~ 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒖𝒏𝒐 ~

~ 17 de diciembre de 2012 ~ 

Traje a Yuzuha a casa casi a rastras para que me contase todo con pelos y señales. Ese día, Shuji estaba con Kisaki en casa también, pero, suponiendo que le hubieran hecho algo a Takemichi, todos los de la ToMan deberían saberlo, y más aquellos dos, que eran capitanes.

A pesar de este hecho, Yuzuha prefirió contármelo en privado.

Por lo visto ella y Hakkai habían ido a la bolera y se encontraron con Takemichi y Hina allí, pasaron la tarde juntos y volvieron a casa de los primeros juntos, encontrándose de bruces con aquella pandilla que fue el principal motivo de la creación de la ToMan. Aquella que se metió con Kazutora cuando aún éramos unos críos, aquella que se echó a perder con el paso del tiempo y a la que Mikey y los demás jugábamos a imitar de pequeños. Shinichiro siempre nos reñía por jugar a las peleas y al final yo terminaba en brazos de Wakasa, quien me defendía como un hermano mayor de esas riñas...

Esos eran buenos tiempos... diferentes, pero buenos al fin y al cabo.

 —Cálmate Yuzuha, todo va a estar bien, ¿vale? Nosotros nos haremos cargo de esto... 

Acababa de contarme que después de aquel encuentro en la puerta de su casa, se volvieron a ensañar con Takemichi y sus amigos en medio de la calle, dejándolos bastante mal. Sólo con eso ya había un motivo de peso para que hubiese una pelea entre ambas bandas. 

Cuando ya estaba un poco más calmada, insistió en que debía volver a casa cuanto antes, si no quería que las cosas con su hermano mayor, Taiju, fueran a peor. Del mismo modo que ella, yo insistí en acompañarla, pero se negaba en rotundo.

 —No te preocupes, yo la acompaño sin acercarme mucho al territorio de ellos, así me aseguro de que vuelva bien —escuché una voz detrás de mí en la entrada de la casa.

 —Gracias, Kisaki —volví a mirar a Yuzuha—. Por favor... Deja que al menos él te acompañe, te prometo que yo no voy.

 —Está bien ... ya nos veremos —contestó en una sonrisa forzada antes de abandonar el lugar. 

Cerré la puerta y me quedé ahí plantada, pensando mirando hacia la nada. Empecé a morderme las uñas, tenía un extraño presentimiento... Los demás no me habían contado nada, de no ser porque Yuzuha recurrió a mí como paño de lágrimas no me hubiera enterado hasta no sé cuando.

¿Cuándo todo estuviera hecho un caos? ¿Cuándo no pudiera pensar en nada para solucionar todo este embrollo en el que nos hemos metido por una tontería como "invadir un territorio"? ¿Desde cuándo Hakkai se lleva planteando abandonarnos y por qué? 

Me estaba agobiando haciéndome una y mil preguntas, hasta que noté unos brazos pasándome desde mi espalda por la cintura.

 —¿Estás bien? Te ves nerviosa —Shuji dejó un beso en mi mejilla.

 —¿Tú sabes algo de que Hakkai quiere dejar la ToMan? Debes de saber algo, eres el capitán de la sexta división.

 —No, solo sé que Mikey acaba de convocar una reunión mañana solo para los capitanes —me giré hacia él y arqueé una ceja. Me zafé de su agarre y fui corriendo al salón a por mi teléfono, marcando el número de Mikey, quien, aunque tardó en contestar, finalmente respondió.

 —¡Tú! Maldito enano, ¿cuándo tenías pensado contarme todo esto?

 —Pensaba que Hanma te habría dicho lo de la reunión, de todas formas, solo van a venir los capitanes.

 —¿Perdona? ¿Desde cuándo no he ido yo a una reunión de esas? 

 —Esta vez es diferente, no queremos que se arme revuelo... —noté que estaba algo nervioso.

 —¿¡Por qué!? —Me estaba empezando a alterar y decidí calmarme—. Perdona Mikey... yo... 

¿Por qué seguían dejándome de lado? Era una tonta reunión, pero siempre había ido a todas y cada una de ellas, daba igual que fueran solo para los capitanes o no... 

 —Está bien —espeté de mala manera.

Colgué el teléfono, sin escuchar las palabras de Mikey, quien había empezado a disculparse justo antes de terminar la llamada.

No pude evitar el empezar a llorar sentada en el sofá. Shuji, al verme así, no hizo otra cosa que sentarse conmigo e intentar calmarme y alejar todos los pensamientos que me venían a la cabeza.

Al menos, en esos momentos, lo tenía a él, y con eso me bastaba.

~ Un tiempo atrás... ~ 

 —Ken-chin, ¿tú lo sabías? —preguntó el rubio a su amigo.

 —Sí... bueno, a medias... Ya sabes que allí se hablaba mucho de aquello por entonces.

 —No nos conviene que interfieran, Mikey —interrumpió el chico con gafas al más alto, quien aún parecía haberse quedado con palabras por decir.

 —No... la verdad es que no quiero tener nada que ver con esa gente. Ni quiero que se inmiscuyan en los asuntos de la ToMan.

 —Exacto. Mikey, la pandilla ahora mismo está en su plenitud, no podemos dejar que solo por ese cierto tema todo se vaya al garete. Sabes que te apoyaré en todas las decisiones que tomes, pero debo aconsejarte qué es lo que puede ser mejor para el grupo.

 —Quizá sea mejor para ella así... después de aquel día y que se mostrase abiertamente ante todos... De vez en cuando han vuelto a escucharse cosas por allí —Draken suspiró—. En fin, ¿en qué estás pensando, Mikey?

 —Tenemos que sacarla de este mundo... de una manera u otra, no quiero que sufra más por esto.

 —Sabes como es y no va a querer —apuntó Draken, esbozando media sonrisa.

 —No vamos a decirle nada, Ken-chin... Simplemente vamos a intentar que ella tome la decisión de seguir una vida normal y corriente, aunque con Hanma a su lado lo veo complicado.

 —Sí, pero se le ve más distraída con Hanma desde que está con él, ¿no creéis? —añadió Kisaki.

Los otros dos chicos asintieron, aunque dudando todavía de lo que estaban haciendo.

 —No os preocupéis, de todas maneras, yo voy de seguido a su casa a ver a Hanma. Si la veo demasiado mal os avisaré, ¿de acuerdo? Aunque parece que es feliz con el loco ese.

Kisaki sonrió, aunque, por supuesto, era una sonrisa fingida y claramente premeditada; orgullosa, como si hubiera conseguido algo que llevara tiempo persiguiendo.

Draken chasqueó la lengua.

  —Me jode admitirlo, pero sí, tienes razón —él y Mikey se levantaron del lugar para irse—. Kisaki, quedamos en eso, cualquier cosa nos avisas. 

 —Claro... ni lo dudes.

~ 19 de diciembre de 2012, 18:00 p.m ~

Llevaba todo el día de los nervios. En la tienda no paré de dar vueltas de un lado para otro, me confundí varias veces al contar el cambio que debía darle a los clientes y, para colmo, toda una estantería llena de paquetes de arroz se me cayó encima y aquello fue la fiesta del arroz. 

En conclusión, que me encontraba en casa, quitándome los granitos de arroz que se habían quedado en mi pelo, esperando que Shuji llegase de la dichosa reunión a la que no me habían permitido ir y me contase qué es lo que había pasado en ella. 

Por mucho que no quisieran que me enterara, Shuji hablaba por los codos y no era difícil de convencer para que soltase prenda, así que mi plan era tentarle hasta que me lo contase. Como digo, nada complicado.

 —Ya estoy aquí —escuché su voz en la entrada tras el ruido de la puerta cerrándose.

 —¡Hola! —corrí hacia él y salté a sus brazos—. ¿Qué tal en la reunión? —pregunté en su oído, bajando la voz.

 —No me hagas eso, si no no te cuento nada y te llevo a la habitación —respondió, pasándome su mano por la espalda. Lo que yo decía, en el bote lo tenía ya—. Me he reído bastante, ya verás.

Fuimos al salón y nos sentamos con un par de tazas de té. Comencé a mirarle, ansiosa por conocer todos los detalles.

 —Tu amigo... ese Hanagaki es medio imbécil, ¿sabes? —estaba riéndose a medias—. Le ha lanzado un dorayaki a Mikey en mitad de la reunión mientras el otro lo miraba... Chifuyu, ese... con cara rara. 

Reí. A saber qué se traerían entre manos aquellos dos.

 —¿Y por qué ha hecho eso Takemichi? 

 —Quería impedir que Hakkai abandonase la ToMan, pero no ha servido de nada.

 —¿Qué? ¿Mikey no lo ha impedido?

 —Le dejó la decisión a tu otro amiguito, el peli raro capitán de la segunda división, y este parece haber aceptado la petición de Hakkai.

Musité para mis adentros, preguntándome el porqué de que no se hubiesen opuesto a aquello. Pero si Mitsuya —quien tiene un poco más de cabeza que los demás— ha visto que era mejor así, imaginaba que sería por un buen motivo.

 —Por cierto, Hanagaki ha insistido en vernos en un rato en una cafetería —encendió un cigarro y se lo llevo a los labios para darle un par de caladas—. Qué pereza, pero se le veía bastante agitado... ¿quieres venir?

 —La pregunta no es si quiero ir, sino si puedo ir.

 —Bah —hizo un aspaviento con la mano y me pasó el cigarro—. Tú ven y ya está. Hanagaki no es Mikey, no puede decirte nada. Además, si vienes por invitación mía no te van a decir nada...

Recordé la vez en que yo le dije esas mismas palabras, el día que le estuve explicando cómo organizábamos las fiestas de la pandilla, pero esta vez no era para nada similar.

 —Claro que voy a ir, pero primero quiero estar un rato contigo... —me acerqué a él y me senté en sus piernas, acercando mi rostro a su cuello—. ¿A qué hora habéis quedado? —susurré.

 —En un par de horas... —empezó a pasar sus dedos desde mi cuello hacia mi hombro—. ¿Me estás calentando, no?

Asentí con mi cara pegada a su cuello y me removí un poco encima de él.

 —Tengo que agradecerte que me invites a una cafetería con mis amigos de alguna manera, ¿no? —bromeé.

Como respuesta solo rio y me cargó hasta la habitación, tumbándose encima de mí en la cama.

 —Bien... —me mordía el cuello con cuidado—. Vamos a entretenernos hasta entonces...

Llegamos a la cafetería los primeros, por lo que se veía, los demás se estaban retrasando.

 —Joder, qué coñazo... siempre igual —me quejé, apoyando mis brazos en la mesa y la cabeza encima de ellos. 

 —Ya te digo... —Shuji imitó esa postura a mi lado.

 —¿Os han hecho con el mismo patrón o qué? —preguntó Kisaki, quien estaba sentado enfrente de nosotros, que nos miramos y le sonreímos haciendo el símbolo de victoria con las manos como respuesta. Kisaki se quedó serio y desvió su mirada hacia la puerta del restaurante, pues en ese momento, todos los demás estaban pasando al interior.

Se acercaron a la mesa donde estábamos sentados y Mikey fue quién primero habló 

 —Hola Riri, ¿qué haces aquí? —miró lo que tenía delante de mí, encima de la mesa.

 —Me apetecía una copa de helado, ¿no puedo venir a tomarme una tampoco? —contesté, sonriéndole de lado y llevándome una cucharada hacia la boca, saboreándola frente a él.

 —¿En invierno te apetece eso? —asentí aún con la cuchara en la boca y vi que le brillaban un poco los ojos, yo no quería tomarlo, pero ese era mi plan estratégico para que no me dijera nada por estar allí—. ¿Quieres que te invite a una de esas que te gustan? ¿Con fresitas y todo? —Mikey asintió exageradamente y se sentó enfrente, dándole un codazo a Draken para que llamase al camarero y le pidiera una para él. 

Reí, pensando que ese truco nunca fallaba, por lo menos a mí. 

Vi que Chifuyu le dio un codazo a Takemichi.

 —¿Ves? Idiota, así es como lo tenías que haber hecho con el dorayaki —le susurró, aunque pude escucharlo y no pude evitar contenerme una risa mirando a Shuji y recordando lo que me había contado hacía unas horas.

Sin embargo, fue la única risa que sonó en la mesa esa tarde. Takemichi empezó a contarnos que Hakkai quería matar a su hermano, que se lo había dicho después de la reunión que habían tenido esa tarde, y que teníamos que hacer algo para impedirlo. Mikey denegó la propuesta de iniciar una batalla con los Black Dragons, la pandilla con la que actualmente estábamos teniendo problemas. Y menos aún cuando ya ese mismo día se había decidido que Hakkai abandonaría la ToMan. 

Yo estaba flipando. ¿Iba a dejar ir a Hakkai, así, tan fácilmente? ¿Qué te pasa Mikey? Mi pie empezó a dar toquecitos nerviosos en el suelo, haciendo que mi pierna subiese y bajase al mismo ritmo. Shuji puso una mano en mi muslo, suavemente, indicándome que estuviese tranquila.

Tras dejar otra tajante negativa, Mikey y la mayor parte de los demás abandonaron el restaurante. Sólo quedamos Kisaki, Shuji, Takemichi, Chifuyu y yo allí.

 —Shuji, voy al baño un momento y nos vamos, ¿vale? Ya poco podemos hacer aquí —le dije en voz baja.

 —Claro, te espero en la puerta, no tardes —dejó un beso en mi mejilla y nos incorporamos en el asiento.

Me levanté y fui hacia el baño, pasé la primera puerta y di un par de golpecitos al baño de mujeres. Estaba ocupado, así que esperé a que saliera quien estaba dentro mientras me aguantaba dando saltitos en el lugar. No se demoró mucho y por fin pude entrar. Al terminar, lavé mis manos y abrí la puerta para salir de nuevo al salón de la cafetería. 

La escena que vi me dejó boquiabierta.

Kisaki hablaba cerca de Chifuyu, mientras Shuji agarraba a Takemichi desde la espalda, con algo apuntándole directamente al cuello del rubio.

Espera... 

No pude contener la risa y hablé en alto.

 —Primero que nada, ¿qué coño pasa aquí? —volví a reír—. Y segundo...Shuji... ¿Qué coño haces con un cuchillo de plástico? ¿Le vas a untar mantequilla a Take o qué?

Holii <3

Espero que os haya gustado. 

Frase random para que me dejéis en comentarios qué os va pareciendo Heavens, que ya va llegando casi casi al final (casi, porque aún le falta, pero yo lo siento ya como que es casi el final y me duele mucho porque estoy amando escribirla jaja)

Besitos donde más os guste y bebed agüita <3 

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