigarro—. Por eso te lo estoy diciendo, ten cuidado con lo que haces.

 —¿Sabes lo que pasará si dejas de serme útil, no? —volvió a sonreír y a poner esa cara que siempre ponía cuando se le ocurría alguna idea brillante.

 —Lo sé.

~ 10 de marzo de 2012, 20:50 p.m. ~

Roppongi

 —Ran, ¿de verdad crees que es ella? 

 —Todo cuadra, hermano —el mayor de los chicos hablaba mientras estaban descansando—- Las fechas, los rumores de los que esa pandillucha del tres al cuarto nos han comentado, tanto tiempo buscándola y al final parece que no hacía falta el esfuerzo. Aun así... me parece que lo que hemos hecho es perder el tiempo, no nos hace falta realmente, hemos conseguido hacernos con el control de todo el barrio sin ayuda, hasta la mafia besa el camino que pisamos —se incorporó—. Quizá lo mejor sea olvidarnos de ella y punto. Al menos por el momento...

El menor asintió, dándole la razón a su hermano, aunque con alguna duda rondando por su mente.

 —Si hubiera sido hace unos años quizá hubiéramos conseguido algún trato con ellos, pero parece que ni ellos se acuerdan de esa familia hoy en día. Como bien dices, ya no hace falta inmiscuirla en nuestros asuntos. Mejor que se quede allí con sus cosas —terminó por decir el menor, secundando las palabras del otro.

 —Vaya manera de perder el tiempo, de verdad —el mayor volvió a recostarse en el sofá—. Rindou, no vamos a ir a esa pelea entre la ToMan y Agatsu, ya hemos averiguado todo lo que necesitaba de ellos y al final para no llegar a nada. Mandémosles los hombres que les prometimos como agradecimiento y cortaremos el contacto con ellos para siempre.

 —¿De quién habláis? —preguntó la chica que estaba sentada al lado del menor de ellos.

 —De nadie importante, acabo de darme cuenta de ello, ya no nos sirve de absolutamente nada. No es necesario que nos involucremos en cosas como estas, tenemos cosas más importantes en mente, ¿no, hermano? —habló el mayor.

Ambos parecían estar autoconvenciéndose de no hacer algo que pudiera joderles.

 —Sí... ¿has podido contactar con él? Creo que está pensando en montar una nueva pandilla.

 —Estoy en ello.




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