🍊「CAPÍTULO 10: 𝗙𝗘𝗧𝗜𝗦𝗛」🍊

Capítulo 10 |𝗙𝗘𝗧𝗜𝗦𝗛

— ¿Los profesores no sospecharan si notan que la puerta tiene seguro? — preguntó Mangel dejando caer su mochila al suelo, observando alrededor,  notando que el baño de omegas no era muy distinto al de los alfas.

Sin querer, los recuerdos volvieron a su mente recreando la imagen del omega totalmente desnudo. Sus mejillas se calentaron.

— Primero, este baño esta muy alejado como para que alguien decida usarlo. Segundo, si alguien toca le diré que tuve un accidente o algo, es más creíble cuando se trata de omegas. Tercero, no hay tanta gente rondando cuando es hora de clase —bufo mostrando el reloj de su celular— Ahora... —se acercó hacia el lavabo, impulsandose hacia arriba con sus cortos brazos con el fin de subir, mas no era lo suficientemente alto ni tenía la fuerza necesaria como para poder hacerlo.

Mangel lo miraba con ternura hasta que, accidentalmente, se le escapó una risilla que Lolito fue capaz de oír.

— Lo siento... —soltó cuándo notó la mirada fulminante sobre él.

— No te quedes mirando y ayúdame —ordenó— ¿O acaso ya no quieres devolverme el favor? —soltó con la intención de molestarlo un poco.

Iba a continuar, pero Mangel no se lo permitió porque lo sostuvo de la cintura y lo elevó, pegando su espalda al espejo.

Sus mejillas se colorearon tan poco que el sonrojo no fue percibido, pero sí el hecho de que alguien más haya tocado ese lugar de su cuerpo que no le gustaba.

— No me perdería esta oportunidad por nada —afirmó. Sus manos serpentearon hasta el cierre del pantalón negro, hábilmente lo abrió.

— O-Oye... —hizo presión sobre su pecho con una de sus manos deteniendolo—. Tienes que ir con más calma, ni siquiera estoy excitado.

— Oh... —asintió con la cabeza, aunque no había entendido —. Entonces, ¿Qué-yo-debo...

— Aish... —bramó— típico de vírgenes —refunfuño. El mayor bajo la cabeza decepcionado de sí mismo por no saber como excitar a alguien—. Ven aquí.

Lolito tiró del cuello de su camiseta azul, uniendo sus labios en un esponjoso beso.

Un terreno que Mangel conocía muy bien porque, a pesar de nunca haber pasado de la primera base, los besos eran algo que ya había experimentado con sus ex-parejas, claro que solo habían sido besos normales.

“S-s-s-su l-l-len-lengua”

Sus ojos casi se salen en medio de la caricia cuando el sinhueso del pelinaranja se hizo presente en su cavidad bucal juntándose con el suyo.
Se enredaban, lamian y succionaban. Sus salivas se mezclaban creando diversas líneas que se derramaban por el filo de sus labios y, por breves segundos, sus dientes chocaban, pero era algo que Lolito ignoraba, ya que a pesar de estar guiando el beso, era tierno ver como aquel alfa se esmeraba en hacerlo.

— Lo-Lolito... —jadeo sin intención de separarse.

— Trata... de respirar... por la nariz.

Esperaba que esa sea la única frase que tuviera que decir, que ya no hubieran más interrupciones porque, aunque odie admitirlo, era el mejor beso húmedo que había tenido hasta ahora. Torpe, pero le estaba encantando y calentando.

— No... uhm... No es eso... —con sus manos, suavemente, sostuvo las mejillas regordetas de Lolito y lo alejó unos pocos centímetros, separados por un hilo de saliva, respirando profundo soltó— ¿Ya puedo tocarte? Realmente... quiero hacerlo... — Mangel empujó su cuerpo hacia adelante, rozando su pelvis con la del menor haciéndole saber que estaba desesperado.

— Solo podrás tocar... Nada más. —avisó con la respiración agitada, queriendo llenar de oxígeno su cabeza porque su temperatura se estaba elevando como nunca—. Recuerda que estamos en la escuela —el rostro coloreado del pelinaranja era algo que el mayor nunca podría eliminar de su memoria y más al verlo abrirse el pantalón, mostrándole aquella zona sensible, que ahora chorreaba a cántaros.

Pero eso no era lo que quería.

Sus manos sagaces viajaron debajo del suéter naranja acariciando sus pezones rodeados de mucha carne, similares a los senos de un omega femenina, solo que estos eran mucho mejores.

— ¡Aaaaa...! —exclamó sorprendido ante la repentina acción, un escalofrío recorrió su todo su cuerpo— ¿qu-qué crees que estás haciendo? —habló temblando, coloreado entero y avergonzado.

— Lolito me dio permiso para tocarlo, así que... eso hago —amenazó.

Con su lengua acaricio aquellos mofletes gorditos que habían perdido su color pálido y ahora eran naranjas.

— Sí, pero ese lugar... mghm...

Era difícil formular palabras. Los delicados toques se habían vuelto apretones que tenían la fuerza correcta para provocar espamos en todo su interior. Nunca había sido estimulado en aquellos lugares, nunca con tanta intensidad, ni siquiera el mismo por el asco que le tenía a su cuerpo.

Los dedos de Mangel empezaron con el proceso, hincando los pezones inversos del menor, molestandolos para que salieran.

— Deben ser muy bonitos... ¿Verdad? No puedo dejar de pensar en el color que podrían tener...

La temperatura de sus cuerpos se elevaba por cada caricia que Mangel le regalaba a Lolito. En su rostro, en sus orejas, en sus mejillas bajando hasta su cuello, donde lamia a sus anchas, mas no dejaba marcas.

— ¿Puedo verlos? Dejame verte, por favor... —rogó.

La voz del pelinegro sonaba tenue y calmada, aún así se podía ver la lascivia entera reflejada en sus ojos. Devorando simplemente con la mirada a Lolito quien se retorcía sobre el lavabo cada vez que Mangel acercaba su pelvis hacia el regordete trasero y se frotaban por encima de la tela.

— Solo... uhm... deja de-de preguntar... —ordenó enojado.

Si tanto quería esto, ¿por qué se demoraba en volverlo un desastre? ¿Acaso solo estaba jugando? Joder, su omega se sentía tan exquisitamente bien como para decir: “detente”.

Waaaaa...”, la ligera línea que separaba la cordura de la locura de Mangel se quebró al presenciar el lindo puchero.

Una de sus manos levantó el suéter naranja de par a par liberando aquellos suaves círculos. Lolito se hinco al sentir la brisa, estaba tan muerto de la vergüenza que ni siquiera podía dirigirle la mirada.

Mangel era todo lo contrario, sus ojos brillaban como si se tratase del más rico tesoro que jamás haya podido encontrar, y que estaba loco por probar. Sin perder tiempo, su boca se acercó, succionando con fuerza el botón izquierdo y, por fin, la linda protuberancia se hizo presente. Repitió el mismo proceso en el otro lado ansioso por ver aquel brilloso color anaranja, que Lolito tenía en sus extremos, en su otro pezon.

— Es-espera... oye... mghm... ¡Ah! Espera... —gemía entre palabras, penosamente con sus manos intentando frenar el movimiento de caderas de Mangel, que se volvía más potente mientras más tiempo pasaba.

Lolito podía ver claramente como el pantalón del contrario tenía una gran mancha de humedad, alimentaba su ego el saber que con ese tipo de cuerpo horrible que poseía podía calentar a un alfa a tal grado, aunque él no estaba muy lejos de llegar tampoco.

— Realmente tienes un cuerpo muy bonito, Lolito... —Y maldición, era la primera vez que escuchaba algo así, sabía que no era cierto, pero era imposible no creerselo en esa situación.

Mangel continuó acariciando con desesperación aquellos pechos de omega masculino impaciente por convertir a Lolito en lo que quería ser, un lío. Juntando sus cuerpos los cuales temblaron pues un simple roce más era lo que se necesitaba para que el pelinaranja se corriera por primera vez, y el mayor por segunda vez.

Mangel recordaría este momento con cada minúsculo detalle, hasta el gemido largo y escandoloso que Lolito soltó sobre su hombro dejando húmeda su camiseta. Y lo reproduciría nuevamente cada vez que quisiera volver a acariciarlo porque, a pesar, de haber hecho esto, ellos no eran novios y Mangel sabía que Lolito no le volvería a dar otra oportunidad.

“Increíble, me hizo venir sin siquiera tocarme ahí”, el pelinaranja se dejo caer perdido en sus pensamientos, tratando de recuperar fuerzas.

— Yo-Yo, debo ir al baño, ya vuelvo — pronunció el alfa arruinando el aura del momento y saliendo del baño con rapidez.

— Mierda... Debe pensar que soy un puto mojigato. Me vine dos veces simplemente por manosear sus pezones... —susurró, sentado en el inodoro, tratando de quitar la mancha de su pantalón con papel higiénico, si es que eso era posible.

“Aunque eran muy suaves y grandes”, halago, pero Lolito no estaba allí para escucharlo.

— Oye, virgen... —¿O sí?

— ¡Lolito! ¡¿Qué haces en este baño?! —gritó detrás de la puerta.

— La próxima vez, asegurate de tener un condon —fue lo último que dijo antes de irse.

“¡OTRA VEZ! ¡OTRA VEZ! ¡OTRA VEZ! ¡OTRA VEZ!”

Ahora Mangel debería de averiguar que tamaño de condon comprar.

[*] Dato curioso: Son pocos los alfas y omegas capaces de controlar su olor al cien por ciento y pasar desapercibidos en algún lugar, aún así, no se les puede confundir con un beta.

🍊Si observan algún error ortográfico, avisarme.

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