𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 1 ┇ 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐠𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐭𝐚𝐫
Narrador omnisciente:
Era un día nevado, la navidad había llegado, y junto a ello la familia se reunía para celebrar y convivir juntos en aquella pequeña cabaña cerca de un pueblo grande y un enorme bosque.
Había risas y juegos, pero en una de las habitaciones estaban dos ancianos junto con una pequeña niña de ojos bicolor sentada en el suelo con una manta encima.
—Escucha bien hija mía —habló una mujer de avanzada edad—, y pon mucha atención, porque esta historia tu se la heredarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos
—Si abuelita —sonrió la pequeña mientras miraba a sus abuelos atentamente—
—Existe una leyenda de hace milenios, que nuestros padres y abuelos contaban cada Navidad —ahora era el abuelo quien tomaba la palabra—. Se llama.....El Hilo Rojo
Mientras la niña escuchaba, su abuelo lanzo un hechizo que convirtió la habitación en la historia para que su nieta pudiera ver todo mejor y no solo dejar a su imaginación trabajar sola.
—Había un emperador muy joven, que creía en aquella leyenda sobre el hilo rojo, estaba deseoso por querer conocer a su futura esposa y alma gemela que conectaba con su corazón —la mayor relataba con tranquilidad la historia mientras veía a su nieta emocionada—. Por lo que busco entre las hechizeras más conocidas y encontró a una muy poderosa que tenía la habilidad de poner ver el hilo de todas las personas en el mundo
»Así que, el emperador le ordenó que le indicara en dónde estaría su futura esposa, y emprendieron un viaje muy, muy largo.
Pasaron por valles, montañas y otros reinos pequeños.
La anciana hechizera seguía el hilo que conectaba con el del emperador; al pasar el tiempo lograron llegar a un mercado.
—En dónde en un pequeño puesto de verduras vieron a una mujer con un bebé en su espalda vendiendo lo que podía —el anciano prosiguió—. Al estar ya frente a ellas la anciana dijo:
»"Aquí termina tu hilo" señalando a la bebé que tenía aquella mujer.
El emperador pensando que se trataba de un engaño de la hechizera enfureció demasiado y golpeó a la mujer pobre haciendo que cayera al suelo junto con su niña, quien al tocar el suelo se lastimo la frente dejando una inolvidable cicatriz.
La niña podía ver cómo el emperador empujaba a ambas mujeres al suelo con un golpe y puso una cara triste y al mismo tiempo asustada.
—Después de aquel suceso mando a qué le cortaran la cabeza a la anciana por su "engaño"
»Años después se llegó la tan esperada boda del emperador. Se casaría con la hija de un comandante muy importante.
Al estar en el altar y quitarle el velo descubrió una cruda verdad: Aquella mujer tenía en su frente una cicatriz muy inolvidable.
El emperador supo que la hechizera había dicho la verdad.
Nunca más volvió a dudar del destino.
Al finalizar el lugar se había vuelto en la habitación donde antes estaban.
—¡Eso fue hermoso! —exclamó la menor—
—Es por eso pequeña, que nunca hay que dudar del destino, tampoco alterarlo o manipularlo —la abuela de la niña solo veía a su nieta—
—Es como una corriente de agua que viaja por el río, fluye de manera natural y constante llevándose lo que se encuentra haciéndolo parte de ella —el hombre tomo una taza que tenía ahí—. Si detienes el río, es como si tratarlas de cambiar el destino, detenerlo para hacer lo que quieres que pase.
Al decir eso hizo una pequeña ruptura en la taza.
—Cuando te des cuenta tratarás de arreglar tu error, puedes volver a pegar la taza e incluso ponerle un parche para que no se vea. Pero el daño seguirá ahí presente, es por eso que hay que dejar que las cosas fluyan solas como un río.
—Está bien abuelito —por un momento la niña miro las manos de sus abuelos—. Abuelitos, ustedes son almas gemelas ¿Verdad?
—Claro querida, ¿Por qué preguntas?
—Hay un hilo que conecta sus dedos, es rojo y se ve algo desgastado.
Al momento de decir eso ambos mayores miraron sus manos, no podían ver aquel hilo que su nieta les decía. Pero podían sentir que estaba ahí.
Ellos estaban sorprendidos de la capacidad de su pequeña niña, era alguien especial sin duda alguna.
Pero había algo que les inquietaba.
—Hija, Sayumi, ¿Tu puedes ver tu hilo? -su abuelo algo preocupado miro a la de ojos bicolor-
—Sí —respondió algo triste al ver su pequeña y delicada mano—. Pero está roto. Mi hilo está cortado.
Ambos se miraron asustados.
Eso no era una buena señal.
Su nieta estaba atrapada en una maldición que la arruaría para siempre.
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Actualidad
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Era una noche tranquila para una joven muchacha que miraba desde el techo de su casa las estrellas resplandecientes del cielo nocturno.
Alzando sus manos con las ansias de poder tocar solo uno de aquellos pequeños soles brillantes lejos de ella, mirando su mano izquierda con aquel hilo rojo cortado; suspira con enorme pesar y se acuesta para poder contemplar en absoluto y total silencio.
—¿No puedes dormir? —una chica rubia de coletas se acerca a la pelinegra que descansaba en el techo— ¿Otra vez?
—Haru, buenas noches a ti también —dice sin prestarle atención, viendo las estrellas—, ¿crees que las estrellas se sientan muy solas ahí arriba?
Aquella pregunta fue algo que dejó pensando a la otra chica, a veces su amiga podía hacer preguntas tan extrañas y fuera de lugar que ni ella misma se podría preguntar.
Siempre llenaba su mente con cosas nuevas y muy raras, aunque se suponía que ella era la rara del grupo.
—No lo sé, tal vez si, tal vez no —se sienta al lado de ella mientras se cubría más con su haori amarillo con estrellas bordadas—, nunca lo sabremos.
—Puede que estén muy tristes porque están lejos la una de la otra y no pueden darse el amor que necesitan —volvió a hablar con un pequeño aire nostálgico—. Solas.....en el enorme y frío espacio, como una persona en medio de una tormenta de nieve sin nadie que le ayude.
—Te estás poniendo sentimental jefa —ahora un muchacho se sentaba junto a las otras dos chicas—, ¿No puedes dormir? ¿Otra vez?
—Buenas noches a ti también Ryu —repitieron ambas chicas al unísono—
El chico soltó una pequeña risa.
—¿Cómo está el grupo?
—Todos están bien jefa, nadie salió lastimado en las últimas misiones éstas semanas
—Que bueno —volvió a ver el cielo—.
Después de aquella "conversación" otra chica más llega y grita desde abajo de la casa viendo al trío en el techo.
—¡Chicos!
—¿Que pasa Scarlet?
—Son los viejos pilares.....están muriendo.
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En un momento rápido los 4 jóvenes se encontraban en la habitación de una finca muy grande, en dónde dos ancianos estaban tratando se mantener sus últimos alientos para poder ver a sus "nietos"
Diez jóvenes con haoris diferentes se encontraban rodeando la cama de los antiguos y viejos pilares.
—Nosotros.....somos los últimos que quedan de......la antigua agrupación de demonios —el hombre mayor tomo palabra—, como se está llegando nuestra hora......necesitamos que ustedes continúen con nuestro trabajo
—Reunirse y seguir con el grupo Apocalipsis, el grupo de cazadores con más poder..... —hizo una pausa la mujer para poder tomar aire—. Que está por encima de los pilares
Todos estaban pasmados viendo a los mayores.
Nunca pensaron que aquel día llegaría. Es más, nunca pensaron en nada de eso.
—Abuelos, no estamos seguros de poder seguir con su legado —la chica de cabellos negros como la noche miraba algo triste a sus abuelos paternos—. No podremos llegar a ser como ustedes, nunca.
—¿Ustedes no creen? ¿O acaso eres tú la que no se siente lista para tomar el cargo?
—Ustedes saben bien que no puedo sentir abuelos, no me es imposible si ustedes no me ayudan
Los ancianos la veían con amor, le tomaron de las manos y la miraban fijamente para comenzar a hablar al mismo tiempo.
—Un día habrá alguien quien llene ese vacío en tu interior, ese alguien especial te amara mucho más de lo que pudieras imaginar —hicieron una pausa y prosiguieron—. Aquella persona hará que tu hilo se conecte al suyo y el destino los sellará para toda la eternidad
Esas palabras fueron más que suficientes para hacer que la muchacha comenzará a llorar, pero sin ninguna expresión en su rostro se podía ver, solo un vacío enorme lo llenaba.
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Afuera de la finca un hombre con un sombrero y unos ojos color rojo vivo observaba desde la distancia. Sonriendo como nunca.
—Yo los necesito muertos ahora. No puedo esperar más tiempo para que por fin pueda seguir sin preocupaciones —comenzó a hablar muy seriamente—, entren a esa finca y maten los ahora, los pilares del sol deben morir ya.....
—Si señor Kibutsuji —dos demonios desaparecieron del lugar y se adentraron en la finca, buscando la habitación de los ancianos para poder matarlos de una vez—
Mientras tanto, los diez jóvenes seguían atentos a cada palabra de sus maestros, salvadores y abuelos.
Algunos de ellos tenían en su mente la primera vez que los vieron, recordando cuando los salvaron de una muerte segura, cada vez que los instruían en el camino de los cazadores y les daban el amor de una verdadera familia.
Todos en su rostro reflejaban tristeza.
Hasta que entraron dos demonios que eran cubiertos de espinas.
—¡Hemos venido por esos malditos! —señalaron a los mayores y sonrieron macabramente—
Todos se pusieron alerta y tomaban debajo de sus haoris sus armas mientras cubrían protectora mente a sus abuelos.
—Ustedes no harán nada, morirán antes de intentarlo ¡Jajaja! —un chico de apariencia extraña y cabello rosa pastel atado en una coleta alta miraba a los demonios con una sonrisa tierna y a la vez terrorífica—
—Eso es lo que ustedes creen.
Al decir aquellas palabras desaparecieron del lugar poniendo más en alerta a los demás.
Miraban con detalla cada parte de la habitación protegiendo a los ancianos.
De la nada uno de ellos aparece frente a los pilares jóvenes y los asusta distrayendo los mientras que el otro aparecía colgado del techo viéndolos con un rostro enfadado.
—Mueran..... —tras decir aquello lanzaron unas espinas directo al corazón de los mayores que estaban postrados en la cama quitándoles la vida al instante—
—¡¡NOOOOOO!!
—¡Esto es una delicia! El señor Kibutsuji nos dará una recompensa por matar a esos malditos ancianos ¡Jajajajaja!
Estaban estupefactos, y una de ellos llena de ira tomo su katana nichirin y atacó a los dos demonios que estaban en la habitación.
—Respiración de estrella: quinta postura ¡¡ESTRELLAS FUGACES!!
Se acercó a una enorme velocidad dejando a su paso un camino lleno de estrellas y mucho brillo, al hacer su movimiento cientos de estrellas fugaces aparecieron junto con su katana.
Cortó la cabeza de los dos demonios al mismo tiempo haciendo que se desvanecieran al instante junto con las estrellas.
—Eso fue impresionante.....pero todavía les falta mucho por aprender —aquel "rey de los demonios" estaba de pie frente a ellos, mirándolos con una sonrisa burlona—
—Te mataré Kibutsuji, juro que te mataré —la chica de cabellos negros tomaba el mango de sus katanas y estaba a punto de atacar—
—Hazlo, no tienes el coraje.....ni los sentimientos para hacerlo ¡Jajajaja!
Cuando se lanzó para atacarlo Muzan había desaparecido del lugar, dejando a los jóvenes con los cuerpos fríos de sus amados y queridos abuelos.
La chica ardía de rabia sin siquiera saberlo, sus puños estaban cerrados y al aplicar tanta fuerza estos comenzaban a sangrar, sus ojos vacíos se llenaban de lágrimas y su cuerpo se llenaba de sudor.
—¡¡AHHHHHH!! ¡Te mataré! —soltó aquel grito desgarrador cayendo de rodillas al suelo—
Ahora sí lo había perdido todo, sus amados abuelos no pudieron tener una muerte natural ya que tuvieron que morir por culpa de ese demonio.
Podía ver cómo los hilos de sus abuelos se acercaban poco a poco, sus vidas estaban acabadas y aún así seguían unidos.
Su familia estaba desvanecida y se había quedado sola, ellos eran lo único que tenía, a quienes podía llamar familia.
Ahora solo podía mantener el legado de ellos, acabar con todos los demonios que existan.
Solo sus abuelos podían hacer que sintiera algo.
Nunca en su vida el vacío de su interior se había hecho más grande.
Su mano, su corazón y su hilo se apagaban más que nunca.
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Lejos de aquel lugar y las desgracias, tres cazadores se encontraban de camino a una montaña.
Cuando un chico de haori de cuadros y aretes de cartas hanafuda sustuvo su pecho con dolor mientras se arrodillaba en el suelo alertando a sus otros compañeros.
Un rubio se acerca al mayor con preocupación y miedo —T-Tanjiro ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes?
—Gompanchiro, ¿Qué te pasa debilucho?
—No lo sé, mi pecho comenzó a doler de la nada
—Debemos volver con la anciana para que te atiendan, no es buena señal Tanjiro, vamos
Entre el rubio y el chico cabeza de jabalí tomaron al chico de aretes hanafuda regresando a la antigua casa de dónde habían salido hace varios días. Teniendo cuidado ya que era de noche, casi por llegar el amanecer.
Su amigo se había puesto raro sin razón.
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Mientras tanto lejos de aquel lugar, los jóvenes cazadores llevaban a sus abuelos al lugar donde sería su entierro, era algo desgarrador verlos morir y haber podido hacer nada.
Todos se sentía vacíos y culpables ante todo.
Ya habiendo sepultado a los ancianos debajo de un árbol de cerezo detrás en el patio de la finca, el sol comenzaba a salir dando inicio a un nuevo día. Un amargo despertar para todos en aquel lugar.
Mostrando un significado inolvidable.
Ellos como pilares del sol, salen día a día para cuidar a sus amados nietos desde la lejana distancia, siempre presentes en el cielo azul mostrando con cada rayo el calor de su amor hacia aquellos que fueron su familia.
—Juro que los voy a vengar, Muzan Kibutsuji pagara por sus crímenes.
Una chica de cabellos negros y largos de ojos bicolor tomaba con fuerza los mangos de sus katanas.
Ardiendo en ira sin saberlo, llorando sin sentirlo y rompiéndose más sin notarlo.
Cobraría venganza de aquel que le arrebato todo desde niña.
Y nadie, absolutamente nadie la detendría......
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¡¡𝓢𝓪𝓷𝔂𝓐𝓲𝓼𝓱𝓲 𝓯𝓾𝓮𝓻𝓪!!
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