~ 𝑰𝒏𝒕𝒆𝒓𝒍𝒖𝒅𝒊𝒐 ~ 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂

27 - octubre - 2015


Hola...

Vuelven a ser meses que no escribo nada... pero hoy necesito hacerlo...

Al final vendí la casa de la abuela, salió un comprador bastante rápido y me ofreció lo suficiente como para poder empezar de cero. 

Ken y yo nos fuimos a vivir juntos, él está bastante contento de haber podido salir del burdel, ya era hora, la verdad. Le va bien con el tema de las motos. A veces hasta le intento ayudar y aprendo muchísimo. Me gusta estar con él, me distrae de todos mis pensamientos y hacemos muchas cosas juntos. Pero... no sé si hemos hecho bien en una cosa... el otro día nos besamos, no tengo ni idea de cómo pasó, estábamos tranquilos en casa viendo una película, como siempre, y surgió... no sé si llegué a decírtelo alguna vez, pero a mí Ken me gustó de pequeña, tampoco fue la gran cosa, lo típico de cuando eres pequeña y te gusta el chico guapo de la clase, pues algo así, pero cuando Emma se convirtió en mi mejor amiga y los veía tan bien juntos me olvidé completamente de él, ya solo lo veía como un amigo.

No sé si será porque ambos hemos pasado por situaciones similares, pero siento que estoy traicionando a mi mejor amiga, y a ti... me siento fatal... imagino que él se siente igual, pero en su caso es diferente... Emma nunca volverá, y eso me hace aún más daño ahora, le prometí que cuidaría de Mikey y Ken, se lo prometí, y aun así yo voy y me junto con su novio... pero él es el único que me entiende, que lo sabe todo, todo lo que pasó y el único que de verdad ha estado siempre para mí... cuando todo se torció... 

Lo siento Shuji... soy una mierda de persona ahora mismo, necesito desconectar de todo esto, de tu recuerdo y quizá alejarme un poco de Ken, no sé qué piensa él al respecto de lo que pasó, pero creo que de verdad lo mejor es irme por un tiempo de la ciudad. 

Tengo dinero suficiente gracias a la venta de la casa y algunos ahorros que tenía de la tienda, que por cierto cerró hará cosa de un mes, no he querido hacerme cargo de ella, no me veía con ganas ni fuerzas, así que lo más que he estado haciendo estas semanas es dar algunas clases de matemáticas a los niños de un vecino de por aquí. Me voy de viaje Shuji... a todos esos sitios donde me imaginé ir contigo... voy a ir sola. Aún no se lo he dicho a Ken, pero lo haré mañana y la semana que viene me marcharé. 

No sé cuánto tiempo voy a estar fuera, pero espero que me sirva de algo, como dicen, para encontrarse a uno mismo y esas mierdas.

Tampoco sé si volveré a escribir algún día otra carta-diario de estas, pero bueno, de momento no lo creo. Espero de verdad que irme sirva de algo, si no ya no sé qué más hacer.

Feliz cumpleaños Shuji... 

Hanma rebuscó por la caja, no había más cartas, esa era la última. Un sentimiento de desesperación empezó a apoderarse de él. Sus gafas volvieron a empañarse una vez más. Se tocó el pecho, donde esas palabras estaban grabadas en su piel, como cicatrices de un gran fuego.

Se imaginaba a ella con Draken y eso solo hacía que el pecho le ardiera aún más.

En la caja había varias cosas más: un llavero con un peluche, un jersey viejo y algo descolorido, un pendiente que en realidad había sido suyo hacía muchos años. 

Sacó todo el contenido de la caja, esperando encontrar algo más, sólo algo más de ella que pudiera devolverle su voz a la cabeza, esa que ya no volvería a escuchar nunca, pero no había nada más.

Él ya se había mentalizado hacía muchos años de que nunca la volvería a ver, intentó olvidarse de ella, pero nunca pudo. Sacó el jersey, aquel jersey al que llamó horroroso una vez, lo desdobló y de él cayó un pedazo de papel, algo más pequeño. 

Lo abrió, era una lista, esa lista que hicieron juntos una vez, reconoció su letra y la de él mismo. Todos los lugares a los que hubieran ido, de no ser por aquello, de no ser por esa decisión que tuvo que tomar. Todas las localizaciones tenían una pequeña marca a un lado.

No se había olvidado de lo metódica que era para todo, sabía por qué estaban marcados.

 —Bien, parece que tendré que cogerme unas vacaciones... 

En ese momento lo tuvo claro. 

No le importaba el tiempo que le llevara, pues quería ver, con sus propios ojos, todo lo que vieron los de ella.

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