III. Viaja conmigo

Disclaimer:
Bungō Stray Dogs|文豪ストレイドッグス
y sus personajes, son propiedad intelectual de Kafka Asagiri, ilustrado por Sango Harukawa.

Géneros:
| Comedia | Bromance | Fluff | AU |
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Chūya se escuchaba muy feliz en la línea y Dazai, estuvo tentado a decir alguna idiotez a modo de broma para arruinar un poco su felicidad; sin embargo, se contuvo y no lo hizo. En cambio, expresó estar alegre por él y se jactó de su buen ojo a la hora de seleccionar al ruso de entre las personas de aquel parque para él.

Ni siquiera el castaño sabría decir qué le molestaba de ese hecho. Quiso atribuirlo a que ahora le hacía falta el sexo y se había quedado sin su amigo con derechos.



ー«Maldición Dazai, él es perfecto

ーTe debo recordar que tu chico perfecto es una perfecta Cenicienta que tuvo que salir corriendo de vuestra cita ーrecalcó el castaño con sorna, con toda la intención de molestarlo un poco, nada más.

ー«Que era una emergencia con uno de sus pacientes. Hoy tendremos otra cita por la tarde. ¿Qué tal suena si preparo algo en casa y lo traigo a comer?» ーconsulta con duda en su vozー, «¿Muy cliché? ¿Muy atrevido?»

ーSeguro lo harás de maravilla, Chūya. Tú cocinas muy bien.

ー«Siento que de alguna manera me estás molestando, momia mal envuelta...»

ー¡No! Jajaja, lo digo en serio. Me encanta tu comida, Chūchu.



El pelirrojo se sonrojo ligeramente, agradeció que estaban a través del teléfono móvil y que nadie iba a observar sus mejillas teñidas, mismas que se sentían calientes, cálidas por aquel comentario tan espontáneo y natural saliendo de los labios del contrario. Sonrió enternecido antes de despedirse y colgar. Tenía mucho que hacer, planear y cocinar para impresionar al ruso que llegaría en algunas horas a su hogar.

Dazai arrojó el celular a algún rincón de su cama, tiró levemente de sus cabellos y se dirigió a la ducha para darse un baño con el agua templada; necesitaba sacarse las frustraciones que, alegaba para sí mismo, eran la causa de su inconformidad actual.





ーAdelante, pasa Fyodor-san ーChūya se hizo a un lado, invitando al ruso a adentrarse en su departamento, con el aroma a especias burbujeando en el ambiente y provocándole hambre inmediata al recién llegado.

ーCreí que habíamos quedado en que estaba bien solo Fyodor. Aún no me acostumbro del todo a los honoríficos y es frustrante usarlos fuera del trabajo ーacotó, quitándose el gorro blanco mullido de la cabeza y dejándolo sobre el perchero detrás de la puerta de entrada, donde Chūya le esperaba para guiarlo a la mesaー. Huele delicioso, por cierto.

ーEspero que traigas hambre porque preparé pasta. Ojalá la comida estilo francesa te atraiga, también hay vino.



Entre risas cortas y conversaciones triviales, los alcanzó la noche. El almuerzo fue superado por la cena y Chūya podría asegurar que con eso ya tenía al ruso en el bolsillo. Ahora, ambos compartían otra copa de vino ーlo que Chūya había estado tomando con mucha moderación esta vez, no quería perder la noción y hacer alguna locuraー, sentados en el largo sofá de la sala con apenas una lámpara alumbrándoles.



ーOye Fyodor, ya sé que había dicho algo así ayer, pero yo tengo la regla de las tres citas ーcomentó ante la cercanía del otro, que a leguas intentaba acercarse a su labios para profundizarse en un beso y algunas caricias sino fuera porque el pelirrojo lo tenía a rayaー. Aunque... Técnicamente, si tomamos en cuenta el encuentro en el parque, esta sería la tercera cita, ¿no?

ーClaro. No tienes que temer nada, Chūya. No pensaré mal de ti por esto.



Y con esas palabras de aliento, el más bajo se dejó fundir en el beso y las caricias de los fríos dedos del ruso, como si la helada Rusia viviera en su interior y se le escapara por el tacto.

El sofá, la luz de la lámpara y las estrellas asomándose por la ventana junto a la luz de la luna, fueron testigos de su primera vez juntos, piel con piel en un vaivén largo y apresurado que terminó con ellos llegando a la cama agotados, para dormir.

La mañana siguiente, Nakahara se levantó demasiado contento a preparar café para ambos, pero no había en su alacena, por lo cual bajo silencioso los tres pisos desde su apartamento hasta la planta baja y salió a comprar café ya preparado enfrente. Un latte y un expresso doble para su acompañante.

Cuán grande fue su sorpresa, cuando al cruzar la calle de regreso a su edificio, notó al ruso abriéndose paso entre los transeúntes con prisas, con las ropas calzadas y acomodándose algunas prendas; como si estuviera huyendo.



ー¡Fyodor! ¿Qué...? ¿A dónde vas? Yo... Te compré café; creí que podíamos desayunar ya que no tienes turno hasta en la tarde, ¿no?

ーVerás, Chūya... La verdad, esto no es lo que estoy buscando en este momento, ¿vale?

ー... ーChūya frunció el entrecejo, enderezó su espalda y con desden apretó un poco su puño derecho; el izquierdo con el porta vasos y los cafés en este. Las ganas de golpearlo casi le superanー. Vete a la mierda, t-tú, maldito dorito anémico.



Le da la espalda hecho una furia y el ruso no sabe qué hacer. Termina huyendo escurridizo cual rata de alcantarilla, imaginando el milagro por el cual un puño del más bajo no ha ido a parar a su refinada cara. Tampoco va a esperar a que se arrepienta y se devuelva sobre sus pasos a tirarle un diente; de todas formas, ya consiguió de él lo que quería y todavía debía darle una buena excusa a su albino esposo en casa, que seguramente creería que seguía en el hospital.

Chūya pisa con fuerza la acera en su andar, pasa al lado del bote de basura y sin dudarlo toma el vaso de su café latte antes de lanzar el porta vasos con el otro café intacto a la basura. La gente se hace a un lado ante sus pasos decididos y este ingresa a su edificio apretando los dientes en un esfuerzo por no gritar maldiciones a diestra y siniestra. Sube hasta su piso, estrella la puerta de su apartamento al entrar y por fin, se desploma con la espalda apoyada en esta, dejando al escozor de sus ojos liberarse en finas lágrimas, cayendo hasta el suelo.

Se siente sucio, utilizado y engañado como a un chiquillo; y no puede evitar pensar en Dazai, en su sinceridad libre de dobles intenciones porque tenía la libertad de expresarse estando juntos, su mirada marrón puesta sobre él volverse caoba por el deseo nada disimulado por poseerlo y los minutos de paz donde compartían la cama para tener una conversación trivial de su trabajo o algún dato inédito de su día a día.

Y solloza rebuscando su celular en su bolsillo, marcando de memoria el número de la única persona que puede darle consuelo por ser tan idiota y entregarse tan rápido a alguien que no lo merece más que su propio amigo.





La llamada del pelirrojo le sorprende a mitad de sus planes de empacar sus cosas en una maleta negra. Le contesta cantarín, esperando oír su voz risueña contarle cómo ha ido su cita. Pero se queda preocupado y visiblemente afectado por oír la voz rota de Chūya diciéndole lo imbécil que fue el tipo ruso del que ya ni recuerda el nombre y lo agradece, porque se siente capaz de aparecerse en el hospital a joderle la cara a golpes.

En su lugar, invita a Chūya a servirse un vaso de agua, tomarlo y secarse las lágrimas: «él no se las merece» alega.

Le sube el ánimo con palabras y le cambia el tema súbitamente para contarle sus planes de ir a casa de su familia por las celebraciones próximas del once de febrero, ya que por la celebración de la Fundación de Japón, tendrán un fin de semana largo que iniciará el viernes y culminará el domingo. La atención de Chūya se desvía a ese asunto, olvidando así el mal sabor de boca que ha pasado y animándose a beber de su latte ya frío mientras se pierde en la voz de Osamu en su oído a través del auricular.



ーVen conmigo ーle dice, con tono neutro mientras vuelve a empacar su ropaー. Mi familia te va a adorar, te distraerás de todo esto y podrás descanzar tomando el sol en la playa, ¿qué dices?

ー«No, está bien» ーrechaza el pelirrojo, sorbe otro poco del café y vuelve a hablarー. «Mi hermana prometió que vendrá a pasar esos días conmigo, ya viene en camino, llegará a la noche».

ーBueno, tú te lo pierdes Chūchu.



Unas palabras más y ambos se despiden para cortar la llamada. Dazai suspira largo y tendido, antes de continuar dejando lista su maleta. No sabe qué tiene en la cabeza al haberle invitado, pero está seguro que se siente algo desilusionado por la negativa del mayor.

De regreso con Chūya, para cuando cae la noche su hermana llega al departamento, despotricando con toda la fineza posible que su tonto novio puede irse a freír espárragos, prometiendo a Chūya que tendrán tiempo de calidad entre hermanos toda la semana, ahora que no hay hombres en sus vidas y le invita a comer helado directo del bote, en el sofá, mirando alguna película de acción, porque ninguno desea saber algo del romance. Chūya se permite llorar sobre su regazo y Kōyō le escucha quejarse porque las relaciones deberían ser tan sencillas como su relación amistosa con Dazai.

Deberían.





La mañana del diez de julio fue ordinaria para el pelirrojo; salió a trabajar, tuvo una jornada agitada, consiguió algunos contratos y terminó temprano para volver a casa pronto con los ingredientes para la cena. Entró en su departamento saludando a Kōyō mientras ponía las bolsas de las compras sobre el desayunador y el silencio fue su única respuesta.

Caminó por las habitaciones hasta dar con una nota sobre su cama; su hermana decía que se había reconciliado con el hombre del que Chūya desconoce desde el nombre hasta la cara, ríe con algo de amargura y toma el celular, llamando a Dazai. En el segundo tono, el castaño responde a la llamada.



ー«Hola, hola, Chūya~» ーcontesta con ese meloso tono alegre en un canturreo, Chūya sonríe imaginando su cara con una sonrisa de oreja a oreja.

ーEy, bastardo, adivina. Kōyō me dejó plantado, otra vez ーel chico suspira y se sienta en la cama observando por tercera vez la nota con la fina caligrafía de la pelirroja mayor, el ligero olor de su perfume se ha impregando al papelー. No sé cómo es que le sigo creyendo, si siempre que aparece un hombre interesante me deja a mi cuenta como lo ha venido haciendo desde que tenía dieciséis. Bueno, al menos nunca dejo de enviarme dinero cuando era menor.

ー«Oye Chibi, ahora que no tienes nada que hacer, deberías venir conmigo a Aomori» ーChūya bufa en la línea, y Dazai amplía su sonrisaー. «Te compré un boleto con mis millas, así que haz tus maletas, te recojo en una hora y no aceptaré un no por respuesta».



Con aquello, cuelga la llamada, y Chūya no puede creer cómo es que deja que tome las decisiones por él con tanta facilidad. Sus labios se vuelven a curvar en una sonrisa y empieza a recoger con prisa sus ropas, saca una maleta con estampado de leopardo y empieza a echar todo lo que cree pertinente.





El taxi les deja en una bonita casa de ambiente tropical en la zona rural costera de Shirahama, detrás se puede ver el océano y todas las casas cercanas parecen sacadas de un sueño de veraneo. Chūya se toma su tiempo de observar bien el panorama antes de que Dazai le apure a ingresar para dejar las maletas. Tan pronto entran, una mujer casi del tamaño de Osamu aparece por lo que aparenta ser la sala para atrapar entre sus brazos al castaño. Sonríe ampliamente con sus labios pintados de un tono rosa pálido. Su cabello negro cae grácil hasta debajo de sus orejas, sostenido con un broche dorado de mariposa. Pero lo que más llama la atención de Chūya son sus ojos color amatista.



ーChūya, ella es mi hermana mayor, Yosano Akiko ーDazai se libera del abrazo de la mujer y sin dudar los presentaー Akiko, él es Nakahara Chūya, mi-

ー¡Es un placer al fin conocerte! He oído mucho de ti, Chūya-kun, ¿puedo decirte así? ーinterrumpe al moreno.

ーClaro, Yosano-san. Gracias por recibirme.

ーNo hay de qué. Sigueme, te mostraré tu habitación y luego iremos al comedor en la terraza.



Chūya la sigue muy cómodo, lleva a rastras su maleta y Dazai camina unos pasos más atrás con la propia. La casa es bellísima por dentro también, es amplia y una brisa fresca con el aroma de la bruma marina, recorre los pasillos. Su habitación es simplemente preciosa y si no fuera porque está acompañado, se habría lanzado en la blanda superficie de la cama doble para suspirar de alivio.

Minutos más tarde los tres salen a la terraza, donde un hombre canoso que sobrepasa los cincuenta años les observa desde una silla de exterior, dejando el periódico a un lado antes de sorber su café. Dazai lo saluda algo reacio, pues el hombre a primera vista no parece reconocerle, aunque luego le llama hijo y le abraza con cariño fraternal.

Cuando se separan, desde la playa que les da panorama, un chiquillo de cabellos negros y ojos marrones como los del castaño, se acerca velozmente para abrazar las piernas de Dazai. Este último se lo presenta como su sobrino, Shinji, el hijo de su hermana Akiko. Chūya no puede evitar notar el leve parentesco cuando este carga al niño y lo saluda, antes de que el chiquillo le lance agua con una flor que sobresale en el traje negro que trae puesto y Dazai lo baje tragándose un insulto.



ーTe luce estar mojado, tu cabello se ve distinto con el agua goteando ーcomenta en broma Chūya. El hombre al que le presenta Akiko como su padre le estrecha la mano y lo invita a tomar asiento en un espacio de la mesa; su nombre es Mori y en él observa los mismos ojos violáceos de la mujer, que sin duda se parece más a él que Dazai.

-Cállate enano. ¿Ahora que se trae Shinji con ese traje? Se siente miembro de una mafia o qué.

ーNo ーresponde Akiko, tomando asiento entre su padre y Chūya, dejando un puesto frente a ella para el castañoー. Ahora está en una etapa en la que se cree mago. Solo siguele la corriente.

ー¿Y la señorita de ahí es tu novia~? ーpregunta Mori, con ese tono melodioso que a veces fastidia a Chūya y que ahora entiende de donde lo ha sacado. Bufa un poco indignado por sus palabras pero Dazai lo corrige.

La señorita se llama Chūya y no tiene nada de señorita... Ni de mujer, viejo.

ーCierto, cierto, que a ti no te van mucho las faldas, ¿no?

ーA menos que aparezca alguna que desee cometer un romántico suicidio doble, no, no lo creo. Y Chūya y yo somos amigos, eso es todo.



De alguna forma aquello le causa gracia al pelirrojo, la da una sonrisa complice al castaño y ambos se unen a la cena que hay sobre la mesa antes de que caiga el sol.

Quizás Chūya no quiso mencionar nada más sobre aquello porque, de algún modo, le habia incomodado más que Dazai aclarara que solo eran amigos, a que lo confundieran con una mujer por su fina figura.


Aah~ siento que queda tan poco. Este fanfic será realmente corto. Espero que les este gustando esta adaptación, aún no defino la cantidad de capítulos, pero fácilmente podría terminar en dos más o estirarse quizás un poquito más. El hecho es que está planeado para ser corto, tengo muchas ideas para hacer más fics de esta pareja pero no pienso escribir más de dos fics a la vez. (?)

Como dato extra, quizá, y solo quizá, puede que al terminar el fic le añada un extra o dos, alguno enfocado en el smut¿? Ahre 7u7

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