❝ CHAPTER TWO ❞
───── ❝ CHAPTER TWO ❞ ─────
—No veo cuál es el problema — le dijo Bucky a Steve, mientras Elena miraba con interés las diversas exposiciones que resultaban fascinantes de ver —. Estás por ser el último hombre soltero de Nueva York — continuó hablando.
Elena solo rodó los ojos, para luego darle un golpe en la parte de la nuca de la cabeza al pelinegro. Steve, por su parte, bufó y se apartó el flequillo de los ojos.
—Hay tres millones y medio de mujeres aquí — anunció Bucky en tono solemne. Elena gruñó bajamente, rodando los ojos.
—Bueno, me conformaría con solo una — murmuró Steve. Elena sonrió al escuchar a su hermano.
—Y por eso, tú eres el caballero aquí — intervino Elena, ganándose una mirada ofendida de Bucky y una afectuosa de Steve.
De repente, Bucky sonrió una vez que visualizó un par de chicas a unos metros de distancia. El pelinegro saludó amablemente a las dos chicas.
— ¡Bucky! — una de las chicas gritó emocionada, quizás demasiado emocionada.
Steve arregló su ropa nerviosamente.
— ¿Qué les contaste sobre mi? — susurró el rubio. Bucky le regaló una sonrisa calmada.
—Las cosas buenas — aseguró tranquilamente.
Elena los detuvo al ponerse en frente de ambos, con una expresión de pocos amigos en el rostro y los brazos cruzados sobre su pecho.
— ¿Y qué hay de mí? No voy a estar como perro faldero detrás de ustedes — espetó frunciendo el ceño.
—Encuentra a un hombre — Steve sugirió. Lo que provocó que Elena alzara las cejas sorprendida. Su hermano posiblemente era milagrosamente unos centímetros más alta que ella, pero seguro podía llegar a ser demasiado celoso y sobreprotector con ella —. A cualquier hombre le encantaría salir contigo.
Bucky frunció el ceño, disgustado, pero cuando iba a hablar, la rubia se adelantó.
—Voy a comprar algodón de azúcar — Elena avisó, soltando un suspiro. Ni loca iba a buscar un hombre, la rubia tenía la mala fortuna que cuando un hombre se le acercaba, todos terminaban siendo idiotas egocéntricos y machistas.
—Nos vemos en la presentación de un rato — habló Barnes, ella asintió y se alejó de ellos, perdiendo entre la multitud.
Y tal y como había dicho, compró un algodón de azúcar y comenzó a pasearse por la feria. No pasó mucho tiempo cuando fue abordada por (sorpresa, sorpresa) un hombre.
—Hola, muñeca, ¿Qué hace una chica tan hermosa como tú tan sola? — sonrió el hombre. Elena no pudo evitar poner los ojos en blanco por el ridículo y poco original coqueteo.
—Huyendo de sujetos como tú — contestó con una sonrisa de falsa amabilidad. Cuando iba a seguir caminando, el sujeto la tomó por la muñeca.
—No te hagas la difícil, preciosa — el sujeto se acercó a ella, invadiendo su espacio personal.
—¡Eh, amigo! ¡Déjala en paz! — exclamó otro hombre acercándose a ellos, pero el idiota aún sujetaba su muñeca sin querer alejarse de la rubia.
El hombre tomó el hombro del sujeto y lo empujó, alejándolo de ella. Por la cara del idiota, estaba listo para golpear a su "salvador". Queriendo evitar una posible pelea, Elena agarró la mano del hombre que la había defendido y caminó rápidamente alejándose del lugar.
Una vez que se perdieron entre la multitud, ambos se detuvieron, y fue cuando la rubia lo confrontó.
—Espero que seas consciente de que puedo cuidarme yo sola, ¿de acuerdo? — le comentó, pero no sonaba molesta u hostil, en realidad tenía una pequeña sonrisa en los labios.
La rubia lo analizó, era considerablemente más alto que ella, de cabello castaño claro y unos cuantos reflejos dorados, ojos de un fuerte color azul. Posiblemente si estuviera buscando una relación, él sería su tipo ideal.
—Lo siento, creí que necesitabas ayuda — se rascó la nuca, sonriendo nerviosamente.
—Supongo que seria descortes de mi parte si no dijera gracias. Asi que, muchas gracias. Soy Elena, por cierto — se presentó con una gran sonrisa, para luego extender su mano.
—Charles — correspondió el saludo —. Tal vez podríamos caminar por los alrededores — él ofreció su brazo, y Elena entrelaza el suyo con el de él, en forma de afirmación.
Estuvieron recorriendo las diferentes atracciones mientras tenían una amena charla. Durante su tiempo juntos, Elena pudo descubrir que Charles en realidad era un hombre divertido, inteligente y de buen corazón. Ciertamente sería un muy buen amigo.
—Así que, un hombre como tú, con un gran atractivo, inteligente, culto y amable, ¿está soltero? — Elena cuestionó en forma de broma, cuando la conversación tomó rumbo hacia sus relaciones personales.
—Si — Charles asintió, encogiéndose de hombros —. Pronto tendré que regresar con mi batallón, y no creo que sea justo que mi esposa o novia tenga que esperarme mientras se preocupa por mí.
—Eso es muy noble — halaga la joven.
Después de un rato, comenzaron a anunciar que la presentación principal ya iba a comenzar. Emocionada, la rubia arrastró al hombre, y se adentraron dentro del público, frente al escenario.
— ¡Dama y caballeros, el Señor Stark! — anunció el presentador.
En ese momento, Howard Stark emergió detrás del telón, provocando que el público enloqueciera, sobre todo el sector femenino. Stark le plantó un beso en los labios a una de las bailarinas encima del escenario, él sonrió con satisfacción, mientras, disimuladamente, trataba de limpiarse el lápiz labial.
Elena se encontraba de puntillas y trataba de mirar sobre el público, logrando ver a unos pocos metros a Steve, Bucky y sus citas. Pudo ver la tristeza reflejada en el rostro de su hermano, haciendo que se preocupara.
—Damas y caballeros, ¿y si les dijera que dentro de muy pocos años su coche ni siquiera tendrá que tocar el suelo? — comenzó a hablar Stark, un grupo de chicas trabajaban en el auto de exhibición —. Con la tecnología de gravedad Stark, ¡eso será posible!
El automóvil se elevó unos pocos metros del suelo, provocando exclamaciones de fascinación del público. Sin embargo, el auto se derrumbó y todos retrocedieron en estado de shock.
—Dije en unos años ¿no? — Stark río entre dientes, mirando incómodo al público.
Pero, a pesar del fracaso, todos aplaudieron y rieron ante la pequeña broma del hombre. La rubia comenzó a alejarse de la multitud junto a Charles.
— ¡Elena! — la joven mujer volteó la cabeza al escuchar la voz familiar, encontrándose con Bucky —. ¿Has visto a Steve?
—Pensé que él estaba contigo — Elena lo miró con los entrecerrados, disgustada por el descuido del pelinegro.
—Desapareció en algún momento durante el show — Barnes trató de excusarse, sin prestarle atención a la presencia del hombre a su lado.
Ella bufó con frustración. Los ojos azules de Elena comenzaron a recorrer su alrededor hasta que aterrizaron en un centro de reclutamiento militar.
—Ya sé donde está — habló, luego se giró para mirar a su acompañante —. Espero que nos volvamos a ver, Charles — él simplemente asintió con una sonrisa.
La rubia comenzó a caminar hacia el centro con Bucky siguiendo sus pasos.
Las comisuras de sus labios bajaron en un mueca triste al notar la desilusión su hermano cuando sólo la mitad de su rostro se reflejó en el traje militar.
Se dio la vuelta para mirarlos cuando Bucky tocó su hombro.
—Vamos, el punto de la cita doble, es que debes de estar allí — dijo Bucky. Steve se encogió de hombros perezosamente y metió las manos en los bolsillos —. Vamos a llevarlas a bailar.
Claro, como las dos no están flechadas contigo, pensó la rubia con sarcasmo.
—Adelántense, yo los alcanzo.
Bucky compartió una mirada con Elena antes de que ambos se volvieran a girar para ver a Steve.
— ¿Lo intentarás, otra vez? — suspiró el pelinegro. El rubio se encogió, dejando ver un poco de sus nervios salieran a flote.
—Es una feria, probaré mi suerte...
— ¿Quién eres? ¿Steve de Ohio? — cuestionó Barnes, interrumpiéndolo —. Te arrestarán o, peor, te llevarán.
—Sé que no crees que lo logre pero...
—Esto no es como un callejón, esto es la guerra — el pelinegro replicó comenzando a alzar la voz.
—Bucky, cálmate — pidió Elena en un intento de calmarlo, pero aquellas palabras simples parecieron afectarlo más.
— ¡No! ¿Al menos sabes si está pensando en ti? — el de ojos azules siseó, ella lo miró dolida. Regresó su mirada a Steve —. Eres lo único que le queda, Steve.
— ¡No me metas en esto, Barnes! — intervino Elena con los dientes apretados, pero ambos hombres la ignoraron.
— ¿Por qué estás tan ansioso por luchar? — exclamó Bucky —. Hay otros trabajos importantes.
— ¿Cómo qué? ¿Recoger metal en mi carretilla? — Steve soltó sarcásticamente.
— Si, ¿por qué no? — respondió el pelinegro sin pillar el sarcasmo del contrario.
—No me voy a sentar en una fábrica — se quejó el rubio —. Bucky, hay hombres que están dando sus vidas, no quiero hacer menos que esos soldados, eso es lo que no entiendes. No se trata de mí — dijo Steve con firmeza.
–Claro, como no tienes nada que demostrar — ambos hombres se miraron a los ojos.
Su conversación fue interrumpida por la cita de Bucky quien estaba llamándolo de regreso. El soldado se volvió hacia los dos hermanos con una expresión preocupada.
—No hagan nada estúpido hasta que regrese — Bucky les informó a los rubios.
— ¿Cómo podría? Si tú eres el experto — bromeó Steve, haciendo sonreír a los otros dos.
—Que patán — dijo Bucky.
—Idiota — murmuró el rubio dándole un abrazo.
Bucky volteó a ver a Elena, ambos se sonrieron y se abrazaron con fuerza.
—No mueras — la chica de ojos azules le susurró al oído, en una súplica.
—Lo prometo — le devolvió, para luego darle un beso en la mejilla.
—No ganes la guerra hasta que llegue — dijo Steve cuando el pelinegro se estaba alejando, Bucky giró y se despidió juguetonamente. El soldado regresó con su cita, uniéndose a los brazos de las dos mujeres.
Elena se volvió hacia Steve y lo sorprendió cuando lo abrazó de repente. Sonrió con diversión al notar que ahora era unos centímetros más alta que su hermano, gracias a los zapatos de tacón que llevaba puesto.
—Sólo quiero que sepas que América se está perdiendo de un gran soldado — le dijo cuando se separaron, y vio como una sonrisa aparecía en el rostro del mayor.
— ¿No estás enojada conmigo?
Ella inhaló profundamente.
—Tengo miedo de perderte, Steve — ella confesó, sus manos posándose en los hombros de él —. Pero no puedo obligarte a que te quedes conmigo. Eres mi hermano y te amo demasiado como para detenerte.
—Yo también te amo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top