~ 𝑪𝒖𝒂𝒓𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒖𝒏𝒐 ~
~ 25 de junio de 2012, 20:30 p.m. ~
Tú, enviado el 25 de junio a las 20:32
Oye... que tengo que trabajar mañana. Vosotros no os preocupéis y pasadlo bien ¿vale?
Me encanta la puta Ley de Murphy. Nótese el sarcasmo. Llevábamos planeando las vacaciones a la playa casi desde hacía un mes, y toda la ilusión se me escapó en un segundo. Mi jefa había estado rara los últimos días; se le veía pálida y muy débil, era una mujer mayor, así que, de vez en cuando, le daban los típicos achaques, pero joder, ¿justo ahora?
Me llamó hará ahora dos horas; que estaba fatal y que no podría librar mañana, no teníamos más empleados y, si no quería perder el trabajo no podía hacer otra cosa que cancelar el ir a la playa con los demás y quedarme en la tienda.
Pero bueno, como bien comenté una vez, me suelen pasar estas cosas, atraigo las casualidades como si fuera una miga de pan entre cientos de palomas hambrientas.
Todos empezaron a mandarme mensajes preguntando que si no podía hacer nada y de verdad que lo había intentado, pero tampoco era plan de presionar mucho a la jefa. En verano no nos podíamos permitir cerrar, era cuando más gente venía a la tienda a comprar helados y refrescos para combatir el calor, por lo que lo único que me quedaba era resignarme. Al menos con el horario de verano cerrábamos un poco antes y podría volver pronto a casa.
—No te preocupes —Shuji estaba abrazándome por la espalda mientras yo contestaba los mensajes de todo el mundo—, ya iremos a la playa en otra ocasión, ¿vale?
—No, tú ve mañana, al fin y al cabo ya teníamos los billetes del autobús comprados para todos —le dije y él rodó los ojos con resignación.
Se había decidido que iríamos todos juntos en el único autobús que salía al día siguiente por la mañana en dirección a la playa. Era un autobús que salía casi de madrugada y tardaba unas tres horas y media en llegar.
Para una vez que vamos a ir casi todos a algún lado, y me lo tengo que perder. Otra vez será.
—Le he dicho a Draken que venga a recoger el alcohol, así que ahora en un rato aparecerá por aquí.
Yo me había encargado de comprar el alcohol para pasar la noche en el camping. Eché un vistazo hacia el lateral del salón, donde había varias bolsas con botellas y refrescos.
No pude evitar poner cara de pena.
—Pienso quedarme con una botella para bebérmela mañana. Voy a llorar.
Shuji se empezó a reír.
—Mira que eres exagerada.
Draken llegó a la casa al rato, y yo, con mucha pena le di las bolsas con el alcohol.
—Tened cuidado, ¿vale? Y mandadme fotos.
—¿En serio no vas a venir? —preguntó él, cogiendo las bolsas, guardando algunas en el cajón de la moto y colgando otras en el manillar.
Vi que Shuji salía de casa fumando un cigarro y pasó su brazo por mis hombros.
—No Draken, de verdad que no puedo ir, y no porque no quiera —miré otra vez las bolsas—. No sabes lo que me está costando despedirme de esas bolsas.
—Pero... —Draken dirigió la mirada a Shuji. Vi de reojo que la mano del último, la que tenía en mi hombro, le hizo un aspaviento a Draken y este sonrió—. Bueno, pues nada, nos vemos mañana, Hanma.
Arrancó su moto y se fue. Yo me quedé en el sitio diciendo adiós con la mano como una niña pequeña.
—Adiós a mi borrachera.
—¿Tienes adicción al alcohol o qué?
—Para nada, pero ya sabes que me lo paso muy bien cuando bebo, la última vez no te quejaste de que estuviera bebida... Es más, creo recordar que disfrutaste bastante, ¿no, poste con patas?
—No fui el único —me miró sonriendo—. Venga, volvamos dentro, que me tengo que ir a trabajar y mañana tendré que madrugar para coger el autobús. Aunque estoy pensando en empalmar la noche e ir directamente, ya dormiré en el bus.
—No me lo recuerdes que lloro.
Me despedí de él cuando terminó de vestirse para el trabajo.
—Escríbeme cuando estés en el bus, ¿vale? Y cuando lleguéis. Y no sé, háblame de vez en cuando, pásatelo bien por mí.
—No lo pienses más, venga tonta, dame un beso —Acercó mi cara a la suya y le abracé por los hombros.
No iba a verle hasta pasado mañana, no era mucho, pero ya estaba tan acostumbrada a estar con él siempre que teníamos tiempo, que se me iba a hacer raro estar mañana en casa sola.
Se fue a trabajar y directamente me acosté en la cama a dormir. Mañana no pensaba salir de casa en toda la tarde cuando volviese del trabajo.
~ 26 de junio de 2012, 13:50 p.m. ~
Al final esa mañana vino muchísima gente a la tienda —como todos los años en estas fechas—, era normal que no pudiéramos tomarnos ni un día libre extra, el dinero que recaudábamos en verano compensaba las demás épocas del año.
Ya iba siendo hora de cerrar, por lo que empecé a recoger y eché la verja de la tienda, quedándome en el interior para salir por la puerta trasera como siempre. Me detuve un momento a mirar el teléfono. Emma me había mandado varias fotos de las chicas en la playa y de algunos de los chicos.
Seguro que se lo estarían pasando en grande.
Miré los mensajes.
Shuji, recibido el 26 de junio a las 06:30 a.m.
Ya estoy en el bus. Voy a dormir que estoy reventado. No veas la que están liando, a ver si puedo pegar ojo. Te aviso cuando lleguemos.
Te quiero
Shuji, recibido el 26 de junio a las 10:28 a.m.
Hemos llegado, te llamo a la tarde
Al menos uno de los dos iba a poder pasárselo bien.
Suspiré y salí de la tienda, me esperaba una tarde de películas mientras me bebía la botella que me había quedado para mí de todas las que compré. Me llevé algo de la tienda para cenar más tarde. Ni me apetecía cocinar, así que algo que ya estuviera preparado era lo mejor.
Caminé hacia la calle y encendí un cigarro. Había mucha gente que pasaba por donde estaba la tienda y varios niños estaban jugando a las canicas en uno de los trozos de tierra que había al lateral.
Continué andando despacio y recreándome mientras fumaba hasta que noté que un coche se paró a mi lado y bajó la ventanilla del conductor. Miré hacia el lado, me imaginé que se habría perdido y querría preguntar por alguna dirección.
Pero no era así.
—Ni de coña.
—Hola enana, que digo yo ¿aún quieres ir a la playa?
—¿¡Pero tú no estabas ya allí!?
Se rio con esa risa payasa y sacó la lengua, a modo de burla.
—Te mentí. Venga, sube, ya he cogido todo lo que te va a hacer falta de casa. Nos vamos a la playa.
La sonrisa que se me dibujó en la cara en ese momento fue de las más grandes que he puesto nunca. Corrí al asiento del copiloto y me monté.
—Mira, te perdono por mentirme porque me acabas de hacer la más feliz del mundo. Pero, ¿y tu billete de bus? ¿Qué pasa con eso?
—Era una sorpresa —dijo riendo y empezando a conducir—. Sabía que querías ir, así que avisé al chucho de que no iría con ellos y lo haría más tarde contigo en el coche. El billete se lo di a Kisaki, que en el último momento ha decidido venir y no había comprado el suyo, así que todo arreglado.
—¿Draken lo sabía?
—Sí, ayer le mandé un mensaje cuando te vi toda deprimida —me tendió su teléfono.
Tú, enviado el 25 de junio a las 21:00
No me esperéis mañana en el bus, la enana y yo iremos por la tarde, voy a llevarla en el coche, pero no le digas nada o te quedas sin pienso.
Draken, recibido el 25 de junio a las 21:05
Ok, se va a alegrar. Ahora voy yo para allá. ¿Q dices de pienso?
Sonreí al teléfono.
—Algún día te va a dar una paliza, ¿lo sabes, no?
—Bueno, lo intentará —rio alto.
Iba a ser un camino largo en el coche, pero no me importaba, de verdad que estaba feliz, tenía todas las mariposas del planeta en mi interior.
Esos eran los detalles que él tenía que hacían que cada día lo quisiera más. Fuera de lo que aparentaba, era atento; se fijaba en las cosas pequeñas y las tenía en cuenta.
Siempre había evitado enamorarme, pero de esta manera era imposible no hacerlo.
Le miraba conducir embobada; la manera que tenía de agarrar el volante, cuando cambiaba de marcha, todos esos movimientos hacían que se le marcaran los brazos y un ya conocido calor se instaurase en mis mejillas.
De vez en cuando bajaba la ventanilla para fumar un cigarro. No sé ni cuanto tiempo me quedé mirándolo.
—Deja de mirarme así o voy a tener que parar el coche y llevarte a la parte de atrás.
Reí.
—No sería mala idea...
Me miró más serio.
—¿Quieres ir a la playa o follar? Mira que a mí me da igual, ¿eh? Pero si paro aquí te aviso que no llegaremos nunca —bromeó.
—Vale, vale, voy a poner música —encendí la radio y mientras buscaba alguna emisora en la que sonara música daba saltitos en el asiento—. Va-mos a la pla-ya —cantaba con un tono inventado.
—Pfft, ¿qué tienes, tres años? —preguntó él mientras me miraba sonriendo—. Me gusta verte tan contenta.
Le sonreí y encontré por fin una emisora que dejar puesta. Estuvimos charlando durante el camino cuando no me ponía a cantar alguna de las canciones. De vez en cuando encendía un cigarro para fumarlo a medias con él, cuando estábamos juntos solíamos hacerlo así. De esta manera, ni fumábamos tanto, ni se nos acababa el tabaco tan rápido.
De vez en cuando él posaba su mano en mi muslo y lo acariciaba de manera cariñosa.
Hicimos una pequeña parada en una gasolinera para estirar las piernas un momento y aproveché para cambiarme de ropa. Había pensado en todo.
Por lo visto, al salir del bar esperó a que yo me fuera de casa para la tienda, entró y preparó un par de mochilas con lo necesario. Yo tenía la ropa y los bikinis preparados desde la mañana anterior, y al saber que no iba a poder ir ni siquiera los había guardado, así que imaginé que él solo la guardó en la mochila y metió un par de toallas.
Shuji también se cambió y se puso el bañador y una camiseta de mangas cortas. En cuanto llegáramos íbamos a ir directamente a la playa, ya montaríamos la tienda de campaña más tarde, así podríamos aprovechar el sol que quedase por la tarde.
Nos tomó un rato más llegar. Dejamos el coche en el aparcamiento del camping, cogimos las mochilas con las toallas y fuimos casi corriendo a la playa.
Era casi media tarde, pero no importaba; ya estábamos allí, podía notar el olor a sal y cada vez que nos acercábamos más al mar este se hacía más intenso. Divisé a lo lejos a un gran grupo de personas que se estaban bañando y jugando con un balón en el agua. Eran ellos, había algunos sentados en las toallas, pero no lo pensé dos veces.
Fui corriendo a los que estaban sentados —Kisaki, Hakkai y Angry— y dejé allí la toalla y me quité la ropa.
—Hola chicos, dejo esto aquí —no les di tiempo a responder, fui corriendo hacia el agua. Me había puesto un bikini color negro de los que Emma me regaló hace un par de años y que estaba nuevo, no había tenido ocasión de ponérmelo anteriormente, pero me gustaba cómo me quedaba; tenía las cuerdas que se enrollaban por la cintura debajo del top y le daba su toque.
Miré hacia atrás, Shuji se había parado donde Kisaki a dejar las toallas y guardar mi ropa en la mochila, vi que se estaba quitando la camiseta y guardándola de la misma manera.
—¡Tú, enana! Tendrás que echarte crema, ¿no? —me gritó. Yo estaba deseando ir a bañarme.
—¡Que le den por culo a la crema! ¡Luego me echo, si total se va a quitar toda con el agua!
Ladeó la cabeza mientras reía y empezó a acercarse hasta que me alcanzó y empezamos a acercarnos a la orilla caminando uno al lado del otro. Me miraba de arriba abajo y vi que apretó los labios en cierto momento.
—Deja de mirarme el culo, que te estoy viendo.
—No puedo.
—Te estás calentando tú solito, que conste.
—¿Y eso es malo?
Habíamos llegado a la orilla, el agua estaba fría, pero no lo suficiente como para no bañarnos.
—¿Estás caliente? —me acerqué a él de manera insinuante y empecé a recorrer los dedos por su pecho.
—Para, literalmente están todos ahí y están mirando hacia aquí, ya deben haber visto que hemos llegado —seguí recorriendo los dedos por el pecho y bajando hacia el abdomen.
Sinceramente, mis amigos me conocían demasiado bien y si estaban mirando, sabían que lo que estaba haciendo no era más que otra de las mías
—Ryoko, para, enserio, ahora no me estoy calentando solo —me agarró de la cintura y me acercó a él. Sonreí y me alejé un poco. Empecé a darle patadas al agua, salpicándolo y empapándolo entero.
—Toma, eso para que te refresques —empecé a reírme e intenté escapar de él, aunque al final me cargó en brazos y me lanzó al agua. Cuando saqué la cabeza el pelinegro ya estaba a mi lado. Reímos y fuimos nadando a donde estaban los demás.
—¡Por fin has llegado! —gritaba Emma, que se acercó a mí para hablarme bajito—. ¿Qué, ya estabas haciendo de las tuyas ahí, no? —indicó con el dedo hacia la orilla.
—Un poquito —sonreí.
Saludamos a todos los demás. Los chicos estaban allí jugando con un balón hinchable en una zona en la que yo apenas hacía pie de puntillas, así que me acerqué a donde estaban las chicas. Estas tenían un corrito hecho y estaban hablando mientras miraban a los otros, quienes se estaban motivando y empezaron a lanzarse el balón dándole palmadas fuertes con la mano.
En una de esas, lo vi venir directo a mi cara y, por supuesto, me dio de lleno. Vi a Mikey cómo se daba media vuelta y empezaba a nadar en dirección contraria a donde yo estaba.
—Emma, voy a ahogar a tu hermano, ahora vengo.
—Adelante.
Lo perseguí hasta que conseguí alcanzarlo y me aferré a él por la espalda.
—¡Tú, maldito enano! Tienes una puntería de mierda, ¿sabes? —empecé a hacerle cosquillas en el costado para que me dejara hundirle la cabeza y lo conseguí, haciéndole un par de ahogadillas.
—Para, para que me ahogo —había tragado agua y me miraba riendo mientras tosía—. Perdóname.
Tenía tal sentimiento de felicidad por estar allí con mis amigos, que al ver la cara de Mikey riendo y pasándoselo bien, me dieron unas ganas horribles de abrazarle. Y eso hice.
—Gracias por organizar esto, Mikey, te quiero mucho —le di un beso en la mejilla y me alejé de allí sonriéndole. Él vino detrás mío y volvimos a juntarnos con los demás.
Volví donde las chicas y seguimos charlando. Los chicos habían dejado de jugar a la pelota y estaban hablando, en un tono sospechosamente bajo, pero decidimos no hacerles caso y ni nos fijamos en que algunos de ellos habían desaparecido de nuestra vista.
Noté un par de manos separando mis muslos desde atrás y, por las caras de las demás, imaginé que sintieron lo mismo. Cuando nos quisimos dar cuenta, nos habían subido a los hombros de ellos sin que nos diera tiempo de reaccionar; Draken a Emma, Takemichi a Hina, Mitsuya a Yuzuha y Shuji a mí.
Emma y yo estábamos más o menos a la misma altura, aunque yo quedaba algo por encima. Tambaleé y me agarré a la cabeza de Shuji. Por poco no le arranco la oreja al engancharme con la cadenita que colgaba de ella, aunque pareció no haberle hecho daño.
Emma empezó a pedirle a Draken que la bajase y este sonrió acercándose a nosotros. Hina y Yuzuha jugaban entre ellas a ver quién aguantaba más encima de los hombros de los chicos. Emma y yo empezamos a hacer lo mismo, pero nuestros respectivos novios parecían tomárselo más en serio, pues veía como Draken le agarraba fuerte las piernas a Emma y yo notaba que Shuji hacía lo mismo conmigo.
Al final me dejé ganar, me tiré al agua de espaldas y Emma celebraba su victoria. Draken empezó a burlarse de Shuji, comenzando de nuevo el pique de insultos extraños entre ambos por un rato.
Comenzamos a tener frío y salimos a las toallas. Me envolví en una de las que habíamos traído y me senté entre las piernas de Shuji, quien me abrazó por la cintura y posó su barbilla en mi cabeza. Se estaba bien así, con todos juntos y despreocupados, el sonido de las olas de fondo mientras hablábamos de tonterías y jugábamos a las cartas.
(Créditos a ch_loe.6225 en Instagram)
El Sol se iba poniendo. Casi todos habían vuelto a las tiendas de campaña y al final nos habíamos quedado las parejas allí.
Draken, Takemichi, Hina y Emma se fueron a dar un paseo y yo me quedé con Shuji en la toalla mirando hacia la puesta de sol. Aún estaba sentada entre sus piernas y él me frotaba los brazos suavemente para que entrase un poco en calor. Ya me había puesto la ropa, pero aún así seguía teniendo algo de frío.
—Anda que venir a la playa y no quedarse a ver esto.
—Bueno, yo me he quedado contigo, ¿no? —dijo, apoyando su mentón en mi cabeza de nuevo.
—Con eso me vale —levanté la mano y le acaricié la mejilla—. Gracias por traerme, me lo estoy pasando genial, de no ser por ti no podría estar aquí.
Noté una presión en el pecho como nunca antes. No solía ponerme romántica, pero ese momento la verdad que era precioso; el sol cayendo, abrazados y disfrutando de la suave brisa que corría. Quise atesorar esa imagen para siempre; la del dorado Sol que se escondía en el horizonte lentamente.
Era igual que su mirada. Esos ojos ambarinos que se asomaban cuando sus párpados se dejaban caer de manera risueña.
Le escuché suspirar tras de mí.
—Tonta, no podía dejarte con esa cara que tenías ayer, ¿creías en serio que iba a venir sin ti?
—A ver, si te soy sincera, no creía que fueras a venir tú solo con ellos. Pero me alegra de verdad que estemos todos aquí juntos ahora. Sé que son mis amigos de toda la vida, y que quizá para ti sea solo gente con la que te estás juntando por el momento, pero, ¿sabes? —hice una pausa y alcé mi mirada para verle la cara—. De verdad espero que algún día puedas considerarlos como tus amigos. De hecho, creo que hasta Draken y tú podríais llevaros bastante bien —sonreí.
Shuji no tenía ninguna expresión destacable, me miraba con los ojos entrecerrados y esbozó una pequeña sonrisa. Me estrechó un poco más entre sus brazos y me dio un beso suave en los labios.
—Eso el tiempo lo decidirá —murmuró—. De momento puede decirse que lo soporto, cosa que ya es bastante para mí. Pero si a ti te hace feliz, lo intentaré, aunque no prometo nada.
No pude evitar reír suavemente.
—Qué cosas más bonitas me dices. Ten cuidado, que al final me enamoro de verdad —bromeé.
—Hazlo —soltó de golpe.
Me sorprendió que dijera eso y me giré para verle mejor la cara. Me había puesto colorada y él sonreía.
—Sinceramente, yo creo que lo llevo haciendo desde el primer momento que te vi —continuó, pasando ahora su pulgar por mi labio inferior suavemente—. Y creo que ya no puedo pararlo.
Tras murmurar aquello con delicadeza, me besó de la misma manera, suavemente y apretándome entre sus brazos.
—¡Eh, parejita! ¡Venga vamos con los demás, que hay que encender la hoguera y preparar la cena!
Era la voz de Draken, gritando desde los tablones de madera que daban entrada a la playa, a bastante distancia de donde estábamos.
Separé mi rostro del de Shuji, aún con la cara teñida de rojo y el corazón palpitándome como nunca.
—Ahora viene lo mejor —Sonreí y él arqueó una ceja a modo de pregunta.
—Déjame adivinar, ¿alcohol?
Asentí sonriendo aún más e hice el signo de victoria con los dedos. Me levanté apresuradamente agarrándole de una mano y comencé a tirar de él mientras sonreía.
—Vamos, antes de que incendien todo el camping.
He creado una cuenta de instagram, el user es igual que el de aquí por si queréis seguirme allí también.
Besis
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