➹ Cap. 6

Hardin observó la escena en silencio, los ojos fijos en su tío Elijah, quien yacía en el suelo con el cuello roto, una imagen grotesca que ya no le parecía tan extraña. La violencia era rutinaria en la familia Mikaelson. Los asesinatos, las resurrecciones, las dagas clavadas, el quebrantamiento de cuellos... Todo eso era parte de su mundo, un mundo al que había aprendido a adaptarse.

El hecho de que Elijah, un hombre conocido por su sentido del honor y la moderación, hubiese matado a tantas personas por una razón tan trivial como el mal sabor de la comida, no solo sorprendió a Rebekah, sino que le provocó una sensación extraña. ¿Qué le había sucedido a su hermano? ¿Qué había pasado para que cayera en tal frenesí? No pudo evitar preguntarse si esa era la consecuencia de las torturas de su madre.

Rebekah, aún de pie junto a la figura inmóvil de su hermano, sacó su teléfono con calma, como si estuviera acostumbrada a estos tipos de crisis. El sonido del teléfono vibrando en su mano era el único indicio de que la situación podría volverse aún más caótica. Marcó el número de Klaus, su hermano híbrido, y después de unos segundos de espera, se escuchó la voz de él, autoritaria y preocupada al mismo tiempo.

─ Nik soy yo ─ dijo Rebekah, su tono tenso pero controlado, mirando el cuerpo de Elijah en el suelo mientras esperaba que Klaus respondiera a su llamada ─ algo anda mal. Elijah... él ha matado a una docena de personas, Nik. Y lo hizo por algo tan banal como el mal sabor de la comida. ¿Cuándo lo has visto hacer algo así, por favor? ─ su voz tenía una mezcla de incredulidad y ansiedad. No era propio de Elijah matar sin una razón más... ¿lógica?

El teléfono emitió un leve zumbido de Klaus hablando al otro lado, y Rebekah continuó.

─ Quiero decir, ¿es normal para él hacer algo tan irracional? Este tipo de comportamiento atraerá la atención de Esther, ¿no lo entiendes? ─ mencionó, su mirada de preocupación intensificándose al pensar en lo que podría desatarse a raíz de esta acción.

La rubia, al sentir el peso de la mirada de sus sobrinos, desvió su atención hacia ellos. Los ojos de los niños, fijos en su rostro, reflejaban una curiosidad que la sorprendió. Rebekah sabía que no había tiempo para explicaciones; los pequeños, siendo tan jóvenes, no comprenderían lo que estaba sucediendo. O eso pensaba. Hardin, a pesar de su corta edad, él entendía mucho más de lo que ella imaginaba. Sin embargo, la preocupación por la situación de Elijah opacaba cualquier otra inquietud. Rebekah no podía perder más tiempo, tenía que pensar en qué hacer.

─ Le rompí el cuello para mantenerlos a salvo. Pero ahora... no sé qué hacer a continuación ─ admitió, con una profunda frustración en su voz, mientras sus ojos recorrían el cuerpo de Elijah. El hecho de que ella hubiera tenido que recurrir a ese extremo para protegerlos indicaba cuán grave era la situación. Era doloroso, incluso para Rebekah, hacerle eso a su hermano, pero la seguridad de sus sobrinos era lo primero.

La voz de Klaus, firme como siempre, resonó a través del teléfono después de una breve pausa. Aunque su tono de voz denotaba control, se podía percibir la inquietud que sentía.

─ Está bien. Quédate con ellos. Yo me encargaré de Elijah ─ sus palabras fueron concisas, como si él ya tuviera todo bajo control. No era la primera vez que Klaus se enfrentaba a un miembro de su familia que había cruzado una línea, y no era probable que Elijah fuera la excepción.

Rebekah, con un gesto cansado pero determinado, colgó la llamada. Guardó su teléfono en su bolsillo con un leve suspiro, observando a sus sobrinos con una mirada que no intentaba ocultar su tensión. Se acercó a ellos, su rostro calmado, aunque sus ojos seguían reflejando una ligera preocupación.

─ Parece que nuestro viaje por la carretera no termina aquí, mis amores ─ dijo, dejando escapar una sonrisa algo amarga, como si ya se hubiera resignado a las complicaciones que siempre seguían a los Mikaelson. Miró a Hardin y a su hermana, quienes la observaban con ojos llenos de preguntas no formuladas. Sabía que ellos entendían lo que sucedía, aunque aún no pudieran comprenderlo completamente. La vida de los Mikaelson era caótica, impredecible y llena de giros dramáticos. Y aunque todos se veían afectados por los eventos, Rebekah tenía que ser la que mantuviera el control, aunque fuera solo para darles una falsa sensación de seguridad.

Sin embargo, a pesar de su esfuerzo por mantener la calma, una pequeña sombra de duda cruzó su rostro mientras se preguntaba qué le depararía el futuro. Si Elijah podía actuar así, ¿quién más podría descontrolarse? ¿Y cuánto tiempo podría ella mantener a salvo a sus sobrinos en medio de este torbellino de emociones y violencia?

[...]

Hardin, con todo su ser, odiaba estar atrapado en el cuerpo de un bebé. La sensación de estar dormido sin poder ser consciente de lo que ocurría a su alrededor lo angustiaba profundamente. Cada vez que el sueño lo envolvía, se sentía vulnerable, incapaz de saber qué pasaba a su alrededor. Pero esa mañana, al abrir los ojos, se encontró con la presencia de Elijah, quien lo observaba fijamente con una sonrisa.

─ Buenos días, mini-Klaus ─ dijo Elijah, sonriendo de manera juguetona.

Hardin, al escuchar el apodo, no pudo evitar soltar una risa silenciosa por lo absurdo del sobrenombre. "Mini-Klaus", pensó, mientras la risa se deslizaba en su mente.

El sonido de la risa de Hardin hizo que Hope se despertara de su sueño también. Elijah, al notar el movimiento de su sobrina, susurró con dulzura.

─ Buenos días, cariño ─ dijo mirando a Hope.

Hardin observó la escena, notando algo extraño: Elijah, tan sereno y calmado, cuando hasta hace poco, Rebekah le había quebrado el cuello sin pensarlo. "¡Algo normal entre ellos!", se dijo a sí mismo con una mueca en la cara. El caos y la violencia parecían ser parte del aire en su familia.

Mientras observaba, se preguntaba cómo sería en el futuro con Hope. “¿Sería él también como ellos?” Rápidamente desechó la idea. "¡No, nosotros seremos más normales!", se juró en su mente.

─ ¿Están despiertos? ─ la voz de Rebekah, dulce y suave, se escuchó desde el umbral.

Hardin, al escuchar la voz de su tía, sonrió con entusiasmo, aplaudiendo con las manos y llamando la atención de Rebekah, quien no pudo evitar sonreír al ver su gesto.

Durante todo ese tiempo de escape, Hardin se había dado cuenta de que ya podía hablar mejor que al principio, aunque nadie más que él lo sabía. Decidió que le daría una pequeña sorpresa a Rebekah, la persona con quien más tiempo había pasado.

─ Be...kah ─ balbuceó Hardin, mirándola.

Rebekah se congeló, sorprendida por lo que acababa de escuchar. Sus ojos se abrieron de par en par mientras observaba a Hardin, casi sin creerlo. Su rostro se iluminó con una enorme sonrisa que no pudo controlar.

─ ¿Él acaba de decir mi nombre? ─ preguntó Rebekah, mirando a Elijah en estado de incredulidad.

─ Sí, lo dijo ─ respondió Elijah, asombrado y aún procesando lo que sucedía.

Rebekah, sin poder contener su felicidad, dio un grito de alegría.

─ ¡Oh por Dios! ─ exclamó emocionada mientras levantaba a Hardin en sus brazos, besándolo repetidamente en la frente ─ ¡Dijiste mi nombre, cariño! ¡Dijiste mi nombre!

Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, fruto de la emoción y la sorpresa. No podía creer que su pequeño sobrino hubiera pronunciado su nombre.

─ Dilo de nuevo, Hardin ─ pidió Rebekah, su voz llena de esperanza.

Hardin, un poco inseguro, miró a su tía. No quería llamar demasiado la atención, pero al ver lo feliz que la hacía, se sintió motivado.

─ Be...kah ─ repitió Hardin, esta vez con un poco más de confianza.

Rebekah abrazó a Hardin con fuerza, su felicidad evidente en su rostro. Miró a Elijah, que observaba la escena con una sonrisa.

─ ¿Lo escuchaste? ─ dijo Rebekah, llena de emoción ─ sus primeras palabras fueron mi nombre, Elijah.

Elijah, sonriendo al ver la emoción de su hermana, se acercó y tomó a Hardin en sus brazos.

─ Lo escuché. Es increíble, no puedo esperar a ver las reacciones de Klaus y Hayley cuando se enteren ─ dijo Elijah, claramente emocionado.

Rebekah soltó una risa al imaginar la reacción de Klaus.

─ Nik hará un berrinche cuando se entere de que las primeras palabras de Hardin fueron mi nombre ─ dijo, divertida.

Hardin, al escuchar la conversación, soltó una risa también, lo que llamó nuevamente la atención de los Mikaelson.

─ Vamos a ver si puedes pronunciar otro nombre diferente ─ dijo Rebekah, guiñándole un ojo ─ ahora di Elijah... vamos, cariño, yo sé que puedes, di Eli...jah.

Hardin, viendo a su tía tan emocionada, no pudo resistirse. Aunque tartamudeó un poco, repitió el nombre.

─ Eli...jah ─ dijo, balbuceando con esfuerzo.

Elijah lo miró con asombro y una sonrisa de sorpresa.

─ Dijo tu nombre, lo dijo también ─ dijo Rebekah, excitada, sin poder creer lo que acababa de suceder.

Elijah, aún incrédulo, sonrió ampliamente.

─ ¿Lo dijo? ─ susurró, casi en un estado de asombro, mientras levantaba a Hardin en sus brazos ─ Hardin dijo mi nombre.

Hardin, al ver la emoción de ambos, no pudo evitar sentirse cálido por dentro. El amor y la felicidad en los rostros de Rebekah y Elijah lo hicieron sentir una conexión profunda con ellos. Nunca antes había sentido algo así, ya que su antigua familia no era lo que podría considerarse "normal" o amorosa. Ver a los dos originales tan felices por él lo hizo sentirse querido, y una promesa surgió en su corazón: protegería a su nueva familia, sin importar lo que tuviera que hacer.

La emoción en el aire se mantuvo, y durante un buen rato, los tres se quedaron disfrutando de la compañía, compartiendo risas y sonrisas, mientras los bebés continuaban en su rutina.

Más tarde, Rebekah, con una mirada más seria, dejó a los niños en la cuna y se sentó junto a Elijah, preparándose para una conversación importante.

─ ¿Cómo estás? ─ le preguntó, su tono más bajo.

Elijah, manteniendo su mirada seria, respondió.

─ Estoy bien. Vine aquí para protegerlos a los tres ─ dijo con firmeza, mientras se cruzaba de brazos.

Rebekah lo observó por un momento antes de hablar.

─ Sé que quieres protegerlos, pero...

─ ¿Crees que fue correcto dejarme inconsciente antes de traerme aquí? ─ preguntó, con una sombra de reproche.

─ No eras tú mismo ─ respondió rápidamente ─ actuabas raro, y necesitaba hacerte volver. ¿Qué pasó allí? ─ preguntó ella, más suave.

Elijah suspiró, mirando a la distancia antes de responder.

─ No lo sé. Niklaus me mandó aquí para proteger a Hope y Hardin. Aquí estoy. Mi trabajo es mantenerlos a salvo ─ dijo, con una mirada decidida.

El ambiente se volvió tenso por un momento, pero Rebekah, al ver la situación, prefirió centrarse nuevamente en los niños.

Llevó a Hope y luego a Hardin para darles su baño diario, retomando la rutina que ambos pequeños conocían. Mientras los preparaba, Rebekah no pudo evitar pensar en lo que había sucedido. La tensión entre ella y su hermano era palpable, pero por ahora, lo único que importaba era la seguridad de los niños.

¡CAPÍTULO 6!

Actualización después de un nuevo capítulo. Espero que les guste.

¿Qué les pareció?


[ EDITADO Y CORREGIDO ]

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