~ 𝑺𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒖𝒏𝒐 ~
—Entonces, ¿era todo cierto?
—Eso parece. Esos dos son su familia, la única que creo que le queda.
—Sí, pero quizá eso es lo de menos. Lo que más me sorprendió fue el tema de la yakuza. ¿Sabes qué quiere hacer ella al respecto?
—Dice que se lo está pensando... aunque no creo que...
—Hanma, ¿sabes el poder que conseguiríamos si ella llegase a hacerse cargo de ellos? Me refiero, sería algo complicado de conseguir, pero en Tenjiku contaríamos con el apoyo de Yokohama, Roppongi y muchos más... si encima añadiésemos al bando a la Yakuza, bajo el mando de ella...
—Kisaki, no sé ya las veces que lo hemos hablado, a mí me da igual lo que ella quiera hacer siempre que esté segura de hacerlo. De la misma manera, me da igual lo que tu vayas a hacer —saqué un cigarro y lo encendí—. Te lo dije hace tiempo, que fuera lo que fuera, mis acciones también iban a ir ligadas a mi propia opinión.
—Sí, y ahora te pregunto ¿qué me querías decir con aquello?
—¿A qué me refería? —le di una profunda calada y miré en dirección a ella, que había ido a la máquina de bebidas a comprar algo para los tres—. Kisaki, eres muy listo, pero no entiendes nada, es algo que siempre he pensado —Ryoko comenzó a caminar de nuevo a la mesa donde estábamos nosotros—. Me refiero a que, si en algún momento ella corre cualquier peligro, haré lo que sea para evitarlo.
El rubio esbozó una sonrisa de medio lado, con burla.
—Sí que te ha dado fuerte por ella, ¿no? —no le respondí, la respuesta a eso era más que obvia—. No te preocupes, ya te lo dije, me cae bien, y ahora estamos los tres juntos en esto.
Mis sospechas acababan de confirmarse. Quizá si era cierto que se llevaban bien, pero Kisaki nunca entablaba amistad con nadie sin ninguna finalidad, me lo dejó bien claro desde el principio pues cuando lo conocí acepté sin dudar en ser su peón para todos sus planes. Lo que no sabía era que en ese camino terminaría por conocerla a ella. Finalmente, los planes de Kisaki habían salido bien tanto para él como para mí; ella seguía a mi lado y Kisaki parecía ir consiguiendo lo que se proponía.
Mi vida había cobrado un total sentido y percibía que podría estar girando en esta noria por toda la eternidad. Sin embargo, si así era, ¿por qué siempre estaba tan inquieto?
Otra vez volvía a darle demasiadas vueltas. De entre todas las personas que habíamos conocido en el camino, solo yo permanecía al lado de él, solo yo parecía ser la herramienta perfecta para sus planes; su compinche, su aliado y amigo.
Tenía la sensación de que aquello que me dijo de que sólo era un peón para él había cambiado con el tiempo. Nos lo pasábamos bien juntos, y más desde que ella empezó a coger confianza con él, eso era innegable, y, como justo ahora acababa de hacer, había empezado a contarme las ideas que le pasaban por la mente y que, de seguro, no habría compartido con nadie que no fuera yo. Él solo no hubiera podido llegar hasta donde está ahora, él tenía la inteligencia que a mí me faltaba, y yo la fuerza y la presencia de la que él carecía...
En definitiva, ambos éramos un complemento del otro.
Y la que ponía el broche final al equipo era quien se acercaba sonriente hacia nosotros con tres cafés en las manos: ella, que era el resultado al otro lado de la igualdad de la suma de nosotros dos; contaba con mi estupidez, fuerza y humor, pero tan inteligente y planificadora como Kisaki.
—Volví, casi se me cae todo por el camino. Esto está ardiendo, ten cuidado Kisaki, no te quemes, y Shuji, tú igu-
—¡Su puta madre! —tarde, ya había abierto la lata y le había dado un sorbo al café. Me quemé toda la lengua y el cigarro que tenía en la mano se me cayó al pantalón, haciéndole un agujero.
Ambos se habían quedado mirándome con los ojos como platos y encorvando sus labios hacia arriba y debajo de manera intermitente hasta que ella echó a reír. Llevaba sin escucharle reír un par de días y volver a hacerlo calmó mi mente en ese momento. Sacudí mi mano en el pantalón para quitar las pocas cenizas que habían quedado en él y ella se sentó a mi lado, agarrándome una de las manos para entrelazarlas y con la otra se apoyó en la mesa, sosteniendo su cabeza por el mentón y mirando a Kisaki.
—Bueno, Kisaki, ¿y cuándo podemos vernos con Izana?
—¿Queréis ir hoy por la noche? —me miró a mí, pero yo hice un aspaviento con la mano, quitándole importancia.
—Si ella quiere por mí está bien, tampoco teníamos ningún otro plan, ¿no, enana?
Ella se quedó pensando por un momento.
—No, no teníamos nada que hacer, salvo que tendremos que ir a casa a cambiarnos. No querrás ir con ese agujero en el pantalón, ¿no?
—Está bien, pues más tarde os llamo y os digo donde nos veremos. Yo me voy ya.
Kisaki se levantó y empezó a alejarse de nosotros caminando sin decir nada más que un "hasta luego" y despedirse con la mano una vez estuvo lo bastante lejos.
—Shuji —Ryoko llamó mi atención y se sentó con su cuerpo girado hacia el mío—. Estoy algo nerviosa.
—¿Qué te pasa? —me giré para colocarme de la misma manera en que ella estaba y mirarla de frente.
—No sé, es una sensación rara, es como que, si me uno a otra pandilla, que seguramente lo que quiera es acabar con la ToMan... —suspiró y sacudió la cabeza—. ¿Sabes? A pesar de todo lo que ha pasado, no les guardo tanto rencor como para volver a pelear con ellos... Bueno, quizá sí me gustaría darles algún que otro puñetazo a los que no pude el otro día... pero no como para acabar con la pandilla... ¿Comprendes lo que digo?
—Claro que comprendo, pero si Tenjiku se hubiera formado con ese propósito... ¿De verdad vas a unirte?
—Sí, y más sabiendo que los Haitani están ahí.
—¿Por? —¿no estará pensando en serio como Kisaki?
—Shuji, aún no sé qué es lo que quiero hacer con respecto al tema de mi familia... la de verdad... Y si, a lo mejor estando cerca de esos dos consigo aclararme las ideas... Creo que la mejor opción es unirme a Tenjiku. Así, si...
—¿Si...?
Ella no paraba de darle vueltas a la mente, pensando las cosas muchísimo antes de hablar. Ya sabía de sobra que cuando se ponía así era porque se estaba imaginando todos los escenarios posibles; intentando llegar a la conclusión más factible y viable para conseguir lo que quería.
—La única manera que voy a tener de saber lo que quiero hacer es estar al lado de esos dos. Si decido hacer algo al respecto, estando en Tenjiku, quizá contaría con el apoyo de más gente, más que estando sola. Por supuesto, no iba a meter a la ToMan en esto. No después de habérmelo ocultado.
—¿Y si finalmente decides no hacer nada?
—Pues nada. Habré conocido a gente nueva, me habré reído de antiguos conocidos —esbozó una sonrisa. Yo no tenía ni idea de a quiénes se estaba refiriendo—, y por lo menos habré estado entretenida un tiempo, ¿no? Tampoco creo que toda nuestra vida vaya a basarse en peleítas de niños y cosas así Shuji. En algún momento tendrán que terminar. ¿Tú qué crees? ¿Tú te ves toda la vida dentro de una pandilla peleándote por las calles?
—Pues no sabría qué decirte. Ya sabes que vivo día a día y no lo pienso mucho... Así que, bueno, si tú y Kisaki vais con Tenjiku, yo voy detrás de vosotros, eso está claro —cerré los ojos un momento, tratando de imaginar más allá de lo que hoy en día vivíamos—. ¿De verdad crees que yo podría tener una vida fuera de las calles? —bromeé.
Era algo que ni yo mismo me imaginaba; llevando una vida normal de adulto sin estar peleándome con cualquiera por la calle. No al menos del todo.
Sí me había imaginado con ella. Los dos en una casa y viviendo una vida de pareja normal, pero eso ya lo estábamos haciendo hoy en día. Nuestra "normalidad" era la vida entre pandillas, por lo que se me hacía complicado imaginarme de otra forma.
—Eres de lo que no hay —sonrió y me dio un golpe en el brazo—. Dame un cigarro, anda.
Le tendí el paquete y tomó uno. Volvió a colocarse con los brazos apoyados en la mesa mientras miraba a la nada y fumaba. Se quedó pensativa de nuevo y al poco volvió a hablar:
—Pues... yo creo que sí podríamos llegar a vivir una vida normal, la verdad. Los dos tenemos un trabajo, más o menos podemos mantenernos bien, tenemos la casa de la abuela... y bueno, nos tendríamos el uno al otro para hacernos compañía... —se miró las manos, donde aún tenía un pequeño moratón del puñetazo que le dio a Draken—. Nah, igual tienes razón, echaría de menos pelearme con alguien. Y pegarte a ti no tendría ningún sentido.
—Yo no me pelearía contigo, lo sabes de sobra —rebatí al instante.
—Pues por eso mismo, no me darías bola —se burló.
Había intentado multitud de veces que nos peleáramos en casa, en broma, por supuesto, pero no le daba pie a ello. Con lo torpe que era, seguro que con cualquier movimiento que hiciera se caería de mala manera y se lastimaría, y tampoco quería tener que estar cuidándola por haber jugado a las peleítas.
A parte de eso, lo que había dicho tenía algo de verdad. Sin embargo, desde que decidí que me mudaría con ella, quizá ese pensamiento —el ideal de esa forma de vida "normal"— sí que había cobrado algo de sentido en mi cabeza, aunque no quisiera aceptarlo y lo negase constantemente.
—Bueno, ¿vamos a casa antes de que nos avisen? Si no, no nos va a dar tiempo.
Se había levantado de la mesa y tiraba de mi chaqueta. Sacudí mi cabeza, alejando una vez más aquellos pensamientos sobre el futuro de mi mente y volviendo de nuevo al momento actual.
Quizá no debería pensar tanto en ese futuro, nunca lo he hecho.
La miraba, caminando delante de mí hacia la moto, dando pequeños saltitos esquivando algunas piedras y hoyos del suelo.
Sí, definitivamente, en lo único que tenía que centrarme era en el día de hoy. Y asegurarme, todos los días, que cada próximo amanecer ella también iba a estar ahí, justo donde pudiera verla, delante de mí.
—Qué sitio más raro para reunirse, ¿no?
Estábamos subiendo por las escaleras de un edificio. Al parecer Kisaki nos había citado en la azotea de este para vernos con Izana.
Desde que me mencionó ese nombre, el recuerdo de Emma contándome, cuando aún éramos unas crías, que tenía otro hermano aparte de Shinichiro y Mikey no había abandonado mis pensamientos.
Tenía que ser el mismo.
Ese chico, según me contó Emma, se fue un día de su casa, prometiéndole que volvería en algún momento con ella. Pero nunca lo hizo y ella casi no tocaba ese tema. De hecho, tenía el presentimiento de que ni siquiera Mikey se acordaba de aquello, pues cuando Emma nos lo contó él estaba distraído con otras cosas y no nos prestaba apenas atención.
—Malditas escaleras, me estoy asfixiando —resoplé subiendo un escalón más, Shuji iba por delante de mí—. Claro, como tú tienes las patas largas puedes subir dos escalones de golpe. Qué envidia.
—Calla, que yo también me estoy cansando de subirlas —Shuji contestó también en un resoplido.
—¿Dejamos de fumar? Creo que es por eso.
—Ni de coña. No me quitarás el único vicio que tengo.
Alcé una ceja y me quedé mirándolo. Aunque también aproveché ese momento parada para recuperar el aire.
—Me ofendes, pensaba que yo también era tu vicio.
—¿Ah? —Se paró en seco y se giró hacia mí—. Yo creía que tú eras la adicta a mí.
—Prefiero el tabaco, la verdad, me da menos problemas —reí y aproveché esa pausa para recuperar un poco de aire y que mis piernas descansaran.
—Creo que no fallaría si digo que aquí la problemática eres tú —me sonrió de vuelta—. Pero sí, que seas así también genera cierta adicción.
Me quedé sin saber qué decirle. Cuando soltaba algo de ese estilo siempre me quedaba con la boca entreabierta y mirándole, hasta a veces me sonrojaba, pues no era normal que Shuji soltase comentarios algo más románticos. A su manera, pero románticos al fin y al cabo.
—Si te paras es peor, venga, solo queda una planta más y ya llegamos —me instó a seguir subiendo las malditas escaleras.
Al llegar a la última planta, abrimos la puerta metálica que daba al exterior. Yo esperaba encontrarme solamente a Kisaki y a alguien que se suponía sería Izana, acompañándole. Pero no fue así. Allí había por lo menos quince o veinte personas, y conocía algunas de aquellas caras.
Mi vista los recorrió a todos, parecían haber estado esperándonos, pues cuando entramos, todos se giraron hacia nosotros y, al instante, una voz resonó entre toda aquella multitud.
—¡Pero si al final ha venido nuestra primita! —Podía imaginarme quién era de los dos, solo con aquella conversación, me había quedado claro quien era el payaso de ellos.
Los hermanos salieron de entre los demás y se acercaron a nosotros. Llevaban un traje negro que destacaba entre los demás, que eran todo gabardinas rojas con el símbolo del ying y el yang en la parte trasera.
Ran se acercó a mí y sin venir a cuenta me abrazó, hundiendo mi cabeza en su pecho. Rindou solo se quedó estático al lado y saludó a Shuji con un gesto de cabeza.
—¿Cómo estás? Oye, después tenemos que hablar contigo, ¿vale? Queremos invitarte a un sitio, ya nos hemos enterado de todo lo que pasó con la ToMan y tú. El chico de las gafas nos lo ha contado antes, y lo que vamos a proponerte igual te anima —Ran hizo una pausa y sonrió—. Nos ha dicho que te encantan las fiestas.
—Ya, Ran, para. Luego habrá tiempo para eso. De momento déjala respirar y que vayan a hablar con Izana —Rindou me sacó de los brazos de Ran y me atrajo hacia él. Yo estaba ahí, sin saber qué hacer, pues no esperaba ese recibimiento y me había quedado pasmada—. Hola, Reika. Perdona a este imbécil, otra vez. Luego hablamos, será mejor que vayas con Izana.
—Gracias Rindou —le sonreí y miré a Ran, que parecía haber puesto una cara tristona con el comentario de su hermano—. No te preocupes, Ran. Después hablamos, ¿vale? —dirigí mi sonrisa a él también y tomé la mano de Shuji para caminar hacia donde estaba Kisaki. Eché mi vista hacia atrás, mirando a aquellos dos.
¿De verdad esos dos son a los que teme tanta gente? Si parecen dos masitas, pensé antes de volver a mirar hacia el frente.
Mientras nos acercábamos hacia la zona más al exterior de la azotea, mi mirada recorrió a los demás que estaban allí. Aparte de los Haitani, pude reconocer a Madarame Shion por el enorme tatuaje que le cubría la mitad de la cabeza. Su cara al verme era una mezcla entre sorpresa y resignación, podía comprenderlo pues ya nos conocíamos de hace años. ¿Cómo iba a olvidar al tipo por el cual se creó la ToMan? Imposible... aquel problema que tuvo con Kazutora hace años era imposible de olvidar.
Quien estaba al lado de Shion debía ser Mochizuki. A él solo lo había visto una vez, y de lejos, pero él sí pareció saber quién era o, al menos, saber que había pertenecido a la ToMan, pues me miraba igual que Madarame.
No les presté más atención y seguimos hacia delante, llegando por fin al lado de Kisaki, que estaba acompañado por dos chicos; un peliblanco de tez morena y ojos violáceos, y otro chico con una mirada penetrante y una gran cicatriz que le cruzaba la cara.
Era la primera vez que iba a presentarme de aquella manera ante alguien que no conocía, así que lo solté sin más.
—Ehm, hola, soy Reika —El de tez morena apenas me miró. Sin embargo, el otro chico sí se acercó y sonrió.
—Encantado, Reika. Yo soy Kakucho Hitto, él es Kurokawa Izana, el líder de Tenjiku —Kakucho le dio un ligero toque en la espalda al otro, que por fin pareció prestarme algo de atención.
—¿Mhm? Sí, hola, Reika. Ya me han hablado de ti, ¿te vas a unir a nosotros al final?
Este tipo... este tipo me ponía nerviosa.
Era algo raro, no solía pasarme. No solían intimidarme de esa manera, pero él lo había conseguido. Sería por esos fríos ojos que parecían estar vacíos. Sin embargo, tampoco iba a achantarme por aquello.
—Para eso estoy aquí, ¿no? —contesté fríamente antes de sacar un cigarrillo y encenderlo—. ¿Qué sentido tendría haber venido si no fuera a unirme?
—Tienes razón... Espero que no tengas problemas con los integrantes de esta banda. De todas formas, aún faltan por que se unan ciertas personas...
Volví a echar un vistazo y ahora pude fijarme mejor en, que detrás de aquellos que habían llamado principalmente mi atención, también se encontraban algunos de los integrantes de Agatsu; aquel tipo que quiso apuñalarme estaba allí, pero su mirada no era como la del día de aquella pelea.
Sonreía, como si estuviera orgulloso de algo.
—No —negué dándole una calada al cigarro y pasándoselo a Shuji. Dejé salir el humo por mi boca mientras mi vista fue de Izana hacia la multitud una vez más—. Mientras ellos tampoco supongan un problema para mí, yo tampoco tendré ninguno con ellos.
Escuché que Izana dejó escapar una pequeña risita gutural con los labios cerrados.
—Bien, me gusta eso —Alzó su mano, tendiéndola en mi dirección—. Por mi parte no hay ningún problema en que te unas, así que bienvenida a Tenjiku. Debo irme ya.
Me quedé con la boca abierta mientras Izana abandonaba aquella azotea.
¿Eh? ¿Y para esto todo el camino? ¿Y para esto hemos tenido que subir tantas escaleras? De verdad, qué poco me gustaban las personas que trataban todo con tanta intriga, id al grano y punto, joder, para esto hubiéramos quedado en un parque, coño, que me duelen las piernas.
Escuché a Shuji a mi lado. Me miraba con media sonrisa y se acercó a mi oído.
—Lo sé, sé exactamente lo que estás pensando. Anda que tener que salir para cinco minutos, ¿verdad? No te preocupes, si quieres ahora vamos al bar —susurró y luego miró la hora—. De hecho, en nada tengo que entrar a trabajar, menos mal que pilla cerca.
Kakucho se acercó a nosotros.
—Reika, no te preocupes por Izana, él es así. Esos dos —señaló a los Haitani—, van a explicarte todo lo relacionado con Tenjiku, ¿vale? Supongo que ya tendremos ocasión de hablar un poco más.
Y así, sin decir nada más, se despidió con una sonrisa y fue tras los pasos de su líder. Parecía ser el más cercano a él.
Ran y Rindou volvieron a acercarse. No sabía el porqué, pero aquellos dos me daban algo de confianza, como si los conociera de hacía tiempo y pudiera relajarme con ellos. Ran tenía pinta de ser el típico payaso al que su hermano le cortaba el punto con cualquier mala palabra. Y eso me hacía gracia.
—¿Al final has adoptado tu nombre, no? —preguntó Ran cuando estuvo a nuestra altura.
—Sí. Al fin y al cabo, fue el que me dieron mis padres, el que debí tener siempre, así que bueno, espero acostumbrarme pronto. Si en algún momento no os contesto o lo que sea, vosotros me lo hacéis saber, ¿vale?
Miré hacia todos los que estaban más cerca de mí, Kisaki, Shuji y los hermanos. Mientras charlábamos todos los demás habían ido abandonando la azotea poco a poco, hasta que solo nos quedamos nosotros cinco allí.
—Bueno, tenemos que explicártelo todo, ¿prefieres ir a algún otro sitio o nos quedamos aquí?
—Pues... —miré a Shuji—. ¿Te importaría si vamos al bar y hablamos allí? Aquí hace frío.
—Para nada, podéis ir allí sin problema, mientras no la líes como la última vez...
—¿Qué pasó la última vez? —preguntó Rindou mirando a Shuji.
—Nada en especial, que esta enana casi le arranca los huevos a un tipo por sobrepasarse.
Ran me pasó el brazo por los hombros, nuevamente, sorprendiéndome de lo cercanos que se habían vuelto de repente.
—¡Vale! Decidido, vamos al bar. Y esa historia nos la tienes que contar. Va a resultar que te pareces más a nosotros de lo que pensábamos —reía y yo no pude hacer otra cosa que sonreír mientras Ran me arrastraba hacia la puerta de la azotea para ir hacia abajo del edificio.
Eché un momento la vista atrás, Kisaki y Shuji seguían nuestros pasos, este último sonrió en mi dirección y me hizo una señal de "ok" con la mano. Imaginé que, al ser familia, no se habría puesto celoso, ¿o quizá sí?
Nah, no creo. Si no, estaría mirándome con cara de malas pulgas.
—¿Vas a llevarlos al bar?
—Sí. No creo que haya ningún problema. Además hoy voy a estar solo. Mi compañero tiene libre.
—Mejor así. ¿Tienes un momento?
Miré de nuevo la hora, faltaba apenas una hora para tener que abrir. Tenía que darme prisa en esta breve conversación que estaba manteniendo con Kisaki.
—Sí, pero dime rápido. ¿Tú no vas a venir al bar?
—No... tengo que organizar una cosa, mañana necesito que vengas conmigo a un sitio.
—Está bien, tú solo mándame la dirección y nos vemos. ¿Qué vamos a hacer?
—Vamos a dar un aviso, solo eso, será rápido. No le digas nada a ella.
Alcé una ceja, curioso. Pero si él no quería involucrarla imaginé que sería por protegerla. Y yo estaba encantado con no tener que meter a la enana en más problemas de los que ya tenía.
—De acuerdo —confirmé.
Ambos nos dirigimos hacia las escaleras y comenzamos a bajarlas. Aquellos hermanos iban por delante de nosotros, mientras charlaban con ella de cosas sin sentido ninguno, pero a ella no parecía incomodarle nada, por lo que de momento podía estar tranquilo.
Había accedido a que vinieran al bar, así podría enterarme de lo que hablasen con ella. Desde lo del otro día me costaba dejarla sola. Había intentado escaquearme de mis turnos, pero hoy ya era imposible hacerlo y más teniendo en cuenta que Wakasa estaba libre. Tenía que ir sí o sí.
Una vez estuvimos de nuevo en la calle, ella les dijo la dirección a la que debían ir y quedamos en vernos en el bar en un rato. Kisaki también se fue.
—¿Todo bien? —le pregunté al verla algo aturdida.
—Sí. Sorprendentemente, me parece que son buena gente. Al menos conmigo se están portando bien. Son graciosos, a su modo.
—Bien —le di el casco y ella se montó en la parte trasera de la moto—. Oye...
—Dime, has estado muy callado. ¿Te pasa algo?
No me pasaba nada en especial. Solo era que se me hacía extraño el verla contenta. Quería verla así, pero no que fuera porque se estuviera forzando a parecerlo y que en verdad no lo estuviera.
Sacudí suavemente mi cabeza de lado a lado.
—No es nada, no te preocupes —Le di un beso corto en los labios y me coloqué el casco, le sonreí y le acaricié la mejilla antes de montarme en la moto y poner rumbo al bar.
Ella apretó sus manos contra mi pecho durante todo el camino. Yo iba conduciendo lentamente, inmerso en mis pensamientos.
—Oye, Shuji... —la escuché desde mi espalda.
—Dime, Reika.
—Joder. Qué raro se me hace, de verdad, pero bueno —Se separó de mí—. A ti te pasa algo, ¿verdad? Es raro que me llames de cualquier manera que no sea enana. ¿Qué te pasa? Dímelo ya. Te lo dije, conmigo ve al grano y no andes con tonterías.
Resoplé y paré la moto un momento. Me quité el casco y me giré hacia ella, que también se lo había quitado y me miraba con cara de preocupación. Le quité el casco de las manos y lo colgué del manillar de la moto, hice lo mismo con el mío. Bajé de la moto, le coloqué la pata para que no se volcara y me coloqué enfrente de ella, que se había quedado ahí sentada. Volví a mirarla fijamente y agaché mi cara a la altura de la suya.
—¿De verdad estás bien o solo estás fingiendo? —pregunté directamente, tal como ella me había pedido.
—¿Qué?
—Eso mismo. No paro de pensarlo; hace dos días casi ni hablabas, apenas comías y ahora parece como si no hubiera pasado nada... No sé —confesé y chasqueé la lengua.
Joder, en cierto modo me cabreaba no captar algunas señales.
Ella sonrió y tomó mi cara entre sus manos y se acercó a mí con una gran sonrisa.
—Mira, quizá sí que siga un poco triste por todo aquello, pero ya te he dicho, voy a intentar olvidarlo todo y empezar una vida nueva —Me besó suavemente y volvió a sonreír—. Y sí que hay algo que puede hacerme feliz ahora mismo es que tú estás aquí conmigo, Shuji, voy a centrarme en pensar así.
Me dio otro beso más, pero esta vez se quedó más cerca de mi cara.
—Gracias por preocuparte así por mí, de verdad —pasó sus brazos por mis hombros y me abrazó—. No te lo había dicho antes, pero...
—¿Pero? —instintivamente también la abracé, posando una de mis manos en la parte trasera de su cabeza y otra en su espalda, atrayéndola hacia mí.
—Pero te amo, Shuji. Yo también te amo. Aquel día no te dije nada.
Su voz me había dicho eso casi en un susurro que me recorrió todo el cuerpo, pero atacando directamente a mi corazón. La estreché contra mí aún más fuerte y mis labios se juntaron con los de ella mientras sonreía. No podía borrar la puta sonrisa de mi cara.
—Eso ya lo sabía, idiota. No hacía falta que me dijeras nada para saberlo... —susurré antes de besarla.
Aquello no había respondido a la pregunta que le había hecho pero, por el momento, la aceptaría.
Holita, otro capítulo de conexión ^^
Frase para preguntas.
Frase para que me digáis que os está pareciendo la historia hasta el momento, por favor decidme algo que me tiro de un 5º piso sin paracaídas ni nada jajaja.
Frase para deciros que besitos y que os quiero <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top