CAPÍTULO 17
<< ¿Qué es el infierno? Arder de amor por alguien que pertenece a otro cielo. >>
DANNS VEGA
-- ¿Aun no se sabe nada?
-- De saber algo no estaríamos aquí plantados como imbéciles, marimo estúpido.
-- Pobres Luffy y Sabo; deben estar muy preocupados. Espero que Ace esté bien.
-- Seguro que sí, Robin..., ¡vamos, es Ace! ¿Cuándo hemos visto a ese cabezota ceder ante alguna dificultad? Seguro que al final es una tontería que acaba en un susto.
-- Una cosa de tres días no tiene pinta de tontería, Usopp.
-- ¡Ey, vosotras estuvisteis allí! ¿Por qué demonios no decís nada?
Usopp, Robin y Sanji dirigieron sus atentas miradas a las dos jóvenes que había sentadas al otro lado del círculo, quienes habían permanecido en silencio desde que Ace había vuelto a ser el tema de conversación.
Habían pasado tres días desde que ____ y Nami habían visto desaparecer a Ace en el interior de una ambulancia, y por si fuera poco, no habían vuelto a ver a ninguno de los hermanos D ni a tener noticias sobre ellos. Solo Marco, quien se había ofrecido voluntario para acompañar a Sabo y Luffy al hospital, los mantenía informados de cualquier novedad.
-- ¿Qué visteis? ¿Por qué no queréis hablar? -- insistió Zoro, molesto.
____ hizo ademán de responder, pero Nami la silenció colocó una mano sobre su hombro.
-- No es algo de lo que se pueda hablar a la ligera -- sentenció la pelirroja --. Ya hemos hablado de ello mil veces, así que no sé a qué vienen esas acusaciones, Zoro. Me desperté y vi a Luffy corriendo detrás de Ace. Él se encerró en el cuarto de baño y ____ y yo llamamos a Sabo y a la ambulancia.
Hubo un momento de silencio en el que los presentes pudieron ver las chispas que saltaban entre Nami y Zoro, quienes se lanzaron una mirada amenazante. La pelirroja era plenamente consciente de la preocupación de Zoro por Luffy, quien no había dado señales de vida desde el domingo, no obstante, Nami sentía la necesidad de proteger a ____ de las preguntas del peliverde, pues también sabía que la muchacha había sufrido aquella situación.
-- Venga, chicos -- intervino Usopp, intentado calmar el tenso ambiente que los había envuelto desde hacía unos minutos --, Marco ha dicho que solo se trata de un resfriado, no puede ser tan grave.
____ desvió la mirada hacia el suelo cuando comparó la noticia que les había dado Marco con el caos que había vivido en la casa de los D hacía unos tres días. Sabía perfectamente que la situación de Ace era precaria debido a su reducida capacidad pulmonar, no obstante, aquello no significaba que un simple resfriado pudiera provocarle una hemorragia interna.
Cuando la muchacha alzó de nuevo la cabeza, se fijó en que Nami y Zoro estaban discutiendo de nuevo y que Robin y Usopp intentaban calmar a las dos bestias, aunque sin mucho éxito. Entonces su mirada se encontró con la de Sanji y ____ supo que el rubio sospechaba algo, que se había percatado de la preocupación que ensombrecía su rostro.
El inconfundible sonido de una llamada telefónica sumió al grupo de universitarios en un silencio casi irreal, quienes empezaron a mirarse entre ellos con el objetivo de encontrar al propietario del aparato.
-- ¡Es un móvil! -- estalló Usopp.
-- ¡Que alguien lo coja! -- rugió Zoro.
-- ¡Es de ____!
Todos se giraron hacia la muchacha poco después de que Nami la delatase, implorándole que atendiera la llamada. ____ se apresuró a sacar su móvil de la mochila que solía acompañarla a todas partes y consultó la pantalla del aparato, provocando las fuertes sacudidas de su corazón.
-- Es Marco... -- murmuró al tiempo que se insinuaba una sonrisa en sus labios, nerviosa.
-- ¡¡Cógelo!! -- exigieron todos mientras se abalanzaban sobre la chica, ansiosos por recibir noticias de Luffy y Ace.
____ descolgó la llamada y se llevó el móvil a la oreja antes de que sus amigos tuvieran oportunidad de arrancárselo de las manos, inspiró profundamente y apretó los labios.
-- ¿Marco?
-- Buenas tardes, ____ -- sonrió el rubio al otro lado de la línea. Su voz se intuía cansada y desanimada --. ¿Qué tal estás?
-- Bien, dentro de lo que cabe. Nosotros estamos en el campus almorzando -- sonrió ____ --. ¿Y los chicos?
Marco dejó escapar un profundo suspiro y se rascó la cabeza al tiempo que dirigía su mirada al dúo que había acurrucado en unas butacas al otro lado de la sala de espera, cabeceando sin dejar de estrecharse las piernas contra el pecho.
-- Les he dicho hace unos minutos que descansen un poco; llevan varios días sin dormir bien y están rendidos... -- hizo una pausa para bostezar y se enjugó los ojos con el dorso de la mano --, y yo también. Luffy ha insistido en mantenerse despierto hasta que los médicos le dejen ver a Ace, pero el pobre está tan cansado que se ha quedado dormido.
Una sonrisa melancólica cruzó el rostro de ____ cuando la muchacha imaginó el panorama que debía de tener Marco en aquel momento. La chica ignoró las súplicas de sus amigos, que insistían en saber de qué hablaban, se acomodó un mechón del flequillo tras la oreja e hizo acopio de valor para preguntar sobre lo que le quitaba el sueño por las noches.
-- Ace..., ¿cómo está?
Marco suspiró y se dejó caer en una butaca que había frente a las que estaban acurrucados Sabo y Luffy, quienes dormían en una posición incómoda con la cabeza apoyada sobre sus rodillas.
-- Sigue dormido. O al menos eso es lo que nos dicen los médicos -- gruñó --. Llevamos aquí tres días esperando a que nos den alguna novedad sobre su estado, pero solo sabemos que su pulso se ha estabilizado, y bueno..., Law ha pasado hace un cuarto de hora o así para decirnos que ya no tiene los pulmones encharcados de sangre y que respira con normalidad. Esperaba que nos dejara entrar aunque fuera un minuto para verlo, pero se ha negado en redondo.
-- Es normal; supongo que querrá que Ace descanse tranquilo... -- consideró la muchacha, clavándose las uñas en el muslo cuando la decepción volvió a asediarla; había estado esperando tres días alguna noticia de Marco que le dijera que ya podía visitar al pecoso --. ¿No os ha dicho nada más?
-- Qué va, aunque tampoco es que tenga mucho tiempo para charlar. Se pasa el día de un lado para otro con un montón de carpetas y papeles bajo el brazo y un vaso de café en la mano. Entiendo que el pobre tiene trabajo y hace lo que puede..., y sin embargo no puedo evitar sentirme preocupado por cómo debe de estar pasándolo Ace ahora mismo.
Marco volvió a bostezar y ____ compuso una sonrisa de ternura, conmovida por el compromiso que el rubio había hecho al quedarse a cargo de Luffy y Sabo, y de saber que era un leal amigo de Ace.
-- Tú también deberías descansar -- murmuró ella con una sonrisa.
-- Yo ya he dormido bastante, además, le prometí a Sabo que haría guardia por si Ace despertaba -- repuso después de desinflar el pecho de un suspiro. Marco hizo una pausa para poner en orden sus pensamientos --. Bueno..., te llamaré si hay alguna novedad.
-- Gracias, Marco -- contestó ____, la intranquilidad asaltando su pecho cuando reconoció el tono titubeante del rubio.
-- ____.
-- ¿Sí?
-- Te echo de menos.
Sus palabras sonaban como una disculpa resquebrajada por el orgullo de un hombre que no estaba acostumbrado a pedir perdón, y ella, conociendo perfectamente a Marco hasta el punto de entender lo difícil que era para él hablar con ella en aquellos momentos, no pudo hacer otra cosa sino sonreír.
-- Yo también -- se limitó a responder, el corazón aporreándole el pecho.
-- ¿Qué ha dicho? -- se apresuró a preguntar Nami a ____ antes de que el rubio tuviera oportunidad de colgar.
Marco sonrió levemente cuando escuchó el tono preocupado de la pelirroja, finalizó la llamada y se recostó en su butaca, observando con mirada cansada a los hermanos que dormían frente a él. Inspiró profundamente y se removió en su asiento para encontrar alguna posición incómoda que dejara de tentarlo a quedarse dormido, pues como había deducido ____, hacía bastante que no descansaba como era debido, y las horas perdidas de sueño se iban acumulando con el paso de los minutos.
-- ¿Quién era?
Aquella voz adormilada consiguió que Marco diera un respingo, provocando que se hiciera daño en la espalda. Giró la cabeza y su mirada se encontró con los ojos adormecidos de Sabo, quien lo observaba con una sonrisa taciturna.
-- ____ -- suspiró Marco --. Necesitaba escucharla.
-- Ajá... -- bostezó Sabo --. ¿Estáis mejor?
-- ¿Cómo?
-- Que si habéis resulto vuestras diferencias. Ace me dijo que la cosa se había puesto algo peliaguda -- explicó en voz baja para no despertar a Luffy, incorporándose en la butaca y estirando las piernas.
-- ¿Por qué Ace haría algo así? -- cuestionó Marco con el ceño fruncido, molesto.
-- Porque está preocupado por ti.
Marco arqueó las cejas como respuesta a la declaración de Sabo, sorprendido. Sabía que Ace solía angustiarse mucho cuando cualquiera de sus amigos tenía algún problema, pero no entendía cómo podía estar preocupado por su relación con ____ cuando, hasta no hacía demasiado, se había dedicado a cambiar de tema cada vez que él le hablaba de la muchacha. La última conversación que hablaron por Skype se reprodujo en su mente como una cinta de vídeo y Marco no pudo evitar sonreír.
-- Qué idiota; tiene cosas más importantes de las que preocuparse -- dijo a medida que un sentimiento de gratitud se instalaba en su pecho.
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-- ¡No aguanto más!
-- Tranquila, ____ -- repitió Nami, nerviosa --. Tenemos que ser pacientes.
-- ¡Han pasado dos días desde la última vez que me llamó Marco!
-- ¿Y no has pensado que a lo mejor el pobre está reventado? -- gruñó la pelirroja.
-- S-Sí, pero..., quiero verle...
-- ¿A Marco?
-- ¡A Ace!
-- ¡Pues espera como todos, pesada! -- rugió Nami.
____ soltó una profunda bocanada de aire que le exprimió los pulmones y rodó sobre la cama de su cuarto para dejar que su mirada se perdiera en el techo. Frunció los labios y volvió a dejar escapar un gimoteo lastimero.
-- Además, por mucho que insistas, los médicos no te permitirán hacerle una visita -- añadió su amiga.
-- Ya, pero...
-- ¿Qué? No habrás sospesado alguna idea descabellada... -- advirtió --. No me digas que estás pensado en colarte en su habitación...
-- ¿Qué? ¡No! -- se apresuró a responder. Aunque sí, era justo lo que estaba pensando.
Hubo un silencio al otro lado de la línea y ____ se preguntó si la pelirroja tendría poderes psíquicos para estar siempre al tanto de las ideas que paseaban por su mente. La muchacha se relajó cuando escuchó un pesado suspiro procedente de su amiga y soltó todo el aire que había estado reteniendo en los pulmones.
-- ¡Vamos, sé positiva! -- canturreó Nami para romper el silencio que se había hecho entre ambas --. Solo te queda una semana para que puedas volver a poner un pie en la calle.
-- No me lo recuerdes -- gimoteó ella cuando la voz histérica de su madre volvió a reproducirse en su mente como un disco rayado --. Se ha pasado.
-- Te está bien empleado por engañarla.
-- ¡¡Fuiste tú la que me mintió y me secuestró!! -- rugió ____, molesta.
-- Sea como sea, dentro de poco podrás volver a ver a Marco y a Luffy, y si para entonces Ace se encuentra bien, podríamos ir juntas a visitarlo -- sugirió Nami.
Una sonrisa se insinuó en los labios de ____ y la muchacha se estrujó el cuello de la camiseta con la mano que tenía libre, deseando librarse de la tensión que le atenazaba el cuerpo desde que había descubierto las sábanas de Ace empapadas en sangre.
-- De verdad, no sé por qué te quejas tanto -- continuó Nami, exasperada --. Al menos tú has terminado todos los exámenes...
-- Eh, que aún me queda uno -- sonrió ____.
-- Que no es hasta dentro de dos semanas. Así que ni se te ocurra protestar.
-- Nami.
-- Dime.
-- ¿Crees que esto tiene que ver con el cáncer...? -- consiguió murmurar tras un breve silencio.
Nami frunció el ceño y meditó la respuesta desde el otro lado de la línea, pensativa.
-- No estoy segura..., pero recuerdo que Luffy dijo que estaba plenamente curado. Hasta Ace le dio la razón, ¿no? -- chasqueó la lengua y se frotó un lado de la nariz con el dedo, reflexiva --. De todas formas, Law ha estado pendiente de él las veinticuatro horas del día desde que regresó de EEUU. Nos hubiera avisado de cualquier anomalía.
-- No sé, Nami...
-- A ver, ¿por qué Law, o Marco, o quien sea, trataría de engañarte diciendo que solo es un resfriado?
-- Pero había mucha sangre. Tú estabas allí -- insistió ____, recelosa.
-- No ha pasado ni un mes desde que lo operaron, ____. Quizás la herida no haya cicatrizado bien... ¡Yo que sé! Ace está bien, ____, así que no te preocupes... Ya verás, dentro de un par de días podrás avasallarlo a preguntas y a volver a tontear con él.
-- ¡Eh, yo no tonteo con nadie! -- y se alegró de que la pelirroja no estuviera delante para reírse del abochorno que empezaba a hacerse evidente en sus mejillas.
Nami no se molestó en reprimir una risita traviesa, acomodó los libros de meteorología en su regazo y se acomodó el flequillo detrás de la oreja.
-- En fin, nena, voy a seguir estudiando. Deséame suerte. ¡Y mantenme informada de cualquier novedad!
-- ¡Tú puedes, Nami! Y descuida; te llamaré si me entero de algo.
____ se incorporó sobre el colchón y la angustia y la desesperación volvieron a reflejarse en su rostro. ¿Cuánto tiempo pensaba hacerla esperar Ace? Apenas podía pensar en una cosa que no fuera la última conversación que tuvieron, o el tono sugerente con el que la había invitado a dormir en su cama. Necesitaba hablar con él, aunque fuera sobre su situación con Marco, solo para saber que se había recuperado y que, como ya le había dicho Nami, no tenía nada de lo que preocuparse.
Los dedos de ____ se desplazaron ágilmente sobre la pantalla del móvil -- casi por instinto -- hasta que el chat del pecoso apareció ante sus ojos. Treinta mensajes que él aún no había podido responder debido a su indisposición y tres llamadas desesperadas a pesar de que sabía que ninguna voz socarrona respondería desde el otro lado de la línea.
La muchacha dejó escapar un suspiro de frustración y consultó la hora. Las 17:24. Su madre no regresaría del trabajo hasta las nueve y tenía que ingeniárselas de alguna forma para matar el tiempo mientras tanto.
Y por mucho que le apeteciera seguir leyendo o sumirse en alguna de sus series favoritas, sabía que el recuerdo del pelinegro la seguiría acosando. Aunque si había algo de lo que tuviera ganas, era de verlo.
<< Mmm... quizás no sea una idea tan descabellada >>
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La joven se apeó del coche y despidió con una sonrisa al taxista, agradecida de haber ahorrado el dinero que le daba su madre cada vez que ella salía con sus amigos. Sonrió satisfecha mientras veía cómo se alejaba el taxi, se alisó el abrigo de lana de color caqui que había tomado prestado del armario de su madre y se giró para enfrentar a la enorme edificación que se alzaba imponente por encima de su cabeza.
____ se peinó el flequillo con los dedos cuando una ráfaga de aire le agitó los mechones que habían escapado de su cola de caballo y se apresuró a entrar al edificio antes de que la nieve le empapara la ropa.
El hospital estaba congestionado de enfermeros y médicos correteando de un lado para otro y de pacientes aguardando en la sala de espera principal, y a pesar de aquella cuantiosa cantidad de gente, ____ se recreó en el silencio que controlaba el ambiente.
____ se encaminó hasta el mostrador de recepción que había frente a la puerta principal, y poco acostumbrada a calzar botas de tacón, estuvo a punto de perder el equilibrio dos veces incluso a pesar de haber arrastrado los pies durante el trayecto. La enfermera que se encontraba tras el mostrador alzó una ceja en una expresión interrogante tras observar que la muchacha se aferraba con desesperación al tablero de mármol para no caer al suelo. ____ dejó escapar una risita nerviosa a modo de disculpa.
-- ¿Estás borracha?
La brusquedad de su pregunta descolocó unos segundos a la chica, quien se apresuró a negar con la cabeza y sintió que le ardían las mejillas.
-- Quisiera saber en qué habitación está Portgas D Ace -- masculló, nerviosa por el antipático recibimiento de la mujer.
La señora volvió a alzar sus finas cejas y estudió a la joven de arriba abajo antes de esconder la cabeza tras el monitor de un ordenador. ____ se entretuvo paseando los ojos por el recinto mientras la recepcionista tecleaba algo en el ordenador, y aunque el color azulado y blanquecino de las pareces la relajaba, su sonrisa desapareció súbitamente cuando reconoció la voz malhumorada del último hombre al que quería enfrentarse.
____ sintió que el terror se apoderaba de ella cuando se percató de que un Law enfadado y acompañado por un séquito de enfermeros se encaminaba hacia el mostrador a paso rápido, todos envueltos en elegantes batas blancas.
-- Cuarta planta. 325.
-- Muchas gracias -- se apresuró a responder ____ antes de salir pitando en dirección contraria por la que se aproximaba Law.
-- No se permiten visitas... -- añadió la recepcionista.
-- Lo tendré en cuenta. Gracias.
____ salió disparada por el pasillo y entró a trompicones en un ascensor que estaba a punto de cerrarse. Hubiera caído de bruces al suelo de no haber sido por un par de manos que la sujetaron por los brazos y la ayudaron a incorporarse. ____ alzó la vista para dar sus más sinceros agradecimientos, pero palideció por sorpresa cuando sus ojos se toparon con unos orbes oscuros.
-- ¡Sanji! -- exclamó mientras intentaba recuperarse de su asombro.
-- Ey, ¿estás bien? -- inquirió con tono preocupado. Ella asintió con la cabeza --. Vaya, estás preciosa. ¿Vienes a ver a Marco?
La muchacha abrió de golpe los ojos y apretó los labios, temiendo que el rubio descubriera su plan. ____ esbozó su mejor sonrisa y se propuso calmarse.
-- Sí. Claro -- respondió tras un corto pero no por eso menos sospechoso silencio.
Sanji le devolvió el gesto y volvió a sujetar a la chica por el brazo cuando el movimiento del ascensor casi acabó desequilibrándola.
-- Te vas a matar. ¿Por qué te has puesto tacones si apenas te mantienes con unos deportivos? -- preguntó, divertido.
-- Quería probar algo nuevo -- se limitó a responder ella con los mofletes hinchados.
-- Ay, el amor... -- rió Sanji --. Pues te sientan de maravilla, y si no te lo dice él, te lo repito yo.
____ bajo la vista a sus manos y sintió que le ardían las mejillas. Estaba acostumbrada a los coquetos cumplidos del rubio, pero también a que Nami estuviera presente para cerrarle la boca a mamporros si llegaba a incomodarla, y era evidente que su situación no era muy distinta encerrada en la estrechez de aquellas cuatro paredes.
-- ¿Has venido a ver a Luffy? -- intentó cambiar de tema.
-- Sí. Está completamente incomunicado y Zoro no soporta no saber nada de él.
____ frunció el ceño; si el inquieto era el peliverde, ¿qué hacía Sanji en el hospital?
-- ¿Y Zoro?
-- Si lo supiera no estaría aquí solo -- bufó él.
-- ¿Se ha perdido?
-- ¿Acaso lo dudas? -- rió Sanji --. Quedamos a las cinco en la puerta principal... -- murmuró al tiempo que consultaba su reloj de pulsera --, son las seis y todavía no le he visto el musgo que tiene por pelo.
El ascensor se detuvo en la cuarta planta y las puertas se abrieron lentamente.
-- ¿Lo has llamado? -- inquirió ella.
-- Tres veces.
-- ¿Y?
-- Me dijo que estaba frente a una granja que tenía un silo para granos.
La boca de ____ formó una O perfecta, fruto de la estupefacción. Sanji sonrió de lado y negó levemente con la cabeza, como si no terminara de creerse la ubicación que le había dado Zoro.
-- ¡Eso está a las afueras de la ciudad! -- exclamó por lo bajo.
-- Increíble, ¿verdad? -- rió Sanji --. Lo conozco desde hace dos años y todavía no sé cómo lo hace.
Ambos se apartaron de la entrada del ascensor para dejar paso a una enfermera que empujaba a un anciano en silla de ruedas. El rubio se apresuró a pulsar el botón del ascensor y le abrió paso a la enfermera con una caballerosidad exagerada.
Una vez se hubieron cerrado las puertas, Sanji se volvió hacia ____ y le ofreció el brazo. La muchacha se mordió el labio y vaciló antes de aceptar su invitación, pero agradeció que el rubio le ofreciera un apoyo resistente para no caerse mientras se encaminaban hacia la sala de espera donde debían encontrarse los chicos.
-- A veces me da pena -- sonrió ____, retomando la conversación de antes.
-- Es peor que un crío -- bufó Sanji, molesto --. Es un despreocupado, un imbécil, un maleducado, un desagradecido y un marimo de mierda.
-- Sois tan monos... -- canturreó la muchacha.
Sanji se detuvo en seco y la miró con los ojos muy abiertos. Si no hubiera aparecido un leve sonrojo en sus mejillas, ____ hubiera podido asegurar que estaba horrorizado.
-- ¡No digas sandeces! -- rugió. Su enfado era casi palpable --. ¿Cómo puedes soltar esas cosas tan a la ligera?
____ hizo un gesto con la mano para indicarle que hablara más bajo mientras procuraba no desternillarse delante de Sanji. Llevaba tanto tiempo sin meterse con su orientación sexual que casi había empezado a echarlo de menos.
-- No entiendo por qué te escandalizas tanto; hacéis una pareja estupenda, en serio -- lo provocó.
Sanji tensó la mandíbula y escondió la cara tras la mano que tenía libre, sin embargo, a pesar de los esfuerzos del rubio por ocultar su bochorno, ____ se fijó en el rojo que se extendía por sus orejas.
-- Antes muerto que ir de la mano de un marimo... -- consiguió murmurar tras recomponerse.
____ esbozó una sonrisa y se abrazó con más fuerza al brazo de Sanji, satisfecha con el distinguible sonrojo que había obtenido por respuesta. Siguieron caminando a paso tranquilo, esquivando a los enfermeros y a los médicos que correteaban de un lado para otro sumidos en sus obligaciones.
____ sonrió cuando vislumbró una fila de butacas al final del pasillo y la emoción se instaló en su pecho cuando comprendió que por fin vería a Marco y a Luffy después de tanto tiempo. Sin embargo, antes de poder llegar a la sala de espera de la cuarta planta, Sanji giró hacia la derecha cuando la galería se bifurcaba en tres caminos y apretó el paso. ____ frunció el ceño.
-- La sala de espera estaba justo ahí -- murmuró, señalando con un dedo a sus espaldas.
Sanji ignoró a la muchacha y sonrió de lado, despertando un sentimiento de curiosidad en la chica que lo acompañaba dando pequeños tropiezos por culpa de sus botas de tacón.
-- Tengo que decirte algo importante -- se limitó a decir.
Ella se dejó arrastrar hasta el final de un pasillo que tenía por salida el mismo sitio por donde habían llegado. Aminoraron la marcha cuando llegaron junto a la ventana que daba al exterior y Sanji se separó de la muchacha con cuidado, asegurándose de que ____ era capaz de mantenerse en pie.
El rubio se alisó la manga de la camisa donde se había apoyado la joven y sonrió, satisfecho con el resultado.
-- Sanji, ¿qué pa...?
____ se interrumpió cuando las manos de su amigo se posaron en sus hombros para ajustarle las costuras del abrigo de lana a los hombros, y se tensó como una cuerda cuando el rubio le peinó el flequillo con dedos hábiles.
-- Ya está. Perfecta -- sonrió él al tiempo que le señalaba con una mano la puerta que había a sus espaldas --. Mademoiselle... -- canturreó, invitándola a entrar con una leve inclinación de cabeza a modo de reverencia.
____ frunció el ceño y escrutó recelosamente la puerta, no obstante, sintió cómo su corazón se desbocaba cuando sus ojos se detuvieron en el número de la habitación: 325.
-- ¡La habitación de Ace! -- exclamó con una alegría incontenible, sin embargo, la sonrisa socarrona de Sanji la hizo recapacitar --. No podemos estar aquí -- murmuró seria tras aclararse la garganta.
-- Oh, desde luego -- rió Sanji --. Será mejor que nos vayamos antes de que Law nos pille con la mano dentro del tarro de los caramelos.
____ ignoró la comparación e hizo además de seguir al rubio, pero se detuvo en seco cuando sintió que su corazón acaba de encadenarse al pomo de aquella puerta. Sanji también se frenó y se giró para ofrecerle una sonrisa ladina a la muchacha. Ella abrió la boca para replicar algo, pero Sanji alzó un dedo para silenciarla.
-- Yo no he visto nada -- susurró al tiempo que esbozaba una sonrisa de complicidad.
____ no pudo evitar devolverle el gesto y sintió que uno arreboles inoportunos asediaban sus mejillas.
-- Respecto a eso que te tenía que decirte... -- continuó Sanji mientras volvía por donde habían llegado --, a Marco no le va a hacer mucha ilusión saber que esos tacones tan monos no son por él.
El miedo se apoderó de ella por un momento, sin embargo, la sonrisa cariñosa que le ofreció Sanji antes de doblar en una esquina la tranquilizó por completo.
-- Descuida. Tu secreto está a salvo conmigo -- canturreó al tiempo que le guiñaba un ojo.
El corazón de ____ aún le aporreaba con fuerza el pecho cuando Sanji desapareció tras girar al final del pasillo. La muchacha inspiró profundamente varias veces para intentar relajarse, volvió a arreglarse el flequillo imitando el movimiento de las manos de Sanji y sintió una punzada de adrenalina recorriéndola de arriba abajo cuando sus dedos se cerraron en torno a la cerradura de la puerta.
Rezó para que no le fallaran las piernas y cayera de bruces al suelo nada más entrar en la habitación, y milagrosamente, consiguió mantener el equilibrio hasta que la puerta se cerró las ella con un suave chasquido.
¿De verdad había hecho todo aquello? Se había saltado el castigo impuesto por su madre, había cogido un taxi hasta el hospital y se había colado en la habitación 325 a sabiendas de que Law se pondría hecho un basilisco si la descubría. ¿Y para qué? Ah sí. Por el hermano de su mejor amigo.
____ se llevó ambas manos al pecho y sintió el corazón taladrándole los puños, y a pesar de que era plenamente consciente del riesgo que corría al estar en esa habitación, se relajó cuando escuchó el regular pitido de un cardiógrafo que descansaba junto a una cama alta.
Y no pudo evitar componer una sonrisa colmada de ternura cuando sus ojos se detuvieron en el chico que yacía plácidamente sobre el colchón.
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