—¡Chica! ¿Estás bien?

¿Huh? ¿Y esa voz? Intento abrir mis ojos ¿Me quedé dormida, cómo? Si hace tan solo unos segundos estaba pidiendo aquel deseo...

—¡Mierda! —me levanto de un salto.

Está lloviendo, estoy empapada, llena de barro,  y con sangre en mis rodillas ¡Cómo odio la lluvia! ¿Es que acaso me dormí y no sentí cuando empezaba la tormenta?

Hay un joven a tan solo unos metros de mí ofreciéndome su mano y un paraguas más tentador que esta lluvia que me congela hasta el alma.

—Ven, te vas a resfriar —me alienta para que me acerque.

No debería hablar con desconocidos que caminan solos bajo la lluvia en un lugar tan espeluznantemente aislado como este, pero qué más da, si me va a raptar me haría un favor.

—Gracias —camino rápidamente hacia él y como podemos nos apretamos bajo su paraguas transparente. La lluvia no se ve tan mala si estás protegida por un paraguas y un joven caballeroso.

¡Vaya hombre! Ahora que lo veo de cerca sí que sus padres lo hicieron con amor.

—¿Puedo preguntar qué hacías durmiendo en el medio de la lluvia en un parque desolado con sangre en tus piernas? —pregunta con una sonrisa de lado que por un segundo me hace derretir.

—Tenía sed, ya sabes —digo obvia y él asiente riendo.

—Ven, este es mi auto, te llevo.

—¿No me irás a raptar, cierto? —nos acercamos a un auto bastante viejo. Ojalá tuviera uno para ir y volver más rápido del trabajo y llevar a mi hermanita a su colegio.

—¿Fui tan obvio? ¡Rayos! —toca su oreja como si se estuviera hablando con alguien— Aborten misión, hemos sido descubiertos por Carrot —me río por su sarcasmo.

—¿Carrot?

—Es zanahoria en inglés... lo digo por tu cabello —se ríe y me hace sonrojar.

Cuando presiona un botón en la llave de su auto se encienden las luces de otro auto inmenso que ni había visto. Wow, lo que es tener padres millonarios.

—Oh gracias —me abre la puerta delantera y me hace un gesto para que entre —, perdón por ensuciar tu asiento... — se ve todo tan costoso que me da miedo tocar nada.

Suspiro nerviosa y miro cómo sonríe mientras prende el auto, de reojo observo su pelo que es tan oscuro como la noche; cruzamos miradas y tiene unos ojos verdes igual de profundos que los míos.

—¿Dónde vives?

—Tranquilo vaquero, apenas nos conocemos ¿Qué más quieres, mi número?

—Si fueras tan amable —me extiende su celular con una sonrisa y lo miro anonadada, vaya forma de ligar—. Déjame ayudarte con pañitos húmedos para tu rodilla —de la guantera los saca y al abrir el paquete comienza a pasarlos delicadamente por mi pierna hasta llegar a la herida, que por suerte no es nada profunda.

—Yo puedo hacerlo —lo interrumpo ¿Qué hace tocándome así? Como si nos conociéramos y hubiera confianza.

—Quiero ayudar —pasan unos segundos más donde siento que no respiro, finalmente termina y tira los pañitos en una bolsita.

—Gracias... ten tu celular, de verdad que no recuerdo mi número, es nuevo y tampoco lo traigo conmigo.

—No te preocupes, ya nos volveremos a encontrar y entonces los intercambiamos —eso sonó un poco acosador, pero lo dejaré pasar por todas las molestias que le ocasioné—. Ahora sí, ¿Dónde vives? Así te puedo llevar. A menos que quieras que te lleve a mi casa para que puedas ducharte, lo que me parece un poco mucho dado que apenas es nuestra primera cita.

—¿Cita? —me río a carcajadas, este chico no puede más de chistoso— Justo me agarraste ocupada tomando agua y poniéndome barro, ya sabes, dicen que es bueno para la piel.

Reímos y finalmente le digo dónde vivo, aunque me dé un poco de vergüenza porque vamos... no vivo en un buen barrio y me da pena que alguien como él vea mi verdadera casa que está más vieja que la Reina Isabel. Por otro lado nunca más lo volveré a ver, así que qué más da, no quiero caminar a casa bajo la lluvia.

En el camino pone algo de música en inglés que no entiendo nada, cierro los ojos y el ritmo es contagioso, me dan ganas de bailar.

—¿Es por acá? —qué desconcentrada. Asiento y le doy las gracias.

—De verdad, me salvaste, hasta pronto —salgo del auto y camino unos pasos hasta mi casa, giro y lo vuelvo a saludar.

—¡Adiós Dione, bonita noche! —me sonríe cual niño y sigue conduciendo.

¡¿Qué?! ¿Cómo sabe mi nombre? Jamás se lo dije, ni le pregunté el suyo.

Entro rápido a casa para no seguir mojándome, y me dirijo hacia el baño para ducharme.

—¡Dione! ¡¿Qué haces llegando a estas horas?! ¡Empapada, y llena de barro! —diablos Annabelle, eres peor que la muñeca— ¡La ropa colgada se mojó, porque no estabas aquí para sacarla, estúpida!

—No es tan grave, luego de la lluvia se secará —se acerca en dos pasos y me agarra el pelo con fuerza pero no hago ni un ruido de dolor.

—Inservible —es lo único que me dice—, ve a ducharte mugrosa.

—¡Didi! —mi hermana sale de la habitación que compartimos, alegre de verme.

—Ahora no Sue, me tengo que duchar —la miro con una sonrisa triste y cuanto lamento que ella también tenga que ser partícipe de lo que hace mamá.

Al día siguiente me levanto antes que mi alarma, y cuanto lamento, estaba soñando con ese chico del día anterior, mi corazón nunca latió así de rápido por un chico. Reviso mi celular y me llega un mail de mi gerente de trabajo de Starbucks. Parece que al haberme graduado del bachillerato hace poco y tener más experiencia que muchos en el local me han aumentado el sueldo ¡Así se hace Dione!

Orgullosa de mí misma levanto a Sue porque ya casi es la hora de que vaya al liceo y le cuento las noticias.

—Mhm te felicito Didi —me da un abrazo fuerte y al ver que no reacciona por un par de segundos la separo y veo que se ha vuelto a dormir.

—¡Arriba Sue! —abre sus ojos de nuevo y sonríe con inocencia— Lo que sí, menten esta noticia entre nosotras, no le digas a mamá —ella asiente y como un zombie va a buscar su uniforme.

Voy hasta la terraza donde tengo mis hermosas plantas y les saco el exceso de agua por la lluvia. En nuestro pequeño comedor y mi hermana ya está untando tostadas con mermelada y tomando jugo. Sonrío satisfecha, gracias a todo mi esfuerzo podemos comer mejor.

No fue fácil tener las peores notas de mi curso, y llevarme varias materias a examen, pero era lo que tenía que hacer para sacar adelante a mi familia. Desde que papá no está Annabelle cayó en una gran depresión de la cual no ha salido. Y ya vamos casi siete años así, hasta que a los 15 tuve que salir a trabajar porque ella se resignó a hacerlo. Y así me arruinó toda mi adolescencia.

Tomé el ómnibus y aquí estoy en mi trabajo ¿Es aburrido? Sí, pero por lo menos hablo con los clientes y me llevo bien con mis compañeros de trabajo.

A punto de terminar mi horario, una compañera me entrega una hoja y la miro extrañada.

—¿Qué es? —veo que es un dibujo de mí bajo la lluvia. Eso me da un deja vú.

—Un chico extraño me dijo que se lo dé a Dione, y esa eres tú querida —asiento y miro atrás de la hoja, quizá hay una dedicatoria y...

—Me dejó su número —¡Es el chico de ayer! ¿Cómo supo que trabajaba acá? Levanto mi mirada y lo busco por todos lados pero no está.

—Uuy Dione tiene un admirador secreto —le cuenta a los demás mientras seguimos trabajando— ¿Lo vas a llamar?

¿Lo voy a llamar? No sé, es un poco acosador ¿Por qué no me lo daría en la mano a mí? ¿Cómo sabe que trabajo en Starbucks? Pero al mismo tiempo... el dibujo es hermoso se ve que tiene mucha dedicación y detalles, además me ayudó ayer.

—¿Debería?

—Amor, en mis treinta años mi marido jamás me ha regalado un dibujo de mí. Es un precioso gesto, eres joven, disfruta la vida. Inténtalo.

¿Lo llamo?

 
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Holaaa ¿Cómo están? ¿Qué les pareció el primer capítulo?🥰🌼

Funfact de cómo se me ocurrió la historia: estando enferma (sintiendo que me moría) con infinitas horas libres al día me dio inspiración la canción Dandelions jajaja. Estuve toda la noche antes de dormir pensando en una historia que de verdad me gustara escribir, y al despertar la escribí en mis notas.

Para los que buscan muuucho romance con algo de drama, esta historia les encantará, al igual que a mí escribirla.

Espero sus críticas constructivas y apoyo 💖🤗 Los amoo

También escribanme sus canciones favoritas que me puedan servir de inspiración 🎶🎵
💙💜

¡¡No se olviden de votar y comentar lo que quieran!! 🥰