Cada año me ponía con Leo para las carreras, me pondría con Nico, pero este casi no participaba. Y con Leo siempre hacía un buen equipo, casi siempre ganábamos. Ya habíamos terminado los planos de la carreta, solo faltaba los caballos.

—¡Este año toca los esqueléticos! —exclamo.

—¡Claro que no, ahora toca los mecánicos!

—A ver, vamos a solucionar esto como adultos que somos. —este asiente —. ¿Estás listo, Valdez, para perder?

—Creo que debería de ser al revés, Jones, tú perderás. —entre cierra los ojos.

—Piedra, Papel o tijera —musitamos al tiempo. Después de las cinco rondas que hicimos quedamos en empate.

—Bien, se me ocurrió una idea. —dice Leo.

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Había llegado el día, todos los participantes estaban en la línea de la carrera montados en su carreta. Quedamos con que yo peleaba y Leo manejaba la carreta. Siempre había sido así, yo peleaba él manejaba.

Termino de ponerme la armadura para después ir donde Leo me esperaba en la carreta. Me ayudó a subir y yo transformo mi collar en espada.

En estos días, Jasper no me ha llamado desde hace días, seré sincera me deprime mucho que no me haya llamado, pero ahora con eso de la carrera no me he detenido a pensar bien en ello.

—¡Mundo llamando a Diana! —Leo me saca de mis pensamientos, lo miro confundida y me señala que está por comenzar la carrera. Quirón dio la señal e inmediatamente todos arrancaron.

La carreta de Clarisse La Rue, capitana de la cabaña de Ares, iba a nuestro lado. Su hermano, Ethan, iba manejando la carreta mientras esta luchaba conmigo.
Saco una daga de mi cinturón y la lanzo a la carreta de los hijos de Apolo, cayó justo en su rueda haciendo que esta cayera.

Una de las reglas es que se puede jugar sucio, y eso hago.

En la rueda de carreta de Clarisse salieron unos pinchos —púas—, su carreta se acercaba cada vez a la nuestra.

—¡Acelera, Leo! —grito

—¡Eso hago, Diana!

Gruño, la carreta de Clarisse se acercaba cada vez más. Estiro mi mano hacia el suelo y de allí salen unas almas en pena, quienes detuvieron la carreta.

—¡Eso es trampa! —chilla Clarisse mientras trataba de salir de allí.

—¡Así se hace! —grita Leo viéndome. Mi mirada se pone frente unas raíces se acercaban a nosotros.

—¡Cuidado!

[...]

Bien, a la final ganaron Trevor y Elisse, hijo de Hécate e hija de Deméter. La chica que nos mandó las raíces, gracias a los Dioses Leo y yo no terminamos tan mal, no tanto como nuestra carreta. Solo teníamos unos rasguños y ya.

Cierro mi bolso para después colgarlo en mi hombro y ver si Nico ya había terminado de empacar.

—¿Ya? —le pregunto. Este asiente.

—¿Segura que nos dejarán pasar a muy pesar que llevamos el cerdo y al perro?

—Sí, Lou me prestó un hechizo que camuflará al cerdo y a Russell. —a este me mira un poco nervioso.

—¿Ella lo hará? No quiero volver a perseguir a un cerdo.

—Sí, tranquilo, ella realizará el hechizo. Y, me regalará un hechizo para destranformar al cerdo a mi bellísimo BMW.

—Al fin. —Nico rueda los ojos.

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Sí, discúlpenme sí estos dos capítulos han sido muy aburridos. Pero, ya se vendrá lo bueno.

Ropa 1:

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