Capítulo XII: I love you 3000 (*)

LIZ MORTENSON

Tenía las muñecas moradas, me tuvieron que poner un calmante para que dejara de gritar y como no podían agarrarme y termine rasguñando a dos enfermeros y pateado varias cosas, me tuvieron que amarrar, pero tire tanto del torniquete que me lastime las muñecas inconscientemente

Y no solo era eso, cuando me doparon, empecé a ver muchas cosas, monstruos que parecían sacados de una película de ciencia ficción, pero era pesadillas reales

—Hija...— la voz de mi mamá fue lo primero que se escuchó desde que el auto se encendió para irnos a casa— ¿segura que no quieres helado? — Pregunto señalando su helado a través del espejo del auto

—No...— me limite a responder

Era raro que yo rechazará comida, y mucho más helado

—¿Por qué gritaste tanto? — me pregunto papá mirándome a través del espejo retrovisor— ¿Qué fue lo que viste?

—Tuve una visión— murmure aun con mi puño pegado a mi boca— era en el vacío, pero era diferente, cuando entraba al tanque nunca veía nada, pero ahora sí, había algo, o alguien, era alto, tenía dientes y gruñía solo esperando para atacarme 

—Aquí ya no te puede hacer nada, hermanita— dijo Aarón y me abrazó

—No le tengo miedo a lo que me encontraba en el vacío, porque nunca vi nada— les dije a ambos— le tengo miedo a los vivos, a papá...— lo último lo dije en susurro

—¡El doctor Brenner y todos los que te lastimaron están muertos, Liz!— grito mi mamá— ¿crees que hubiéramos aceptado volver a Hawkins si supiéramos que corres algún peligro? ¿Crees que nos hubiéramos arriesgado a que te vuelvan a encontrar?

—Es que tengo una sensación muy bizarra— me lleve la mano al pecho— siento...siento que algo me está respirando en la nuca, que está esperando que me duerma solo para atacarme... y que está mucho más cerca de lo que creemos

—Liz, estas dopada aun— me recordó mi mamá— tranquila, debe ser algún efecto secundario del calmante. Llegando a la casa te duermes para que te sientas mejor

Ojalá esta sensación que tenia se arreglara con un sueño de cinco horas, de verdad esperaba que así fuera

(...)

Me pase las manos por la cara mientras parpadeaba buscando claridad, pero más bien me encontré la oscuridad de la noche, vi el reloj de mi mesita de noche y solté un bufido cuando me di cuenta que eran las nueve de la noche y que en efecto pase más de cinco horas durmiendo

Mire con una mueca las marcas en mi muñeca que ya se pusieron moradas y hasta cierto punto combinaban con mi tatuaje de mi número, carajo, ahora de verdad tendría que cubrirlo con más cuidado si no quería que alguien lo viera o una de dos, llamarán a protección infantil, o al área 51

—Liz, soy yo— alguien toco mi puerta, reconocí la voz de Aarón— ¿puedo pasar?

—Si— me senté en la cama estirando mis brazos por encima de mi cabeza estirándome de lo acalambradas que sentía mis extremidades

—Oye, me cuen— volteé a ver a Aarón al ver como su frase quedo a la mitad, se iba a caer por un banquito que tenía frente a mi cama con el que se tropezó, como si fuera un reflejo levanté ambas manos al aire delante de él. Dio un pequeño salto y se enderezó volviendo a recuperar el equilibrio

—¿Estás bien?— pregunte preocupada y confundida a la vez mientras miraba mis manos

—Sí, ¿pero cómo hiciste eso?— pregunto viéndome algo confundido— ¿fue de tu cosa de las manos? Pensé que solo podrías hacerme decir que soy feo y una liendre

—No lo sé— dije viendo mis manos con una mueca, moví la cabeza ligeramente restándole importancia— ¿Qué pasó?— pregunte volviendo mi atención a mi hermano

—¿Me lees un cuento para dormir?— pregunto aleteando las pestañas. Rodé los ojos fingiendo molestia mientras que me quitaba la sabana de encima levantándome de mi cama empezando a caminar hacía la habitación de él

Su cuarto a diferencia del mío estaba pintado de azul, su cama tenia forma de carro y tenía juguetes que él nunca recogía, tirados por todo el suelo, casi me caí con una figurilla de Wolverine, lo ayude a entrar a su cama arropándolo bien con las sabanas mientras le desordenaba el cabello

—Ya estás listo para dormir— dije sonriendo mientras que me arrodillaba en el suelo al lado de la cabecera de su cama

—¿Y mi cuento?— pregunto cruzado de brazos. Suspiré y me acomodé para contarle su cuento.

—Había una oruga, se durmió, fin- le acaricié la cabeza a mi hermano y le di un beso en la frente

—Ese cuento no me gusta para nada— dijo arrugando la nariz

—Porque no es tu cuento favorito— reí un poco— te amo mil— sonreí y le di un otro beso en la frente

Yo te amo tres millones— dijo recargando su barbilla con sus manos

—Wow— sonreí mientras me levantaba— ¿Tres millones? Eso es una locura, ahora duérmete o venderé tus juguetes— dije riendo

Salí de la habitación cerrando la puerta mientras que oía una última risita de su parte, me volví a estirar mientras veía las escaleras, lo pensé un par de segundos y termine bajándolas ya que mi estómago empezó a gruñir en señal de hambre, y estúpidamente no quise comer sushi, y por supuesto dudo mucho que mi papá se hayan apiadado de mi alma con anemia y me hayan dejado algo

Cuando baje vi a mamá y papá sentados en el sillón abrazados, la imagen me hizo hacer una mueca de ternura, de verdad que no importaban los años, nunca dejaban detener muestras de afecto, estaban viendo la repetición de Los Ángeles de Charlie.

—No es por presumir, pero a mí me ama tres millones— dije viendo a mis papás— su amor por ustedes iba apenas desde los mil— dije tocándome el pecho

Ambos soltaron una carcajada negando ligeramente ante mis palabras, se hicieron a un lado dejándome espacio en el sillón, por lo que me deje caer en un lado de este a un lado de mi mamá

—¿Cómo te sientes?— pregunto mi mamá mientras que me acomodaba el cabello sobre los hombros queriendo hacerme una trenza, aunque se rindió a los segundos y soltó de este

—Un poco mejor— respondí haciendo una mueca— tengo hambre— empecé a sobar mi estómago y a aletear las pestañas esperando lograr algo

—Son las 10 de la noche— mamá jalo ligeramente de mi cabello sacándome un pequeño quejido— te dije si querías comer en la tarde y no quisiste, yo no me levantaré, ve que encuentras en el refrigerador

—Y luego te quejas de que tengo anemia, si me tienen que trasfundir sangre, será tú culpa— le saque la lengua mientras que corría a la cocina cuando vi como alzo su zapato con intenciones de lanzármelo

La cocina estaba casi vacía, a excepción de un plato cubierto en la mesa, cuando quite la tapa que lo cubría, mis ojos se iluminaron al notar un sándwich, el sonido de mi estómago me indico que lo tomará, sin embargo antes de llevármelo a la boca para morderlo, mi papá apareció quitándomelo y alzándolo, y como era mucho más alto que yo, obviamente quedo fuera de mi alcance

—Era y sigue siendo mío— dijo y mordió el sandwich

—¿Y qué voy a comer yo?— pregunte entrecerrando los ojos y con la boca abierta completamente ofendida

—No sé— papá le dio otra mordida al sándwich— tu no quisiste sushi en la tarde

—¡¿Tampoco me guardaste sushi?! — no me respondió, solo se fue a la sala

Como no había nada que pudiera hacerme sin que requiriera prender la estufa o el microondas, los cuales yo aún no sabía usar muy bien, me dirigí al congelador rogando en mis adentros encontrar algo, solté un suspiro cuando vi mi helado de fresas con crema ahí, parecía que acaba de encontrar oro.

Una cuchara, un bote de helado de fresas con crema y un maratón de Los Ángeles de Charlie

¿Qué podría salir mal?

Me fui a la televisión con mi helado y cuchará en cada mano, por fortuna empezó otro capítulo, pero no era tonta, mi mamá se quedó viendo más tiempo del necesario mi bote de helado, por lo cual no me acercaría, así que me senté en el sillón individual alejada de ella

Pero no le importó eso, ya que de todos modos se acercó mirando la cuchara en mi mano

Mi mamá se iba a acercar a quitarme el helado pero le gruñí como un gato y se alejó.

Cuando el helado y la serie termino, hice una mueca al notar que eran más de las 12, por obvias razones no tenía nada de sueño, mis papás se levantaron del sillón murmurando también que tenían trabajo y que se irían a dormir

—Quiero mostrarles algo— nos detuve antes de que desaparecieran por las escaleras. Ambos me miraron confundidos

—¿Qué es?— dijo mamá viéndome con el ceño fruncido

Levanté ambas manos, una la dejé apuntando el florero de la mesa de centro, la otra mano estaba arriba y la movía al mismo tiempo que el florero estaba flotando.

Baje la mano lentamente al mismo tiempo que el florero bajaba, hasta que tocó la mesa.

—Ahora...—ambos me miraban con los ojos abiertos— ¿esto no venía en el instructivo de nacimiento, o si?— sentí como la sangre empezaba a salir de mi nariz...

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-Ellis

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