i. Hogwarts
i. Hogwarts
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El primero de septiembre es una fecha muy especial para todas las familia mágicas de Gran Bretaña ya que significa el inicio a clases en el mejor colegio de Magia y Hechicería: el Colegio Hogwarts.
Y ese primero de septiembre es extra-especial para la pequeña familia Giles que camina con prisa y notoria emoción por la estación de King's Cross, ya que la primogénita Phoebe está por empezar su primer año.
—¿Recuerdan cual es el andén? —preguntó el hombre de cabello rubio castaño con una pequeña sonrisa a su hija y a su pequeño hijo.
—¡Nueve tres cuartos! —respondieron ambos al mismo tiempo y dando pequeños gritos.
—Y está entre los andenes nueve y diez —agregó Phoebe quien tiene puesto la capucha de su túnica plateada para esconder un llamativo color de cabello rosa.
—¡Así es Phoebs! —le aplaudió el señor—. Andando pequeñas galletitas con patas, no queremos que se nos haga tarde.
—Oh no, se me antojó una galleta —suspiró el menor haciendo su hermana mayor soltara una risita.
—Suerte que llevo siempre conmigo, Damon —sacó del bolsillo de su túnica una bolsa transparente donde hay galletas, le tendió una a su hermanito quien la aceptó agradecido.
Al quedar frente a los andenes nueve y diez, Phoebe miró a su padre tratando de no ponerse a gritar, su mayor sueño estaba por cumplirse, esta a nada de subir al transporte de Hogwarts y tener aventuras como las que sus primos Roan y Matthew habían tenido.
—Correr ayuda —susurró su padre para después guiñar un ojo.
No tuvo que decirlo dos veces, con fuerza tomó el carrito y corrió atravesando el muro que le permitió entrar a la estación mágica.
Soltó una exclamación sin poder evitarlo. Sintió nervios recorrer por todo su cuerpo al ver la gran locomotora color roja, que tiene las palabras grabadas de "Expreso de Hogwarts". Dylan llegó con su hija y la tomó de los hombros para sacudirla un poco, la sonrisa de orgullo y emoción es bastante notoria.
—Venga, hay que acercarnos —dijo comenzando a caminar.
Damon soltó un suspiró nostálgico—. Espero algún día poder subir —admitió con tristeza.
Phoebe y Dylan se miraron por escasos segundos, el pequeño Damon tiene nueve años y a pesar de venir de ambos padres mágicos (son una familia de sangre pura, pero eso no importante), Damon no ha mostrado índices de magia.
—Verás que si, Damon —aseguró Phoebe con una sonrisa.
—Ya puedes quitarte la capucha, amor —informó Dylan.
Phoebe tiró de su capa y dejó su cabello libre, el cual tomó un ligero tono violeta para después ponerse azulado, algunos la miraron asombrados ya que los y las metamorfomagos no se ven a diario debido a que no es bastante común que alguien resulte con esa condición.
Dylan se agacho un poco para quedar a la altura de su hija y acomodo su cabello.
—Estaré orgulloso de ti mi amor, no importa la casa en la que quedes —Phoebe asintió lentamente y tras mirar el rostro de nostalgia de su papá se colgó de su cuello dándole un fuerte abrazo.
—Te extrañare mucho —susurró sintiendo sus lágrimas acumularse.
—También yo te extrañare, pequeña galletita —respondió besando su mejilla.
—¿Hola? ¡Yo también lo haré! —exclamó Damon llamando la atención de Phoebe.
La niña soltó una risita y se abrazó de su hermanita con fuerza.
—Cuida a papá —pidió en un susurró haciendo que Damon soltara una risita.
—Ese es mi trabajo —respondió el pequeño.
—Los amo demasiado —dijo Phoebe mirando a su padre y a Damon.
–Cuídate cariño, haz amigos, ¿sí? —Phoebe asintió aún más nerviosa, nunca antes ha hecho amigos o amigas, ya que solía juntarse con sus primos y prima, o con los amigos de ellos.
Pero tener sus propios amigos, no, nunca.
—Recuerda, nunca dejes la lumbre prendida y las velas debes apagarlas –hablo Phoebe en modo autoritario a lo que Dylan asintió divertido—. Damon toma el té con sola una cucharada de azúcar, no se lo digas, el piensa que son dos —susurró en un momento que su hermanito se había acercado a la entrada del tren.
–¡Hey! ¿Quién es el padre? ¿Tú o yo? –Phoebe soltó una risita sin poder evitarlo–. Te amo, hija.
—Y yo a ti, papi —se abrazaron una vez más con fuerza, Damon hizo sonar su garganta haciéndose presente, mágicamente el niño está comiendo una paleta y a Phoebe no le importo abrazarlo de nuevo.
Por primera vez en sus once años de vida iba a estar lejos de su padre y su hermanito y aunque estaba segura de los vería en cuatro meses eso suena como mucho tiempo para Phoebe.
—Que no haga tonterías —bromeó mirando a su hermano pero refiriéndose a su padre, quien rodó los ojos divertido—. Nos vemos en vacaciones, los amo.
—Te amamos —respondieron al unisón.
Phoebe bajó su baúl, se colgó su mochila y caminó con paso firme a la entrada del tren, donde un chico con uniforme de Hufflepuff le ayudó a cargar de su baúl para poder subirlo. Le agradeció con una sonrisa y comenzó a caminar por el pasillo en busca de algún vagón (preferentemente vacío).
Pero Phoebe estaba tan enfocada mirando en los vagones que olvidó estar prestando atención por donde camino, cosa que la termino hacer chocar con dos chicos idénticos, gemelos pelirrojos de ojos color café.
—Lo siento —murmuró apenada.
—No te preocupes —hablaron al mismo tiempo con alegría.
—¿Cómo te llamas?
Phoebe miró al gemelo que le había preguntado su nombre, observó su rostro rápidamente y pudo identificar un peculiar luna en su cuello, sintió sus mejillas ligeramente calientes y hablo tratando de no titubear.
—Phoebe Giles —respondió, los gemelos se miraron como si conocieran aquel apellido (cosa que sí hacen) y luego vieron nuevamente a la niña .
—¿Primer grado? —asintió un poco más confiada.
—Descuida, todo saldrá bien —aseguró el gemelo del lunar, sin poder evitar dedicarle una sonrisa—, si buscas un vagón vacío vi uno en esa dirección, cinco vagones adelante, quizá seis
—Gracias —dijo con una sonrisa.
—No es nada —el mismo gemelo del lunar hizo una tonta reverencia causando que Phoebe soltara una risita, les dedicó una última mirada y sin más, paso entre los gemelos bajo la atenta mirada de uno de ellos.
Siguió las indicaciones de los pelirrojos y exactamente seis vagones adelante encontró un vagón donde un niño se encontraba acomodando su mochila, como si él también lo acabase de encontrar.
Phoebe se asomo un poco y toco la puerta, causando que el niño de cabello castaño oscuro levantará su cabeza.
—¿Puedo sentarme? Todo está lleno y me da pereza seguir buscando un vagón vacío —admitió con una pequeña mueca, la sinceridad de la niña hizo que él soltara una risita.
—Claro, adelante —señalo el resto del compartimiento para que tomara asiento, Phoebe sonrió con emoción para pasar dando un pequeño brinco y algo ruda terminó por acomodar su baúl.
Al sentarse frente al niño, soltó un suspiró y su cabello cambió a un tono platinado, haciendo que él sonriera asombrado.
—¡Eres metamorfomaga! Que asombroso —susurró.
—Sí —dijo soltando una risita—, soy Phoebe Giles, por cierto —se presentó, el niño alzó un poco sus cejas.
—Un gusto Phoebe, soy Theodore Nott —se presentó esta vez—, pero por favor, llámame Theo.
—¿También es tu primer año? —preguntó Phoebe mientras se sienta como indio y abrazando su mochila, para ver a Theo.
—Sí, así es —respondió con ciertos nervios—, supongo que también el tuyo —murmuró con una sonrisa.
—Ajá, ¿estás emocionado? Por que yo creo que puedo ponerme a brincar en cualquier momento —admitió haciendo que Theo comenzará a reír.
—Por favor, hazlo con confianza —señaló divertido.
Phoebe obedeció a Theo para ponerse a dar brinquitos con emoción, causando que el niño comenzará a reír ante la expresión de Phoebe.
—Gracias, tenía que descargar mi emoción —admitió suspirando.
El silbato se hizo presente en toda la estación y vagones del tren; es hora de que el tren marche rumbo al norte para dirigirse a Escocia, la ubicación del castillo de Hogwarts. Phoebe miro por la ventana a las madres que lagrimearon por ver a sus hijos e hijas partir, sintiendo una ligera punzada en su pecho.
Aun recordaba como su madre les había abandonado tres años atrás el día de su cumpleaños. ¿El motivo del abandono? En realidad es un misterio para Phoebe y Damon, puesto que Dylan considera que son demasiado pequeños para entenderlo, claro que cómo Phoebe es muy curiosa, escuchó una conversación en donde su papá decía que Calypso simplemente estaba harta de todo y no le importaban.
Aquellas palabras que Phoebe deseo nunca haber escuchado aún retumban en el rincón más escondido de su cabeza.
—¿Todo bien? —preguntó Theo ligeramente curioso.
—Ah, sí, sí —rápidamente Phoebe asintió y sonrió ladina para despejar sus pensamientos, la chica ladeó su cabeza y señalo el libro que Theo tiene consigo—. ¿Qué lees?
—Oh, solo un libro de pociones.
—¿Te gustan mucho? —preguntó sorprendida, a lo que él asintió con su cabeza.
—Sí, me gustan demasiado —admitió—. Le he ayudado a mi padre con algunas —comentó ligeramente orgulloso—, se me da —concluyó alzando los hombros.
—Yo soy pésima para pociones —confesó Phoebe soltando un suspiró—. Hice explotar tres calderos de mi papá en dos semanas —ante ese comentario, Theo comenzó a reír.
—¿Ah sí? ¿Cómo lo hiciste? —preguntó interesado.
Phoebe explico detalladamente como es que confundió los ingredientes, ya que a ella se le hace realmente complicado recordar para qué cosa sirve cada uno de los que tenía, mientras tanto Theo trataba de no soltar carcajadas por la forma de narrar tan dramática de la niña.
En realidad, el resto del viaje fue bastante divertido para ambos, resultan tener ciertas cosas en común. Más allá de que ambos son sangre pura, a los dos les gusta demasiado el quidditch y ambos apoyan por completo a los Pride of Portree.
Claro que también hablaron de la casa en donde les gustaría quedar, como toda la familia de Theo ha pertenecido a Slytherin él asegura que es ahí en donde va a terminar, aunque confesó que le gustaría pertenecer a la casa de las águilas e incluso Phoebe considero que sería un muy buen Ravenclaw; Phoebe por su parte explicó como todos en su familia han pertenecido a las distintas casas que hay, y cómo su padre fue Gryffindor claro que a ella también le gustaría serlo.
Y cuando regresaron nuevamente su charla sobre el quidditch, la puerta del vagón se escuchó y los dos se giraron para ver a una niña de cabello esponjado y grandes dientes.
—Hola —hablo con voz bastante segura—, ¿no han visto a un sapo? —preguntó apoyándose sobre su cadera, Theo y Phoebe se miraron ligeramente confundido—. Se le perdió a un niño llamado Neville —explicó.
Ambos miraron el compartimiento, Theo negó con su cabeza pero Phoebe prefirió responder con palabras.
—No, lo siento —respondió dedicándole una sonrisa.
—Bien, si lo ven, no duden buscar a Neville —informó.
—Claro —respondió esta vez Theo, la niña se dio la vuelta y cerró nuevamente la puerta—. Pero qué mandona —murmuró pensando que Phoebe no la había escuchado, pero la risa de la metamorfomaga le hizo saber que si lo escuchó.
—Quizá un poco —agregó Phoebe divertida—. Entonces me decías, ¿golpeador?
—Así es —respondió sonriendo—, ¿tú?
—Soy cazadora —dijo con alegría—, aunque de vez en cuando con mis primos también jugaba como buscadora —agregó.
—Si tienes pinta de buscadora —reconoció Theo—. Me agradas Phoebe —admitió haciendo que ella se enderezará sintiendo emoción—, sería genial que quedáramos en la misma casa —confesó.
—¡Sería increíble! —corrigió la niña.
—Pero, bueno, tu no quieres decepcionar a tu padre y yo al mío —dijo Theodore lo que Phoebe alzó los hombres.
—No importa, ¿cierto? —Theo la miro confundido—. Ya sabes, si yo quedo en Gryffindor y tú en Slytherin...
—No importa –respondió sonriendo—. Según mi padres los de Gryffindor y Slytherin no se llevan bien, pero... me agradas —dijo con una pequeña sonrisa.
—Genial, aparte sería muy raro si no fuésemos amigos, digo, ya me viste bailar de emoción cuando el tren emprendió su marcha.
Ante eso Theo comenzó a reír y le dio la razón asintiendo con su cabeza.
La llegada a la estación de Hogsmeade le emocionó aún más a Phoebe y claro que a Theo, se encuentran a tan solo minutos de estar en el castillo de Hogwarts y suena como un sueño hecho realidad, por que espero tanto años por ese día y ahora no puede creerlo.
—¡Los de primero! ¡Primer año por aquí!
Juntos caminaron hacía el semi gigante que les estaba hablando y una vez que estuvieron todos reunidos, resbalando y a tientas, lo siguieron por lo que parecía un estrecho sendero.Estaba tan oscuro que Phoebe no podía saber que es lo que les rodeaba, pero estaba segura de que eran árboles a los lados. Nadie hablaba mucho. Phoebe solo alcanzó a escuchar un lloriqueo y quiso buscar de donde provenía.
—En un segundo, tendrán la primera visión de Hogwarts —exclamó el semi gigante porencima del hombro—, justo al doblar esta curva.
Se produjo un fuerte ¡ooooooh!
El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.
—Es hermoso —susurró Phoebe, Theo no pudo hablar pero asintió con su cabeza aún perplejo.
—¡No más de cuatro por bote! —gritó el semi gigante, señalando a una flota de botecitosalineados en el agua, al lado de la orilla. Phoebe y Theo subieron a uno, seguidos por dos niños más, uno de cabello castaño y uno de cabello negro—. ¿Todos han subido? —continuó, que tenía un bote para él solo—.¡Venga! ¡ADELANTE!
Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago,que era tan liso como el cristal. Todos estaban en silencio, contemplando el gran castilloque se elevaba sobre sus cabezas mientras se acercaban cada vez más al risco donde seerigía.
—¡Bajen las cabezas! —exclamó, mientras los primeros botes alcanzabanel peñasco.
Todos agacharon la cabeza y los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros.
Subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo. Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble. El hombre levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo.
La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verdeesmeralda, esperaba allí.
—Los de primer año, profesora McGonagall —dijo Hagrid.
Tenía un rostro muy severo, y Phoebe recordó las palabras de Matthew diciéndole que era mejor no meterse con la profesora McGonagall.
—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.
Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era tan grande que fácilmente un dragón podría estar durmiendo ahí, o al menos eso pensó Phoebe. Las paredes de piedra estaban iluminadas conresplandecientes antorchas, el techo era tan alto que no se veía yuna magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores.
Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Se podía oír el ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha; Phoebe sabía que ahí debía estar el Gran Comedor, había leído de ese lugar y sus primos y tíos le habían contado de que ahí se reunía el resto del colegio para esperar a que la selección diera inicio. La profesora McGonagall llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor.
—Bienvenidos a Hogwarts —dijo la profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor deberán ser seleccionados para sus casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estén aquí, sus casas serán como su familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de la casa que les toque, dormirán en los dormitorios de sus casas y pasaran el tiempo libre en la sala común de la casa.
»Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos ustedes serán un orgullo para la casa que les toque.
»La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al restodel colegio. Les sugiero que, mientras esperan, se arreglen lo mejor posible.
Los ojos de la profesora se detuvieron un momento en la capa de un niño, que estaba atada bajo su oreja izquierda, y en un niño pelirrojo, pero también pasó a mirar el rosado cabello de Phoebe que se encuentra un poco despeinado, por lo que nerviosa aplasto su cabello y lo cambio a un tono castaño, mientras algunos la miraban sorprendidos.
—Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia —dijo la profesora McGonagall—. Por favor, esperen tranquilos.
—¿Estás nerviosa? —preguntó Theo.
—Un poco, ¿tú no? —él levantó los hombros.
—No lo sé, estoy muy emocionado...
—Entonces es cierto —hablo un niño de cabello platinado, caminar hacia un pelirrojo y uno de gafas—. Harry Potter está en Hogwarts.
¿Harry Potter?
Phoebe alzó su cuello, había escuchado de Harry Potter, claro que sí, su abuelo Edmund siempre decía que algún dia Lord Voldemort (un mago tenebroso) iba a regresar y que Harry Potter sería quien logrará salvarlos de la magia oscura de aquel mago.
Claro que su abuela Louise no sabe que Phoebe sabe eso ya que entonces Edmund se vería en un gran problema por estar contando esas cosas a un niña, pero al abuelo Edmund nunca le ha gustado quedarse con las ganas de expresarse.
—Ay no —murmuró Theo.
—Algo me dices que lo conoces —susurró Phoebe.
Él asintió—. Es Draco Malfoy —dijo en voz muy baja.
Ella había escuchado hablar de los Malfoy. Su tío Evander siempre se quejaba de Lucius Malfoy y su tía Claire una vez se estaba quejando con su padre de lo odiosos que son y como había deseado que él terminara en Azkaban; claro que cuando Dylan encontró a Phoebe escuchando, dieron por terminada la conversación y sigue sin saber por qué el señor debería estar en Azkaban.
—Soy Draco Malfoy –el pelirrojo soltó una risilla al momento en que Draco dijo su nombre—. ¿Crees que mi nombre es gracioso? No tengo que preguntar el tuyo. Esa cara y esa ropa de segunda mano, debes ser un Weasley —Phoebe frunció el ceño molesta por la forma en la que había hablado, Draco pasó su mirada a Harry—. Te darás cuenta de que algunas amistades son mejores que otras —Draco estiró su mano para estrecharla con la de Harry.
—No te preocupes, lo sé muy bien —respondió Harry, a lo que Phoebe tuvo que reprimir una risa. Theo alzó sus cejas y ladeo una sonrisa que rápidamente borró al ver como Draco lo miraba.
McGonagall llegó y le dio dos golpecitos a Draco para que se moviera.
—Bien, andando, hagan una hilera y siganme —pidió la profesora.
Phoebe se formó detrás de Theo y atrás de ella estaba la niña de cabello esponjado que buscaba el sapo de Neville, logrando. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor.
Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Phoebe lanzó miradas a las cuatro mesas, el curso pasado su primo Matthew se había graduado y no sería hasta dentro de dos años que volvería a tener algún familiar ahí (Damon), ya que tres de sus primos estudian en otras escuelas mágicas.
Lanzó una mirada al techo para verlo de terciopelo negro, salpicado de estrellas, luciendo simplemente maravilloso.
La profesora McGonagall colocó en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio, Phoebe sabía que ese es el sombrero seleccionador que le dirá a qué casa va a pertenecer.
Entonces el sombrero se movió. Una rasgadura cerca delborde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:
Oh, podrás pensar que no soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Quería ponerse a reír pero no lo hizo por respeto al sombrero, prestó atención a toda la canción y al final aplaudió como el resto del colegio.
La profesora McGonagall se adelantaba con un gran rollo de pergamino.
—Cuando yo les llame, deberán colocarse el sombrero y sentarse en el taburete paraque les seleccionen —dijo—. ¡Abbott, Hannah!
Una niña de rostro rosado y trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero, quela tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de pausa.
—¡HUFFLEPUFF!—gritó el sombrero.
—En cuanto los nombre, pasaran al frente y se sentaran para colocarles el sombrero y ser asignados a una casa –la profesora miro la lista y leyó en voz alta–. Abbott, Hannah –la niña de cabello rubio y trenzas paso un tanto nerviosa; terminó siendo seleccionada en Hufflepuff.
Phoebe espero ocho niños y niñas para ser nombrada.
—¡Giles, Phoebe! —sintió un nerviosismo recorrer todo su cuerpo, avanzó con cuidado y su cabello se torno de diversos colores causando asombro y diversión en algunos.
Rápidamente se sentó de un brinco en el banco y se colocó el sombrero, lo último que vió fue una sonrisa amigable por parte de Theo.
—Hum, qué mente tan curiosa —la voz se escuchó en su oreja, no era fuerte pero tampoco grave—, vaya que mente tan curiosa —admitió—. Seleccionar a un Giles siempre es un misterio por que todos son tan... especiales —suspiró nerviosa y cerró sus ojos con fuerza, esperando quedar en Ravenclaw, Hufflepuff o Gryffindor—, ¿le temes a Slytherin, uh? —dijo con algo de burla—. No te preocupes, no pienso enviarte ahí... eres demasiado creativa y sueñas despierta. Un tanto testaruda y... en realidad me recuerdas mucho a tu padre.
«¡Oh gracias, Merlín!»
—¡GRYFFINDOR!
Se quitó el sombrero con una sonrisa en su rostro. Su cabello tomo un color rosa chillón y dejó el sombrero para salir casi corriendo a la mesa de los leones donde está siendo recibida por muchos aplauso. Saludó a sus nuevos compañeros y con una sonrisa en su rostro vio a Theo quien alzó sus pulgares.
Cuando Granger, Hermione fue llamada para ser seleccionada, se dispuso a ver al resto de la mesa de Gryffindor, encontrándose con los gemelos pelirrojos, uno de ellos codeo al otro para que viera a la niña y un poco nerviosa apretó una sonrisa sintiéndose ligeramente sonrojada por qué...
Son unos muy lindos gemelos.
—¡GRYFFINDOR! —Phoebe salió de su trance para ver como Hermione caminaba a la mesa de Gryffindor y tomaba asiento a su lado, ambas se dedicaron una sonrisa.
—Un placer.
—El placer es mío —dijo Phoebe sonriendo.
La presentación continuó y Phoebe miro atenta esperando el turno de Theo, y cuando por fin lo nombraron, se enderezó mirando fijamente como el sombrero tardaba unos minutos en seleccionarle, sin siquiera notar que uno de los gemelos la miraba con su puño apoyado en su mejilla.
—¿Lo conoces? —susurró Hermione.
—Es mi amigo —respondió con una pequeña sonrisa.
—¡SLYTHERIN!
Se desanimo solo un poco al ver como el caminaba a la mesa de las serpientes, no sin antes girar a la mesa de los leones para ver a Phoebe. Tomó asiento quedando frente a ella y se dedicaron una pequeña sonrisa cómplice.
—Una lastima que no quedarán juntos —murmuró Hermione.
—Lo sé —dijo suspirando—. Pero aún seguiremos siendo amigos.
—Oh, creí que...
—Sí, sí. Ni Salazar ni Gryffindor se llevaban bien, pero... romperemos ese estereotipo, ¿quien dice que no podemos ser amigos? —preguntó con una pequeña sonrisa.
—Psst, psst, metamorfomaga —se giró para ver a los gemelos y alzó una ceja.
—¿Si?
—Siento lo de tu amiguito —dijo con ligera burla, causando que achinará sus ojos un tanto confundida.
—Sí, una lástima —continuó el segundo—. Soy Fred Weasley y el George —dijo señalando al chico del lunar.
—Un placer —respondió un tanto confundida.
—Sí, lo mismo digo.
Nota de Autora:
Yo no sé qué pensaba en combinar está ff en plan partes del libro y la película, la verdad voy a dejarle ese estilo por que alta flojera editarlo todo xd.
Todo seguirá igual, solo que agregare un poco de narración y así o que se yo
Espero les haya gustado, lindas galletitas.
Besos; Cici 🍪💙
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