CAPÍTULO 12
<< ¿Qué es el infierno? Arder de amor por alguien que pertenece a otro cielo. >>
DANNS VEGA
-- Perdona, ____ -- dijo Ace, tajante. La separó de él con un leve empujón y escondió las manos en los bolsillos --. Pensaba que se te había metido algo en el ojo...
<< Y me estás volviendo loco >> concluyó para sí mismo.
____ volvió a sentirse desconcertada por el desmadrado revoltijo de sentimientos que le comprimían el pecho y se colocó un mechón rebelde del flequillo tras la oreja, intentando recuperar el aliento.
Sus ojos volvieron a fijarse en Marco, quien se aproximaba desde el final del pasillo para rodear los hombros de Ace con un brazo, sonriente. Ace se obligó a devolverle el gesto, pero no fue capaz de apartar la mirada de _____.
-- ¡Por fin has decidido dejarte caer por aquí! -- rió el rubio.
-- Solo he venido a ver al viejo -- confesó Ace --. Pero me estoy cruzando con bastantes conocidos...
____ esquivó la mirada del pecoso y se retorció los dedos, nerviosa. Se sentía aliviada de que Marco no hubiera visto nada, pero aun le costaba respirar con normalidad a causa de su pequeño encuentro con Ace.
-- De todas formas, tengo que irme ya. No quiero que Sabo me eche la bronca por entretenerme demasiado -- y se libró del brazo de su amigo.
-- ¡Ah, Ace, espera! -- se apresuró a decir Marco al tiempo que entrelazaba su mano con la de la muchacha --. Me hubiera gustado decírtelo antes, pero apenas has salido de casa y ya no coges el teléfono -- se rascó la nuca y compuso una sonrisa nerviosa --. Ella es ____, mi novia.
Ace se retorció los dedos en el interior de los bolsillos de su abrigo y compuso una sonrisa sincera cuando distinguió un leve sonrojo en la tez morena de su mejor amigo, procurando ignorar la presión que le estaba comprimiendo el pecho.
El pecoso abrió la boca para decir algo, pero se sintió aliviado cuando sus palabras quedaron eclipsadas por el estridente sonido de la sirena que anunciaba el cambio de clase. Sonrió risueño y se encogió de hombros.
-- Lo cierto es que Luffy nos presentó hace unas semanas -- confesó ____ con una sonrisa tímida.
Ace desvió la mirada y apretó la mandíbula cuando la gente empezó a amontonarse en el pasillo. Comenzó a sentirse incómodo a medida que el aire le faltaba en los pulmones y decidió salir de allí antes de que tuviera oportunidad de marearse.
____ se percató de su nerviosismo y del tono blanquecino que invadía su piel. Soltó la mano de Marco y comenzó a andar hacia Ace, preocupada.
-- ¿Quieres que te acompañe a...?
-- No, qué va. No hace falta -- se apresuró a responder el pelinegro --. Sabo me está esperando fuera y tú seguro que debes de tener clase, así que no te preocupes -- se obligó a sonreír.
Marco arqueó las cejas ante la respuesta evasiva de Ace, pero no comentó nada al respecto. Le dio unas palmaditas a su amigo en el brazo, le guiñó un ojo e hizo un gesto con la mano para indicarle que le llamaría más tarde.
-- Bueno, voy a entrenar -- se excusó el rubio --. Hay partido la semana que viene y tenemos que estar preparados -- cogió a ____ de la mano y señaló al pecoso con un dedo a medida que se encaminaba hacia el gimnasio --. Como faltes, te pego.
Ace puso los ojos en blancos y sonrió de lado a modo de respuesta. Vio desaparecer a Marco y a la chica entre el gentío y decidió salir de los congestionados pasillos cuando comenzó a marearse.
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Law estaba terminando de colocar los instrumentos de disección en sus respectivos estantes cuando escuchó un sonido seco proveniente del pasillo.
El ojigris arqueó las cejas y dejó de prestarle atención a lo que estaba haciendo. Chasqueó la lengua y decidió comprobar qué podría haber provocado aquel ruido. Alcanzó la puerta del laboratorio y asomó la cabeza al pasillo para echar un vistazo. Estaba a punto de volver a cerrar la puerta cuando sus ojos se detuvieron en un cuerpo tendido al final del pasillo junto a unas taquillas.
-- ¡Joder, Ace! -- exclamó al tiempo que echaba a correr. Se tiró al suelo de rodillas y le agarró con fuerza del abrigo y del pantalón para darla la vuelta --. ¡Ey, Ace!
-- Estoy bien, estoy bien... -- consiguió murmurar, y forzó una sonrisa que consiguió malhumorar a Law.
El ojigris reparó en la piel pálida del pecoso y en el fino hilo de sangre que descendía por su rostro desde los orificios de la nariz. Law sintió un nudo en la garganta y el pánico se apoderó de él. Se apresuró a desabotonar el abrigo de Ace y deslizó la mano por su cuello, no obstante, dejó escapar un suspiro de alivio cuando reparó en que sus pulsaciones eran estables.
-- Estoy un poco mareado -- reconoció Ace. Law le fulminó con la mirada.
-- Sabes que no puedes ir solo a ningún lado, ¿verdad? -- gruñó. Sacó unos kleenex de su bata blanca y le limpió la sangre de la nariz -- ¿Te has dado un golpe?
Ace asintió con la cabeza y Law soltó una bocanada de aire para intentar calmarse. Se puso en pie y sujetó firmemente los tobillos del pecoso para levantarle las piernas y que se le pasase de esa forma la molestia.
-- ¿Qué haces aquí?
-- Habíamos quedado, ¿no? -- sonrió Ace.
-- Habíamos quedado esta tarde a las seis. En una consulta del hospital, no aquí -- enfatizó el otro, enfadado --. ¿Es que no escuchas, o qué?
Ace hizo un mohín y se cruzó de brazos, molesto. Se fijó en la expresión preocupada de Law y entendió que le había dado un susto. Le hizo un gesto a Law con el dedo para indicarle que ya estaba bien y el ojigris le ayudó a ponerse en pie lentamente.
Ambos entraron al laboratorio y Law sentó a Ace en una silla antes de seguir ordenando el material con el que había estado trabajando ____ hasta hacía poco.
El pecoso sacó del bolsillo de su abrigo el envase de pastillas que debía llevar consigo a todas partes y unos documentos doblados. Los colocó sobre la mesa y Law dejó de hacer su faena para centrarse en los asuntos que habían conducido a Ace hasta allí.
Se sentó frente a él, estiró el brazo para alcanzar los papeles y les echó un vistazo.
-- Bueno, han hecho un buen trabajo, ¿no? -- inquirió Law mientras miraba a Ace por encima de los análisis.
-- Eso no es todo. Sigue leyendo -- y desvió la mirada hacia otra parte.
Law continuó analizando el último diagnóstico que los médicos americanos le había hecho a Ace tras la última operación. Definitivamente, habían conseguido disminuir el progresivo desarrollo de la metástasis que padecía el pecoso, pero también habían pronosticado que el tumor seguiría propagándose por su cuerpo a lo largo de los meses.
<< Cáncer terminal..., ¿eh...? >> pensó Law con sincero pesar.
-- Te han dado un año -- Law cruzó miradas con Ace --. Pero puedes prolongar tu vida otro año si te sometes a quimioterapia. Eso es lo que pone aquí.
Ace arqueó las cejas con una expresión afligida y dejó caer los hombros al tiempo que se inclinaba hacia delante y entrelazaba las manos a la altura de sus rodillas.
-- He tenido compañeros de habitación que han recibido la quimio y no han mejorado. Yo no tengo más probabilidades que ellos -- esbozó una sonrisa nerviosa y se rascó la nuca.
Law frunció el ceño y dejó los papeles a un lado de la mesa. Apoyó los codos sobre el tablero y estudió la actitud de Ace con suma atención.
-- ¿Cuántos saben esto, Ace?
-- Sabo, Marco, el viejo y tú.
-- ¿Y que has venido a verme?
-- Nadie -- alzó la cabeza para cruzar miradas con el ojigris.
-- ¿Y por qué me pides consejo si vas a hacer lo que te dé la gana? -- gruñó Law.
Ace se retorció los dedos y tensó la mandíbula mientras trataba de respirar con normalidad. El cúmulo de sentimientos encontrados que le comprimían el pecho le impedían pensar con normalidad.
-- Law, eres cirujano. Has sacado las mejores notas de tu promoción y ya tienes un contrato fijo en un hospital -- explicó Ace --. Tú también padeciste una enfermedad terminal y has experimentado esta angustia en primera persona. No se me ocurre otra persona a la que podría acudir y que me entienda -- hizo una pausa y buscó los ojos de Law --. Necesito..., necesito que me ayudes a tomar la decisión de mi vida...
Law asintió levemente con la cabeza, tratando de analizar cada una de las palabras de Ace. Se acomodó en la silla y tomó una bocanada de aire antes de decantarse por preguntar la incógnita que ya llevaba tiempo rondando su cabeza.
-- ¿Te refieres a la eutanasia?
Ace se estrujó los dedos antes de asentir levemente con la cabeza. Law se puso en pie, se quitó el sombrero y se pasó las manos por el pelo mientras caminaba tranquilamente de un lado para otro, pensativo.
-- Personalmente -- dijo el ojigris tras unos minutos de silencio --, creo que es un método que debería usarse como último recurso. Así que... -- se apoyó en el borde de una mesa y se cruzó de brazos --, mi consejo es que pruebes la quimioterapia, y si no notas ningún progreso, que te sometas a la eutanasia.
Ace desvió los ojos y volvió a asentir con la cabeza, dejando que su mirada se perdiera en los resquicios que formaban las losas del suelo. Tragó saliva y se obligó a alzar la vista para enfrentar la mirada reprochante del cirujano.
-- Law..., ¿crees que tengo alguna oportunidad de llegar a los veinticinco? -- preguntó cuando las lágrimas comenzaban a agolparse en sus ojos, sus labios componiendo una sonrisa vacilante.
-- No voy a engañarte. Con un pulmón y medio, y una metástasis en continuo desarrollo..., estás bastante, por no decir muy jodido -- se masajeó las sienes con una mano y suspiró sonoramente por la nariz --. Ace, te estás muriendo. No sé de qué otra manera decírtelo...
El pecoso se estrujó los dedos, se mordió el labio inferior y dejó caer la cabeza para que Law no advirtiera cómo las lágrimas le desgarraban la cara. Sintió un doloroso vacío en pecho y supo que no podría cambiar su suerte ni aunque hiciera acopio de toda su fuerza de voluntad.
Ace se sobresaltó cuando sitió una mano en el hombro. Alzó la cabeza y sus ojos se toparon con la expresión imperturbable del ojigris, quien se había situado a su lado y miraba con la mandíbula tensa un punto fijo de la ventana que había al otro lado del laboratorio.
-- Gracias -- sonrió el pecoso tras notar la mano temblorosa de Law.
El cirujano apretó los labios, volvió a colocarse el sombrero sobre la cabeza y se acercó a la mesa para inspeccionar el envase de pastillas de Ace.
-- Son las mismas que le recomendamos a los pacientes en el hospital -- aclaró Law --. Pero si te sientes peor, llámame y te conseguiré otras.
Ace asintió con la cabeza, se secó los ojos con el dorso de la mano y volvió a guardarse el envase y los análisis en los bolsillos del abrigo. Se quedó sentado un rato en silencio, observando cómo el ojigris terminaba de ordenar el laboratorio.
-- L-Law..., ¿puedo preguntarte algo?
El cirujano se encogió de hombros y se limitó a seguir limpiando la bandeja de disección.
-- Tú... ¿Qué debo hacer? -- Ace se rascó la nuca, nervioso --. Quiero decir, no sé que hacer para que todos vuelvan a mirarme como antes. Quiero dejar de preocupar a la gente... Sabo no deja de decir que estoy depresivo y...
-- Coincido con tu hermano -- murmuró Law desde el otro lado de la habitación. Ace frunció el ceño --. Antes de mirarme con esa cara de perro, empieza por tener un poco de autocrítica -- el cirujano terminó de secar la bandeja de acero y volvió a sentarse frente al pelinegro para estudiarle detenidamente --. No duermes, no comes, te estás volviendo un antisocial del mierda...
-- ¡Eh, eh, eh! ¿De dónde has sacado esas tonterías? -- gruñó el pecoso, molesto. Law se encogió de hombros.
-- Tienes más ojeras que yo. Has perdido masa muscular. Y Marco-ya me ha contado que no sales de casa ni aunque tu hermano te amenace con una escoba.
Ace sonrió de lado y enterneció la mirada. Se recostó en el respaldo de su silla y cruzó miradas con el ojigris.
-- ¿Qué se supone que debo hacer?
-- Bueno... -- Law se encogió de hombros --, ¿qué tal si empiezas por hacer todo lo contrario? Come algo más, sal de vez en cuando con tus amigos..., lo de siempre. Haz lo que esté al alcance de tus posibilidades.
-- Eso implica...
-- Uno: no hacer cosas que puedan fatigarte. Dos: toma todos los medicamentos. Y tres: deja de intentar ligarte a la novia de tu amigo -- concluyó el ojigris con una sonrisa socarrona.
-- ¡¿Q-Qué?! -- respondió el pecoso con un inconfundible rubor en las mejillas.
-- No te hagas el inocente, Ace -- canturreó Law al tiempo que se ponía en pie --. ____-ya me ha contado el numerito que has montado esta mañana en el gimnasio. Te has vuelto muy travieso...
-- ¡¿Eh?! ¡No! -- repuso el pelinegro con el corazón a mil.
-- No mientas. Te parece guapa, ¿verdad? Seguro que ya has tenido alguna fantasía sexual con ella, ¿a que sí? -- insistió Law.
Ace tragó saliva tras escuchar aquello último. Sintió cómo le ardía la cara a causa del abochorno y maldijo entre dientes al persistente tambor de su pecho que desmadraba el ritmo de sus pulsaciones. Alzó la vista y sus ojos se encontraron con la sonrisa ladina del cirujano.
-- Joder... -- suspiró, y se pasó una mano por la cara para intentar relajarse.
Law soltó una carcajada y Ace le ofreció una mirada recelosa, molesto.
-- Oye, no está mal -- canturreó Law mientras le colocaba una mano en el hombro.
-- Está con Marco, Law -- recalcó el pecoso con un deje de disgusto en la voz.
El ojigris se encogió de hombros y se colgó en bandolera la mochila que solía llevar a todas partes. Ace lo siguió hasta el pasillo.
-- Bueno..., echaos unas canasta y el mejor de viente se la queda -- bromeó.
El pecoso le propinó un codazo en las costillas y frunció el ceño, molesto. Law soltó una risita, consultó la hora en su reloj de pulsera y decidió invitar a Ace a tomar un café. El pelinegro aceptó la oferta y sintió cómo desaparecían los arreboles que habían asediado sus mejillas.
-- ¿Se puede saber por qué has sacado el tema? -- preguntó cuando aun caminaban por los pasillos de la facultad.
Law sonrió de lado.
-- Porque parece ser lo único que te hace estar un poco menos muerto. Ya sabes a lo que me refiero: esto... -- y se dio unos golpecitos en el pecho, a la altura del corazón --, funciona mejor, ¿verdad?
Ace enterneció la mirada y dejó que sus labios dibujaran una sonrisa nostálgica. Se negaba a reconocerlo, pero no era necesario que ningún cirujano prestigioso le mostrara la sensación más evidente que había sentido en su vida.
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