Me miro por quinta vez en el espejo, quería estar perfecta. Más de lo que ya era, me peino por última vez y decido salir de mi habitación. En la Sala se encontraban ya Nico y mi madre.

—Estás muy hermosa. Mejor, sube y ponte tu pijama más fea y sal con esta. —dice un celoso Nico.

—Cállate, Nicolás. —le ordena mi madre, me mira. —. ¡Estas perfecta!

El timbre se escucha, nunca había tenido una cita por lo que me encontraba demasiado nerviosa. Y esta, era la primera.

—Tranquilízate, Diana. Todo irá de maravilla. —me susurro.

Camino hacia la puerta y mi mano temblaba, la abro y allí se encontraba un muy guapo Jasper

—Santos dioses. —susurro.

—Éstas... muy hermosa.

Noto como este tenía un ramo de rosas. Nota que miraba el ramo y me lo extiende.

—¿Nos vamos? —me pregunto estimándome su mano. Asiento aceptando su mano, le entrego el ramo a Nico.

—¡Me la traes sana y salva! —grita Nico. Nos subimos al auto, pero antes de que cerrara la puerta, escucho: —. ¡Y Virgen!

Mataré a Nico.

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Llegamos a un fino restaurante. Al camarero al ver a Jasper nos guía a una azotea. Quedé sorprendida, pues, esta estaba totalmente muy bien decorada a mi gusto. Tenía una hermosa vista a todo Bremerton.

Camino hacia la mesa y Jasper me abre la silla. Me siento en esta.

—Gracias.

Este se dirige a la otra silla y se sienta allí. El camarero se va.

—Espero que te haya gustado la sorpresa.

—Gustado no, que me haya encantado sí.

—Alice y Rosalie me ayudaron a escoger el vestido.

—Sí que conocen bien mi estilo.

Había llegado la comida, evidentemente Jasper no comió absolutamente nada; Este mismo estaba asqueado, pues, lo había retado a comerse así sea un bocado de su comida. Este lo aceptó, lleva una servilleta a su boca limpiándola.

—¿Ves? No fue tan malo después de todo. —digo entre carcajadas.

—Sí, claro. Simplemente no sentía su sabor. —dice sarcásticamente.

—¿Sabes algo? Me he enfrentado a todo, incluyendo a Cronos, pero nunca lo hice con el amor. —tomo un pequeño sorbo de mi champagne —. Por eso estoy tan nerviosa. Tengo miedo de amarte y de salir perdiéndote.

—Y nunca lo harás, amor. —pone su mano sobre la mía, acariciándola con su pulgar —. Te amaré por siempre, Diana.

—Y yo a ti, Jasper. Eres lo mejor que me ha pasado en toda mi vida, nunca creí que unas vacaciones harían que mi vida se cruzara con un vampiro. Siempre creí que terminaría con veinte gatos.

Jasper se ríe entre dientes.

—Y ahora estás conmigo, nunca pasa lo que tenías planeado.

El vampiro de ojos dorados me había preguntado sobre cómo era mi vida como semidiosa, incluyendo mi pasado, no había sido fácil. En toda la historia, ningún semidiós había tenido paz por más de tres meses u año. Y eso era lo que temía, que apareciera alguna profecía y que me alejara de Jasper. No sé por qué hice ese trato con mi padre, había puesto en riesgo mi relación, pero, haré lo que sea por impedirlo. Solamente tengo un mes para descubrir la verdad, un mes para ocultárselo a Jasper y al resto de los Cullen.

Hacer un trato con un dios y no cumplirlo, implica mucho peligro, un peligro que podía arrebatar tu alma y condenarla al tártaro. Por eso me toca cumplirla.

Él, aquel chico de ojos dorados, aquel chico metido en un mundo sobrenatural. Ha cambiado mi vida, ahora, es mucho más interesante y más de color rosa. Ahora, tengo un motivo con qué levantarme cada día, un motivo de qué sonreír.

—Te amaré en esta vida, en la otra y en todas.

THE END.