ooi. earth
❛ me hace tener un largo sueño, esta habitación es como un pequeño cielo. ❜
en el principio . . . antes de las seis singularidades y el amanecer de la creación, llegaron los celestiales. arishem, en primer celestial, creó el primer sol y trajo luz al universo. la vida comenzó y prosperó, todo estaba en equilibrio.
hasta que una especie antinatural de depredadores surgió del espacio profundo para alimentarse de la vida inteligente -eran conocidos como desviantes. el universo se sumió en el caos.
para restaurar el orden natural, arishem envió a los eternos -héroes inmortales del planeta olimpia - para eliminar a los desviantes. los eternos tenían una fe inquebrantable en arishem hasta que una misión, liderada por la suprema eterna, ajak, lo cambió todo.
la nave transitaba con un paso firme por el espacio, dentro de ella, once de los mejores eternos provenientes de olimpia se encontraban sentados en espacios que les eran corresponididos, con los ojos cerrados, casi en un éxtasis parecido al adormecimiento. de la figura principal de arishem en la nave, brotó una esfera dorada de energía que encontró su camino hasta el pecho de ajak, incrustándose ahí y despertándola.
— es hora de empezar. — todos los eternos se levantaron de sus lugares, caminando hasta cada pared correspondiente. bloom recordaba vagamente su misión, proteger a seres llamados humanos de la invasión de los malvados desviantes; esta idea parecía estar grabada con fuerza en su cabeza.
continuando con su caminó, se implantó en el lugar que era suyo, junto a un hombre de cabello oscuro y una niña de cabellos anaranjados, rojizos, como el sol. cada uno fue de inmediato recubierto de energía cósmica que materializaba sus armaduras, los trajes de trabajo. esa oleada de luz dejó de recorrerla, obligándola a observar su nueva prenda.
blanca, totalmente blanca con destellos dorados, sus líneas vitales marcadas en ese llamativo color por encima de su cobertura. respiró profundamente, analizando a sus compañeros, cada uno a su manera. tomó de nuevo asiento en la piedra tallada, centrando sus pensamientos pues ese vacío que sentía en el pecho se volvía incontrolable.
— hola. — la profunda voz de alguien a su lado hizo que se removiera, incómoda. — ¿acaso no hablas?, ¿quién te ha comido la lengua, florecita?. — lo último dicho con un deje de sarcasmo aterrador.
— déjame en paz. — musitó dándole la espalda a la primera persona con la que entablaba una conversación rumbo a la tierra.
— vamos, dulce florecita. — el descontento en bloom crecía a pasos agigantados.
— mi nombre es bloom. si vas a tratar de hablarme, usa mi nombre. — ajak atascó una risa en su interior, pues para ese aspecto delicado, bloom era mucho más que eso.
— pues bien, bloom, yo soy druig y es muy bueno que no me ignores ahora. — él le extendió una mano y le regaló una sonrisita de medio lado. bloom lo dudó unos intantes, después de todo no era malo relacionarse con quienes serían sus compañeros de aventuras.
bloom regresó el gesto, el chico acertó a envolver toda su pequeña mano entre la suya, causándoles un cosquilleo en las yemas de los dedos abrasador. una diminuta estela brillante salió de ambas manos, y para sorpresa de todos que se encontraban un poco menos tensos, el cabello de la chica cambió notoriamente de tono, de ser rubio amarillento a plateado, coloreandóle más abajo de la mitad de las hebras, que permanecieron rubias.
— qué . . . interesante. — soltó druig con atención al nuevo cambio de esa chica que captó su atención de inmediato. ella le sonrió.
no pudo dejar de pensar que era una sonrisa muy bonita.
mesopotamia, 5.000 a.c.
makkari, thena, ikaris, kingo y gilgamesh luchaban arduamente con sus habilidades en contra de los desviantes que habían atacado ese asentamiento de personas, preservando la vida de los presentes allí y librando una batalla que los humanos no habían visto jamás. makkari y kingo habían acabado con el primero que permanecía en tierra, mientras que thena y gilgamesh no tardaron demasiado en darle muerte al segundo.
mientras tanto, ikaris se disputaba con fuerza frente al desviante que revoloteaba alrededor del cielo y habiendo tomado ventaja sobre él, le dio el golpe final que arrojó la criatura a las profundidades del río.
a continuación, los habitantes de es aldea vieron materializarse una nave con forma de triángulo negra que surcaba el firmamento, de ella, descendieron otras seis personas enfundadas en ropajes completos y brillantes que parecían flotar. los aldeanos se acercaron a la orilla del risco con sus lanzas enfundadas alrededor de sus manos, listos para atacar.
en esee momento, los ojos de druig, quien estaba a la izquierda de ajak, se iluminaron de un amarillo incandescente y a continuación, los de los aldeanos también. ellos soltaron sus armas ante el brazo alzado del eterno y él miró a su compañera rubia y de mejillas sonrojadas.
bloom asintió, poniéndose una mano sobre el pecho y permitiendo que sus ojos avellana se colorearan de un tono verde oliva, desprendiendo sobre los demás una sensación de paz y calma abrumadora que le hizo sentir a los habitantes de aquel lugar que ellos no iban a hacerles daño. luego, se giró a ver a ikaris, quien presentaba un corte en su hombro. ajak, la suprema eterna, paso una mano sobre la incisión y esta estuvo curada.
— gracias, ajak. — la muejr asintió.
las personas incitaron con gestos al mismo chico que fue salvado de los desviantes al inicio del ataque a acercarse, mientras que ajak miraba a sersi y a bloom con seriedad, volviendo a asentirles a ambas como manera de aprobar sus acciones.
sersi recogió una pequeña daga del suelo y convirtió el material raído y viejo en una daga brillante con una perfecta empuñadura azul, acercándosela al chico con un gesto de cabeza. por su parte, bloom, permaneció a un lado de sersi y cuando el chico la miró, ella le sonrió cálidamente, deshaciendo del alma del chico el dolor por la pérdida de su padre minutos atrás.
el pequeño tomó la daga y desde ese momento, la historia de la humanidad entralazada directamente con los eternos, empezó a escribirse.
nápoles, italia; actualidad.
bloom suspiró por décima vez esa mañana, estirándose sobre la cómoda silla de su pequeño consultorio. había empezado con una jornada movida y ya ansiaba la tercera taza de café en ese lapso de tiempo. miró por la ventana del lugar y sonrió al sentir la tibia luz del sol colarse entre las persianas y calentarle poco a poco la piel expuesta a través de su blusa.
— bloom, llegó el joven russo para su terapia de las nueve. — la rubia le sonrió a seth, su recepcionista y asistente.
— dile que pase, sethie. — el ojiverde asintió devolviéndole la sonrisa.
— cuando él se vaya, te traeré otra taza de café. te hace falta. — y con esa burla, cerró la puerta del lugar.
bloom había conocido a seth seis años atrás mientras intentaba amoblar el espacio de lo que se convirtió más adelante en su consultorio psicológico privado. tras la separación de los eternos y su pérdida de contacto con la mayoría, ella se decidió a seguir el curso de evolución de los humanos sin intervenir con sus habilidades. aún así, descubrió con los años que no era una tarea muy compleja, pues, negándose a utilizar sus poderes sobre los humanos, logró encontrar la manera de ayudarlos.
así, se convirtió en la primera estudiante de psicología en estados unidos, se graduó con honores y fue, poco a poco, moviendo su identidad y residencia para que no fuera nada sospechoso. ella era feliz, su profesión la hacía feliz y ver cómo cada uno de sus pacientes avanzaba a su ritmo y superaba esos obstáculos tan tormentosos que no les permitían crecer, le resultaba algo incluso eufórico.
amaba a los humanos, y sabía que aquellos humanos que la conocían también la amaban. como sus pacientes, como seth, como la señora vendramin de su torre de apartamentos.
pero una vez, bloom también fue amada por un eterno.
volvió a suspirar, despejando sus pensamientos y poniendo su mejor sonrisa cuando vio a emiliano russo atravesar la puerta de madera.
— qué bueno verte, emi. cuéntame, ¿de qué quieres que hablemos hoy?. —
babilonia, 575 a.C
— phastos, ¿fuiste a la fiesta de anoche como te ordené?. — preguntó ajak al eterno que estaba inventando e ideando nuevas cosas a través de su poder.
— sí. — respondió con obviedad. — sí, la fiesta. —
— trabajó toda la noche. — delató druig sentado sobre un borde comiendo.
— nadie te preguntó. — el chico se rió.
— búscate una vida. — reprendió ajak. — ¿y dónde están sersi y bloom?. —
— otra vez tarde. — habló sprite jugueteando con unas reliquias doradas.
— perdón, pero tengo que mostrarte esto. — y mientras ajak le hablaba a phastos sobre que el motor todavía no era un artefacto para los humanos puesto que no era la hora y les faltaba mucho para evolucionar, una sersi apurada con bloom detrás que trataba de recoger su cabello que le caía por el rostro, apareció.
— sersi y bloom llegaron. —
— ¿de qué nos perdimos?. — habló la castaña por las dos. bloom casi inconscientemente se movió por el lugar buscando la compañía de druig, quien la recibió con una sonrisa imperceptible.
— ¿problemas con ese dorado cabello que tienes?. — le preguntó con un tono burlón. ella bufó, señalándolo.
— no he podido atarlo. — esto pareció motivar a druig, pues tomó la tira de tela blanca que tenía la chicas entre sus manos y con una delicadeza sublime, separó los mechones de bloom en tres secciones y trenzó los mismos con habilidad, atando el peinado con un moño en el final.
suavemente, pasó la trenza por encima de uno de sus hombros y le dio una palmadita en la cabeza.
— ya está, florecita. — ella negó sonrojada.
— gracias, tonto. —
— no se perdieron de mucho, solo los gritos de mi más profunda decepción. —
— estoy segura de que tienes algo más simple. — instó ajak viéndolo condescendiente.
y phastos les presentó el arado, una herramienta muy útil teniendo en cuenta el momento por el que la humanidad atravesaba.
— ¿y qué harás esta noche?. — druig volvió a preguntar a bloom, recostándose sobre una mesa de piedra y mirándola atentamente.
— creo que iré a ver el show de sprite, cuenta historias maravillosas. — él soltó una risita.
— te impresionas mucho con eso como para ser una eterna. — bloom rodó los ojos, tomando una fruta de la mesa y dedicándole una mirada intensa a druig a su lado.
— soy una eterna, pero los humanos son maravillosos. — y dicho esto, salió por el arco de la nave.
más tarde, en la noche, bloom veía encantada y casi que hipnotizada las brillantes ilusiones que dirigidas por las manos de sprite, acompañaban las narraciones que salían al mismo tiempo de sus labios. bloom caminaba por el lugar, sonriendo a quienes le sonreían y haciéndo brotar de sus manos flores para los niños.
— ¡makkari!. — la saludó sonriendo. la velocista se mostró emocionada, enseñándole unos objetos que llevaba entre los brazos. — ah, ¿son artefactos para canje?, buscas la tabla esmeralda que me contaste antes, ¿verdad?. — ella asintió. — entonces déjame acompañarte a canjearlo, quiero ver esa tabla. — la morena la tomó por su pequeña cintura y avanzó con una velocidad descomunal hacia una mesa con varios hombres sentados alrededor de ella bebiendo y con un druig entre ellos.
intencionalmente, makkari se movió y empujó a bloom con la cadera, haciendo que cayera sentada justamente en el banco junto a druig.
— mi preciosa, preciosa bloom. llegas tarde. — le habló a la rubia llevándose más comida a su boca. — tú también. — hizo una seña a makkari.
— necesitaba suficientes artefactos para hacer un buen canje. — se comunicó con señas, explicándole a druig. — le hablé a bloom de eso. — ella sonrió. sin embargo, esa sonrisa se deshizo cuando makkari puso los artefactos valiosos sobre la mesa y un hombre le susurró al otro que le mintiera a la eterna.
bloom arrugó la nariz de disgusto.
— qué hombres más malos. — susurró a druig que estaba embelesado viendo su expresión de descontento. y cuando uno de los hombres quiso tomar una de las cosas, makkari se volvió con velocidad, atrapándolo.
— puedo sentir las vibraciones. hasta el movimiento más pequeño, eso incluye sus voces cuando hablan. ¿me hicieron perder el tiempo?. — comunicó bloom lo que makkari expresaba en señas.
— la tabla de esmeralda que estás buscando es un mito. — confesaron los hombres.
de repente, un ajetreo se formó entre varios hombres metros más adelante que se golpeaban sin piedad y se proferían insultos. antes de que bloom pudiera intervenir, druig se movió hasta verlos de frente y los controló, ellos se dieron bofetadas a sí mismo para después gritar con júbilo y abrazarse.
— cuando hay conflicto entre los humanos, ajak dice que no hay que interferir. — reprendió makkari a druig.
— makkari tiene razón, sabes bien que no podemos hacer eso. — la mujer a su lado asintió y se fue, recogiendo las cosas que había recolectado y dejando solos a druig y a bloom.
— pues eso de interferir en ambos caso es muy, muy malo. — pronunció druig con ese sarcasmo que lo caracterizaba. — ¿qué nos diferencia, mi dulce flor?, yo intervengo aquí. — y tocó con las yemas de sus dedos la sien de bloom, provocándole escalofríos. — y tú intervienes aquí. — tomó la mano de bloom y la puso sobre el lugar en su pecho donde debía estar su corazón. — no es muy distinto. —
la rubia alzó la cabeza con una media sonrisa.
— si tú no le dices, yo tampoco. —
— hecho. — pronunció druig casi que de inmediato.
— bien, iré a buscar a ikaris. — antes de que la mención del nombre de ikaris hiciera que druig sintiera molestia, la sensación de los suaves y cálidos labios de bloom tocando la piel fría de su mejilla lo descolocaron durante segundos. — nos vemos después. —
druig suspiró desganado.
— ¿por qué no le dices lo que sientes?. — preguntó makkari a través de su lenguaje, dado que había vuelto ya a su lado.
— porque es más difícil de lo que crees. —
— no es tan difícil. ella te quiere, tú la quieres a ella, ¿qué te impide confesarlo?. —
— ¿qué te hace creer que me quiere de forma especial?, ella quiere a todos. es la madre de los sentimientos. — hizo uso del sobrenombre que los humanos le habían dado años atrás a bloom tras contemplar su poder.
— puede que lo sea, pero no hace falta ser muy listo para darse cuenta. no hay sonrisa más brillante que la de bloom cuando te ve. —
— o cuando ikaris regresa sano y salvo de alguna misión. — contestó con desdén. makkari rodó los ojos exasperada.
— sigue fingiendo que no pasa nada, pero ese temor absurdo a no ser correspondido acabará por arruinarlo todo para ti y para ella. — y luego ella salió corriendo como siempre, dejando a druig con las palabras en la boca.
al día siguiente, bloom se encontraba sentada en el mercado que no estaba tan abarrotado de gente, trenzando el cabello de una niña que como otras, se sentaba alrededor de bloom cada vez que ella salía de la nave. la eterna llenaba de flores el cabello de esa pequeña mientras les cantaba una suave canción que salía como la melodía más dulce de sus labios.
— ya está. — finalizó ella mirando su creación. las demás niñas soltaron ruidos de impresión y lo aprobaron entre sonrisas. bloom se percató de que la canasta se había quedado sin flores y arrancando algo de pasto que se asomaba desde las piedras, produjo más flores pequeñas que puso en el cesto tejido.
— esas flores son preciosas, señorita bloom. ¿cómo lo hace?. — la rubia se rió quitándole importancia.
— niñas, todo lo que vive tiene alma. ustedes, sus padres, sus abuelos, sus animales y también las plantas. y casi siempre, todas las almas necesitan un pequeño empujón para florecer. — repitió su acción, haciendo florecer flores más grandes que repartió entre todas ellas.
— entonces su novio no puede llevarle flores, señorita bloom, porque usted las crea todas. — las niñas se carcajearon y la fémina negó sonriendo. — pero debe ser más especial, debe demostrarle que la ama con cosas más increíbles que las flores. — el comentario de la pequeña a la que había peinado la hizo sentir algo extraño.
— tienen razón, niñas, bloom sabe lo mucho que la adoro sin que deba regalarle una sola flor. — la profunda voz de druig que apareció detrás de ella hizo que su cara se pusiera rojísima. ella le arrojó un puñado de flores a la cara y él se cubrió con los brazos.
— ¡yah, no digas esas cosas!. — exclamó tomándose las mejillas. las pequeñas se vieron con complicidad y se levantaron del suelo, corriendo mientras se despedían entre risas infantiles. — ¿qué crees que haces?, son muy pequeñas para escuchar eso. —
— y tú eres muy grande para avergonzarte por cosas como estas, ¿no crees?. — ella resopló con indignación, haciendo un puchero. — no abultes los labios, sabes que es verdad. — la expresión de bloom cambió radicalmente a poner sus ojos más cristalinos y brillantes. él pasó saliva con nerviosismo muy poco propio de él. — sin hacer esos ojos, por favor. — después de sostenerle la mirada por eternos segundos, suspiró.
— bien, tú ganas. ayudé a unas ancianas a preparar algo con manzanas que sé que te gustan. guardé un poco. — los ojos de bloom soltaron una chispa enorme, abrazando a druig con fervor.
él sabía lo mucho que le gustaban las manzanas desde que las probó.
— gracias. — en medio del abrazo, la eterna de las emociones le besó la mejilla de nuevo a druig, como la noche anterior, y una estela brillante se desprendió de ellos como la primera vez que se conocieron, logrando que el cabello de la chica se pusiera blanco.
— me sorprendes cada día más, florecita. —
y con esa afirmación, caminaron tomados de la mano por la ciudad camino a comer manzanas, azúcar y miel.
tory's talk:
q viva el amor
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