Primer día, Primer toqueteo

Advertencia: La siguiente lectura debo informarles que es para público adulto joven mayores de 18 años en adelante, contiene temas de sexo explícito y uso de parafilias en algunos capítulos de la historia, lenguaje vulgar y altisonante que podría considerarse ofensivo, relaciones con menor entre escenas BDSM. Se prohíbe que los adolescentes lean los siguientes capítulos. Fanfic de Gravity Falls únicamente de lectura erótica y smut explícito.

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Primer día, Primer toqueteo

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La joven adolescente se despertó temprano para ser la primera en tomar el baño y ducharse rápidamente, normalmente en un día de verano aprovecharía para llenar la tina y darse un baño de burbujas normal. Pero hoy no se podía permitir ese tal lujo por el tiempo, ya que hoy era el primer día de su segundo trabajo de verano.

La castaña dejo que el agua tibia lavara su cuerpo mientras se tallaba su cuero cabelludo con total entusiasmo con su shampo favorito; aroma a flores y a frutos rojos. El agua caía enjuagando su piel y su cabello castaño, tan largo y levemente ondulado. Ella no pudo evitar sonrosarse de sus mejillas al recordar a la mujer de cabello rosado color chicle, vestía muy elegante con ese vestido que revelaba sus hombros y parte de su escote. Puede que esa noche en la cafetería no pudo apreciar completamente su atuendo, pero verla y ofrecerle ese empleo con ese carisma y confianza, fue suficiente para tenerla un rato en las nubes de la emoción. Por un momento Mabel sintió envidia por ver lo atractiva que lucía esa mujer.

- - Es una mujer muy elegante para vivir en una mansión así – Recordando la casa de los Noroeste. – Le preguntare a Pacifica si conoce a la familia Cipher Areckva.

Un recuerdo fugaz paso por su mente al venir la imagen del rubio parchado misterioso, tan frío como el témpano de hielo y carente de emoción. Aun las palabras de advertencia de Linda Susan resuenan en su cabeza.

Por suerte este día era libre, Linda Susan aviso de que cerrarían la cafetería un momento para hacer inventario de almacén y conteo de ministración de dinero.

Terminando de ducharse tomo la toalla y termino de secarse antes de lubricar su piel con crema, reviso en el espejo su rostro para darse ánimos. Se cambió inmediatamente antes de escuchar que tocaba la puerta.

- - Niña, no tengo todo el día. Es urgente que salgas... - Dijo Stan haciendo el esfuerzo de no orinarse. – Si quieres mucho a tu tío, me dejaras entrar antes de que explote.

- - ¡Un momento! – Grito Mabel cepillando su cabello aun levemente húmedo y atándolo a una coleta alta.

- - Mabel... estoy agonizando – Sintiendo sus piernas acalambrarse.

- - ¿Y ahora que sucede? – Dijo Ford queriendo entrar. - ¿Quién está dentro? ¿Dipper?

- - No es Mabel.

- - ¡Oigan! A mí de que me acusan

- - Lo siento chico, es la costumbre – Menciono Ford. – Siempre andas cantando Disco Girl cuando te arreglas en las urgencias.

- - Y Mabel siempre se levanta tarde.

- - Pero hoy Mabel se levantó raramente temprano – Dijo Dipper antes de acercarse y tocar la puerta. – Más te vale que no sea la rutina de belleza coreana.

- - Sabía que debíamos invertir en otro baño después del apocalipsis que tuvimos hace dos años atrás. – Dijo Ford rendido. – Y ya tengo ganas de entrar.

La puerta se abrió revelando a una castaña vestida con un suéter delgado rosa con el tiro largo y de botones en forma de flor, una blusa blanca de estampado de pequeñas estrellas plateadas y una falda tableada rosa claro que llegaba 3 dedos arriba de la rodilla, calcetas blancas de gato por debajo de la rodilla y tenis color rosa fucsia similar a las flores de freesía coloridas que salían en primavera.

Una de sus vestimentas favoritas, perfecta para presentación y libre para trabajar si llegara a estirarse en lugares difíciles de alcanzar.

- - Estoy lista – Pasando a un lado de sus tíos que estaban levemente molestos y su hermano con la venita exaltando de su frente.

- - ¡Es claro que te arreglaste! – Demando Dipper. - ¡Casi una hora!

- - Ustedes pélense, yo me voy a meter – Dijo Stan dando un portazo y dejando a los otros dos afuera.

- - ¡No fumigues! – Grito Ford.

- - ¡Cállate!

- - Voy a desayunar – Menciono la castaña siendo seguida por Ford, quien este la miraba con los brazos cruzados una mirada seria y sospechosa.

- - Hoy estas... - Soltando uña pequeña tos que llamo su atención. – Muy bonita y presentable.

- - Gracias, tío Ford.

- - Mabel... sobre el asunto ¿aun sigues buscando empleo? – Pregunto el mayor un poco apenado. – Tal vez podamos mover un poco los horarios de Dipper para que haya chance en la tienda y ustedes puedan conseguir equitativamente el dinero, para su itinerario de verano, ¿Qué te parece?

- - No te preocupes tío Ford – Tomando un tazo y el cereal. – Ya conseguí uno en la cafetería de Linda Susan.

- - Enserio... eso es ¡Estupendo! – Soltando un suspiro temiendo que su sobrina siguiera molesta con él por elegir a su gemelo.

- - Pero no es el único empleo – Soltando una leve risa nerviosa al revelar sus planes.

- - ¿Así? ¿Encontraste otro y dónde es? – Pregunto Ford.

- - ¿Qué encontraste Mabel? – Se acoplo a la conversación su gemelo, tomando de la caja de cereal para tomar su desayuno.

- - Voy a limpiar una casa – Dijo Mabel. – Ocupan limpieza en el hogar y la señora me ofreció una buena paga.

- - Oh... limpiar – Soltando un suspiro de alivio. – Eso es bueno – Dijo Ford. - ¿Qué tanto limpiaras?

- - Pues... me dijo que limpiara. Aun no me dice con exactitud pero menciono todo. – Sacando su mano para levantar cada dedo. – Sala, comedor, recibidor, porche, patío trasero, cocina, baño... aun no me dice si habitaciones, pero creo que con el estudio y la biblioteca es suficiente.

- - Eso es explotación laboral – Dijo Dipper frunciendo el ceño. – Eso parece más trabajo para una compañía de limpieza, si piden que sea la casa completa. – Viendo a su hermana apenada por el regaño. – Solo no quiero que te utilicen, a lo mejor es una casa pequeña, dime ¿Y cuánto te pagaran?

- - Dependiendo que tanto avance en la limpieza – Menciono la castaña. – Lo que abarque es lo que me dan.

- - Suena más aprovechado de esa gente exigente que solo evalúa lo que haces. – Dijo Dipper inconforme.

- - Pues viéndolo bien... no es nada malo – Aclaro Ford. – Solo quieren dar buena paga y comprobar si ella no es floja y obedece lo que le pidieron.

- - Sigue siendo explotación como lo dices.

- - Bueno... - Dando un mordisco y un sorbo al cereal antes de engullir. – La señora Areckva solo quiere que limpie hasta donde pueda, no es necesario que quede todo listo.

- - Pero recuerda Mabel – Advirtiéndole a la adolescente. – Si no te agrada el empleo, lo dejas.

- - ¡Sí!

- - Espera un momento... mencionaste ¿Areckva? – Pregunto a su duda el mayor.

- - Sí, en realidad es la mansión Cipher Areckva – Comento Mabel. - ¿Lo conoces?

- - No, en realidad no son muy comunicativos ni mucho menos sociables en el pueblo – Se acercó a la cafetera para servirse una taza. - Pero escuchado rumores poco probables de ese tal Cipher.

- - ¿Cómo cuáles? – Pregunto Dipper curioso. – Algo paranormal con ellos, o son vampiros o criaturas de la noche – Soltando una risa de sus ideas de ellos.

- - Casi – Señalando con la cuchara. – Pero dudo que sean, solo que ese tal Cipher es de jactar de ser un maldito sabelotodo y un ególatra con complejo de ser alguien superior que todos los demás.

- - ¡Vaya! – Dijo sorprendida la castaña. – Es un yo-yo. – Emitiendo una risa al imaginarse al rubio presumiendo a todo el mundo que es de la alta clase.

- - Tendrás que lidiar a un complejo de Noroeste.

- - ¡Oye!, tampoco ofendas – Amenazando con la cuchara. – Ella cambio mucho y será mejor que te guardes ese chiste, si no quieres recibir un rechazo de ella.

- - No lo decía por ella, sino por sus padres.

- - Bueno... en algo tienes razón.

Termino su desayuno y se levantó a lavar su plato antes de que Stan entrara a la cocina, un poco más arreglada y con el diario en su mano.

- - Cariño, ¿quieres que te lleve? – Viendo a la castaña empacar todo en su mochila.

- - Puedes dejarme al inicio de las residencias altas.

- - ¡Con gusto! – Menciono Stan emocionado.

- - Nada de robar estatuillas de jardín ni botes.

- - ¡No prometo mucho! – Soltando un refunfuñado gruñido. – Los viajes casi no son gratis.

- - De acuerdo – Cruzándose de brazos resignada. – Pero espera 10 minutos, no quiero ir a parar a la cárcel en mi primer día.

- - Descuida, menos de 10 minutos me contendré.

- - Tendrás que caminar rápido hermanita. – Escuchando a su gemela gemir frustrada de tales acciones de su tío abuelo.

[ * ]

Arribaron rápidamente a las residencias de la alta sociedad de Gravity Falls. Aun en la cima de la vieja colina permanecía el viejo McGucket, pero un poco más enseguida se encontraba al lugar donde iría Mabel. Ella bajo antes de entrar en la cerrada y quedarse donde actualmente está la familia Noroeste.

Todavía la familia importante de la rubia permanecía en los alrededores, debido a su mala inversión de su dinero y bienes con el tirano del apocalipsis. Es una suerte que su seguro cubriera ante fraude contra criaturas extrañas o demonios sobre naturales.

- - Bien pequeña, no tan tarde y asegúrate de traer dinero y el celular encendido. No quiero que tampoco te tengan como elfo doméstico.

- - Descuida tío Stan, todo seguro.

- - Bien – Alzando un pulgar. – Si ves una esclava de oro buena, te la traes.

- - ¡Tío Stan! – Se quejó la castaña.

- - Solo no más de 35 o 50 K - Menciono con una sonrisa atrevida. – Este viejo ocupa una nueva para lucir el domingo.

- - Nos vemos – Dijo la chica con las mejillas rojas de la vergüenza.

Ella camino por los alrededores antes de apurar el paso y perder a su tío abuelo, definitivamente no quería ser cómplice de sus travesuras impropias en la avenida.

Miro un perfecto jardín que usaban como andador, los vecinos aun hacían a esta hora sus rutinas de ejercicio a pesar del sol semi nublado. Admiro las flores y los arboles tupidos de follaje verde nutritivo y saludable, un aire fresco a fresno y cedro. Definitivamente era un lugar perfecto para vivir.

Camino alrededor de cinco minutos antes de encontrar la entrada a la residencia de McGucket, pero ese no era su objetivo. Miro al anciano que estaba con su esposa mapache, lo que parecía ser tomar el sol.

- - Hola, Hola – Agito su mano llamando a Mabel.

- - Hola ¿Cómo está?

- - Mi esposa y yo andamos tomando un pequeño picnic. – Comento el anciano. – Dime, venias a visitarme. – Embozando una sonrisa llena de confianza a la gemela Pines.

- - No, hoy no vengo con mi tío Ford – Menciono. - Pero voy a mi trabajo.

- - ¿Trabajo? – Mirando con curiosidad a su alrededor. - ¿Por aquí?

- - Aja, en este vecindario. – Comento. – Voy ayudar en una casa.

- - Un empleo de medio tiempo, voy a ayudar a limpiar esa mansión. – Señalando el lugar. – Aunque me puede llevar tiempo.

- - ¡Ellos! Oh cielos...

- - ¿Qué sucede?

- - No sé si decirlo, pero son unos sujetos muy raros.

- - En especial esa mujer de apariencia muy exuberante en portar todos esos trajes reveladores y joyas. – Menciono en un tono bajo evitando que el mapache escuchara. – Pero no me confiaría mucho de ellos.

- - Es mi primera vez que hablo con ellos, casi todos me han dado una pequeña advertencia.

- - Bueno, mi advertencia es... ¡vete y no regreses! ¡finge estar enferma! – Haciendo una X en ambos brazos. – No diga que son malos o buenos, solo evita involucrarte mucho. He visto a muchas chicas salir algo aturdidas y desorientadas. Unas llorando y otras que se sienten mal por no haber hecho bien su trabajo.

- - Suena algo malo... - Dando una mirada al lugar. – Ellos...

- - No escuchando algún rastro de violencia o gritos, más bien... la última chica que vi arreglando el jardín, la mujer de cabello rosa estaba furiosa y la despidió, dejándola llorar todo el camino.

- - Creo que tiene que ver con la actitud de la dueña.

- - Entiendo... - Bajando la mirada. Pensó que a lo mejor la chica califica por nivel de trabajo y apariencia. – Yo... tal vez debería regresar a casa.

- - ¡Ah! Viejo McGucket

Dos sujetos de apariencia refinada y casual pasaron por la acera con unas llaves en sus manos. Mabel pudo reconocer al robusto que vio la noche en el restaurante, cabello oscuro como el ébano y mirada carmín en sus ojos. El otro tenía el cabello pintado de colores fantasía con diversas cortinas pero sin resultar ser un vomito de unicornio. Ambos llevaban un traje oscuro y camisa blanca con corbata oscura y con el pisador de corbata diferente; el del robusto llevaba con el símbolo de un cadavérico cráneo vacuno con una serpiente saliendo de su cuenca. Y el otro su pisador era el diseño de una figura del juego de Tetris pero con cinco ojos posicionados en diferente cuadro.

- - Señor Amorfa y señor Pacifier... - Bajando el tono de su voz. – Es extraño verlos en la mañana. Ustedes no he de venir temprano.

- - Negocios, negocios con el señor Cipher – Aclaro el sujeto de cabellera extravagante. – Hoy nos citó más temprano de lo usual.

- - ¡Que veo! – Acercándose a la castaña. – Que adorable y hermosa espécimen, tú debes ser la señorita Pines de la que nos han hablado.

- - ¿Lo conozco? – Colocando una expresión confundida.

- - Oh chica, eres reconocida en el pueblo – Apretando su mano para estrecharla. – La niña que salvo al pueblo de un apocalipsis.

- - Oh, sobre eso... - Sonrojándose de sus mejillas. – Yo no soy completamente la heroína, mi tío Stan lo es.

- - No te hagas de menos, niña – Comento soltando su mano. – Eres alguien atrevida y valiente en enfrentarte en ese ser de un solo ojo. Alguien más del grupo, es de reconocerlo.

- - Amorfa – Siseo el sujeto colocando una mano a su hombro.

- - Sí, sí, lo sé – Haciendo un gesto en su mano. - ¿Vas a la mansión Cipher? Es un completo desastre, creo que ocuparían una ayudadita.

- - ¿Un desastre?

- - El señor Cipher no es muy bueno manteniendo en orden, digamos que trae muy ocupada las manos en otros asuntos – Comento con una voz profunda y desgastada el sujeto robusto. – Y esa mujer, es una pesadilla, lo único que le preocupa es su apariencia.

- - Posiblemente tú podrías ayudarlos.

- - Sobre eso... - Viendo al viejo McGucket. – Yo iba...

Ambos sujetos se dieron una mirada fugaz y rápida sin levantar sospecha, pasaron a un lado de la jovencita para acortar su respuesta.

- - Entendemos, no es la primera que rechaza este puesto. – Hablo el sujeto antes de juguetear sus llaves. – Muchos rumores y mala reputación de la mujer que habita ahí.

- - Solo que... Pyronica se adelanta en pagar y las mujeres renuncian inmediatamente – Aclaro Pacifier. – Hasta se aprovechan de hacer un daño en la casa y crear falsos rumores.

- - Sí, como los cuadros destruidos y los rosales quemados y cortados. Le tienen tanta envidia a la señora Areckva que las chicas no aguantan su actitud. – Comentaron con una voz lastimera. – La última que corrieron fueron suaves con ella, y eso que la chica robo joyas y ataco al señor Cipher arrojándole un jarrón directo a su ojo.

- - Tres puntadas en la cicatriz, de por sí ya es tuerto y levemente ciego eso lo dejo más jaja – Soltando una burla el sujeto mientras miraba a la castaña con asombro y lastima. – Pensaron dar una última oportunidad tal vez en alguien buena como usted.

- - Amorfa – Regaño el robusto. – Has revelado mucho de la condición actual del señor Cipher.

- - Mis disculpas, no quise decir mucho.

- - ¿El señor Cipher está herido? – Dijo el viejo McGucket sorprendido. – Debió dolerle.

- - Oh si, se tardó mucho en regenerarse – Comento Pacifier antes de recibir un codazo de su compañero. – Digo... recuperarse, ya saben regenerar y recuperarse del maldito dolor. – Musito repitiendo con enojo. – Maldito, maldito, maldito dolor.

- - Bueno... - Viendo la hora en su celular siendo casi las diez de la mañana. – Tal vez pueda escuchar de la señorita Pyronica, sobre qué quiere que la ayude. Creo poder acomodar el horario y...

- - ¡Por Satán! ¡Maravilloso! Simplemente maravilloso – Dijo Amorfa dando una pequeña aplaudida. – Al fin orden en ese lugar, nuestro señor estará encantado de recibirte, ha estado esperándote ansiosamente.

- - Amorfa – Golpeando al sujeto.

- - Lo siento, me emocione.

- - Te sugiero ir recto – Aclaro Pacifier dándole el paso a la castaña. – Ellos deben estar listos para recibirte, les hemos dado tiempo para que ellos mismos limpien tan siquiera el recibidor.

- - Posiblemente son unos vecinos desastrosos. – Confirmo McGucket antes de volver a sus asuntos. – Tal vez puedas ayudarlos, Mabel.

- - ¡Sí! – Asintiendo positivamente. – Si pude con el desastre del tío Stan, podre con este.

Ambos sujetos seguían su camino hacia uno de los vehículos cuando fueron llamados por la misma adolescente.

- - ¿No vendrán?

- - Nuestros negocios acabaron por este día. – Dijo Pacifier. – Tenemos otros asuntos.

- - Mañana regresaremos por resultados. – Dijo Amorfa. – Por cierto... nos veremos Mabel Pines.

Mabel sintió como su piel se erizaba ante la mención de su nombre, una sensación de escalofrió y temor a la ansiedad que le esperaba dentro de la mansión.

Camino a paso seguro y admiro el enrejado del lugar, un símbolo triangular en medio con un ojo que podía catalogarse como el símbolo de la providencia. «El ojo que todo lo ve» en tono dorado y siempre aplacible. La reja abrió dejando que pasara.

- - Woow... - Sonó asombrada por ver el camino ser un poco cubierto de árboles frondosos de acacia amarillo y naranja. – Es hermoso, pero... aun no es temporada.

La apariencia de la residencia a lo lejos no era ni muy deteriorara ni antigua, en realidad era todo lo contrario. Era una mansión de origen minimalista con su segunda planta y con una perfecta simetría entre rectángulos y cuadrados, a excepción de la ventana enorme circular que se situaba en medio de las habitaciones. Un diseño muy extravagante y no muy favorable en la apariencia del hogar.

Más no debía juzgar muy pronto. Lo que le llamo la atención fue la cantidad de ventanas cerradas y cubiertas de cortinas oscuras, impidiendo paso de la luz.

Cuando llego a la entrada principal toco el timbre antes de ser recibida por un sujeto de cabello Prusia y mirada azul acero, llevaba una vestimenta idéntica a la de los anteriores sujetos, con una única diferencia de que su pisador de corbato es un romboide con un diamante en medio.

El chico era bastante alto, casi media aproximadamente 6'1 pies de estatura, suficiente para llegar a su esternón. La castaña se sintió un poco intimidada al sentirse pequeña en su presencia. Más su aspecto frívolo y ojeroso no ayudaba mucho para calmarla, parecía cansado el sujeto como si hubiera estado toda la noche en vela.

- - Ah... tú eres la chica – Dando una mirada juzgadora a la menor. Trono los nudillos intentando aliviar la presión en sus articulaciones de sus falanges. – La chica llamada Mabel Pines.

- - ¿Cómo supo...?

- - El museo de la rareza, tienen una foto donde estas con el héroe. – Aclaro, soltando un chistido cansado en su voz masculina. – Stanley Pines, impidieron un apocalipsis. Muy... grato y valiente de su parte, nadie logra detener un apocalipsis muy elaborado y tan meticuloso. – Inclinándose cerca de la joven. – Eres algo tan interesante de examinar, más me han dicho que no rompa tú cráneo. ¿Crees recordar algo de esos días? – Sacando una libreta de tapa rojiza con las paginas en negro. – Cual quien ápice de información es grato, tal vez podemos evitar en un futuro los errores.

- - Sonara algo extraño... pero no recuerdo mucho de ese día. – Su memoria aún se sentía como si fuera colapsar con tanta mención de ese día. – Prefiero no recordar eso.

- - Debo imaginarlo, mucha adrenalina y estrés, también fue para nosotros. – Abriendo la puerta para que pasara. – Ellos la esperan.

- - Disculpe... también menciono... ¿ustedes? – Siendo llevada adentro por el chico, antes de que cerrada la puerta detrás de ellos.

- - Por cierto, procure no dejarlos esperando. – Empujando un poco a la castaña. – Recto en el pasillo encontrara al lado derecho la sala de visitas. No los haga perder su tiempo.

- - ¡Sí! Disculpa... - Sonando apenada, apresuro el paso por el pasillo antes de encontrar un ventanal cerrado con las cortinas.

- - Oye – Sonando una voz femenina tan delicada y tersa como la seda. – Ven, por aquí.

Mabel miro a su lado antes de ver la habitación donde estaban la peli rosada y el sujeto de cabello café y mostacho. Ella camino con cuidado antes de mirar un terrible desastre de papel, tinta y polvo... polvo oscuro pintado en las paredes y en el escritorio de madera.

El sujeto de estatura 5'7 pies estaba recogiendo unos libros y apilando en la esquina, apenas noto su presencia cuando fue su vista opacada por una mujer alta de figura voluminosa de su cuerpo. Mabel retrocedió por inercia cuando la dama de 6'0 pies apareció luciendo su cabello corto rosa fucsia y mirada amatista, con la pupila suave y unos labios llenos y voluminosos en forma de corazón. El lunar a un lado de su comisura derecha era la cereza del pastel.

- - Lamento llegar tarde, mi nombre es Mabel Pines y... venia al puesto que me ofreció.

- - Shh... Shh... no tan adelantada querida – Dijo la mujer acercándose a la menor para levantar su rostro. – Me encanta esa energía, pero no la gastes tan pronto.

Corriendo a su lado la sujeto de los hombros.

- - ¡Enserio! ¡enserio! – Disculpándose con las mejillas rojas como si hubiera estado en el sol de Sahara tras dar una enorme caminata, sobre su piel pálida de rosada. – Me siento terriblemente apenada, pero es el único lugar donde no hay tanto desorden. Espero que no te moleste.

- - No – Agitando sus manos nerviosamente. – Pero... ¿Qué sucedió? – Pregunto en medio de murmullo la menor.

- - Un poco de tensión en el lugar – Dijo la peli rosa. – Bueno... él me está ayudando un poco. – Señalando al sujeto que estaba ocupado recogiendo los libros. – Su nombre es Hectorgon, saluda querido.

- - Señorita – Haciendo una reverencia el cual retiro su sombrero de vaquero y mostrando una ceguera opaca de sus dos ojos grises con dos suturas atravesadas en sus cuencas.

- - ¡Epp! – Mabel soltó un sonido de impresión por los ojos del sujeto. – Esta...

- - Tranquila señorita, no tenga compasión por mí – Soltando una risa jocosa de su voz ronca. – La muerte y yo somos amigos, mi sentido es muy desarrollado a los de un humano, yo velo y custodio criaturas que no deben salir a la hora de mi señor.

- - Oh, no empieces – Dijo la mujer de brazos cruzados. – Le diré a...

- - Tranquila primor, yo jamás la asustaría. – Acercándose a la menor. – Señorita Mabel Pines.

- - No temáis por mi visión. – Sacando de sus bolsillos dos dracmas de plata - La moneda perdida nos muestra la actitud verdadera que nos tiene su Dios hacia los pecadores, ya que estos son comparados con una moneda de valor que se ha perdido. – Extendiéndole a la pequeña las dos piezas relucientes. – Este es mi regalo. En primera instancia la mujer no tiene una actitud laxa con respecto al objeto perdido.

- - ¿Monedas? – Viendo las dos piezas que se le fue confiadas.

- - Dracmas – Respondió. - Están apartados de Dios, pero no lo saben. Pero cuando una dama las conserva, ayudan al pecador encontrarse. – Se inclinó cerca de su rostro para susurrar cerca. - Lo busca cuidadosamente, y se alegra cuando encuentra lo que se consideraba perdido. Diez monedas y pierdes una y la vuelves a encontrar con cuidado, alégrate de encontrar las ocho.

- - Gracias... creo – Tomando las dos piezas.

- - Caronte solo exige dos para su pasaje, en los ojos pórtalos cuando llegue tú hora. – Soltando una risa burlesca. – Traidora del trato.

- - ¿Qué? – Sintió un escalofrió por la mención de esa frase.

- - Basta y déjala en paz – Dijo peli rosa con un tono molesto.

- - Esto no se quedara así, lo sabrá él – Amenazo al sujeto robusto.

- - Mabel, ven conmigo. – Dando una mirada suave. – Por cierto mi nombre es Pyronica Areckva.

- - Mucho gusto.

Tomo su mano y como si fuera una máquina de órdenes la peli rosa la invito a dar un recorrido por el lugar, mostrando cada habitación y cada lugar donde estarían las visitas. Pero por donde caminaba encontraba un rastro hollín y varios muebles ensuciados de mancha café oscuro, semejante al color guinda.

La peli rosada pudo notar su indagación hacia las manchas y los leves arañazos en la madera.

- - Tuvimos un perrito algo salvaje – Comento. – Xanthar se lo han llevado, pero el travieso daño el living. Incluso rompió su cama – Señalando un viejo cojín rojo del tamaño de un perro Golden Retriever. – Creo era pequeño para él.

- - ¿Era mascota grande?

- - Bueno media... casi 1,050 metros – Comento la peli rosa haciendo un gesto con sus manos para simular el tamaño. – Así en sus cuatro patitas, pero si hablamos de altura, te llegaría al hombro o cuello.

- - Cielos... - Dijo sorprendida. – Yo solo tengo un cerdito.

- - ¿Un cerdito? – Menciono curiosa. – ¿Come humanos?

- - No jeje – Riendo por su comentario. – Pato no come humanos, solo papas y a veces pizza que cae por accidente del piso.

- - ¿Pato es un cerdo?

- - Así se llama él – Comento orgullosa del nombre que le puso a su cerdito. – Y tiene solo tres añitos, en unos días los tendrá formalmente.

- - Que imaginativa – Dijo Pyronica. – Él menciono muchas veces que tú le pones nombres confusos a los seres que no se imagina que portaría. Pero que es prácticamente tú personalidad.

- - Disculpa, ¿Quién? – Siendo interrumpida por un chocolate que la peli rosa puso en sus labios.

- - Háblame más de ti. – Viendo su atuendo. – Amo ese atuendo coqueto e inocente, haces que despierte en mi unas ganas de salir a tirarme el primer hombre que encuentre.

- - Oh, yo... - Sonrojándose sus mejillas. – No es el propósito de este atuendo, me pareció fresco y bueno para trabajar.

- - Y me gusta. – Admirando a la chica. – Apuesto que eres muy linda y demasiado seductiva.

- - Gracias, aunque no lo creo. – Tragando el dulce y amargo chocolate oscuro. – Sabe rico.

- - Sí, son los favoritos de Bill – Comento entre una risa. –Me robe unos antes de que llegaras.

- - ¿Bill? – Pregunto por el nombre del sujeto.

- - No tan paciente pequeña, ya te reunirás con él.

- - ¿Mabel tienes cosas que hacer en tiempo libre? – Llevando la punta de su uña rojiza a sus labios carmín. – Si no es molesta la pregunta.

- - No, no lo es. – Aclarando su voz. - Por el momento estoy trabajando de martes a viernes en la mañana en la cafetería Greasy's Diner – Viendo el atuendo provocativo de color rojo que usaba la peli rosada. Le recordaba a las viejas películas de los 80, cuando las amas de casa de la alta sociedad se vestían muy estilo secretarial. El collar dorado del pequeño dije de con un pentagrama daba un toque seductor entre medio de sus senos grandes, debían ser una copa D. – La tarde es libre y lo que resta del fin de semana.

- - Sumamente perfecto – Aplaudiendo de la emoción. – Bueno... ha visto el lugar, un terrible caos de guerra, y no se ha terminado de limpiar desde... el Raromagedón.

- - ¿Raromagedón?

- - Un pequeño chiste para hacer alusión al apocalipsis – Esparciendo su melena corta y rosada por atrás de sus hombros. – Necesitamos ayuda, y creo y espero encontrar la indicada.

- - Yo por las tardes debo salir, a veces me llevara toda la mañana o todo el día. – Tocando un viejo piano polvoriento. – Mujer ocupada y a veces me gustaría reducir esa cuota de almas, pero en Gravity Falls abunda mucho pecado.

- - ¿Cobradora o agente inmobiliario?

- - Me conoces jeje – Mostrando una sonrisa. – Algo así, pero me dedico a negocios y placer jeje, eso es lo mío.

Empujo a la chica fuera del estudio para llevarla al pasillo y guiarla hacia un ventanal enorme donde en medio había un sofá elegante de color azul índigo. Mabel quedo sorprendida por el ventanal con la vidriera en forma triangular que apenas era bañado por la luz del sol entre las nubes.

- - Como va el acuerdo – Yendo al grano del asunto. – Te pagare dependiendo lo que avances, la paga es buena... muy buena. Debo decir que hasta ahorita ninguna se ha quejado.

- - ¿Qué es lo que no debo hacer? – Pregunto Mabel yendo al grano del asunto y la trampa, viendo la expresión verdadera de la peli rosa al saber el asunto del empleo.

- - El problema no soy yo – Dijo la mujer mientras cruzaba las piernas de forma elegante. – De preferencia queda bien con mi compañero Bill Cipher.

- - ¿El señor Cipher?

- - Sí – Aclaro. – Él es el de la palabra, dirá si eres inútil o útil.

- - Muchas chicas se enojan con él, por la sobre carga de trabajo.

- - ¿Y a qué se debe?

- - A no te comente el asunto del empleo. – Dijo Pyronica. – Por donde él vaya, debe estar mínimamente limpio o arreglado, no se concentra con la suciedad alrededor, se irrita con facilidad.

- - No lo viste, pero hace un momento estuvo conmigo en el recibidor de la sala. – Soltando un bufido. – Despertó de mal humor. Y pues Hectorgon lo viste conmigo.

- - Sí.

- - Bueno, antes de que tú llegaras acomode un poco a su alrededor – Mostrando las manchas ocultas de su vestido. – Pero es inútil, yo no fui hecha para esto. Mis uñas se rompieron y él sigue molesto, aun no lo entiendo.

- - Su esposo tal vez no está molesto, solo que es incómodo recibir gente así.

- - ¿Esposo? – Soltando una risa. – No lo creo, soy terrible.

- - No es terrible.

- - Niña, yo no lo atraigo y eso te lo aseguro – Aclaro. - ¿Entonces qué dices? Crees poder empezar ahora. Mi emergencia es esto. – Señalando sus uñas. – Y necesito que alguien ayude limpiar el Fearamid.

- - ¿Fearamid?

- - Así llamamos el lugar – Sonando una risa burlesca. – Mientras este en Mindscape, todo es seguro y lejos de otros sujetos que quieran dar problemas.

- - Bueno, es como el tío Stan que llama La Cabaña del Misterio Shack – Comento la menor entre medio de una risa. – Pero es el museo también de la rareza. Por si gusta visitarnos estamos en la 618 Calle Ardilla, Gravity Falls, Oregón.

- - Interesante.

- - Oh sí, sobre eso... solo puedo hasta la mitad de la tarde. – Comento la menor.

- - Perfecto, da tiempo para poder hacer unas cuantas cosas. – Menciono. – Puedes empezar por la sala, creo que le gusta andar ahí.

- - Sí, sí puedo.

- - Bien – Dando una mirada suave de sus orbes amatistas. – Eres muy dulce. – Susurro bajo y poco audible. – Como me gustaría ver esta interacción.

- - Nos veremos pronto, Mabel Pines.

- - Señorita Pyronica.

- - ¿Sí? – Viendo a la menor arremangarse sus manos.

- - Cuando regrese estará bien limpio, que usted y el señor Cipher podrán estar un buen tiempo junto.

- - Dudo que Bill quiera eso... - Tarareando una risa. – Tú eres el objetivo.

[ * ]

Mabel vio como había desaparecido tan rápidamente la mujer como si estuviera con el síndrome de la fiebre loca por las compras. Algo que raramente le sucedía cuando había rebajas en el supermercado y a finales del año.

Busco en las gavetas de debajo de la cocina algún cubo o trapo para limpiar, pero inútilmente solo encontró un sacudidor algo viejo.

- - No encontraras nada ahí – Menciono el sujeto con las manos metidas al bolsillo.

La pequeña castaña sintió un vuelco en su corazón cuando vio a un hombre recargado en el marco de la cocina, mirándola fijamente como si fuera algo para examinar. Era bastante alto que Soos o su tío Stanford, o cualquier otro chico de su grupo. Podría ser unos 6'5 pies de altura y su piel lucía un tono levemente claro entre bronceado. Rubio y esa mirada ámbar entre dorado que la miraban fijamente como una serpiente.

Se preguntó si alguien pudiera tener unos ojos con la pupila elíptica. Pero el parche de su ojo izquierdo resaltaba en el contraste de su rostro atrayente de dios griego. Mabel se sonrojo por verlo por primera vez de cerca, aunque su expresión en este momento era tan gélida y serena como el mar profundo. Difícil de leer y de responder.

Pero el hombre camino a paso firme y lento resonando los zapatos en el piso de mármol oscuro. Llevaba parte de su traje oscuro, a excepción del faltante de su abrigo, solo la camisa color canario resaltaba su apariencia y su saco ónix que se amoldaba su figura tonificada de su musculatura.

- - Pines – Soltó su apellido como si fuera breve su contención de emoción. – Pyronica dijo que estabas aquí.

- - Usted debe ser el señor Cipher – Llamo Mabel embozando una sonrisa nerviosa y con un rubor rosado en sus mejillas al tenerlo cerca. – Soy Mabel Pines, su nueva limpiadora.

- - Mabel... Mabel Pines – Menciono como si disfrutara decirlo.

- - Tienes hollín en el puente de la nariz, pequeña saco de carne – Señalando el área para verla limpiarse la nariz. – Déjame adivinar, Pyronica no te dejo nada a la mano.

- - Olvide preguntar – Levantándose del piso y sacudiendo su falda. – ¿Tiene una escoba y un cubo? Si es posible, todo para limpiar.

- - ¿Vas a empezar en algún lugar específico? – Alzando una ceja en modo de pregunta.

- - Mm... - Recordó las palabras de Pyronica y su advertencia sobre Bill. - ¿A dónde ira el señor Cipher?

- - Bill Cipher – Repitió su nombre dando un bufido cansado. – No me digas tanto señor Cipher, haces que sea aburrido este reencuentro. No espere para que digas señor.

- - ¿Reencuentro?

- - Sí – Acercándose hacia la barra de la cocina. – Nos vimos en la cafetería.

- - Oh si, recuerdo – Llevándose un mechón atrás de su oreja. – Usted estaba con la señorita Pyronica y otros dos sujetos.

- - Sí – Abriendo la tapa de café instantáneo. – Ese día no tenía apetito, debido a que casi queman el lugar.

- - ¿Intentaron cocinar?

- - Sí, lamentablemente fue fracaso a la misión. – Comento. – Mis hombres son terribles e inútiles, al igual que ella.

- - Es una pena, pero no creo que lo hagan a propósito. – Viendo al rubio jugar con una taza en sus manos. – A... ¿A desayunado?

- - Niña, esa mujer me matara por segundo día consecutivo – Dijo. – El lugar está cerrado y piensa que con café me distraerá otro día más. Solo he bebido cinco cafeteras.

- - No puedo creerlo, es una emergencia entre ustedes – Caminando por la cocina a buscar una sartén. — Ninguno sabe cocinar.

- - Somos terribles, lo sé – Embozando una sonrisa. – Apenas llevamos dos años en este cuerpo, y vamos por el tercero.

- - Es una expresión divertida para decir... ¿se casaron hace dos años y medio?

- - Dilo como quieras... – Menciono el rubio. – Pero casar suena forzado y nada de acuerdo al plan. Es mejor la palabra convenio.

- - Creo que daré una limpieza rápida a la cocina y buscare ingredientes.

- - ¿Qué clase de ingredientes? – Pregunto el sujeto.

- - Mm... - Sonando un murmullo de sus labios de forma pensativa. - ¿Qué te gustaría desayunar?

- - ¿Qué acostumbras comer? ¿Qué desayunan? – Viendo a la chica ponerse roja de la cara. - ¿Qué diablos es un desayuno? He visto eones a los humanos comer, pero desconozco palabras como desayuno, almuerzo, comida, tentempié, merienda, cena o colación.

- - ¿No conoce nada de eso? – Colocando una expresión confusa en su rostro. – Es un buen bromista, pero... en este caso – Viendo la hora. – Creo que es almuerzo.

- - Almuerzo – Diciendo la palabra como si pudiera probar la palabra.

- - Bueno... si yo estuviera en mi casa, yo... – Abriendo los gabinetes de la alacena para encontrar una variedad de mermeladas aun selladas. – Una... una tostada dulce.

- - ¿Una tostada dulce?

- - Sí, es un rico pan francés – Explico sacando un tazón para depositarlo en la barra y tomar un trapo para limpiar la superficie. – Es rápido y no arruinara su apetito a la hora de la comida. Solo ocuparía huevo, pan, leche evaporada, canela, azúcar y mantequilla.

- - Tal vez pueda conseguirte eso – Caminando fuera de la cocina.

- - ¿Señor Cipher?

- - Puedes limpiar un poco, regresare. – Dando una mirada fija. – Traeré eso y quiero probar eso que llamas tostada dulce.

- - De acuerdo.

La castaña soltó un fuerte suspiro sintiendo su corazón latir con rapidez. Conocer por primera vez a Bill Cipher la ponía nerviosa y sentía que en cualquier momento soltaría una de sus típicas frases de conquista.

Se dio un par de golpecitos en sus mejillas para calmar el calor del momento. En cuanto se dio la vuelta encontró los utensilios de limpieza recargados en la pared. No pregunto cómo apareció, solo tomo lo necesario para comenzar a limpiar la cocina.

Barrió el hollín del piso y lo deposito al cubo para terminar de almacenarlo en bolsas, en otro lleno agua caliente del grifo y limpio el piso con un poco de jabón eliminando el resto de tierra o suciedad oscura. Descubrió un piso de mármol blanco hermoso y con un acabado a atigrado en grises oscuras.

- - No todo es hollín – Colocando una sonrisa llena de orgullo. – Me esforzare mucho para darle una rica tostada dulce.

Lavo un poco los anaqueles y puertas de los gabinetes y por ultimó paso un trapo encima de la barra. Por suerte la cocina no era tan sucia, era como si nunca la hubieran utilizado. Todo seguía sellado y el refrigerador lleno de bebidas y carne cruda, bastante carne cruda.

- - Vaya, Estrella fugaz es sorprendente encontrar esto en orden.

- - Estrella fugaz – Pronunciando el sobrenombre.

- - Sí, eres alguien efímero, como una estrella brillante y fugaz a la vista y digna de admirar solo para unos cuantos mortales y demonios – Depositando los ingredientes que pidió la menor. – Pero para mí tiene un significado especial. Eres un símbolo importante.

- - Gracias, señor Cipher – Sonrosándose de sus mejillas. – Encontré huevo tenía bastante dentro del refrigerador.

- - Los huevos pecadores son buenos – Tomando uno en sus manos. – Nadie los extrañara a los no nacidos.

- - Okey, usted pone sobrenombre muy divertidos y extraños – Tomando el tazón de vidrio en sus manos – Entonces tomare dos huevos, y añadiremos leche, canela, azúcar y procedemos a batir.

- - Suena sencillo – Mirando lo que preparaba la castaña con sus delicadas manos.

Esas manos... manos que estarían perfectamente atadas a sus cadenas azules a la cabecera de la cama, siendo tiradas con esfuerzo, arañando las sabanas por desesperación y siendo entrelazadas en el acto.

- - No han intentado cocinar. – Sacándolo de sus pensamientos oscuros.

- - La última vez casi nos delatamos y abrimos un portal al infierno – Sentándose en la silla. – Por eso las marcas de las garras.

- - Bueno tengo entendido que si mueves una batidora a los puntos de una estrella de cinco picos, si será un portal al infierno pero en la mezcla – Siguiendo su juego. – El tío Ford me prohíbe hacerlo.

- - Pero no morimos tan sencillamente, ocuparíamos otro año más de inanición.

- - Que extremista. – Probando la mezcla. – ¡Esta listo! – Sintiendo la mirada fija del rubio parchado sobre ella. - ¿Quieres...?

El sujeto se acercó lo suficiente a la barra para tomar su mano contra la suya, haciendo que la menor se sorprendiera por el contraste y tonalidad de su mano oscura contra la de ella. Sus afiladas uñas evitando lastimarla. Lo vio acercar el globo a su boca dando una lamida a la mezcla. Su lengua larga y levemente azulada probó chasqueando con gusto. Acerco la mano de la menor a sus labios. Cerró su orbe saboreando los ingredientes, aunque no dudo en lamer un poco su mano para saborear su piel y dar una pequeña mordida de sus colmillos.

- - ¡Hey! No te comas mi mano – Viendo al chico mirarla de forma atenta y exasperada, aunque con un poco de temor por los colmillos y su mano oscura. Más no quiso decirle nada de ese asunto, si algo sabía de Gravity Falls, es que podría encontrar muchas cosas extrañas. - ¿Y qué piensas?

- - Delicioso.

- - Aun no está listo del todo. – Apartando su mano, busco en secador para quitar el restante y continuar con su preparación. – Los panes están algo suaves, por lo que no hay que dejarlos mucho tiempo en la mezcla o quedaran crudos. – Fue a la estufa a encender el fuego y colocar la sartén. Corto un cacho de mantequilla y dejo que se derritiera con el calor, acerco la mezcla y tomo los panes bañándolos en la mezcla que preparo. – Debe ser rápido. – Fue añadiendo de dos para que se dorarán y se hiciera costra de mantequilla dejando un cocimiento. Quedando un dorado perfecto y añadiendo otra pizca de azúcar.

Bill miraba como la menor estaba tan concentrada en su nueva tarea. Hizo un apretón en sus manos evitando las ganas de tomarla y aprisionarla contra la estufa. Un calor calentó sus mejillas al ver a la pequeña gemela Pines moverse suavemente mientras cocinaba. Debía ser paciente, paciente de no asustarla.

Solo bastaron 10 minutos en acabar y ver que la castaña tenía en la barra una variedad de mermeladas y varias tostadas francesas.

- - Esto puede acompañarse con mermelada o cajeta, me gusta más con crema de avellanas – Entonando una voz emocionada. – Ahora solo faltaría el...

- - Tengo café hecho – Mostrando dos tazas humeantes de café oscuro.

- - Woow... ¿en qué momento...?

- - Bueno que esperamos – Embozando una expresión serena. – Me gustaría que usted me acompañara en el almuerzo.

- - Yo... yo puedo tomar solo café – Sonando en un deje de voz apenada y avergonzada. – Desayune bien.

- - Mabel – Sonando profundo de su voz y consiguiendo a la menor cerrar sus ojos por temor por lo alto que se escuchó. – Por favor, toma esta invitación y acompáñame en esto. – Haciendo un ademan con su mano. – No me deje degustar solo, quiero su compañía.

- - De... acuerdo – Asintiendo levemente la cabeza y abriendo su mirada un poco húmeda por intentar contener su sonrojo.

- - Siéntate a mi lado. – Mostrando el asiento aun lado suyo. – Adelante, ven.

- - No... - Viendo la expresión desconcertada del rubio, al verlo abrir su orbe dorado en grande. – Digo... no es correcto me pondré aquí – Colocando la silla enfrente. – Aparte así no le pediré que me pase las cosas.

- - Oh... - Suavizando su orbe para dar una mirada calmada. – Tienes razón.

- - Por esta vez lo dejare pasar – Musito bajo y apretando un puño. – Estrella fugaz...

Tomo dos tostadas y siguió el mismo patrón que la castaña, unto mermelada de naranja y fresa y dio mordida para descubrir un sabor aún más dulce y crujiente. Era un sabor primoroso el cual fue una experiencia en su paladar.

PV Bill

Diferente a la sangre de unicornio y de los cadáveres humanos. Era pegajosa y dulce la mermelada entre una mezcla cítrica y la tostada, era suave y crujiente como un cristalino estallido para saborear la azúcar quemada.

Había comido y devorado algunas criaturas, pero comer lo de Estrella fugaz es... es un gozo. Por Axolotl si ella prepara esto, es un maldito edén. No... aún es pronto de decir edén, mejor un pedacito del prohibido cielo.

Noto que sacaba de su bolsa una especie de brillo purpura y confeti de colores, los guardo cuidadosamente para que nadie la viera. Pero era demasiado curioso y quería todo de ella, incluso saber lo que comía.

- - ¿Qué es eso? – Interrogo señalando su plato.

- - Oh, bueno... es... decoración comestible – Dijo ella roja de sus mejillas. – Me gusta colocarla, pero casi a mi familia no le gusta.

- - ¿Puedo tener un poco?

- - ¿Eh? – Sonando sorprendida de su petición. – Sí, sí puedes.

Ella preparo su plato igual, antes de verlo volver a comer y colocar una sonrisa de felicidad.

Definitivamente, esta mortal me sorprende. La egoísta quería guardar esto de mí. Por esta vez se lo dejare pasar, la próxima la castigare si me vuelve a ocultar una experiencia deliciosa.

Vio a la menor degustar las tostadas con total felicidad en su rostro. Una mancha de mermelada quedo apartada de la comisura de sus labios, en su mejilla derecha.

Su respiración aumento y su sangre se calentaba, el aroma, el aroma dulce de la chiquilla lo volvía atraer y los fervientes deseos. Solo tenía que acercarse.

El impulso, el maldito impulso de lamer y probar su piel. Su mano a pesar de ser una parte suave y tersa tenía un sabor agradable y caliente. Pero su mejilla cerca de sus labios... ¿a qué sabrían?

Se levantó de su asiento y no dio tiempo para la pequeña gemela Pines antes de aprisionarla contra su cuerpo y sujetar su rostro con una mano.

- - ¿Señor... Cipher? – Sintiendo la mano del rubio acariciar su pómulo con cuidado y verlo cerca.

- - No te muevas.

- - Por... favor... - Tembló nerviosamente.

Mabel por memoria de sus actos paso nerviosamente sus manos limpiando su boca y mejillas. Rompiendo la tensión y evitando aquella acción. Bill gruño frustrado y soltó su rostro cuando la menor bajo su mirada.

- - Hay que pena... de seguro tengo migajas. – Dijo roja de sus mejillas

- - Algo así – Dando una servilleta a la chica.

- - Gracias – Embozando una media sonrisa.

Su pequeño piscolabis prohibido por la mermelada que tenía por la mejilla de la chica, ha sido arruinado por una mera acción rutinaria por la adolescente. La próxima vez aprisionaría sus muñecas y la doblegaría contra la barra, tal vez la cogería con rudeza mientras gimiera fuertemente como medio de castigo por arruinar un momento.

PV Normal.

El rubio había aprovechado para volver a su almuerzo y devorar cada tostada que preparo, sin dejar una a Pyronica o su grupo.

- - Veo que te gustaron – Menciono la castaña viendo al sujeto degustar el almuerzo. – Deje unas extras dentro del microondas, para la señorita Pyronica y la receta.

- - Así que no prepararas más – Dando una mirada de forma decepcionante.

- - Puedo preparar más cuando quiera.

- - Quisiera... probablemente conocer los otros.

- - ¿Otros?

- - Pero a su debido tiempo. – Tomando los platos. – Yo me encargo de esto...

- - Pero...

- - Iré en un momento a la sala de la primera planta. – Indicando que empezara por ahí su limpieza.

- - Iré para allá – Tomo animada los utensilios de limpieza.

Vio marcharse la chica, antes de escuchar de ver que ya no había rastro de ella. Golpeo un puño la tarja y abrió el agua fría para calmar un poco el calor y enfriar sus pensamientos. El aroma exquisito de la menor lo traía un poco alterado de sus deseos.

Pero no podía arruinar sus planes, no por eso espero a los gemelos Pines a que regresaran, debía asegurarse que todo estuviera de acuerdo al plan. La segunda venida del apocalipsis no sería nada en vano.

[ * ]

Bill había llegado justamente cuando la pequeña castaña terminaba de trapear el piso y posar con una determinada figura de orgullo en dejar el piso impecable sin rastro de hollín. El rubio examino un momento el lugar donde antes había sangre y cenizas, le llamo la atención saber cómo se libró de la sangre oxidada. Ninguna de las que trajo había podido retirarla.

- - Quitar la mancha fue dolor de cabeza de algunas – Comento.

- - Mi tío Ford siempre trae junto con Dipper algunas criaturas que se encuentra de su viaje, y botas enlodadas. – Tomando un paño y limpiando la mesita junto a la lámpara decorativa. – Quitar la sangre de pulpo de las pesadillas es difícil. Pero descubrí que el agua caliente y la pastilla normal de jabón ayuda mucho.

- - ¿Pulpo de las pesadillas? – Soltando un bufido de una risa al confundirlo con una de las criaturas del reino de las pesadillas. – Suena interesante.

- - ¿Sabes de los portales dimensionales?

- - Los que se han abierto por culpa del apocalipsis – Dejando un momento su limpieza para juntar varios libros de pasta gruesa. – Mi tío Ford se encarga de cerrarlos.

- - Ford – Menciono el nombre con un atisbo de molestia en su voz, cuando lo vio por última vez en el Raromagedón. Su propuesta de un trato que involucraba su dimensión, la expansión total de su tiranía. Si hubiese tenido más precaución de asegurarse hacer bien el trato con la persona indicada. – Su trabajo es interesante, debe de tener a un aprendiz que siga sus pasos.

- - De aprendices, diría que yo no soy – Bajando la mirada con un dolor en el pecho. – Yo no soy lo suficientemente lista o tenga un interés en a completar un diario de trabajo. – Dijo sonando su voz con algo de decepción. – Dipper, mi hermano es mejor. Eso puedo asegurarlo, todas las respuestas a este pueblo las sabe él y mi tío. Yo soy solo una ayudante o compañía.

- - No deberías despreciarte o hacerte de menos – Acercándose a la chica. - Cada quien tiene su virtud y cualidad.

- - Cumplen un papel importante dentro de los roles asignados – Le quito los libros de encima viendo el rostro de la chica que lo miraba con los ojos llenos de inocencia escondida. – Podrá tú hermano ser la fuerza y el carácter para llevar el deber de liderar los conocimientos del erudito y el autor.

- - Pero tú tienes la tarea de ser impulsiva, caótica y soñadora – Aclaro. – Tienes tanto guardado y reprimido, solo porque te han hecho un lado.

Mabel tuvo que acercarse al reposa brazos del sofá para evitar el dolor de cabeza. Las imágenes borrosas aparecían nuevamente y la voz distorsionada volvía mencionar nuevamente la frase.

«Eres la E̷s̷t̷r̷e̷l̷l̷a̷ ̷F̷u̷g̷a̷z̷, un ser que irradia luz propia en tú mundo soñador y caótico. »

- - Para mí eres la Estrella fugaz – Viendo a la menor sobre encogerse y temblar por el recordatorio. – Tú debiste estar en el momento del ascenso del nuevo mundo.

La joven no pudo evitar caer desmayada, lo suficiente para que las sombras la envolvieran y la atraparan antes de tocar el suelo.

La recostó depositándola en el sofá y acomodando los mechones castaños de su melena, enmarcando su rostro durmiente.

- - No quieres recordar – Sujetando el rostro. – A ver cuánto resiste esa mente tuya. – Se inclinó cerca de la coronilla de su cabeza para depositar un beso sobre su frente. – Mabel Pines.

"Haré que recuerdes"

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