CAPÍTULO 6
En las Sombras
El cristal crujió suavemente bajo las manos de Tn mientras abría la ventana del segundo piso con meticuloso cuidado. Sus movimientos eran calculados, precisos, como los de un bailarín ejecutando una coreografía mortal. La luz mortecina del atardecer se filtraba por los pasillos, creando sombras que parecían cobrar vida con cada parpadeo de los fluorescentes dañados.
Tn: Déjame revisar primero.
Se deslizó al interior con la agilidad de un atleta, sus pies apenas haciendo ruido al tocar el suelo. El pasillo estaba decorado con el caos típico de una evacuación desesperada: papeles esparcidos, mochilas abandonadas, y manchas oscuras que prefirió no analizar demasiado.
Extendió sus brazos hacia Nam-ra, quien esperaba en el borde de la ventana. Sus pequeñas manos encontraron las suyas, y por un momento, Tn notó lo delicada que se sentía entre sus dedos, como una muñeca de porcelana en medio de una zona de guerra.
Tn: Te tengo. Confía en mí.
La ayudó a entrar, sosteniéndola por la cintura mientras ella descendía. Nam-ra se aferró a sus hombros, su cuerpo menudo presionado contra el torso de Tn por un breve instante. El contraste entre su figura protectora y la fragilidad de ella era notable.
Nam-ra: (susurrando) ¿Ahora qué?
Su voz era apenas audible, pero la preocupación en ella era palpable. Sus ojos, usualmente seguros y distantes, ahora mostraban una vulnerabilidad que hacía que algo dentro de Tn se retorciera con el deseo de protegerla.
Tn mantuvo una mano en su espalda mientras escaneaba el pasillo. Al final del corredor, las sombras se movían de forma antinatural, acompañadas por sonidos grotescos de gruñidos y arrastre.
Tn: La dirección. Necesitamos llegar a un teléfono antes de que las líneas caigan. He visto suficientes películas de zombies para saber que la comunicación es lo primero que se pierde.
Nam-ra: ¿Y afuera?
Tn: Es un campo de batalla. Los militares están tratando de contener la situación en las calles principales, pero...
Se detuvo, recordando las escenas que había visto desde el techo. Autos volcados, gente corriendo, el caos extendiéndose como un incendio fuera de control.
Nam-ra se acercó más a él instintivamente, su uniforme rozando el de Tn. Era extraño verla así, vulnerable, cuando siempre había sido la chica inalcanzable del asiento de atrás, la que parecía existir en su propio mundo.
Tn: Hey.
Su mano encontró la de ella, apretándola suavemente.
Tn: No voy a dejar que nada te pase. ¿De acuerdo?
Nam-ra lo miró, sus ojos encontrándose en la penumbra del pasillo.
Nam-ra: ¿Por qué? ¿Por qué te preocupas tanto?
Tn: Porque alguien tiene que hacerlo. Y porque...
Un ruido metálico interrumpió su respuesta. Ambos se tensaron, y Tn instintivamente movió a Nam-ra detrás de él, su cuerpo actuando como escudo entre ella y cualquier amenaza potencial.
Nam-ra: (susurrando) La dirección está en el otro extremo del pasillo.
Tn: Tendremos que movernos en silencio. Mantente cerca de mí.
Nam-ra: Siempre eres así, ¿verdad?
Tn: ¿Así cómo?
Nam-ra: Protector. Incluso con alguien que apenas conoces.
Tn le dirigió una media sonrisa, el tipo de sonrisa que hacía que las chicas suspiraran en los pasillos, aunque ahora tenía un toque de gravedad que la hacía más genuina.
Tn: Solo con las personas que valen la pena proteger.
Comenzaron a moverse por el pasillo, Tn guiando el camino mientras mantenía a Nam-ra cerca. Cada paso era calculado, cada movimiento medido. Las sombras danzaban a su alrededor, y el silencio solo era interrumpido por sonidos distantes de caos y destrucción.
Nam-ra: Tn...
Tn: ¿Sí?
Nam-ra: Si no salimos de esta...
Tn: Vamos a salir. Y cuando lo hagamos, me vas a deber esa historia sobre por qué comes sola en la azotea.
Nam-ra: ¿Cómo puedes pensar en eso ahora?
Tn: Porque pensar en el después es lo único que nos mantiene humanos en el ahora.
El eco de sus pasos resonaba por el pasillo mientras corrían, la respiración agitada de Nam-ra mezclándose con los gruñidos cada vez más cercanos de los infectados.
Tn: ¡Más rápido!
Nam-ra: ¡Están por todas partes!
El sudor corría por la frente de Tn mientras giraba en una esquina, su mano firmemente entrelazada con la de Nam-ra. El pasillo que llevaba a la dirección parecía estirarse infinitamente frente a ellos, una burla del destino en forma de linóleo manchado de sangre y fluorescentes parpadeantes.
Un zombie emergió de un salón, sus mandíbulas chasqueando hacia el brazo de Nam-ra. Tn la jaló hacia él con fuerza, girando para usar su propio cuerpo como escudo. El infectado golpeó contra la pared, pero ya otros se unían a la cacería.
Nam-ra: ¡Tn, por la derecha!
Más infectados aparecieron por el otro extremo del pasillo, cortando su ruta de escape. El sonido de docenas de pies arrastrándose y gruñidos hambrientos llenaba el aire. Estaban siendo rodeados.
Tn: ¡Mierda, mierda, mierda!
Nam-ra se presionó contra su espalda, sus dedos aferrándose a su camisa con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos. Tn podía sentir el temblor de su cuerpo, el miedo que emanaba en oleadas.
Tn: Nam-ra, si no salimos de esta...
Nam-ra: No. No te atrevas a despedirte.
Los zombies se acercaban desde ambas direcciones, una marea de muerte viviente que amenazaba con engullirlos. Tn giró, envolviendo a Nam-ra en sus brazos, determinado a protegerla hasta el último momento.
El tiempo pareció ralentizarse. Podían ver cada detalle horripilante de los infectados: la sangre seca en sus uniformes, los ojos inyectados en sangre, los dientes manchados de rojo, las venas negras pulsando bajo la piel gris.
Nam-ra enterró su rostro en el pecho de Tn, sus manos aferrándose a él como si fuera su último ancla a la realidad. El corazón de Tn latía tan fuerte que estaba seguro que ella podía escucharlo.
Y entonces...
¡SLAM!
La puerta a su izquierda se abrió de golpe. Una mano los agarró con fuerza sobrehumana, jalándolos hacia el interior del salón.
Profesora Park: ¡Rápido!
Tn y Nam-ra cayeron al suelo del aula mientras varios estudiantes empujaban contra la puerta, cerrándola justo cuando los primeros zombies se estrellaban contra ella. El sonido de cuerpos golpeando la madera resonó por todo el salón.
Profesora Park: ¡Aseguren esa puerta! ¡Usen los escritorios!
Tn se incorporó rápidamente, ayudando a Nam-ra a levantarse. Sus piernas temblaban por la adrenalina, y su respiración era entrecortada.
Profesora Park: Por poco no lo logran.
La profesora Park los miraba con una mezcla de alivio y preocupación maternal, sus normalmente impecables ropas ahora manchadas y desarregladas.
Los golpes contra la puerta continuaban, un recordatorio constante de la muerte que los esperaba afuera. Los estudiantes apilaban escritorios y sillas contra la entrada, trabajando con la desesperación de quienes saben que su vida depende de ello.
Nam-ra no había soltado la mano de Tn, sus dedos entrelazados como si temiera que al separarse, todo se desvanecería.
Tn: Gracias, profesora. Un segundo más y...
Profesora Park: No pienses en eso. Están a salvo ahora.
Una risa amarga escapó de los labios de Tn.
Tn: ¿A salvo? Estamos atrapados en un salón de clases con zombies golpeando la puerta.
Nam-ra finalmente encontró su voz.
Nam-ra: Intentábamos llegar a la dirección. Los teléfonos...
Profesora Park: Las líneas están muertas. Lo intentamos hace una hora.
El silencio que siguió fue ensordecedor, roto solo por los constantes golpes en la puerta y los ocasionales sollozos de algunos estudiantes en las esquinas del salón.
Tn observó el aula. Había tal vez quince estudiantes, todos con diferentes grados de shock y terror en sus rostros. Algunos tenían sangre en sus uniformes, otros mostraban rasguños y heridas menores. Todos compartían la misma mirada de personas que han visto demasiado en muy poco tiempo.
Nam-ra: ¿Qué vamos a hacer ahora?
La pregunta quedó suspendida en el aire, pesada como plomo. Tn apretó su mano, tratando de transmitir una seguridad que no sentía.
Profesora Park: Por ahora, respirar. Pensar. Y rezar para que alguien venga por nosotros.
Un golpe particularmente fuerte hizo temblar la puerta, causando que varios estudiantes saltaran.
Tn miró a Nam-ra, notando cómo se había movido inconscientemente más cerca de él. En sus ojos vio el mismo miedo que sentía él, pero también algo más: una determinación feroz por sobrevivir.
Tn: (susurrando) Hey, Nam-ra.
Nam-ra: ¿Sí?
Tn: Todavía me debes esa historia.
Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, tan breve como un parpadeo, pero real.
Nam-ra: Sobrevive, y te la contaré.
Nam-ra sintió el momento exacto en que la burbuja se rompió. Como un cristal quebrándose en cámara lenta, vio a On-jo atravesar el salón y lanzarse a los brazos de Tn, sus pequeñas manos aferrándose a su camisa manchada.
On-jo: ¡Tn! ¡Estaba tan preocupada!
Los dedos de Nam-ra se deslizaron lentamente fuera del agarre de Tn, retrocediendo un paso mientras observaba la escena. La familiaridad con la que On-jo se presionaba contra él, las lágrimas de alivio en sus ojos, todo hablaba de una cercanía que Nam-ra nunca había experimentado.
Tn: Hey, On-jo, estoy bien. Se necesita más que unos zombies para acabar conmigo.
Su-hyeok se acercó, una sonrisa cansada pero genuina en su rostro.
Su-hyeok: Vaya, vaya, miren quién decidió no morir hoy. Ya estaba pensando en heredar tu asiento en clase de matemáticas.
Tn: En tus sueños, idiota. Necesitas más que un apocalipsis zombie para librarte de mí.
Chung-san se unió al grupo, su uniforme manchado de sangre pero su espíritu intacto.
Chung-san: Pensamos que te habían atrapado cuando te vimos saltar del techo.
Tn: ¿Bromeas? Ese fue uno de mis movimientos más elegantes.
On-jo finalmente lo soltó, pero se mantuvo cerca, como si temiera que desapareciera si se alejaba demasiado. Nam-ra observó la dinámica del grupo desde su posición ligeramente apartada, notando cómo encajaban naturalmente entre sí, años de amistad evidentes en cada gesto y palabra.
Desde el fondo del salón, Na-yeon observaba la escena con una mezcla de emociones en su rostro. Sus ojos seguían cada movimiento de Tn, la forma en que su camisa se ajustaba a sus hombros anchos, cómo su cabello despeinado caía sobre su frente. Pero sus labios se curvaban en una mueca cuando veía a On-jo tan cerca de él.
Su-hyeok: Entonces, ¿qué se siente ser el héroe extranjero del día?
Tn: Pregúntale a Nam-ra, ella...
Se giró, buscándola, y por un momento sus ojos se encontraron. Nam-ra permanecía en las sombras, sus brazos cruzados sobre su pecho como una barrera invisible.
Tn: Nam-ra, ven aquí.
On-jo: ¿Nam-ra? ¿Estabas con ella?
Había algo en su tono, una mezcla de sorpresa y algo más que Nam-ra no pudo identificar. Na-yeon, desde su rincón, se enderezó visiblemente, su atención ahora completamente enfocada en la interacción.
Tn extendió su mano hacia Nam-ra, ignorando la tensión sutil que había caído sobre el grupo.
Tn: Sin ella no habría sobrevivido ahí afuera.
Nam-ra dudó, sus ojos moviéndose entre la mano extendida de Tn y el grupo que lo rodeaba. On-jo todavía estaba demasiado cerca de él, su hombro rozando el brazo de Tn.
Su-hyeok: ¿Nam-ra? ¿La chica que nunca habla con nadie?
Chung-san: Debe ser el fin del mundo si Nam-ra está socializando.
Tn les lanzó una mirada de advertencia.
Tn: Hey, sin ella no estaría aquí. Me salvó la vida más de una vez.
Na-yeon finalmente se acercó, su presencia agregando otra capa de tensión al momento.
Na-yeon: Vaya, el héroe extranjero necesitando ayuda. Qué sorpresa.
Su tono era dulce, pero había un filo en sus palabras. Sus ojos se movieron deliberadamente hacia Nam-ra, evaluándola.
Tn: Nam-ra.
Su voz era suave pero firme, ignorando el comentario de Na-yeon. Su mano seguía extendida, un puente entre el mundo solitario de Nam-ra y el círculo de amigos que lo rodeaba.
Nam-ra dio un paso adelante, luego otro. La mano de Tn encontró la suya, y la jaló suavemente hacia el grupo. El calor de sus dedos era el mismo que minutos antes, cuando pensaban que iban a morir en el pasillo.
Tn: Somos un equipo ahora, ¿recuerdas?
On-jo se movió ligeramente, creando espacio entre ella y Tn, sus ojos estudiando la forma en que sus manos seguían conectadas. Na-yeon tosió suavemente, un sonido que parecía más un comentario que una necesidad física.
Nam-ra: Un equipo.
Las palabras sonaban extrañas en sus labios, como un idioma que apenas estaba aprendiendo. Pero la forma en que Tn la miraba, como si realmente perteneciera allí, hacía que algo en su pecho se aflojara.
Su-hyeok: Bueno, mientras más seamos, mejor, ¿no?
Chung-san: Siempre y cuando no nos mate mientras dormimos.
Tn: Hey, suficiente.
Su tono no dejaba lugar a discusión. Nam-ra sintió cómo su agarre se apretaba ligeramente, protector.
On-jo: Tn tiene razón. Necesitamos permanecer unidos.
Na-yeon: Oh, por supuesto que Tn tiene razón. Tn siempre tiene razón, ¿no, On-jo?
La tensión en el aire era casi tangible. Nam-ra observó las dinámicas desplegándose frente a ella: la preocupación de On-jo, la atracción apenas disimulada de Na-yeon, la lealtad de los chicos hacia Tn, y en medio de todo, la mano de Tn que se negaba a soltar la suya.
CONTINUARÁ.
Na-Yeon
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