CAPÍTULO 7



<< El sol se ha declarado en huelga de brillar. >>

LORETO LAFORA



____ no tuvo tiempo de reaccionar, aunque solo fue necesario aquel roce de bocas para comprender de quién se trataba. La chica olvidó el frío y la lluvia por unos segundos, cerró los ojos y se dejó llevar por la calidez de aquella caricia de labios que tanto le gustaba.

Esta vez fue Marco el primero en romper el beso. Retrocedió unos pasos para admirar los notables arreboles de la muchacha y sonrió de lado cuando advirtió su nerviosismo, divertido.

-- ¿Por qué has hecho eso? -- gimoteó ella sin dejar de mirar a todas partes --. Sabes que tendré problemas si nos ven.

-- No seas melodramática -- rió el rubio --. Tu madre está trabajando y dudo que esté pilotando un drone desde la oficina.

____ hizo un mohín, molesta, aunque debía reconocer que adoraba que Marco la asaltase de aquella manera. 

-- ¿Estabas esperándome? -- preguntó con un hilo de voz.

-- ¿Tú qué crees, tonta? -- sonrió. 

Marco aprovechó el silencio que se había hecho entre ambos para estudiar a ____ de arriba abajo, las cejas arqueadas en una expresión de sorpresa. Le tendió el paraguas azul a la chica, se apresuró a quitarse su abrigo polar y se lo ofreció sin dejar de examinar la ropa mojada de la muchacha. 

-- Ten, o te acabarás resfriando -- murmuró. ____ cogió el abrigo sin reparos cuando una brisa terminó de congelarle los huesos y Marco volvió a sujetar el paraguas --. ¿A quién se le ocurre salir de casa solo con una chaqueta con el tiempo que hace?

Ella se encogió en el abrigo negro, avergonzada, y desvió los ojos hacia los charcos que se habían formado en el suelo. Para su sorpresa, a pesar de llevar la ropa húmeda, entró en calor enseguida. ____ se colgó la mochila a la espalda, escondió las manos del gélido aire en los bolsillos del abrigo y hundió la nariz en el interior de la tela, donde descubrió el aroma del perfume que le regaló a Marco el pasado cinco de octubre.

-- Estás adorable... -- se burló él cuando advirtió un nuevo rubor en las mejillas de la chica.

Ella abrió la boca para decir algo, pero se interrumpió cuando el rubio le rodeó los hombros con un brazo y la estrechó contra su cuerpo.

-- ¿Qué crees que estás haciendo? -- preguntó enarcando una ceja, socarrona.

-- Acompañarte a casa de tu abuela, lógicamente. 

-- Pensaba que no te caía bien -- señaló ____ con una media sonrisa.

-- Se mete con mi pelo...

La chica apretó los labios en un vano intento de reprimir una risa que acabó por escapar de sus labios, a lo que el rubio respondió con un codazo que hizo trastabillar a la muchacha. ____ fingió enjugarse una lágrima sin perder la sonrisa y Marco volvió a rodearla con el brazo para darle un beso en la frente.

-- ¿No podrías ser un poco más discreto? -- susurró ella mirando a ambos lados de la calle, las mejillas sonrojadas.

-- Siendo sincero, creo que me merezco algo más de protagonismo.

-- ¿A qué te refieres? 

-- Hablo de que deberías de preocuparte más por lo que tu madre pueda pensar de Luffy y de ti -- le ofreció una sonrisa socarrona --. La gente empieza a decir que se os ve demasiado juntos a vosotros dos.

-- ¿Celoso? -- una sonrisa ladina se dibujó en sus labios.

-- ¿Debería? -- le devolvió el gesto.

Si había algo que ____ adorase de Marco, era la confianza que tenía en ella. Le encantaba saber que jamás dudaría de su lealtad y fidelidad, y eso la alegraba considerablemente. Se acurrucó en el hueco que el rubio le había hecho entre su brazo y su costado, y él la estrechó con más fuerza al tiempo que se inclinaba para besarle de nuevo la cabeza, y es que le encantaba poner a prueba la paciencia de la muchacha.

Siguieron andando a paso tranquilo bajo la protección del paraguas hasta llegar al cruce que los separaba de la casa de la abuela de ____. Se detuvieron bajo el toldo de un pequeño kiosko cuyas estanterías exhibían todo tipo de revistas y una gran variedad de bolsas de aperitivos.

-- Oye, tengo que decirte una cosa -- dijo Marco mientras deslizaba la mano por el brazo de la chica hasta que sus dedos quedaron entrelazados --. Sabo nos ha propuesto a mí y a los chicos organizar una fiesta sorpresa para Ace.

-- ¿Es  su cumpleaños? -- preguntó ella, sorprendida.

-- No, qué va. Es por su regreso de Estados Unidos -- se entretuvo acariciando la mano de la chica con el pulgar --. Será este sábado en su casa. Thatch se está encargando de la tarta, y Sabo y yo ya estamos preparando los decorativos y la música. 

-- Pero, ¿qué tiene que ver eso conmigo? -- confundida.

-- Sabo quiere que vayas -- declaró Marco con una sonrisa --. Para él y Luffy ya eres casi de la familia, y la verdad es que a mí tampoco me importaría tenerte cerca -- tiró con suavidad de su brazo para estrecharla contra su cuerpo.

-- Pero apenas conozco a Ace -- se explicó mientras rodeaba el cuello del rubio con los brazos --, ¿no sería algo incómodo?

-- ¿Estás de broma? -- rió Marco --. Nami y Robin también estarán allí. Además, puedo llevarte a casa siempre que te aburras -- susurró a escasos centímetros de su boca.

-- No sé, Marco...

-- Si no vienes jamás podremos convencer a Law de que se nos una -- suplicó él.

-- ¿Law? Creía que os parecía aburrido... -- ____ frunció el ceño, desconcertada.

-- Como comprenderás, necesitamos reírnos de alguien si la cosa se hace pesada, y estresar a Law es muy divertido -- reconoció con una sonrisa. La chica le devolvió el gesto.

-- Tengo que estudiar, Marco... 

-- Solo será un par de horas, te lo prometo. Después te llevaré a tu casa y no volverás a verme el pelo hasta la semana que viene.

____ frunció los labios en un gesto dubitativo, sus dedos tamborileando el cuello de Marco, aunque dejó de pensar cuando ambos cruzaron miradas, de modo que cada uno se dejó arrastrar por los ojos brillantes del otro.

Marco deslizó la mano por la espalda de la chica y tragó saliva en un vano intento por deshacer el nudo que se le había hecho en la garganta. No sabía cómo, pero siempre acababa sumido en un trance que le obstruía el pensamiento, y aquello le encantaba.

-- ¿Te he dicho ya que te quiero? -- preguntó con un hilo de voz, sus labios ligeramente separados.

-- Demasiadas veces... -- respondió ____ con el mismo tono de voz.

Los labios del rubio dibujaron una pequeña sonrisa, y aunque sabía de antemano que debía ser discreto, no pudo evitar volver a besar a la dueña de todos sus pensamientos. ____ correspondió el gesto, sujetando el rostro de Marco con ambas manos y permitiéndole el control de la situación.

Fue un beso lento y cálido que casi provocó que a ____ le fallasen las piernas, cosa que le sacó una sonrisa a Marco. 

Volvieron a separarse después de unos segundos con las mejillas sonrojadas y las pupilas ligeramente dilatadas. ____ desvió la mirada al poco tiempo, abochornada, se despidió de Marco y cruzó la carretera a grandes zancadas para evitar mojarse lo menos posible.




Terminó de ayudar a su abuela a recoger la cocina, adelantó algunos trabajos que tenía para la semana siguiente y decidió que era hora de volver a casa cuando las agujas del reloj marcaron las seis en punto. 

-- Lleva cuidado, ____, y abrígate bien -- le aconsejó la anciana al tiempo que le llenaba la cara de besos.

-- No te preocupes, abuela -- la tranquilizó ella mientras volvía a ponerse el abrigo polar de Marco. Se colgó su mochila a la espalda, se arregló un poco el pelo frente al espejo del recibidor y se giró para volver a cruzar miradas con la mujer --. Cuídate mucho, nos vemos la semana que viene.

-- Espera -- se apresuró decir al tiempo que se abría paso hasta el perchero que había detrás de la muchacha --. Toma, coge un paraguas.

-- Pero si ya no llueve...

-- Que lo cojas -- repitió, tendiéndole el utensilio --. Solo me faltaba que tu madre me matase por llegar calada a tu casa.

____ esbozó una sonrisa, tomó el paraguas, le dio un último beso a su abuela y se dirigió a la parada de autobús que quedaba a dos calles de allí.

Decidió esperar leyendo un libro que había tomado prestado de la biblioteca hacía tres días, aunque tuvo que volver a guardarlo en la mochila a los pocos minutos, cuando divisó el autobús acercándose desde el otro lado de la avenida.

Saludó al conductor, que aunque no era tan majo como Iceburg, tenía una barba bastante graciosa. Recorrió el pasillo flanqueado por un montón de asientos vacíos con una sonrisa, recordando la oferta de Marco. 

Lo cierto es que quería volver a estar con todos otra vez. Hacía tiempo que no veía a Thatch y mucho más que no hablaba con Law. Quizás, si se esforzaba el resto de la semana, podría darse un respiro y olvidarse de los exámenes por un par de horas. 

-- Vaya, pero si es la enana...

____ alzó la cabeza rápidamente cuando aquella voz la sacó de su ensimismamiento. Le sorprendió verlo allí tan tranquilo, observándola desde el asiento donde ella solía pasar el tiempo leyendo.

-- Vaya, pero si es el grosero... -- consiguió decir tras analizar la situación. 

Una sonrisa ladina cruzó el rostro de Ace. No imaginaba que se encontrarían por casualidad, y aunque había planeado pasar el resto del día solo sumido en sus pensamientos, la verdad es que no le importaba disfrutar de la compañía de la chica.

-- ¿Está ocupado este sitio? -- la escuchó decir mientras tomaba asiento en la butaca libre que había junto a él.

-- Sí, hay una canija bastante irritante con una mochila ridícula. 

-- Eres imbécil... -- declaró ____, airada. No obstante, a Ace pareció hacerle bastante gracia su reacción.

-- En realidad soy más amable de lo que piensas -- confesó, socarrón.

-- Ja, que chistoso... -- rodó los ojos y cruzó miradas con él --. Si es así, ¿por qué no lo demuestras?

-- De acuerdo -- le tendió la mano con una media sonrisa y una mirada desafiante --, solo tienes que aceptar mi amistad.

____ sintió que ya había vivido aquello antes. Hizo memoria y recordó cómo había empezado su pique hacía dos semanas, cuando Ace la había llamado baja y ella se había negado a estrecharle la mano. Sonrió y se cruzó de brazos, adoptando una expresión retadora.

-- No voy a hacerlo -- aquello ya se había convertido en un juego.

-- Es inapropiado rechazar un apretón de manos, ¿quién de los dos se supone que es el más grosero? -- sonrió.

-- Ya, y la finalidad siempre es demostrar buenas intenciones, y algo me dice que vas a seguir metiéndote conmigo después de eso.

Ace retiró la mano sin apartar los ojos de los orbes de la chica. Se cruzó de brazos y enarcó una ceja.

-- Que sepas que acabas de ganarte un poderoso enemigo.

____ no pudo contener una risita, gesto que hizo olvidar a Ace el intermitente dolor de pecho que lo llevaba atormentando toda la tarde. Le hubiera gustado tomarse un par de pastillas más, pero Sabo le hubiese echado la bronca, y lo que menos le apetecía al pelinegro era escuchar las reprimendas de su hermano.

Se escuchó el sonido de una notificación de Whatsapp y ____ se apresuró a abrir su mochila para consultar el móvil. Sonrió involuntariamente cuando comprobó que era Marco.


Piña-man: Hey.

Piña-man: Se me ha olvidado decirte que no le comentes nada a Luffy.

Piña-man: Con lo impaciente y ansioso que es, seguro que se le escaparía algo.


-- ¿Quién es "Piña-man" ? -- rió Ace, divertido.

A ____ casi le dio una taquicardia al escuchar la voz del pecoso a su lado. Apagó la pantalla sin molestarse en contestar y se apresuró a guardar el móvil de nuevo mientras pensaba alguna escusa.

-- ¿No te han enseñado que leer los mensajes de otros está mal? -- fue todo lo que pudo decir.

Ace hizo un gesto con la mano para quitarle importancia, volvió a acomodarse en su asiento y miró por la ventana de nuevo.

-- A propósito, ¿no se supone que debías de estar en mi casa con Luffy? -- preguntó tras unos minutos de silencio, sus ojos fijos en los edificios que había al otro lado del cristal --. Pensaba que iba a invitarte esta tarde.

-- Sí, pero he tenido que rechazar la oferta -- suspiró, desilusionada. Sacó el libro y retomó la lectura por donde lo había dejado.

Ace se giró para mirarla, pensativo. Apoyó la cabeza en el dorso de la mano y estudió con los ojos cada uno de sus gestos. 

-- ¿Por qué? -- preguntó tras un silencio. Ella arqueó las cejas, sin entender --. Digo que por qué le has dicho que no. 

No es que le interesase lo más mínimo, pero quería seguir escuchándola hablar. Por alguna razón, ella conseguía hacer que olvidase sus preocupaciones. 

____ apretó los labios y desvió la mirada hacia la punta de sus botas marrones. 

-- Tengo que estudiar para hacer un examen de recuperación -- confesó, avergonzada. -- No es que haya suspendido, simplemente creo que puedo sacar más nota de la que tengo y... bueno, solo tengo que esforzarme un poco más. 

Ace la observó en silencio. Delineó con los ojos el perfil de su rostro y las ondas de su cabello, intentando analizar qué era lo que la diferenciaba del resto.

-- ¿Qué materia? -- preguntó finalmente.

-- Matemáticas... -- la chica frunció el ceño cuando fue testigo de las carcajadas del pecoso --. ¡No te rías, seguro que a ti se te dan incluso peor!

Ace le ofreció una sonrisa sincera. Sí, definitivamente aquella chica tenía algo que le hacía sentir especial. 

-- Te equivocas, soy bastante bueno -- se defendió.

-- Lo dudo...

Él volvió a mirar por la ventana y maldijo para sus adentros cuando descubrió la siguiente parada de autobús al final de la calle.

-- ¿Sabes qué? -- dijo al tiempo que se ponía en pie, su paraguas azul cian en mano --. Te invito a que lo compruebes por ti misma.

-- Espera, ¿qué? -- se apresuró a preguntar sin terminar de entenderle. Recogió las piernas para dejar paso al pelinegro y observó cómo se alejaba por el pasillo del autobús.

-- Mañana en mi casa, a las cuatro -- contestó Ace, girándose para mostrarle una sonrisa y mirada desafiantes.

No le dio tiempo a que respondiera, simplemente se limitó a pagarle al conductor y a bajar del vehículo con el corazón un poco menos destrozado. 

Se giró al tiempo que se cerraban las puertas del autobús y le mostró cuatro dedos a la chica que aun miraba por la ventanilla antes de que el bus desapareciera en un cruce de la avenida.

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