𝗢𝟯𝟲. 𝗒𝗈𝗎 𝖺𝖼𝖼𝖾𝗉𝗍 𝗆𝖾

CAPÍTULO
TREINTA Y SEIS

ME ACEPTAS❞

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     OSCURIDAD. NO HABÍA NI UN RAYO DE LUZ QUE iluminara la habitación, todo estaba oscuro. Por más que mis ojos se movían en busca de algún destello no encontraba nada, parecía que las sombras se las tragaron.

Relami mis labios aspirando el aire por mi boca entre abierta arrastrando mis pies hacía atrás en busca de un lugar seguro. El frío sopló dando de yeno en mi piel haciendo que mi cuerpo temblara. Podía sentir mis manos moverse frenéticamente y por más que le diera calor no dejaban de temblar. El sudor resbalaba por mi frente y por más que pasaba saliva la sequedad en mi boca se intensificaba.

Fue entonces que con las aceleraciones de mis latidos comprendí lo que tenia.

Miedo.

¿Hace cuanto deje de sentir este sentimiento? El miedo invadiendo mi piel por la oscuridad intentando apoderarse de mi. Parece increíble que por 11 años de mi vida no haya sentido miedo.

No entendía por qué justo ahora regresaba ese sentimiento, ¿por qué la oscuridad regresó?

No, si entendía, pero no quería creerlo.

He vivido sin sentir nada por el temor de lastimar a las personas. Creí que lo había controlado, pero aún soy débil.

──Aún no te controlo.

──Te falta mucho para controlarme, Sai-ko~

Esa gruesa y tenebrosa voz resonó por el lugar y de forma inmediata cerré mis ojos. Esperé el dolor, pero no llegó nada. Abrí mis ojos observando el techo de mi habitación levemente iluminado por la luz de las velas.

Mi mente estaba ida, no podía pensar con claridad y menos con mi cuerpo temblando. Me incorporé en la cama examinando la habitación, estaba vacía. No había nadie más que yo. A mi lado se encontraba mi libro abierto en una página, me había quedado dormida mientras leía.

Lleve mi mano hacia mi cabello llevándolo hacia atrás dejándolo despeinado por completo.

──Una pesadilla. ─me dije a mi misma sin ánimos de nada.

Suspiré para levantarme con algo de desgano. Me dirigí hacia la ventana, corrí las cortinas dejando ver las lumbres del ocaso que poco iluminaban a Suna. Por lo que veo había dormido unas cuantas horas.

Me recargue en la ventana apreciando el ocaso mientras mi mente viajaba a la pesadilla. Hace años que experimenté una de ellas y no me gustaba volver a esos días.

Creí que lo tenía bajo control.

Por el rabillo de mi ojo observe mi sombra quieta, no parecía nada fuera de lo normal, pero con tu sombra hay que cuidarse. Algo tan hermoso y puro tiene doble cara.

Unos toques a mi puerta invadieron la habitación. Escuché un "con permiso" para ver entrar a una mujer algo mayor.

──Veo que está despierta. ─hizo una reverencia. ──. El Kazekage le envia esto. ─dejó en la cama una caja mediana color verde. ──. Cualquier cosa que necesite estaré a su disposición. ─volvió hacer reverencia.

No tuve la oportunidad de preguntarle nada y de agradecer cuando salió de la habitación. Me acerqué a la caja sin mucha curiosidad notando pequeños detalles de cactus dibujados por todo el cartón. Sin mucho afán deshice el listón que la adornaba, no quería pero debía.

Lo primero que observé dentro fue una nota que decía: "Te espero a las ocho". Fijé mi vista en el reloj notando que aún faltan dos horas para alistarme. Dejé la nota para sostener entre mis dedos aquella tela suave, poco a poco fui sacándola de la caja dejando ver un vestido entallado algo corto. Lo que me dejó sin palabras era la similitud que tenía con mi body escotado que uso normalmente. El diseño y hasta el color eran idénticos, la diferencia era que no necesitaba pantalón para usarlo.

No era muy entusiasta de los vestidos pero al ser un diseño que me gusta y un regalo, lo voy a usar. Para la cita no tenía pensado vestirme muy glamurosa, de hecho iba a usar mi ropa de siempre. No creo que Gaara cambie su ropa, hay que estar atentos por si ocurre algo.

Suspiré dejando el vestido en la cama e ir por mi mochila sacando ropa interior limpia. Tenía que darme un baño, correr cuatro días no te deja muy higiénico.

Una de las razones por las que amaba usar pantalón era el simple hecho de que algunas veces no tenía tiempo o me daba pereza depilarme. Ahora que usaré el vestido tardaré más tiempo en bañarme. Para eso moldeaba en mi dedo chakra en forma de cuchilla para ir depilando los pequeños vellos. La ventaja es que si me corto puedo curarme con ninjutsu médico.

Seguramente estuve cómo una hora en el baño y aún así estaba con tiempo. Deje secar mi cabello para cepillarlo mientras me colocaba mi vestido. Me sentía un poco extraña, el roce de mis piernas desnudas se sentía frío. Cómo las noches en Suna son algo frías tuve que colocarme la sudadera verde que uso con normalidad.

Y por último hidratar mis labios con un bálsamo que dejaba levemente mis labios rosados. Me miré al espejo donde mi figura se refleja, dejando ver mis caderas un poco grandes. Nunca le he puesto tanta atención a mi cuerpo y tampoco me interesa, en este tiempo prefiero enfocarme en mi trabajo que en verme bien para los demás. Aún así no me quejaba, mamá desde pequeña me hizo amar mi cuerpo y no debería de cambiarlo para darle gusto a los demás, mientras me sienta bien conmigo misma es suficiente.

Unos golpes resonaron en la puerta.

──Señorita, el Kazekage la espera. ─una voz habló del otro lado.

Suspiré por última vez mirándome en el espejo para colocar mis zapatillas e ir hacia la puerta. La mujer de antes me sonrió para guiarme hacia su líder.

Con cada paso que daba la luz del lugar iba desapareciendo dejándome un poco intranquila. La mujer se quedó de pie haciéndose a un lado dejando ver un corredor oscuro.

──Debe seguir sóla, señorita. ─me indicó haciendo una reverencia. ──. El Kazekage la espera del otro lado.

La miré por unos segundos para dirigir mi vista al corredor oscuro. La oscuridad no alberga sombra. Sin decir nada di pequeños pasos adentrándome al corredor con mi defensa en alto.

Realmente detestaba la oscuridad.

Caminé por unos segundos y cuando di un paso fuerte una pequeña luz iluminó parte del corredor. Me acerqué a ella provocando que otras luces más aparecieran alumbrando el camino. Me relaje un poco ante ese gesto.

Mientras más caminaba, pequeñas luces volaban por el corredor, sonreí un poco al notar que eran luciérnagas que me guiaban al final. El final ya se encontraba frente a mí, una puerta adornada por flores y luciérnagas brillando sin igual.

Mi sombra se apresuró a descubrir lo que había detrás de la puerta y en un segundo lo descubrimos. Mi ojos se abrieron un poco asombrados de lo que observaban, podía sentir la luz reflejarse en ellos.

Había una pequeña escalera de arena que te llevaba a un hermoso árbol de jacaranda, estos con la luz de la noche se veía azul además que pequeñas luciérnagas volaban sobre él haciéndolo brillar en la oscura noche. Y cómo estaba en un lugar alto la arena caía cómo una cascada.

Era simplemente hermoso.

──Es hermoso, ¿no?

──Sí, no tengo palabras.

Giré mi cuerpo para encontrar al Kazekage caminando hacía mi.

──Siempre te ves hermosa, pero está noche estás preciosa.

──Gracias. ─llegó frente a mí tomando mi mano entre la suya. ──. Y también gracias por el vestido.

──Me honra que lo usaras, creí que no te gustaría.

──No soy fanática de usarlos, pero este me gusto. ─me sinceré mirando sus ojos turquesas que brillaban con la noche. ──. Es una bonita noche.

──Y recién comienza.

Sostuvo mi mano con firmeza para iniciar un camino conmigo siguiéndole el paso. Subimos las escaleras de arena y mientras subía podía observar los paisajes que se encontraban a la vista.

──Espero que tengas hambre. ─escuché la voz del pelirrojo pero aún seguía viendo a lo lejos. ──. Porqué pedí lo mejor de Suna.

Cuando gire mi cabeza me quedé sin aliento al ver una pequeña mesa para dos, en medio había un pequeño cactus junto a un girasol, lo que me llamó la atención fue distintos platillos en otra mesa grande.

──Hay dos cosas que nunca niego, libros y comida.

Gaara sonrió. Fue muy caballeroso en ayudarme con la silla al momento de sentarme. Él tomó asiento frente a mi.

──Se que mereces más para nuestra primer cita. ─comenzó a hablar un poco insatisfecho.

──No, es perfecto. ─intervine dejandolo sin palabras. ──. Me gusta que sea algo sencillo y hermoso.

Él sonrió tomando mi mano encima de la mesa.

──La noche es jovén, ¿te parece si comemos?

──Te lo agradecería.

No sabía cómo describir lo que mi paladar saboreaba en estos momentos. Iniciamos con algo leve cómo el sashimi, para muchos es difícil de comer por ser variación de pescados crudos, pero si saben prepararlo es delicioso. Me gustó la estrategia del pelirrojo al compartir un plato de ramen entre los dos. Disfrutamos más platillos como sukiyaki, okonomiyaki y kare raisu, pero lo que más resalto era sin duda la carne de kobe.

Me asombro comerlo, pues esa carne es difícil de conseguir además de caro. Claramente al comer distintos platillos las porciones son moderadas, menos con la carne, creo que Gaara sabía que me gustaba un poco más que otra cosa.

Entre la comida conversábamos entre nosotros recordando la primera vez que nos vimos y de cómo hemos ido creciendo. Recordar aquellos tiempos me trajo tanta nostalgia que pensaba que todo eso sucedió ayer. Tantas emociones que se sintió en su momento viendo que hoy en día ha dado fruto.

──Que tiempos. ─suspiré comiendo el último pedazo de kobe. ──. Incluso ibas a asesinar a Lee cuando lo dejaste incapacitado.

──Me disculpo por eso. ─bajo su cabeza un poco. ──. No pensaba en otra cosa que no fuera asesinar.

──Ya no eres el mismo, Gaara. ─acaricie su mano. ──. Has cambiado para bien.

Él se quedó unos segundos observando mis ojos brillosos por toda está noche.

──Tu fuiste una de las personas que me cambió. ─confesó. ──. Y te lo agradezco.

──Aunque no lo creas, tú también me has hecho sacar partes de mi que no sabía que tenía. ─suspiré al recordar la bofetada que le di y lo cursi que he sido.

──Si, lo note la otra vez.

Solté una pequeña risa ganando su atención en mi. Él me miraba cómo si fuera una maravilla del mundo.

──¿Qué? ─cuestioné por su mirada.

──Nunca te había escuchado reír. Y me he dado cuenta de que tu risa es linda y me estoy cuestionando de que quizás deba ser divertido para escucharla más.

Sus palabras me hicieron sonreír un poco. Gaara podía ser muy dulce aún cuando ni siquiera lo intenta. Mis ojos se dirigieron a la sombra que la luz ocasionaba notando como esta se disfiguraba. La sonrisa en mi rostro se fue haciendo nula y la sombra volvia a su estado.

──Valorada porqué casi no rió. ─aconseje con mi rostro levemente aburrido, sin emoción.

──¿Por qué casi nunca expresas tus emociones? ─de cierta forma no me sorprendió su pregunta, mi cambio de humor se noto de inmediato.

──En esta vida siempre hay contrapartes. ─comencé a relatar sin expresar emociones fuertes. ──. Algo oscuro y monstruoso tal vez siempre fue amoroso y lleno de luz. ─él ladeó su cabeza. ──. Y algo hermoso puede ser realmente algo tenebroso.

Él parecía intrigado por mis palabras y el simple hecho de que miraba la luna en lugar de sus ojos lo hacia más misterioso.

──¿Eso que significa?

Suspiré para decirlo sin más.

──Gaara, si yo no controlo mis emociones mi sombra asesinara a quien se acerque a mí. ─confesé el mayor secreto que sólo mis padres y los consejeros conocían. ──. Por eso siempre soy tan poca expresiva. No puedo permitirme demostrar emociones a pesar de que las siento.

Mis ojos miel se enfocaron en los suyos, él me miraba con empatía, cómo si me entendiera. Cómo si él conociera lo que se siente que tu defensa absoluta asesinara a quienes se acercarán a ti.

──Entiendo. ─acarició mi mano con total tranquilidad. ──. Puedes estar tranquilo, Saiko. Jamás me lastimarías así cómo yo nunca lo hice contigo.

Si pudiera sonreír en grande ya lo habría hecho. Me limité a agradecerle besando su mejilla.

──¿Quieres caminar un poco?

──Me encantaría. ─accedí.

Gaara me ofreció su brazo y con gusto lo tomé para caminar por ahí sin rumbo fijo mientras charlamos de cosas sin mucho sentido. Evitamos hablar sobre nuestros trabajos para no agobiarnos, vinimos para disfrutar de nuestras compañías no para hablar de misiones o cosas sin relevancia en estos momentos.

Llegamos encima de la torre donde se podía apreciar la aldea con más detalle. Había algunas edificaciones altas que brillaban más con la luz de luna. Misma que nos iluminaba en esta linda noche.

Me recargue un poco en el barandal mirando la aldea, de noche era muy hermosa de ver.

──Una vez te dije que el primer momento que sentí tu chakra me sentí atraído hacía ti.

Giré mi cuerpo sorprendiendome de tener a Gaara frente a mí a escasos centímetros.

──Que no entendía esa sensación que siento a tu lado y que cuando descubra lo que es... no te dejaré ir.

Mi cuerpo se estremeció cuando oculto un mechón de cabello detrás de mi oído sintiendo cómo iba acercándose más a mí.

──Me costó dos años entender lo que sucedía.

──¿Y qué entendiste? ─sabía lo que pensaba, pero quería que me lo dijera.

──Qué estoy enamorado de ti. ─fue al grano, sin darle vueltas al asunto y juró que sentí mi corazón detenerse.

Que bonito se siente cuando la persona que te gusta te dice eso.

──Saiko, hace años que tienes el corazón de Kazekage en tus manos. ─entrelazó su mano con la mía. ──. ¿Me aceptas cómo el dueño del tuyo?

En ese momento dejé de respirar, Gaara se había declarado y mi mente se estaba reiniciando. Por suerte tenía una respuesta programada para está situación.

──Acepto fastidiarte la vida, Gaara.

Sus ojos brillaron mientras una tenue sonrisa surco sus labios. No pasó ni un segundo cuando abrazó con firmeza mi cintura acortando toda distancia entre ambos juntando sus labios con los míos en un dulce beso. Me sostuve de su hombro para acercarme más a él disfrutando del suave beso aún inexperto de ambas partes.

Con esto confirmo que besar a alguien es mil veces mejor que cómo lo describen en los libros.

──¡Sí!

Nos separamos cuando un grito se escuchó entre la oscuridad de las paredes de la torre. Ambos miramos el lugar notando a Kankuro con ambos brazos arriba mientras gritaba. Pronto él notó nuestras malas miradas y en un segundo una mano lo tomó de su ropa escondiéndolo de nuevo.

──Ignóralo es lo que hago siempre.

──Lo intentaré.

A pesar de ese incidente, Gaara afirmó su agarre en mi cintura y cuando reaccioné sus labios ya estaban junto a los míos danzando en un delicado beso.

Parece que a alguien le agarró gusto.

• • •

. viva Gaaiko!

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