Akaza y Zohakuten habían llegado a la fortaleza de Muzan, allí solo estaba Nakime tocando el biwa como siempre.

Nakime- Muzan ha llegado- toco el biwa haciendo que un montón de puertas se abrieran delante de ellos.

El silencio inundo la habitación, solo se podía notar la amarga presencia de Muzan.

Muzan- yo no...- tenía un libro en la mano.

Muzan- yo ya no se que hacer con ustedes- apretó su puño con mucha fuerza, estaba tan  enfadado que se le empezó a notar una vena por la parte de la cara.

Muzan- Que tengo que hacer para que ustedes hagáis algo bien?- empezó a arrancar las hojas del libro, una por una.

Muzan- debería...- dejo de arrancar las hojas- poneros un castigo...- los miro fijamente- pero uno que os haga sufrir de verdad- cerro el libro.

Hantengu- se-señor... l-los de-dejamos he-heridos, esos ca-cazadores tar-tardaran en recuper- 

Muzan- pero los matasteis?- Hantengu negó con la cabeza temblando.

Muzan- de que me sirve que los dejéis heridos si se van a recuperar?-

Zohakuten- no le sirve de nada señor- se arrodillo para Muzan

Zohakuten- señor Muzan, acepto un castigo- bajo la cabeza hacia el suelo y se puso la mano en el pecho.

Muzan- bien, os pondré el mismo castigo a los tres- Hantengu al escuchar tres se metió en el cuerpo de Zohakuten, despareció en unos cuantos segundos.

Akaza- cual es el castigo, señor Muzan?- se arrodillo el también junto a Zohakuten.

Muzan- quiero que tu y Zohakuten estén esposados por un día entero...- Nakime toco el biwa y de repente una cuerda les junto las muñecas amarrándolas.

Muzan- si os intentáis quitar esa cuerda, os pondré un castigo aún peor- Nakime volvió a tocar el biwa y un montón de puertas se cerraron delante de ellos.

Zohakuten- genial...- dio un pequeño tirón a la cuerda para ver si estaba floja

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