Capítulo 3: Flashbacks.
El viento soplaba suavemente entre los árboles, llenando el aire con el murmullo de hojas que danzaban al compás de la brisa. En un rincón apartado de la residencia, donde la luz del sol se filtraba a través de las ramas, Tn y Ashley se encontraban sentados en la hierba fresca, un mundo ajeno a las sombras que acechaban en el horizonte. Era un refugio en medio del caos que amenazaba con devorarles, un instante de paz que parecía un sueño.
Ashley reía, su risa era como música, una melodía inocente que rompía el silencio.
Ashley: ¿No puedes dejar de ser tan serio, Tn? A veces me pregunto si te olvidaste de cómo divertirte-, dijo, sus ojos brillando con un destello de travesura. Ella se recostó sobre el césped, mirando al cielo, como si buscara respuestas entre las nubes. -Ven, solo una vez, déjame mostrarte cómo se vive un poco-, añadió, estirando la mano hacia él.
Tn, con su mirada profunda y analítica, no pudo evitar sonreír ante la chispa de alegría que emanaba de ella.
Tn: Ashley, no soy un niño. La vida no es un juego-, respondió, pero había una calidez en su voz que decía todo lo contrario. La forma en que se inclinó hacia ella, la forma en que la miraba, revelaba un vínculo que iba más allá de la protección.
Ashley: Quizás deberías intentar jugar un poco más-, insistió ella, dándole un pequeño empujón. -¿Qué tal si hacemos una carrera? ¿Quién llega primero a ese árbol?- Sus ojos brillaban con desafío y diversión, como si el mundo les perteneciera solo a ellos.
Tn: Está bien, pero no me culpes si pierdes-, contestó Tn, levantándose con una gracia serena, su postura firme y segura. El desafío brillaba en sus ojos, y Ashley, con un grito de victoria, comenzó a correr. Él la siguió, sus pasos eran firmes, pero lo hizo con una lentitud calculada, disfrutando de la libertad que ella le ofrecía.
La carrera se convirtió en una danza de risas y alegría, una burbuja de felicidad que se expandía a su alrededor. Finalmente, cuando ambos se detuvieron, jadeando y riendo, el mundo exterior parecía desvanecerse. Ashley, con su cabello desordenado y mejillas sonrojadas, lo miró con una mezcla de desafío y dulzura.
Ashley: Sabía que eras rápido, pero no tanto como para alcanzarme-, dijo con una sonrisa pícara.
Tn la miró, su corazón latiendo con fuerza. Había una chispa entre ellos, algo que iba más allá de la simple amistad. Fue un momento suspendido en el tiempo, donde el peligro y la oscuridad se desvanecieron, y solo existía el calor de su conexión. Sin pensarlo, se inclinó hacia ella, sus labios se encontraron en un beso furtivo, un roce suave pero lleno de promesas. Ashley se dejó llevar, sintiendo la fuerza de Tn a su alrededor, mientras él absorbía la fragilidad que ella ofrecía.
El beso fue breve, pero cargado de emociones que habían permanecido ocultas, un secreto compartido bajo la luz del sol que pronto se vería opacado por la oscuridad que les acechaba.
De repente, el recuerdo se desvaneció, y Tn se encontró de nuevo en la cruda realidad. Jadeando, rodeado de cadáveres de lo que alguna vez fueron pueblerinos, un campo de horror y desolación. Su cuchillo, aún empapado de sangre, colgaba de su mano, un testimonio de la brutalidad que había enfrentado. La mirada en sus ojos era fría, carente de emoción, pero en su interior ardía una ira implacable. No había tiempo para la tristeza, para la nostalgia. Solo había un objetivo: salvar a Ashley, SU Ashley, de las garras de la oscuridad que amenazaba con devorarla.
Con cada respiración agitada, la determinación creció en él. No permitiría que nadie se interpusiera en su camino. Su misión estaba clara, y el eco de su risa aún resonaba en su mente, un llamado a la lucha, un recordatorio de lo que debía proteger. Tn estaba listo para enfrentarse a lo que fuera, porque en su corazón, sabía que no había nada más valioso que la vida de Ashley.
La atmósfera en el pueblo era densa y opresiva, como si el aire mismo estuviera impregnado de peligro. Ada Wong se movía con sigilo entre las sombras de los edificios en ruinas, sus sentidos agudizados, siempre alerta a cualquier señal que pudiera guiarla hacia la muestra de la plaga. Su mente maquinaba, evaluando cada rincón, cada susurro del viento, buscando pistas que le revelaran el oscuro secreto que se escondía en ese lugar.
Mientras exploraba, sus pasos la llevaron a una habitación desgastada, donde la luz apenas lograba filtrarse a través de las grietas en las paredes. El suelo estaba cubierto de escombros y polvo, pero un objeto llamó su atención: un espejo roto, fragmentado en mil pedazos que reflejaban su imagen distorsionada. Ada se acercó, intrigada por el brillo que emanaba de los trozos de cristal. De repente, el aire cambió, y una sensación de inquietud le recorrió la espina dorsal.
Al mirar más de cerca en uno de los fragmentos, su corazón se detuvo por un instante. Allí, en el reflejo, vio la figura imponente de Krauser, su antiguo compañero y enemigo, su rostro marcado por una sonrisa siniestra. Antes de que pudiera reaccionar, él se lanzó hacia ella con una velocidad aterradora, desatando su ataque.
Ada, entrenada para situaciones como esta, se movió con una agilidad impresionante, esquivando su embestida en el último segundo. Con un giro elegante, se plantó en una posición de combate y, sin dudarlo, lanzó una patada dirigida a su torso. Pero Krauser, con una fuerza sobrenatural, detuvo su movimiento, atrapando su pie con una mano firme como el acero.
Krauser: No tan rápido, Ada-, gruñó él, sus ojos brillando con un desafío ardiente.
Sin perder la compostura, Ada reaccionó con astucia. De su cinturón, sacó un pequeño cuchillo, un arma letal en manos expertas. Con un movimiento rápido y preciso, cortó la mejilla de Krauser, la hoja deslizándose con facilidad. La sangre brotó de la herida, pero su agarre se aflojó lo suficiente para que ella pudiera liberarse.
Ada: Siempre tan predecible-, dijo Wong con una sonrisa desafiante, mientras se alejaba unos pasos, lista para volver a atacar. El brillo en sus ojos reflejaba tanto su confianza como la adrenalina que corría por sus venas. No era la primera vez que se enfrentaba a Krauser, pero cada encuentro era un juego mortal, una danza entre la vida y la muerte.
Krauser, frotándose la herida, sonrió con una mezcla de admiración y rabia.
Krauser: Eres tan astuta como siempre, pero eso no te salvará esta vez-. Sus palabras eran una advertencia, pero también una promesa de que la batalla estaba lejos de terminar.
Ada, con su mente en modo de combate, sabía que cada movimiento contaba; el tiempo era esencial. Con un giro ágil, se preparó para contraatacar, lista para demostrar que, aunque el peligro era inminente, nunca se dejaría atrapar sin luchar. La tensión entre ellos era palpable, un enfrentamiento que iba más allá de sus habilidades físicas, un choque de voluntades en un mundo donde la supervivencia era la única regla.
Tn avanzaba por las calles desoladas del pueblo, su mente concentrada en una sola misión: encontrar a Ashley. Cada paso resonaba en el silencio inquietante, el eco de sus pisadas como un recordatorio de la urgencia que lo consumía. La niebla espesa se arremolinaba a su alrededor, y una sensación de desasosiego se apoderaba de él. Sabía que cada segundo contaba, y el peso de esa responsabilidad lo empujaba hacia adelante.
Al llegar a una mansión imponente, sus instintos le indicaron que allí podría encontrar respuestas. La estructura, aunque deteriorada por el tiempo y la descomposición, mantenía un aura de misterio que lo atrajo. Empujando la puerta con cautela, entró en el vestíbulo. La penumbra lo envolvió, y su mirada se ajustó a la escasa luz que se filtraba a través de las ventanas rotas.
A medida que exploraba, su mirada cayó sobre un objeto que brillaba en un rincón polvoriento: una escopeta, robusta y bien cuidada, a pesar del entorno. Un destello de esperanza brotó en su pecho. Tn la tomó con firmeza, sintiendo el peso del arma en sus manos. Junto a ella, encontró una granada, un recurso que podría ser invaluable en los momentos críticos. Una sonrisa irónica se dibujó en su rostro, casi como si el destino le estuviera enviando un guiño en medio de la oscuridad.
Tn: Así que esto es lo que se siente tener suerte-, murmuró para sí mismo, la tensión en su cuerpo aliviándose un poco.
Sin embargo, la tranquilidad fue efímera. Unos ruidos extraños, inconfundibles en el silencio que lo rodeaba, comenzaron a resonar desde el fondo de la mansión, un murmullo inquietante que despertó su curiosidad y su instinto de supervivencia. Manteniendo la escopeta lista, se dirigió hacia el origen de los sonidos, cada paso calculado y silencioso.
Al llegar a una habitación al final del pasillo, su mirada se posó en un viejo armario. Los ruidos provenían de su interior, un sonido apagado pero insistente que le hizo fruncir el ceño. Con el arma apuntando hacia el armario, se acercó lentamente, el corazón latiendo con fuerza.
Tn: Si hay alguien ahí, más te vale identificarte-, dijo con voz firme, tratando de infundir una dosis de autoridad en la situación.
Con un movimiento decidido, Tn abrió las puertas del armario con cautela. La escena que se presentó ante él fue sorprendente: dentro del armario, un hombre estaba atado, sus manos y pies restringidos con cuerdas. Era Luis Sera, un individuo de apariencia desaliñada pero con un aire astuto en su mirada, que reflejaba tanto sorpresa como alivio al verse liberado de su encierro.
Sera: ¡Vaya! No esperaba salir de aquí y encontrarme con un guardaespaldas a la vista-, exclamó Luis, su tono un tanto burlón pero con un matiz de tensión en su voz.
Tn lo observó con desconfianza, su mente evaluando rápidamente las posibilidades.
Tn: ¿Quién eres?-, preguntó, manteniendo la escopeta firme, pero con una chispa de curiosidad interna.
Luis: Soy Luis Sera-, respondió, intentando moverse para liberar sus extremidades, pero aún limitado por las cuerdas. -Y parece que he tenido un poco de mala suerte, pero tú podrías cambiar eso. ¿Podrías ayudarme a salir de aquí?- Su sonrisa era persuasiva, pero Tn no podía permitirse bajar la guardia.
Tn: ¿Por qué debería confiar en ti?-, replicó Tn, su mirada fija en él. La situación era extraña y las circunstancias lo empujaban a ser cauteloso.
Luis se inclinó un poco hacia adelante, su tono serio.
Luis: Porque, amigo, en este lugar, la desconfianza no te llevará a ningún lado. Yo tengo información sobre lo que está sucediendo aquí, y te aseguro que podría ser útil para encontrar a esa chica-. La mención de Ashley hizo que el corazón de Tn latiera con fuerza una vez más.
La duda seguía presente, pero quizás, solo quizás, Luis podría ser la clave que necesitaba. Sin pensarlo más, bajó el arma lentamente, dispuesto a liberar al hombre atado. La urgencia de la situación superaba los riesgos, y en un mundo donde cada aliado podía ser valioso, no podía permitirse ignorar una posible ayuda.
CONTINUARÁ.
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