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CAPÍTULO
TREINTA Y SIETE

OTRO DÍA MÁS❞

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      LA MAÑANA HABÍA LLEGADO, LA CITA DE anoche fue sensacional. Jamás iba a olvidar lo hermoso que fue esa noche bajo la luz de la luna y los chismosos de mis ahora cuñados.

Kankuro no deja de molestarme con eso, por suerte corría con la suerte de que Temari le riña o mi propia sombra lo hacía callar. La rubia por su lado sólo me advirtió de que si su hermano salía herido me las iba ver con ella.

Gaara por su lado era el más emocionado, en la noche que fui a dormir él se ofreció a velar mis sueños, ya que él no dormía. No me gustaba que pasara las noches en desvela, pero él dice que ya está acostumbrado y no tiene problema alguno.

Por el momento, ambos estuvimos de acuerdo en mantener la relación entre amigos, o sea sólo decirle a quienes nos parezca razonable comentarle. Aunque bueno, si a mi no me preguntan nada no digo nada. No es cómo que voy a ir por toda la aldea diciendo que mi novio es el Kazekage.

Hoy después de meses se anunciará oficialmente al Godaime Kazekage. Todos los aldeanos, genin, chunin y jonin estaban observando la ceremonia desde abajo. Sólo los consejeros y jounin de confianza estábamos junto al pelirrojo.

El consejero más anciano se acerco a Gaara con el sombrero Kage de color verde en el está escrito el kajin "風" que significaba viento.

──Te confiamos Sunagakure, Godaime Kazekage.

Gaara iba a tomar el sombrero, pero se detuvo. Su mirada me busco entre los presentes y en ellos podía ver algo de temor por su pueblo. Le sonreí levemente en un intento de demostrarle que confiaba en él. Con eso su mirada cambió a uno firme y sin vuelta atrás, se colocó el sombrero mirando a su aldea.

──Prometo que cuidaré está aldea como a ustedes incluso si doy mi vida.

El silencio se presentó por unos segundos antes de que mis aplausos resonaran por el lugar invitando a todos a hacerme segundas. Por minutos una hermosa melodía de aplausos y gritos hicieron que Gaara dejara el miedo por no ser reconocido por su aldea.

Oficialmente, Gaara era el Kazekage.

Y no podía estar más orgullosa.

──Lo hiciste. ─lo abracé cuando se acercó a mí. ──. Eres el Kazekage más joven que se ha visto.

──Aún es pronto para decir eso. ─confesó mirando a los aldeanos disfrutar del ahora festival. ──. Ellos aún no confían en mí.

Sostuve su mano con firmeza.

──Nadie se gana la confianza de la noche a la mañana. ─sus ojos se centraron en mí. ──. Te costará ganartela, pero cuando lo hagas estoy segura de que ellos te amarán y te respetarán e incluso darán lo que sea por ti.

──¿Lo dices en serio?

──Algún día sucederá. ─dije con seguridad. ──. Y estaré contigo cuando eso suceda. ─afirmé ganando un pequeño beso en mi nariz.

──Tengo suerte de tenerte en mi vida, Saiko. ─me abrazó con firmeza. ──. Sabía que el destino no era tan cruel y me daría esa medicina que tanto anhelaba de pequeño.

Me intrigó por sus últimas palabras.

──¿De qué medicina hablas?

──Del amor.





















































       ABRÍ MIS PÁRPADOS CON ALGO DE PEREZA DEJANDO ver los rayos del sol asomarse por la ventana. Me quedé viendo fijamente el alba hasta que sentí un par de brazos abrazar mi cintura con suavidad, seguido de eso, depositaron un beso en mi cuello.

Una nueva sensación que comenzaba a amar, lastima que hoy tenía que irme de Sunagakure.

──Veo que despertaste, perezosa. ─la voz levemente ronca de Gaara sólo provocó que cerrará mis ojos para dormir más. ──. ¿Quieres dormir un poco más?

Exhale aire por mi nariz cómo un gruñido ante su pregunta, claramente quería dormir más, pero no podía.

──Me gustaría. ─gruñí volteando para quedar cara a cara, él no dormía pero me acompañaba a dormir. ──. Pero tengo que irme a Konoha.

Eso fue más que suficiente para que se escondiera en el hueco de mi cuello sosteniendo con firmeza mi cintura.

──Quédate otra semana más.

──Ya llevo tres semanas contigo, no puedo dejar mi trabajo y mis deberes sin atender. ─acaricie su cabello. ──. Además, mi mamá debe de estar desesperada por no verme.

──Ya le envié regalos, ¿no es suficiente?

La solución de Gaara con mis padres es enviarle detalles para que no se enojen por retenerme aquí en Suna.

──No puedes comprar a mis padres con regalos. ─aclaré al saber por dónde quería ir. ──. Algún día podrás verlos en persona y presentarte cordialmente.

Lo escuche suspirar.

──Ya hay que levantarnos. ─palmeó su espalda para que me soltará. ──. Tú tienes trabajo y yo tengo un camino por recorrer.

Escuché su suspiro de resignación para alejarse levemente de mi cuerpo. Me senté en la cama bostezando mientras estiraba mis brazos. Realmente no quería levantarme. Estaba por levantarme cuando un brazo pasó por mi hombro hasta sujetar mi pecho llevándome hacía atrás chocando con el pecho del pelirrojo. Iba a decirle algo, pero fue más rápido en hacerme tragar mis palabras en un beso con fervor.

Le había puesto a Gaara la regla de nada de besos en las mañanas hasta cepillar mis dientes, pero a él le daba igual eso. Decia que me amaba igual de noche y día.

──Aún es algo temprano. ─excusó acostándome con él entre mis brazos. ──. Duerme un poco más. Yo cuido tus sueños.

──Gaara. ─suspiré cuando no contesto y dejaba caricias en mi cintura desnuda. ──. Sólo 15 minutos.

Sentí su leve sonrisa en mi cuello. Era imposible no negarle nada si sólo quiere que lo abrace. Gaara quiere sentir el calor de un abrazo que le faltó en su niñez.

Y yo con gusto se lo daré, al igual que ese pequeño osito que está en su cama.





















































       LA DESPEDIDA ES INEVITABLE CUANDO NO hay más opciones que regresar a tu aldea a seguir con tu trabajo. Claramente Gaara no me quería dejar ir, pero sus hermanos lograron convencerlo de hacerlo.

Si por mi fuera no me iría de Suna, pero tengo obligaciones que no puedo desatender. Además, de que seguramente esperaba una reprimenda de parte de mis padres por quedarme mucho tiempo fuera, casi y pasaba un mes.

Gracias al cielo, el camino de regreso a Konoha no se me hizo tan pesado, de hecho lo sentí más corto. No me extrañó llegar y que la Hokage me pusiera una pila de trabajo por quedarme mucho tiempo fuera.

Y no podía dejar de lado mis deberes cómo sucesora del Clan Nara. Papá se ensaño conmigo por el tiempo que me aleje de su lado para dejarme más libros, 350 horas de comunidad con los del clan y reuniones con el consejo del Clan. Quienes no tardaron en expresar que el Kazekage me usaba para tener las disposiciones del clan a su favor.

Y así fue cómo pasé dos meses enfocada en terminar mis obligaciones tanto de la Hokage como del clan. A los chicos los veía poca veces, no hablamos mucho por mi trabajo. Con mi hermano intercambie más de cinco palabras desde mi llegada. No porqué estaba molesto sino porque él tenía que hacer los examenes chunin por su cuenta en conjunto con alguien de Sunagakure para dentro de cuatro meses.

──Listo. ─deje lo último del papeleo encima del escritorio de la rubia. ──. Termine los reportes que me encargo.

La Hokage revisó el pilar de papeles sin mucho afán para regresar su mirada a mi.

──Para ser honesta creí que tardarías más tiempo en terminarlo. ─confesó bebiendo de su sake. ──. Shikaku me dijo que también terminaste tus obligaciones con tu clan.

──Ajá. ─crucé mis brazos sin tanta expresión. ──. ¿Algo más que necesite?

Se quedó en silencio por unos minutos, mismo tiempo que se enfocó en mirar por la ventana el sol irse escondiendo entre las lejanas montañas. Bebió de su sake dejando sus mejillas rosadas.

──Saiko, terminaste tu trabajo. ─me miró. ──. Puedes regresar a tu equipo de siempre. En unos días les daré una misión.

Hice una reverencia.

──Con su permiso, Hokage. ─me despedí para ir a descansar un rato.

──Ah, y Saiko. ─me detuve para verla sobre mi hombro. ──. No debería decírtelo, pero... ─su semblante se hizo serio. ──. El consejo no aprueba que vayas a Sunagakure.

Mi cuerpo se heló cuando mencionó eso.

──Me lo suponía. ─murmuré. ──. De igual forma, no me interesa. ─abrí la puerta. ──. Tengo el control.

──Lo sé. ─suspiró. ──. Ve a descansar, Saiko. Mañana será un día pesado.

Me limité a asentir con mi cabeza para salir de su despacho. Camine a paso lento por los pasillos de la torre hasta respirar aire fresco.

Tenía un poco de hambre y con eso en mente me dirigí a algún puesto para probar un bocado.

──Pero si es la pérdida.

Giré mi cabeza al escuchar la voz de mi compañera de equipo.

──Hola, Tenten.

──¿Hola? ¿Es lo único que vas a decirme? ─me sostuvo de mi brazo con ansias. ──. No, Saiko, tú me vas a contar cómo estuvo tus vacaciones con el Kazekage.

──No tuve vacaciones. ─aclaré caminando hacia el puesto de takoyaki. ──. Ayudaba a la aldea en cosas. 

──Bueno, sí, pero estoy segura que estuviste con el Kazekage la mayor parte del tiempo, ¿no?

──Sí, un poco. ─respondí sin mucha atención por pedir mi comida.

──Y dime, ¿pasó algo interesante?

──Pues se convirtió en Kazekage oficialmente. ─me senté a comer con ella a mi lado, había pedido también.

──Si, pero, ¿no hubo nada más relevante que le quieras contar a tu mejor amiga?

Comí un takoyaki y mientras masticaba sentía la penetrante mirada de Tenten en mi, esperando alguna respuesta que la haga exaltarse.

──Gaara me invitó a una cita.

──No~ ─abrió su boca asombrada.

──Me pidió ser su novia.

──¡No! ─su comida se cayó al suelo de la emoción.

──Acepte y me beso.

──¡SI! ─saltó gritando cómo loca apretando sus puños. ──. ¡¡SIIII!! ─le gritó a unas personas que estaban comiendo a una mesa de nosotros.

Preferí ignorar su escena y enfocarme en disfrutar mis takoyakis mientras Tenten seguía gritando cómo loca. Parecía que la que tiene novio es ella en lugar que yo.

──¡Saiko tiene novio! ─estuvo gritando y saltando eso por unos cuantos minutos. ──. ¡Saiko tien–...! ─su voz fue bajando hasta verla de pie en medio de la nada.

──¿Qué te pasa? ─inquirí al verla abrazar sus piernas con un aura deprimida.

──Tú tienes novio, ¿pero a qué costo? ─me miró con sus ojos llorosos. ──. Al costo de que tu amiga no tenga y cada que me acuerdo que tu si, me deprimo.

Suspiré. Tenten no era Tenten sin sus momentos dramáticos.

──Algún día llegará el indicado.

──Sí, claro~ ─me miró feo.

──¡Tenten! ─unos gritos pronto llegaron a nosotras. ──. ¿Qué te sucede?

Lee había llegado y al ver a su amiga en ese estado se preocupó un poco. Se agacho a su altura sosteniendo su cabeza en sus manos.

──¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te compre takoyaki?

Tenten sonrió un poco al ver a su amigo preocupado por ella.

──No, gracias. ─negó con su cabeza. ──. Estoy bien, Lee.

Él sonrió en grande ayudando a levantar a la castaña que se olvidó de mi presencia por hablar con el azabache. Y dijo que el indicado no iba a llegar.

Pagué mi comida y entre la sombra me aleje de ellos. Ambos hacen una linda pareja, aunque ninguno lo note.

Sólo falta ver que tiene el destino para ellos.

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