━━ 𝟏𝟗: planificando la batalla
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄
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𝐍𝐈𝐊𝐎𝐋𝐀𝐈 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐁𝐀 𝐃𝐄𝐌𝐀𝐒𝐈𝐀𝐃𝐎 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐙 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐒𝐄𝐑 𝐀𝐋𝐆𝐔𝐈𝐄𝐍 𝐐𝐔𝐄 𝐒𝐄 𝐃𝐈𝐑𝐈𝐆Í𝐀 𝐀 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐀𝐓𝐀𝐋𝐋𝐀. ¿Le importaba? Para nada. Estar feliz era saludable, y un líder saludable hacía un gran líder.
Morana quería quedarse. Estaba seguro de ello. Morana lo amaba. Podría morir solo para escuchar esas palabras de sus labios nuevamente.
Dejar su cama esa mañana había sido una tortura absoluta. Vestirse había sido la tarea más difícil de su vida. Pero lo hicieron con sonrisas felices en sus rostros, con manos ladronas anhelando más de la noche anterior, con besos robados hasta que finalmente tuvieron que abandonar el refugio que había sido su habitación y enfrentar lo que estaba por venir.
Y, aun así, mientras hablaba con Alina para trazar su próximo movimiento, Nikolai se esforzaba por mantener la sonrisa estúpida fuera de su rostro, porque Morana lo amaba. Y ella se quedaba.
Y ciertamente no como su amante.
Había sido sincero cuando dijo que su devoción estaba con Ravka y su futura esposa. Ahora, convencer a Morana de que luciría hermosa con un anillo en el dedo y una corona en la cabeza sería un desafío, pero la parte difícil ya estaba hecha, ella se quedaba, aunque no lo hubiera dicho explícitamente.
─ Todas las fuerzas pueden dirigirse hacia Kirigan en Keramzin. Los tomaremos por sorpresa ─dijo Nikolai mientras intentaba concentrarse en salvar a su país en lugar de pensar en Morana y su devastadora sonrisa. Pero parecía que él no era el único que no estaba presente en la habitación, y frunció el ceño al ver a Alina mirando la mesa en la sala de guerra como si ni siquiera estuviera allí─. ¿Alina? ¿Alina...? ¿Has escuchado una palabra de lo que dije sobre...?
─ Debemos enviar nuestras unidades más fuertes a defender el orfanato ─interrumpió Alina asintiendo con la cabeza, con la mandíbula apretada pero las manos temblando ligeramente.
─ El Primer Ejército ha estado intentando encontrarlo durante meses ─respondió Nikolai─. Tenemos la ventaja de un enfoque aéreo para tomarlos por sorpresa.
Ella negó con la cabeza.
─ Sabemos de lo que son capaces los nichevo'ya y no hay señales ni de los Cuervos ni de la Hoja de las Sombras. Iré sola.
Las cejas de Nikolai apenas se levantaron. ¿Qué?
─ Eso es exactamente lo que él quiere. ¿Por qué si no elegiría Keramzin? Él conoce tus debilidades...
─ Y yo conozco las suyas ─dijo Alina con determinación, fulminando con la mirada a un punto en el vacío─. Eventualmente, confiará lo suficiente en mí como para dejarme acercar y entonces podré matarlo. No hace falta sacrificar a nadie más para poner fin a esto.
Nikolai respiró profundamente y negó con la cabeza.
─ ¿Ir sola? Sabes que no es la decisión correcta. ¿Por qué quieres hacer eso?
Alina soltó un suspiro entrecortado, su labio tembloroso al hablar.
─ La verdad es que podemos salvar a cada niño de Keramzin. Excepto a uno. Aquel que me encontró hace tantos años. Mucho antes de que supiera que era una Invocadora y él... un amplificador.
─ ¿Qué quieres decir? ─dijo Nikolai, y de repente tenía sentido la forma en la que Morana miraba a Mal cuando llegaron ayer, la forma en que lo miraba como si estuviera de duelo. Pero no podía ser...
─ Es Mal ─dijo Alina en voz baja─. Él es el pájaro de fuego.
La respiración de Nikolai se entrecortó.
─ Eso no... lo siento, Alina.
Alina dejó escapar un sollozo, cerrando los ojos con fuerza, y Nikolai se esforzó por decidir qué hacer, optando por abrazarla y estrecharla contra él mientras Alina se recuperaba. Finalmente, dejó de tambalear y se apartó, secando sus lágrimas.
─ Si tan solo me hubiera detenido... estaba tan obsesionada con el poder...
─ No podías saber que era él ─respondió Nikolai.
─ Me advirtieron que habría consecuencias. Solo... nunca pensé que sería él ─dijo ella, sollozando mientras se secaba otra lágrima─. Fui una tonta.
Nikolai empezaba a sentirse extremadamente culpable por estar tan feliz esa mañana. Especialmente al ver a Alina parpadear para apartar las lágrimas y apretar la mandíbula, tratando de no parecer débil.
─ Alina...
─ Podemos ocuparnos de la Sombra más tarde ─dijo ella─. Primero, debemos lidiar con nuestro problema inmediato. Todas las fuerzas pueden concentrarse en Kirigan en Keramzin.
Nikolai asintió. Dudó con sus siguientes palabras, pero si no las decía ahora, no sabía cuándo podría hacerlo.
─ Alina, mientras siga siendo Rey, siempre tendrás un lugar como General del Segundo Ejército, pero...
─ No puedes casarte conmigo ─concluyó Alina con la sonrisa más tenue que pudo reunir, asintiendo con comprensión─. Lo sé, Nikolai.
─ No es precisamente el momento adecuado para esta conversación ─dijo él suavemente, y Alina soltó una pequeña risa, y aunque no alcanzó a llegar a sus ojos, Nikolai sabía que el fin del compromiso estaba lejos de ser la razón de su desesperación. No podía ni siquiera imaginar la posibilidad de que Morana muriera; era lo último en lo que le gustaría pensar.
─ Prométeme, Nikolai ─dijo Alina─, que sobrevivirás a esta batalla. Uno de nosotros tiene que hacerlo. Y... Morana te necesita en su vida. Tú también la necesitas a ella.
Nikolai estaba a punto de responder cuando hubo un golpe en la puerta y se abrió, Dominik entró.
─ Disculpen. No quería interrumpir.
─ De ninguna manera ─dijo Nikolai, haciendo un gesto para que entrara─. Adelante. ¿Tenemos noticias del frente?
─ Las fuerzas de Kirigan han fortificado su posición en Keramzin ─dijo Dominik.
─ Tenemos que actuar. Rápidamente ─dijo Alina, y Nikolai asintió. Le sonrió antes de salir de la habitación con Dominik y adentrarse en los pasillos.
Se acercaban a la salida para ir al exterior cuando Morana cruzó las puertas, vestida con su atuendo de pirata habitual: pantalones metidos en sus botas que le llegaban hasta los muslos y un corsé sobre una camisa blanca. Después de la noche anterior, Nikolai nunca había pensado tanto en quitarle ese corsé. Su brújula colgaba de su cuello y ella levantó la vista sorprendida al ver a ambos caminando por el pasillo.
Ella asintió cortésmente a Dominik y luego a él, con una pequeña sonrisa en sus labios.
─ Moi tsar, ¿has visto a Alina?
Nikolai era consciente de que Dominik estaba observando cada uno de sus movimientos con curiosidad y diversión descarada, pero no le importaba en lo más mínimo. Sonrió a Morana.
─ Aún no soy exactamente el Rey, cariño.
─ ¿No? ─ella fingió sorpresa─. Bueno, debo haber confundido tu ego con una corona, Capitán.
Dominik dejó escapar un sonido ahogado, una mezcla entre un suspiro sorprendido y una risa, y Nikolai sonrió divertido antes de volver a dirigirse a Morana.
─ Alina está en la sala de guerra, Morana.
─ Gracias ─dijo ella antes de morderse una sonrisa mientras caminaba alrededor de ellos y por el pasillo.
El cuello de Nikolai casi se rompió para verla irse: el balanceo de sus caderas y su cabello trenzado, atado con una cinta escarlata que tenía el desafortunado efecto de hacerlo querer desatarlo.
Dominik lo llamó por su nombre, aclarando su garganta, y Nikolai se giró hacia él con una sonrisa, dándole una palmada en el hombro mientras salían al exterior.
─ Eres consciente de que estás comprometido, ¿verdad? ─dijo Dominik en voz baja mientras caminaban, con el sol brillando intensamente sobre ellos y los soldados preparándose para la batalla a su alrededor.
Nikolai esbozó una sonrisa que rozaba el gesto de mueca. Carraspeó y pasó una mano por su cabeza antes de hablar, pronunciando las palabras que tendría que decir a todo el reino.
─ La Invocadora del Sol significa tanto para mí como para cada alma esperanzada en Ravka, pero no puedo casarme con ella.
─ No con la forma en la que miraste a la pirata ─dijo Dominik con un resoplido─. ¿Cuándo fue la última vez que te separaste de tu brújula?
─ Cuando ella me la robó hace unos meses ─dijo Nikolai rápidamente, antes de hablar más seriamente─. Alina seguirá bajo la protección de la Corona, como General del Segundo Ejército. Pero tengo la intención de hacer que Morana sea mi Reina, y verás, ella nos sacará de las sombras.
─ Si ella puede hacerte sonreír en un día de batalla ─dijo Dominik, poniendo su mano en el hombro de Nikolai─, eso es todo lo que importa. Tú inspiras a la gente, Nikolai... ─Dominik se detuvo por un momento, mientras llegaban a un grupo de soldados─. Vasov, Illieva, Romenko ─llamó─, os necesitaremos con nosotros.
Los tres respondieron con un "sí, señor" y luego Dominik habló nuevamente mientras continuaban su camino por el suelo de grava.
─ ¿Recuerdas el primer día en que recibiste una bala en una batalla? Te alcanzó gusto aquí ─señaló su hombro y Nikolai sonrió con suficiencia.
─ Un poco más a la izquierda y no tendríamos el placer de hacer este intercambio de palabras.
Dominik asintió.
─ Ese fue el día en el que supe con certeza que serías un gran Rey.
─ ¿Por qué?
─ Porque nunca perdiste la esperanza. Seguías haciendo tus pequeñas bromas ─dijo Dominik─. Eso es lo que Ravka se merece.
─ ¿Un Rey que no se calla nunca? ─Nikolai soltó una risa irónica.
─ Un Rey que gobernará con la esperanza de algo mejor ─respondió Dominik seriamente y Nikolai asintió─. Y necesitas a alguien que te dé esperanza, para que puedas darle al país lo que necesita.
Nikolai sonrió con fuerza, pero sabía que Dominik tenía razón. Morana le daba esperanza. Lograba aliviar la carga del mundo en sus hombros, lograba hacer que una guerra pareciera una molestia y no una catástrofe. Sería una gran Reina y gobernaría a su lado porque estaba seguro de que no se quedaría de brazos cruzados. Y él no quería que lo hiciera. Morana era el amanecer y lo ayudaría a sacar a Ravka de la oscuridad, hacía un día más brillante.
Sus ojos captaron a una cabeza de pelo corto subiendo las escaleras hacia su barco volador, y Nikolai se excusó con Dominik, quitándose el sombrero de la cabeza mientras seguía a Mal. Tan pronto como llegó a la cubierta del barco, Nikolai hizo saber su presencia.
─ ¿Tan ansioso estás por la batalla que ya estás reclamando tu lugar?
La cabeza de Mal se giró hacia él, con la mandíbula tensa.
─ Solo me encontraste pensando ─murmuró mientras Nikolai se acercaba a él y se colocaba a su lado, con la mirada recorriendo el paisaje de Ravka. Después de unos momentos de silencio, Mal soltó un aliento tembloroso─. ¿Te lo dijo?
─ Lo hizo ─respondió Nikolai, asintiendo.
Se giró hacia Mal, colocando una mano en el hombro del rastreador, y Mal lo miró con una mueca en sus labios. Nikolai lo abrazó brevemente y, al separarse, Mal asintió agradecido. Y Nikolai se sentía especialmente orgulloso de sí mismo por lo bien que lograba reconfortar a las personas en un día.
Tomó una respiración temblorosa.
─ Es curioso ─dijo Mal─. Durante años fui un soldado. Pensé que moriría en el barro de alguna trinchera. Y luego Alina y yo nos escapamos. Luego te conocí a ti ─Mal se detuvo, mirándolo de arriba abajo─. Bueno, no a ti. A Sturmhond. Y por primera vez pensé: "esto es vida". No esperar a que una bala Fjerdana encuentre mi brazo.
Con una pequeña sonrisa, Nikolai asintió.
─ Me alegra que lo hayas probado. Aunque haya sido breve.
─ Nunca he envidiado algo malditamente Santo. Envidio la vida de Sturmhond. Su libertad.
Nikolai lo entendía. Amaba su vida como Sturmhond. Poder navegar por el Mar Verdadero sin ninguna responsabilidad o deber hacia una nación entera. Poder olvidar el tumulto de su vida como Nikolai Lantsov. El Príncipe bastardo. Su hermana muerta. Sus padres negligentes. Su maldito hermano.
Sin embargo, él era Nikolai Lantsov y no podía dejar atrás a su país. Su hermana estaba viva y bien, al menos eso esperaba, pero Kira siempre tenía un talento para salir de los problemas; su hermano estaba muerto; sus padres ya no tenían control sobre su vida o sobre su ser; y el Príncipe bastardo había encontrado su veneno. Podía tener responsabilidades y deberes que no podía eludir, pero Nikolai Lantsov tenía el talento de aprovechar al máximo la vida, y lo haría por él. Por Ravka. Por Mora.
Nikolai se giró hacia Mal mientras se aclaraba la garganta, como si intentara sacar los pensamientos de su cabeza. Frunció el ceño al hablar.
─ En cambio, mi camino siempre estuvo trazado. Pero es lo que debe suceder. Si Alina no aprovecha la oportunidad...
─ ¿Estás seguro de que no hay otra forma?
─ No. Tengo un plan. Solo... cuando finalmente se haya cumplido, y yo me haya ido...
─ Mal...
─ No, escúchame. Cuando me haya ido, ella necesitará a su familia a su lado. Tú, Mora, Genya, Nadia... Apoyadla.
─ Usaré todo el poder de la Corona para asegurarme de que esté protegida ─dijo Nikolai sinceramente. Tal vez no se casaría con Alina, pero ella era su amiga. Incluso su familia. Y no abandonaría a su rayo de sol favorito. Morana incluso podría matarlo si pensaba en hacerlo.
Mal asintió, agradecido.
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𝐍𝐈𝐊𝐎𝐋𝐀𝐈 𝐘 𝐌𝐀𝐋 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐀𝐑𝐎𝐍 𝐒𝐈𝐆𝐈𝐋𝐎𝐒𝐀𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐀 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐋𝐀 𝐃𝐄 𝐆𝐔𝐄𝐑𝐑𝐀 𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐑𝐀𝐒 𝐄𝐒𝐂𝐔𝐂𝐇𝐀𝐁𝐀𝐍 𝐀 𝐀𝐋𝐈𝐍𝐀 𝐇𝐀𝐁𝐋𝐀𝐑. Mal cerró la puerta tras ellos mientras Nikolai se acercaba a Morana, que estaba de pie junto a Alina, con los brazos cruzados frente a ella y los labios fruncidos mientras miraba el mapa sobre la mesa. Ella levantó la mirada y le dedicó la más leve de las sonrisas antes de volver a dirigirse a Alina.
─ Enviaremos una unidad de batalla combinada con el Primer Ejército a Keramzin ─dijo la Invocadora del Sol─, para proteger el orfanato de las fuerzas del Oscuro. Gracias a Nikolai y su segundo barco volador, no nos verán venir. Ahora nuestro objetivo es Kirigan, pero no subestiméis las formas en las que él habrá envenenado las mentes de nuestros compañeros Grisha. Ahora...
─ Alina ─interrumpió Mal, hablando desde el lado de Nikolai─, si me permites, me gustaría proponer un frente alternativo para nosotros dos.
─ ¿Qué quieres decir? ─preguntó Alina, enderezando la espalda, mientras Mal se acercaba a su lado, lo que hizo que Morana se acercara más a Nikolai para darles espacio.
─ El Oscuro espera enfrentarse contigo en Keramzin ─dijo Mal.
─ Sí, pero...
─ Entonces iremos a la Sombra. Solo nosotros dos. Lo destruiremos mientras Nikolai y los demás se encargan del ejército de Kirigan.
Alina fulminó con la mirada al rastreador.
─ Detente, Mal.
─ ¿Cómo lo haréis sin el último amplificador? ─preguntó Genya desde el otro lado de Alina.
Nikolai observó cómo los labios de Morana se apretaban en una fina línea, cómo Mal se erguía más alto, listo para dirigir la sala, y el pánico en los ojos de Alina mientras le suplicaba que se detuviera.
─ Mal, no lo hagas. Por favor.
Mal la ignoró, solo le dedicó una pequeña sonrisa tranquilizadora antes de dirigirse nuevamente a la habitación.
─ El último amplificador es una línea de sangre... Mi línea de sangre.
La habitación se quedó en silenció y Nikolai sintió cómo Morana agarraba su mano, sus dedos entrelazados ocultos tras su cuerpo, y cuando bajó la vista vio los remolinos de luz y sombras danzando alrededor de sus dedos. Pasó el pulgar por la parte posterior de su mano. Levantó la cabeza justo cuando Genya intentó acercarse a Alina, pero la chica retrocedió.
─ No ─Alina negó con la cabeza.
─ Alina ─dijo Nikolai, su voz cargada por el tema en cuestión, por la mirada de pura desesperación en los ojos de Alina, pero, aun así, ella negó con la cabeza.
─ ¡He dicho que no! Yo también tengo voz en esto. Tiene que haber otra manera...
─ ¿Y si todos vamos a por Kirigan en lugar de eso? ─interrumpió Mal─. No hay señales de los Cuervos. No podemos luchar contra esos monstruos sin la Hoja de las Sombras. Y si algo te sucede, la Sombra seguirá existiendo. Él ganará.
─ Morana puede enfrentarse a ellos ─dijo Alina desesperadamente, y Morana se tensó a su lado mientras todas las miradas se dirigían hacia ella.
─ Alina ─dijo ella con vacilación-, puedo enfrentarme a uno. A dos como máximo. Pero con la Sombra y los nichevo'ya... Y con Mal... no puedo equilibrar la sombras el tiempo suficiente como para salvarnos a todos. El Oscuro debe morir.
Mal asintió.
─ Él vino a mí en un sueño. Tal vez los mismos que tenías tú. En el sueño, él lo sabía. Sabía quién soy. Si él lo sabe, si es real, se nos está acabando el tiempo.
─ No te mataré. No lo haré.
Tamar carraspeó, y todas las miradas se dirigieron hacia ella.
─ Si un Mortificador detuviera el corazón de Mal durante dos minutos, ¿podrías hacer lo que necesitas hacer, Alina?
─ Perdón, ¿qué? ─preguntó Alina.
─ Yo... podría matarlo y traerlo de vuelta después de dos minutos. No más. ¿Será suficiente tiempo para destruir la Sombra?
─ Yo podría ayudar ─añadió Morana y una vez más la sala se giró hacia ella. Ella soltó su mano mientras daba un paso hacia Alina y todo lo que Nikolai quería hacer era tirarla hacia atrás─. Puedo intentar... amplificar a Mal. Así podrías realmente destruir la Sombra en dos minutos.
─ ¿Quieres amplificar a un amplificador? ─dijo David, y Morana asintió.
─ Mis poderes son... complicados. Pero Mal y yo compartimos un vínculo. Si puedo invocarla, si puedo invocar la merzost en su sangre... tal vez pueda intensificarla.
Alina asintió.
─ Eso podría funcionar.
─ Alina. Ya sabes cómo funciona esto ─dijo Mal─. No habrá suficiente tiempo como para unir mi hueso del dedo a...
─ En realidad ─dijo David─, podría procesar un fragmento del hueso de Mal y fusionarlo con... bueno, fusionarlo contigo. Como hicimos con el ciervo. ¿Lo recuerdas? Claro que lo recuerdas. Si hacemos esto antes de que entres en la Sombra, teóricamente, una vez que tu corazón se detenga, la amplificación comenzará.
Nuevamente, Alina asintió. Nuevamente, Nikolai no tenía mucho que decir en el asunto, no era un experto en los temas de Grisha y confiaba en que ellos si lo fueran.
─ Sí ─dijo Alina─. Esta es nuestra solución.
─ Suena completamente loco ─Nikolai sonrió─. Me gusta.
─ Tú tienes que ser quien me mate, o no funcionará ─argumentó Mal, pero Alina ya estaba sacudiendo la cabeza.
─ Intentemos esto primero, confía en mí. Y si no funciona, entonces... ─Alina no se atrevió a terminar la frase. Se giró hacia Morana, Tamar y David─. Gracias ─luego, sus ojos se posaron en él y Nikolai levantó una ceja─. ¿Tamar puede acompañarnos?
Él bufó, divertido.
─ Tamar toma sus propias decisiones. Dominik y yo partiremos hacia Keramzin de inmediato. Adrik y Nadia, vendréis con nosotros.
Con eso, Nikolai salió de la habitación y Dominik, Adrik y Nadia lo siguieron. Mientras caminaba, escuchó que alguien lo llamaba por su nombre, y ese alguien era su todo. Nikolai le dijo a los demás que continuaran, que se les uniría en breves, y se dio la vuelta con una sonrisa mientras ella se acercaba. Antes de que pudiera decir una palabra, Nikolai la llevó a la habitación contigua, cerrando la puerta y presionándola contra ella mientras unía sus labios a los suyos.
Morana suspiró en sus labios, acercándolo por un segundo antes de separarse y mirarlo sin aliento, con una sonrisa en su rostro.
─ ¿Un beso de buena suerte?
─ No, un beso de amor ─respondió él con una sonrisa y unió sus labios contra los suyos, apenas por un momento─. Ese es el beso de buena suerte.
─ Bien, porque si mueres, te mataré.
─ Eres tan dulce, Mora ─dijo con la voz impregnada de sarcasmo, y ella sonrió.
─ Dulce como el veneno.
─ Mi favorito ─respondió él antes de inclinarse para robarle otro beso, para sentir sus labios una última vez antes de tener que irse. Suspiró, apoyando su frente contra la suya─. ¿Estás segura de que puedes hacerlo? ¿Amplificar a Mal?
─ ¿Desde cuándo dudas de mí, azote?
Nikolai sonrió.
─ No dudo de ti. Simplemente no quiero verte lastimada. Si no es merzost equilibrada, podría ser peligroso para ti...
─ Derribar la Sombra será suficiente equilibro ─dijo ella─. ¿Saludarás a mi padre por mí?
La risa que escapó de sus labios fue imposible de contener.
─ Pensaba que el Espejismo Carmesí nació en las profundidades del Mar Verdadero, para las brujas, las sirenas y los cadáveres de piratas.
─ ¿Dónde escuchaste eso, corsario? ─preguntó, divertida─. Solo los piratas lo saben.
─ Bueno, es posible que esté enamorado de una.
─ ¿Es posible?
─ Sería escandaloso si en realidad lo estuviera ─dijo con una sonrisa, y Morana sonrió pícaramente, agarrando su cuello y juntando sus labios con los suyos.
─ Menos mal que te gusta el caos ─susurró contra sus labios.
─ Y tú tienes un don para el orden ─añadió─. Seré un Rey enamorado de una pirata cualquier día.
─ Todos los días.
─ Ahora solo intentas hacerme ruborizar, Mora ─dijo con una sonrisa burlona y ella le miró enfadada de forma juguetona.
─ Eres un cretino.
─ Pensé que no llevabas la cuenta de los cretinos que te encontrabas en la vida.
─ Solo uno. Él es el Rey de Ravka. Un cretino bastante importante.
─ ¿Lo amas? ─preguntó, y los labios de Morana se curvaron en una sonrisa, una sonrisa impresionante, que lo hizo desear que no tuvieran que partir en el siguiente minuto para unirse a la batalla. Que lo hizo desear poder golpear al Oscuro con su corona y acabar con todo.
─ Él es mi hogar ─dijo ella, besándolo de nuevo, y cuando se alejó, abriendo la puerta detrás de ellos, se volvió hacia él otra vez, dándole un último beso en los labios─. Te amo.
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