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Mientras Caprice tenía que hacer de mediador entre Dawson y Ratigan, dado a que por obvias razones tenían algunas diferencias poco amenas en su interacción mientras discutían sobre el periódico y compartían información relacionada con lo de Sineye (y cuestionamientos sobre qué, bueno, Ratigan insistía que ya no quería matar a Basil y que solo había sido un "pequeño incidente").
Basil se encontraba encerrado en el cuarto de baño intentando calmar su cabeza porque se sentía sucio. Su conciencia no lo dejaba en paz, al contrario, parecía cada vez más hacerle cuestionarse todo lo que creía y era todo su culpa...
Solo escuchaba el agua y la voz de su cabeza repitiendo una y otra vez "es lo que tú quieres", se tallaba su cuerpo, los brazos especialmente con el agua, sentía como si estuviera manchado de sangre y simplemente ya no podía más, su último sueño no fue solo un beso, fue mas que eso y por ello, sentia su moral manchada.
En algún momento se sentó en la tina y se puso a mirar el techo en completo silencio con la mirada perdida. Intentaba negarse a sí mismo que deseaba que Ratigan lo abrazara y besara, pero no podía permitírselo porque... no soportaba que él fuera una mala persona.
"Tal vez... debí haber hecho más por él... tal vez las cosas hubieran sido diferentes," susurró mientras sentía que el agua lo cubría parcialmente.
'Eso nunca lo sabrás, pero al menos, ya estás aceptando toda la basura que tenías escondida, ¿no es así?' pudo sentir a su conciencia reprochando.
No tenía ni idea qué hacer ahora, todo el mundo te dice que aceptar lo que sientes es bueno y es la cosa mas maravillosa del mundo, pero no mencionan cómo lidiar con ello. Suponía que todo lo que le quedaba era ser honesto con Ratigan y, de igual forma, decirle absolutamente todo. Solo sacarlo todo también y tal vez llegar a un acuerdo.
Pero cuando pasas tanto tiempo esquivando la vida... da miedo dar el primer salto.
Cerró la llave del agua y volvió a vestirse y arreglar su pelaje, aunque algo que no podía arreglar era su mirada, estaba opaca y muerta, con el ceño fruncido en una mueca de sufrimiento puro, casi que tenía el impulso violento de golpear el espejo para no verse más, pero sabía que eso solo era un deseo irracional nacido de la rabia.
...
En algún punto tuvo que afrontarlo, por lo que empezó a bajar las escaleras viendo cómo el capibara separaba a la rata y el ratón y los mantenía a ambos sentados en la sala tomando mate.
"Ya está todo hablado, así que no se discute más, aquí termina todo, caballeros," anunció Caprice a viva voz mientras miraba de manera sombría a ambos.
Aunque una vez que los tres se dieron cuenta de la presencia del detective, al unisono reaccionaron mencionando su nombre de manera sorprendida pero aliviada.
"¿De qué estaban hablando...?" intentó preguntar el recién llegado mientras disimulaba un poco de seguridad.
Tanto Dawson como Ratigan quisieron preguntar, pero Caprice les tomó la delantera tomando el periódico y entregándoselo al detective.
"Se va a celebrar el funeral del jefe de la policía real, probablemente Sineye vaya a estar ahí también. Es una oportunidad espectacular para atraparlo," le dijo rápido y conciso mientras lo dejaba hojear las hojas del periódico. "Hay un patrón, Sineye asesina solo a personas de suma importancia. Si hubiera una forma de predecir cuál será su siguiente movimiento, sería de ayuda," relató el capibara con cuidado y en un tono serio y analítico. "Eso último fue idea de Dawson, le doy a él los créditos."
Parecía que las palabras del capibara eran intencionales y dichas con sumo cuidado, como si supiera qué botones apretar y qué tono de voz usar a la perfección.
Como si buscara de manera intencional no abrumarlo con preguntas, sino darle su propio espacio para dejarlo respirar.
"Si..." susurró en primera instancia para luego sonreír con ilusión mientras se sentía vivo nuevamente, "¡si tiene sentido!" Se animó nuevamente mientras el detective volvía a su papel, empezando a caminar en círculos por la sala y hablando a viva voz. "Ratigan y yo encontramos una dirección en el cuarto de Sineye. Seguramente esa debe ser su próxima víctima y/o nuevo escondite..." y así siguió hablando mientras hacía ademanes y sus típicas poses detectivescas.
De la nada, la puerta se abrió dejando ver a Bell, quien recién llegaba y se veía llena de pólvora, cansada y con las piernas temblando totalmente agotada.
"No, la dirección no tiene nada que ver con Sineye, no del todo..." dijo la chica antes de caer al suelo totalmente agotada. "Estoy bien, solo... arg, esa rata blanca se mueve demasiado..."
"Bonnibell querida, ¿qué te pasó?" preguntó Ratigan mientras la ponía de pie y la sacudía un poco.
"Necesito... azúcar..." susurró ella mientras cerraba sus ojos adolorida y derrotada.
"Espera, ¿tienes información?" le preguntó Basil a la coneja acercándose de manera peligrosa siendo él mismo nuevamente, casi que sus ojos volvían a tener ese brillo color verde, pero no, una parte de él seguía muerta pese a todo, solo... estaba ignorando todo nuevamente, bueno... parcialmente.
"Bien, voy a poner la tetera, Dawson, ¿me ayudas?, parece que va a haber mucho de qué hablar," preguntó Caprice mientras le hacía señas y aquel ratón de baja estatura asentía con la cabeza viendo extrañado la situación.
El mencionado pasó por al lado de Basil, tocándole el hombro para llamar su atención. No fueron necesarias las palabras, simplemente lo abrazó suavemente mientras le decía un "si necesitas hablar aquí estoy..." El tono tan cálido y paternal con el que eran dichas esas palabras venía de una preocupación genuina, uno que hizo que el detective solo pudiera regresarle el gesto y responder con una mentira.
"Está todo bien, solo tengo miedo, ya se me pasará."
Eso extrañó a Dawson porque sabía que Basil no era alguien de tener miedo, debía haber algo más.
La atmósfera era extraña, todas las miradas estaban concentradas en la coneja que mascaba zanahoria intentando recuperarse.
"Bien, digamos que... me puse a seguir a Sineye por todo Londres. Tuve que echarme kilos y kilos de perfume para que no me descubriera. No sabía que los roedores tenían tan buen olfato, literalmente supo que estuve junto a Basil anoche porque según él... 'olía a Basil' y yo en plan 'no pos qué asco', sin ofender".
"Espera, ¿tan bueno es su olfato?" preguntó Dawson un poco preocupado mientras ignoraba una pequeña escena de fondo, con un Basil ofendido y Ratigan soltando una pequeña carcajada.
"Sí, pero bueno, como sea..." se quejó ella mientras masticaba su zanahoria. "El punto es que lo seguí hasta la dirección. Sé cómo llegar, es solo la casa de una familia de ratones millonarios, no mató a nadie y por lo que pude escuchar fue relacionado con Nollan. Le preguntó información sobre dónde podía estar ya que por los murmullos pude entender de que esta familia financiaba las invenciones de Nollan".
"¿No escuchaste nada más?" La interrogó Basil mientras dejaba su té enfriar.
"Nope, luego de eso no pude seguirlo porque se subió a... em... Ratigan sabe qué animal es, es como pequeño tipo de perro, pero con la cara larga pero con pezuñas. Y... ¿cómo se llamaba?"
"Es un pony, caballo pequeño," le corrigió rápidamente Ratigan.
"¡Espera, ¿tiene un pony?!?" Gritó Basil extrañado y desconcertado.
"Te dije que este tipo era cosa seria..." le recalcó la rata en un tono un poco serio.
"Se llama Tormenta China, en realidad," corrigió ella de manera infantil. "Pero bueno, el punto, luego de eso vi cómo la familia salía, así que supongo que podrían ir mañana a buscar pistas" cuando terminó de comer la coneja miró el reloj de manera distraida mientras se quitaba polvo de su cabello color rosa oscuro "¿Son las 9pm ya?, ¡tenemos que abrir!" Dijo rápidamente y nerviosa mientras se levantaba de la mesa.
"¿Vas a atender el bar?, ¿no estás un poco... ya sabes, no decente?" Preguntó el capibara preocupado mientras se acercaba a ella.
"Hay que ganarse el pan de alguna forma en esta vida..." respondió ella seria mientras se arreglaba el vestido. "Además, ya hay como 3 bocas más que alimentar y una de ellas necesita un traje nuevo y el cloroformo y los medicamentos no son gratis pues!"
Tanto el Napoleon del crimen como el tabernero quisieron hacerla desistir de abrir el bar dado su estado demacrado. Dawson aprovechó eso para pedirle a Basil hablar en privado, dado que, pese a este último actuar más normal, su mirada seguía muerta y sin brillo, casi como si no fuera él otra vez.
"¿Qué pasa, Dawson?" Preguntó Basil mientras era llevado hasta la sala.
"¿Estás bien?, siento que toda esta situación te está sobrepasando..." le dijo el ratón de baja estatura mientras lo miraba directamente.
"Estoy bien, solo que llegué alterado porque... estaba frustrado," mintió el detective mientras intentaba calmar a su compañero. "Solo eso, sé que es una situación difícil, pero... solo necesitaba una ducha, ya me siento mejor".
"¿Estás seguro?, es que sé que no todo está bien" intentó explicarse Dawson, pero al ver que sus palabras no funcionaban, decidió detenerse. "A lo mejor... yo también estoy demasiado cansado... lo siento" se disculpó, a lo mejor si estaba dejando llevar por el miedo, después de todo, sabia lo pesimista que se ponia Basil cuando se trataba de fallar.
"Solo es una situación complicada, nos estamos enfrentando a algo que no conocemos del todo," explicó Basil intentando asegurar que todo estaría bien siempre y cuando resolvieran el caso lo más rápido posible. Le prometió que ambos tomarían unas vacaciones lejos de todo. Hablaba con elocuencia, con gracia y como si volviera a ser ese detective impoluto lleno de manerismos y movimientos rápidos y precisos que seguían el ritmo de su relato. Incluso un pequeño halo de vida volvió a su mirada, como si se creyera sus propias palabras.
"¿Lo prometes...?"
"Lo prometo, Dawson," le afirmó de vuelta el detective mientras le hacía una pequeña confirmación con la cabeza. ¿Qué tiene de malo mentir? Había prometido ser más honesto y no meter sus problemas bajo la alfombra pero... si los afrontaba terminaría por desmoronarse más y más y no quería que Dawson lo viera en ese estado. Le daba vergüenza porque tendría que confesar que en el fondo estaba enamorado de-
"Disculpe que pregunte, pero... ¿usted y Ratigan...?" Empezó a preguntar el mayor antes de ser interrumpido por su contrario.
"¡VAMOS A LEER LAS DEMÁS CARTAS!" le dijo rápidamente casi en pánico el detective mientras esquivaba la pregunta y volvía a sentir esa desesperación perpetua. Se podría argumentar que era su típica reacción maniaca cuando había un nuevo caso, pero en realidad... se leía en el ambiente que no era eso.
...
Al final, el bar sí abrió, nadie desistió a Bell de hacer su show, lo que dejó espacio de tiempo para que, además de las cartas, por fin, pudieran ser dichas las cosas.
Dawson quería unirse a lo de la lectura, pero fue arrastrado lejos debido a una petición del capibara quien le pidió que los dejara solos a ellos dos. Ambos tuvieron una pequeña discusión en la escalera antes de que el bar abriese por completo.
"Está loco si cree que voy a dejar a Basil con él," le reclamó el ratón de baja estatura mientras era sostenido del brazo.
"Por favor, escuche, sé que puede ser raro, pero necesitan hablar entre ellos dos. Hay una historia que no conocemos y no nos corresponde resolver. ¿Crees que es normal tener una foto de tu mayor enemigo colgada en la pared?, enmarcada? ¿Y que tenga informes llenos de dedicados a él y no a cualquier criminal?" Le encaró el capibara de manera tranquila.
"B-Bueno..."
"Además, Ratiga cargaba consigo un relicario con una foto de Basil, habla de él cuando está noqueado o dormido. ¿No le parece sospechoso que el mejor detective de todos jamás atrapara a Ratigan?, a todos ellos les tomó unos días, con Ratigan jamás lo puso ni en la cárcel ni una mano encima".
"¡Pero intentó matarlo!"
"Lo sé, lo sé, pero, escucha, hoy trabajaron juntos y no pasó nada. Ratigan está buscando pistas solo por Basil, ¿no es... sospechoso?, ádemas, fue Ratigan quien salvó a Basil de la explosión" Expresó el capibara mientras levantaba una ceja interrogándolo. "Solo... deje a Ratigan cocinar, si le hace algo a Basil, prometo yo darle en las costillas personalmente".
"Supongo que puedo confiar en usted, después de todo, tú ayudaste a Basil a pelear contra Sineye".
"Sí... pelear... yo solo le di con un palo".
"¿Qué tú qué?"
...
Volviendo al momento en que el bar había abierto, en el piso de arriba quedaron únicamente ambos archienemigos en la situación sentimental más extraña posible, ambos estaban en espectros diferentes de lo que el corazón les dictaba.
El rey de la villanía se mantenía en la casilla de la apatía misma, donde estaba tan cansado de no recibir respuesta, donde no sabía hacia dónde avanzar. No se decidía si sentirse feliz de la manera más altanera por lo ocurrido en la mañana, enojado porque Basil jamás respondió nada a sus sentimientos, o por otro lado... mover su pieza de lleno a la casilla de la preocupación, porque en el fondo sabía que lo que ocurría no era normal, esas reacciones no eran propias de su Basil.
Por otro lado, Basil no había salido de la casilla de partida. Se reservaba el hecho de avanzar y parecía que estaba siendo obligado debido al peso de una conciencia que simplemente le quitaba toda excusa de vivir como siempre lo había hecho. Tenía tanto miedo de avanzar, de perderlo todo por un sentimentalismo absurdo ligado a esa única persona que había amado desde lo más profundo de su ser.
Y de hecho, ahora Basil se encontraba reuniendo todas las cartas, tomándose todo el tiempo del mundo para reunir una por una, porque estaba asustado. Quería seguir fingiendo que no iba a hablar con Ratigan con respecto a... eso. Esperaba no tener que entrar en detalles sobre lo que pasaba en ese sueño.
La puerta del cuarto improvisado de Basil fue abierta levemente, asomándose la cabeza de Ratigan con una mirada algo incómoda mientras miraba al ratón haciendo pequeños montones clasificando cada carta, con una mirada perdida y muerta mientras intentaba hablar en voz alta las clasificaciones para no quedarse en silencio y no tener que escuchar a su conciencia.
Ratigan entró de lleno a la habitación mientras miraba ahora del todo extrañado. Pensaba que aquello por lo que Basil estaba tan desesperado por decir era tan fuerte que ahora lo estaba evitando por completo.
"¿Qué es eso que querías decirme exactamente?, ya sabes, hace unas horas" le preguntó el criminal intentando no sonar del todo desconcertado mientras se quedaba aún en la entrada de la puerta.
"Yo... em... creo que lo olvidé. ¿Qué tal si vemos lo de las cartas primero? A lo mejor así lo recuerdo," respondió rápidamente el detective mientras lo miraba y daba un paso hacia atrás. Su voz expresiva contrastaba con esa frialdad y augurio oscuro de una mirada perdida en la nada, esa mirada de querer esconderse del dolor.
El Napoleón del crimen se quedó en silencio mirándolo mientras de fondo se escuchaba cómo el techo y las paredes poco a poco se llenaban del sonido solemne de una lluvia clásica del frío Londres.
"Basil, ¿me pediste que escuchara para nada?" le preguntó casi de manera automática dejándose llevar por el cúmulo de emociones tan opuestas.
"Es solo que... no siento que sea justo que te diga lo que yo siento sin que responda a todo lo que me has dicho. ¿Qué esperas que responda?" Empezó a hablar rápido, intentando responder y al mismo tiempo evadir la pregunta mientras se iba hacia atrás.
"Entonces, ¿ahora te dignas a responder, luego de que literalmente huiste? ¿Eso qué importa ahora?" respondió el de colores grises en un tono entre enojado y preocupado, incluso confusión.
"A mí me importa. ¡Tuve literalmente la peor noche de todas porque me pesa el no saber qué responderte!" Chilló mientras soltaba una risa nerviosa intentando bajar el peso de sus palabras e intentar no fingir debilidad, porque en el fondo no quería lastimarlo más. Pasó de odiarlo por una rivalidad que parecía de juguete a literalmente temerle y ahora a revivir ese deseo egoísta de amar a un asesino.
"E-entonces...?"
"lo siento. ¡Lo siento por no poder hacer nada! Por no poder hacer nada por ti y lo siento por dejarte..." intentó expresarse el ratón mientras chocaba su espalda contra la pared y su tono de voz se hacía más nervioso y tácito en lo que se iba poco a poco rompiendo. "Pude haber hecho tantas cosas y aquí estoy, pasando por alto todo porque solo quiero ignorar todo lo que pude hacer por ti y porque..."
En un momento dejó de escucharse su voz y en su lugar solo se escucharon balbuceos leves mientras poco a poco su cuerpo se deslizaba hacia abajo contra la pared hasta sentarse en el suelo con la mirada perdida y un nudo en la garganta. No había lágrimas, no había más palabras, porque estaba asustado y horrorizado de decir las palabras "lo siento tanto por aún amarte".
Ratigan quería reprocharle, gritarle y reclamarle por todo, por haberlo dejado en ese punto de su vida, pero sabía que no tenía nada objetar y al contrario decidió agachar la cabeza solo por una vez y no decir nada.
"Dime... si puedes recordar todo lo bueno que te di o... ¿te quedaste con lo malo?" Preguntó el ratón en un tono aún doloroso, no lloroso, solo... agotado, como si se estuviera agotado de sentirse de esa forma. "Y me culpaste a mí..." intentó terminar de decir y dándose cuenta al ponerlo en palabras que aunque se sintiera culpable no tenía la responsabilidad, pero evitar sentirse culpable le seguia siendo imposible.
"Es que... me dejaste solo, Basil..."
"¿Y qué querías que hiciera si tenía miedo? Y no me equivoqué, hace 5 días intentaste matarme, dos veces!"
"Si te soy honesto... la primera trampa estaba diseñada para que escaparas..." susurró el criminal en respuesta mientras se mantenía parado en su sitio con la cabeza gacha y con un tono solemne, casi avergonzado y frustrado, eso provocó que Basil lo mirase fijamente. "La segunda... tú nunca supiste lo que es tener rabia, el perder la cordura".
"Tener rabia no justifica-"
"Un raton como tú nunca sabra lo que es perder todo, no es asi?, lo que es... despersonalizarte a tal punto que no te reconoces a ti mismo..." le reclamó automaticamente la rata, casi sin pensarlo, justificando su accionar en el instinto mas bajo y animal.
Ahora era turno de Ratigan de ignorar todo y pasar página, de no mover pieza alguna y simplemente no aceptar que estaba literalmente aún dolido por haberlo perdido (a su parecer) todo lo que había amado alguna vez.
"¿Hay alguna otra cosa que quieras decirme...?" Preguntó de golpe intentando no gritar, guardándose cada reproche mientras se tocaba su sien con frustración y sentía que el pecho volvía a dolerle.
"Yo..." vaciló un poco el detective cuestionándose si confesar con toda la vergüenza del mundo que aún lo amaba, y eso... le molestaba.
Pero no pudieron haber más palabras ya que en algún punto el detective solo pudo ver cómo su archienemigo se agarraba el pecho y soltaba un chillido agudo e intentaba sostenerse por sí mismo.
'La anestesia...' pudo pensar rápidamente Basil antes de intentar sostener a Ratigan quien caía tieso al suelo en un dolor horrible y punzante por todas las partes de su cuerpo, obvio Basil no logró agarrarlo del todo y simplemente terminó cayendo junto a él.
Rápidamente el detective salió de forma brusca directo al cuarto donde se estaba quedando su contrario, revisó los cajones que Bell había revisado la vez anterior, y mientras buscaba entre agujas vacías y unas llenas con etiquetas que no se entendían encontró el pequeño dije/relicario que antes le pertenecía, el solo verlo le trajo el recuerdo vago del día que lo recibió en sus manos.
Podía recordar que fue después de su primer día de clases, después de que él y Ratigan hablaran y se pusieran al día, porque en su siguiente clase... Ratigan le había regalado ese pequeño dije porta fotos como un 'pequeño regalo de reencuentro'; aunque se extrañó al ver la foto de adentro ya que esa foto no era la original.
La foto que había puesto Basil era una foto de una cita que ambos habían tenido, una donde ambos estaban en un parque y un fotógrafo les había tomado una foto justo cuando estaban jugando con las flores. La foto de ahora solo era una foto normal de ellos sonriendo y sosteniéndose del hombro. Ratigan la había cambiado... tal vez... porque le dolía recordar todo lo que se había perdido por dejarse llevar por sus emociones más bajas...
Rápidamente volvió a la realidad al ver ese cambio en su dije, lo tomó y lo guardó casi por instinto mientras tomaba una botella de cloroformo y una de las agujas de anestésico, casi era aterrador ya que se escuchaba la tormenta de afuera resonar en las paredes.
Volvió a su cuarto, escuchando únicamente sus pasos y el latido de su corazón, casi como si ignorara el panorama completo, la lluvia de fondo, la canción del piso de abajo, el problema y el vacío que aún se sentía persistente.
Se agachó rápidamente al costado de su amado, escuchando el chillido persistente y pensando en lo que Bell le había dicho. Nadie le aseguraba que estuviera del todo bien; todo lo que hacían era inyectar anestésicos y esperar que todo estuviera en su lugar. Tenía suerte de que Ratigan siguiera con vida...
Aplicó rápidamente cloroformo en el hocico del criminal, y apenas este se durmió, buscó dónde inyectar la anestesia. Sus brazos estaban llenos de marcas de pinchazos entre el pelaje, así que buscó una vena y lo aplicó. Solo esperaba que eso le quitara todo el dolor. Iba a ir a buscar a alguien para asegurarse, pero pudo sentir cómo su mano era sostenida; se sentía como si la fuerza del agarre poco a poco se aflojara, como si se desvaneciera, Ratigan ya no estaba consciente.
Verlo allí tan plácidamente solo hizo que el estado culpable de Basil empeorara de alguna forma, pero no era una persona que rompiera en llanto de esa forma cursi y exagerada. Solo se quedó en silencio, con las cejas mostrando un ceño triste, mientras sentaba al criminal y palpaba sus heridas suavemente. El vendaje estaba gastado y vio que había heridas donde había doble costura, como cuando una herida con puntos se volvía a abrir.
Se quedó sentado frente a él, mirando el panorama. Recién había notado que, debido a la desesperación por buscar dónde inyectarle, había quitado la parte superior del traje del criminal. Vergüenza se agregó al plantel de emociones que sentía en ese momento, y aún así... tenía el impulso de abrazarlo.
Suspiró con pesadez y volvió a colocar las ropas en su lugar, lo cual le dio una mejor visión de cada herida. Las doble costuras en las cicatrices que unian piel desgarrada, vendas que aún estaban manchadas con sangre y otras recién cambiadas. Incluso había cortes en partes importantes del cuerpo, como si le hubieran revisado si todo estaba en orden internamente, al menos superficialmente. Además de ello, se agregaban las marcas de agujas. Mientras pasaba sus manos torpemente por el cuerpo ajeno y colocaba el traje en su lugar, cada herida se sentía reciente e incluso había zonas que se sentían sensibles al tacto, como blandas, como sensibles. Aunque se alegró de que no hubiera nada roto (hueso más que nada) y solo todo estaba muy delicado... Pero, le perturbaba todo el daño que estaba presente en su cuerpo, la marca en el cuello era la peor porque él se le habia probocaso, pero lo habia hecho sin pensarlo, sin razonar...
"Lamento que todo terminara así..."
...
El tiempo pasó, Basil había dejado a Ratigan recostado en una parte de la cama mientras él se ponía a revisar las cartas solo. Tenía el impulso de ir tras la pista, pero estaba tan desesperado por querer quedarse al lado de su archienemigo. Supuestamente harían esto juntos, pero... por las circunstancias simplemente no se podía y parecía ser un patrón que se iba repitiendo, no podían hacer ciertas cosas juntos por circunstancias...
Primero, no podían estar todo el tiempo juntos en la escuela porque eran de diferentes grados y por ende no tenían los mismos horarios, y pese a eso Basil siempre lo buscaba porque era el único amigo cercano que tenía.
Luego pasaron años sin hablarse, unos... 8 años hasta que se encontraron en la universidad.
Y en la universidad intentaban pasar todo el tiempo que podían juntos, pero luego pasó lo del incidente.
Y luego... era mente maestra contra mente maestra, enemigos mortales, porque simplemente ambos habían elegido un papel que interpretar en la vida del otro, un papel que era de todo menos el de un amante, un papel que no les permitía volver a esa vida feliz. Ahora estaban pagando las consecuencias de sus actos después de huir tantos años por que ambos eran unos desgraciados de la misma calaña que se esforzaban en interpretar un papel para no pensar en lo triste y dolorosa que era su realidad, es mas facil asumir tragedias cuando un alterego mas fuerte que tu la tiene que enfrentar.
De cualquier forma, Basil revisó todas las cartas para matar el tiempo. Gracias a ellas, pudo armar un rompecabezas que parecía contar una historia hecha a puño y letra de un romance que tampoco pudo surgir por las circunstancias. Por primera vez se fijó en algo más que pistas, ya que en algún punto, empezó a identificarse...
Las primeras eran relatos de dos justicieros que acababan con la vida de criminales que nadie quería enfrentar, gente injusta, rastrera y que tenía poder. A veces eran banqueros, otras médicos, policías corruptos, criminales de la peor calaña, todos ellos vencidos por ingenio e inteligencia. Y si no eran relatos de justicia épica y cuasi divina, eran... cartas de amor, cursis, que describían escenarios tan... idílicos. Algunos le traían recuerdos por pequeños detalles.
Ir a las tabernas a bailar y disfrutar la música del piano, lo que le recordaba a Basil cuando él y Ratigan simplemente disfrutaban de la música del tocadiscos.
Las pequeñas citas en los parques, las cafeterías, las palabras cursis, todo estaba allí y era... doloroso de leer, pero al mismo tiempo le hizo atesorar más esos momentos, no como antes que los tenía guardados y escondidos.
La imagen de Ratigan sonriendo de manera tranquila y dulce distaba tanto de esa sonrisa maliaca... casi habia olvidado esa sonrisa...
En algún punto dejaron de ser relatos y cartas de amor (aunque por parte de Sineye seguía llamándolo "amor mío" y demás apodos) y pasaron a ser más profesionales, todo por una carta de Nollan que relataba cómo iba a casarse, ya que su padre le había conseguido una esposa.
Basil recordó la vez que su padre, de manera insistente, empezó a preguntar por boda, casamiento, nietos y novia, y ese tipo de cosas... Nunca se atrevió a confesarle que no le gustaban las mujeres en realidad...
Y la historia siguió; seguían siendo colegas pese a todo, pese al amor y que nunca pudieron volver a estar juntos debido a esa situación. Habían aceptado que simplemente ese amor romántico, ese amor que únicamente se siente por un amante, jamás se daría nuevamente.
Esa historia le sonaba, hasta cierto punto, familiar...
Las últimas cartas eran de Nollan contando sus problemas financieros y otros problemas, ya que según sus palabras "la plaga del cuello blanco se hacía más presente en Londres". También compartía datos y ciertos detalles más profundos que solo un espía podría saber...
Eso explicaba las muertes. No era simplemente matar figuras importantes (como creyó al principio antes de las cartas) por el placer de generar un falso anarquismo, sino acabar con la corrupción perpetua que estaba tan oculta que ni siquiera él sabía. Pero claro, un espía con experiencia no era lo mismo que un detective privado...
El médico del hospital más prestigioso vendía implementos médicos de manera ilícita a criminales, y lo demás tenía que ver con sobornos a las identidades en las que incluso el detective confiaba. El jefe de la guardia real era el que más le desconcertaba... la evidencia era clara: registros de entrada a la cárcel, la copia de la sentencia y el registro de salida que no concordaban. Nollan había robado los registros para tenerlos como evidencia. Eso explicaba todo el papeleo, su estudio estaba lleno de archivos que se ocultaban dentro de carpetas de fotos, tenia sentido, nadie en su sano juicio revisaria miles de carpetas de un fotografo porque te esperas que dentro solo tenga fotos; tenía que volver a la casa de Nollan.
No podía creerlo, no podía creer que incluso la figura que debía ser la más honesta estaba... corrompida.
Londres jamás estuvo limpio, pese a encargarse de los criminales sueltos en las calles, el mejor detective de todos jamás notó este sistema corrupto e inmoral que ponía el dinero por delante.
Y de hecho, según las cartas... Basil también era un corrupto. Al menos Nollan teorizaba que en realidad, el detective privado de la calle Baker no era más que una bomba de humo, un espectáculo para mantener esa fachada de ciudad limpia, ya que Basil jamás mataba a los criminales, solo los llevaba a la cárcel, era un teatro, asumian que Ratigan tambien solo era otro actor en este teatro, la gente no se daria cuenta que algo malo pasaba porque todos tendrian sus ojos puestos en un villano o en un heroe. Era un engranaje más, pero no uno culpable ni consciente de que lo era.
Además de eso, Nollan relataba la tiranía de los ratones y cómo a los demás animales como las ratas y los murciélagos se les había dejado de lado (al menos a estos últimos se les negaba incluso la atención médica).
Sineye estaba aquí no para matar solamente a Basil, estaba aquí para limpiar Londres, rezaba la última carta, una carta que no había sido abierta por Nollan, una carta de la rata blanca que nunca fue abierta que explicitamente habia sido firmada con un "apenas termine la guerra civil... voy a limpiar londres y lo hare pagar por hacerte sufrir a ti a tu familia, la justicia solo se paga con sangre"
El gran ratón detective se quedó mirando el papel atónito unos segundos; eran tantas cosas a procesar.
"Yo... necesito fumar un poco..." susurró Basil angustiado, estaba en un momento donde no podia hacer nada, era de madrugada, no tenia a nadie a quien recurrir, solo podia confiar que estaba seguro entre esas cuatro paredes que parecian protegerlo en ese momento.
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Otra vez estaba noqueado, estaba rezando por no volver a tener que recordar mi pasado ni nada referente a Basil. No quería actualmente, no después de la conversación, pero me equivoqué; no fue un recuerdo, no fue el pasado, este sueño era más... raro.
Estaba sentado en mi trono, todo estaba lleno de oro y joyas, y yo estaba vestido con la ropa digna de un rey pero en tonalidades verdes (lo cual era raro ya que este no era mi color precisamente). No había nadie, solo estaba yo y las riquezas que siempre había soñado; eran muchas más de las que obtenía en mi vida criminal. Era un salón enorme lleno de tantas cosas.
No era una pesadilla, era literalmente un sueño. Por fin, después de tantas noches durmiendo mal...
Me regocijé en alegría mientras me lanzaba a admirar toda la riqueza que ahora tenía, toda la que merecía. ¡Era un rey! ¡Un verdadero rey! Tomaba las monedas y las lanzaba porque simplemente no había forma de expresar lo feliz que estaba.
"Esta sería tu vida si hubieras matado a Basil, serías un rey. ¿No es eso lo que deseabas? ¿Por qué lo dejaste escapar entonces?" preguntó una voz que asumo es mi conciencia.
No tenía respuesta para eso...
"¿Qué tal si vemos lo aburrida que sería tu vida si no estuviera Basil aquí? ¿Qué hubiera pasado si el Rey Ratigan hubiera ganado?"
Que seria de mi vida sin Basil...?
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