━━ 𝟎𝟗: morana zoreslava





𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄
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𝐍𝐀𝐂Í 𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐓𝐀, 𝐍𝐈𝐊𝐎𝐋𝐀𝐈. 

¿De qué estás huyendo?

De mi pasado. De mi padre. De mis monstruos. 

El hecho de que Morana fuera el Espejismo Carmesí le llevó más tiempo de lo que le gustaría admitir. Pero una vez que sus secretos comenzaron a salir a la luz, a medida que las piezas del rompecabezas se voltearon y las colocó en su lugar, la imagen que tenía de Morana se volvía cada vez más clara. 

¿De qué estás huyendo?

De mi pasado. De mi padre. De mis monstruos. 

Su padre. 

Él se guiaba por una corazonada. Un sentimiento en su interior que se intensificaba mientras la observaba moverse más rápido que cualquier otra persona que hubiera visto antes en la Sombra, invocando las sombras mientras arrancaba la cabeza de un Volcra. Lucía mortal, hermosa como una rosa, y Nikolai deseaba sangrar por sus espinas. Morana se consideraba antinatural, una abominación, si tan solo se viera a sí misma como él la veía... No se le podía culpar por quién era su padre, y Nikolai quería que ella lo supiera. 

Ella decía que había nacido en Kerch y crecido en Ketterdam. Pero estaba huyendo de Ravka. Algo la estaba llamando desde Ravka y Nikolai cada vez estaba más convencido de que no era algo, sino alguien. 

─ Hemos recibido informes de unidades del Primer Ejército encontradas masacradas aquí, aquí y aquí ─les dijo tanto a Alina como a Mal mientras señalaba el mapa en la sala de guerra de la Rueda Giratoria. 

─ Demasiado lejos para ser incursiones Shu ─dijo Mal. 

─ O Fjerdanos ─agregó Alina. 

─ Hay buenas pruebas de que estas unidades estaban deteniendo a Grisha. Algunos informes dicen que los soldados fueron mutilados ─hizo una pausa─. Algunos, cortados por la mitad. 

Un pesado silencio se apoderó de los tres, y Nikolai podía oír los engranajes de su propio cerebro girando, tratando de llegar a respuestas que sabía que no le gustarían. Su hermano estaba fallando en mantener unido al país, enfrentando al Primer Ejército contra los Grisha, asegurándose de que Ravka estuviera dividida más allá de la separación física que la Sombra causaba. El peso del país estaba sobre sus hombros, y Nikolai iba a hacerlo lo mejor que pudiera con el poder que se le había dado, para asegurarse de que Ravka pudiera prosperar, asegurarse de que la población Ravkana estuviera a salvo y pudiera recibir lo mejor que él pudiera ofrecer. 

─ Es Kirigan, ¿verdad? ─Alina rompió el silencio con un suspiro. 

─ No hemos podido encontrar su campamento base...

─ No hay forma de que haya sobrevivido a la Sombra ─interrumpió Mal. 

─ Sobrevivió antes ─dijo Alina casi de manera renuente, pero su voz no vacilaba─. Además, él es el único que puede hacer el Corte. Baghra también, pero esto es obra suya. 

─ Si está vivo, recibirá noticias de tu intento en la Sombra.

Los puños de Nikolai se apretaron en su costado al pensar que el Oscuro seguía vivo, llamando a Morana a seguirlo, siendo la razón por la que ella había llorado sangre, la razón por la que ella se estremecía al quedarse dormida en sus brazos, apenas manteniéndose de pie. Pero él no podía estar seguro, ¿verdad? Morana aún le debía un secreto. 

Intento ─Alina repitió y Nikolai la miró tímidamente. 

─ No quería faltarte al respeto. 

Alina suspiró. 

─ No, tienes razón. Eso es lo que fue. Un intento ─miró a Nikolai y a Mal─. Ambos vieron mi luz. Era fuerte, enfadada y peligrosamente desequilibrada. Puedo entrenar para dominar lo que tengo, pero temo que no será suficiente. 

─ Necesitamos encontrar el tercer amplificador ─dijo Mal. 

─ ¿El pájaro de fuego?

Mal asintió. 

Nikolai pasó una mano por su cabello mientras los engranajes giraban en su cabeza, formando una idea estúpida pero ingeniosa. Una idea que colocaba a Ravka por encima de todo, una idea que bien podría ser lo que mantuviera unido al país. 

─ Cuanto más busquemos al pájaro de fuego, más dependemos de tu protección en este país ─dijo Alina como si lo estuviera provocando para hablar. Y así lo hizo. 

─ Bueno, hasta entonces, tengo una propuesta ─les dijo a ambos─. Podemos intentar evitar que este país se desmorone y decirles a los Fjerdanos que se metan su recompensa por donde les quepa en el proceso. 

─ ¿Cómo propones que lo hagamos?

─ Te llevo bajo el ala de la Familia Real, mi nombre se convierte en un refugio para ti y un estandarte bajo el cual podemos generar cambios. 

─ ¿Tu nombre? ─preguntó Mal. Él asintió.

─ Espera... ─vio cómo las palabras se procesaban en su mente antes de que lo mirara incrédula─. ¡Esto es una propuesta de matrimonio! ¿¡Estás sugiriendo que nos casemos?

─ No estoy proponiendo un matrimonio por amor ─interrumpió Nikolai, un poco más brusco de lo que esperaba. Alina levantó una ceja y Nikolai flexionó su mano detrás de su espalda antes de continuar─. Solo una alianza política entre los Grisha y los otkazat'sya. 

─ Bueno, eso es justo lo que son todos los matrimonios, ¿no? ─preguntó Mal─. Estrategia. 

─ Precisamente ─asintió Nikolai─. Tal vez nunca lleguemos al matrimonio ─ojalá que no. Un compromiso señala un fuerte pacto de cooperación y nos permitirá llevar a cabo cambios significativos para los Grisha y Ravka ─suspiró─. He visto lo mucho que os queréis el uno al otro. Lo entiendo si lo rechazáis, pero espero que consideréis las opciones y los beneficios. 

Él se giró sobre sus talones, listo para irse, cuando Alina lo agarró del brazo, deteniéndolo en su camino. 

─ ¿Qué pasa con Morana?

Los hombros de Nikolai se tensaron y miró a Alina con una sonrisa forzada. 

─ Es una alianza política, Alina. Eso es todo lo que es. Morana... se lo diré. Ella lo entenderá. 

Alina soltó su manga. 

─ Necesito pensarlo. 

─ Por supuesto. 

Con eso, salió de la sala de guerra con la intención de encontrar a Morana y contarle sobre la propuesta. No habían hablado desde que habían llegado al este de Ravka y le preocupaba pensar en lo que ella pensaba de toda la situación. Lo que significaría ahora que él no era solo Sturmhond. 

Encontró a Tamar y Tolya en las instalaciones de entrenamiento, y ellos lo dirigieron hacia la biblioteca de la Rueda Giratoria. Los pasos de Nikolai se hicieron más lentos mientras él se acercaba a la biblioteca. ¿Qué le diría realmente? Cariño, posiblemente me comprometa con el rayo de sol, por favor, no te enfades. Ah, y tu padre podría estar vivo. Además, creo que sé quién es tu padre. 

Pasó una mano por su rostro mientras llegaba a las puertas de la biblioteca y entraba. No tuvo que buscar a Morana en absoluto. Estaba sentada en un sillón junto a la chimenea, con los pies calzados con sus botas, y sus piernas arrojadas al azar estaban descuidadamente sobre uno de los brazos mientras se apoyaba en el otro, con una copa de vino en una mano y un libro que parecía estarle causando dolor de cabeza por el gesto de arrugar la nariz; al menos entendía lo del vino. 

─ ¿Es bueno? ─preguntó mientras se acercaba a ella, apoyándose en el marco de la chimenea. 

Los ojos de Morana se desviaron perezosamente hacia él y frunció los labios antes de volver a mirar el libro. 

─ El libro es inútil. El vino es promedio ─miró de nuevo hacia arriba y frunció el ceño─. ¿Se supone que debo inclinarme o algo así?

Sus labios se curvaron en una sonrisa y encogió los hombros; ella era una pirata en tierra, nadie de la posición de damas de su madre se sentaría de manera tan casual en una silla y le hablaría como lo hacía ella. 

─ Técnicamente, sí. Pero rara vez te veo seguir las reglas. 

En lugar de responder con una respuesta ingeniosa, ella asintió con la cabeza y volvió a centrar su atención en el libro, dando un sorbo al vino. No añadió nada a la conversación y Nikolai comenzó a preocuparse. 

─ Pensé que tú serías la primera en golpearme ─le dijo, tratando de mantenerla hablando, tratando de captar su atención que era tan fácilmente capturada por Sturmhond. 

─ Lo consideré ─respondió ella, pero no levantó la vista del libro. El libro era inútil, pensó Nikolai para sí mismo. 

─ Aun así, no lo hiciste. 

Morana encogió los hombros, dio un sorbo a su copa y la giró en su mano antes de finalmente apartar la vista de su libro y posarla en él. 

─ Todo son mentiras, cariño. Ambos somos unos mentirosos. 

Todo mentiras. Pero no lo era. Ellos no eran una mentira, estaba seguro de ello. Aunque, en realidad, no estaba del todo seguro de lo que eran. Nikolai se recordó a sí mismo la razón por la que la había buscado. 

─ El Oscuro podría haber regresado. Alina está segura de que es él ─le dijo en voz baja. 

Morana se irguió. Cerró los ojos por un momento y procedió a vaciar por completo su copa antes de levantarse. 

─ ¿Y qué?

─ Mora, yo sé...

─ Tengo que devolver este libro ─dijo ella interrumpiéndolo, y la mandíbula de Nikolai se tensó. Siguió sus pasos mientras Morana caminaba hacia uno de los pasillos de la biblioteca, pero antes de que pudiera dar otro paso, él agarró su muñeca, haciendo que la copa de vino se le escapara de la mano y se rompiera en el suelo. 

No le importaba el vidrio, sin embargo. Tirando de ella hacia él, obligó a Morana a mirarlo a los ojos. 

─ Pensé que no te importaba que te hubiera mentido.

─ No me importa. 

─ Entonces, ¿por qué actúas como sí...?

─ No estoy actuando ─dijo ella mientras se soltaba de su agarre─. Ya no finjo más. Lo que sucedió entre nosotros se quedó en el Mar Verdadero. Aquí no debería significar nada para ti... 

─ No puedes estar hablando en serio ─dijo Nikolai, frunciendo el ceño. 

Ella empujó el libro contra su pecho y Nikolai lo atrapó, mirando la portada. Era un libro sobre la Pequeña Ciencia. Frunció el ceño. 

─ Una vez que encuentre una manera de romper lo que me ha unido a Mal, volveré al mar ─dijo firmemente, pero cuando Nikolai volvió la mirada hacia su rostro, sus ojos parecían vacíos. Frunció el ceño. 

─ ¿Mal?

─ Mal es a quién estoy vinculada. Ese es el secreto que te debía ─frunció el ceño─. Moi tsarevich. 

Nikolai se sobresaltó visiblemente.

Entonces Morana lo empujó y comenzó a caminar hacia la salida de la biblioteca, sin siquiera mirar hacia atrás. Pero si Nikolai era algo, era terco, y no iba a dejar que ella se alejara de él. De ellos. No cuando todavía tenían mucho de qué hablar, no cuando finalmente estaban avanzando y su título tenía que arruinarlo todo. 

Él la siguió, corriendo a medias para alcanzarla cuando alguien más detuvo a Morana. Una mujer de apariencia mayor, cuya kefta indicaba que era una Sanadora, la miró con los ojos muy abiertos, y los hombros de Morana se tensaron. 

─ ¿Yelena? ─murmuró la mujer, entrecerrando los ojos hacia Morana a través de la tenue luz del pasillo─. ¿Yelena Zoreslava? ¿No me recuerdas?

Morana sacudió la cabeza, tratando de pasar junto a la mujer. 

─ No sé de quién estás hablando...

─ Soy Calea, nos trajeron al palacio el mismo año. Yo... tus ojos solían ser azules. 

─ El océano estaba celoso de su color ─respondió Morana rígidamente, y la mujer, Calea, soltó una risa que sonó falsa. 

─ Tú siempre fuiste la graciosa. Ciertamente no has envejecido ni un día, no es de extrañar que le gustaras tanto al General ─dijo Calea, y en su voz había un dejo de disgusto─. ¿Por qué has vuelto? ¿Estás esperando para una reunión?

─ Para nada ─dijo Morana, tratando de pasar junto a Calea, pero la mujer se interpuso en su camino. 

─ Desertaste. Él nunca te aceptaría de vuelta...

─ Buenas tardes ─saludó Nikolai en voz alta mientras se acercaba a las dos, y los hombros de Morana se relajaron visiblemente, aunque su mandíbula estaba tan tensa que Nikolai podía ver los músculos contraídos. 

Calea inmediatamente inclinó la cabeza, murmurando las palabras que lo habían hecho estremecer cunado Morana las había dicho. 

─ No es necesario ser tan formales, solo esperaba poder hablar con la señorita... ─se interrumpió al mirar a Morana y ella suspiró. 

─ Zoreslava ─dijo ella. 

─ Por supuesto, disculpa ─dijo Calea con una sonrisa falsa, lanzando una mirada desgaradable a Morana que hizo hervir la sangre de Nikolai─. Nos pondremos al día más tarde, Yelena, si no estás ocupada cayendo en viejos hábitos ─respondió mientras le echaba una mirada de reojo. 

Con eso, Calea los dejó solos. 

─ No tenías que hacer eso. 

─ Estabas a punto de atacar a la Sanadora. 

─ Es una Sanadora ─respondió Morana─, habría estado bien. 

Nikolai agarró su mano antes de que Morana pudiera siquiera pensar en seguir a Calea o escapar de él. Ella giró su rostro hacia arriba, sus ojos penetrando en su alma. 

─ ¿No vas a preguntar?

La atrajo más cerca, negando con la cabeza mientras levantaba la mano, dejando que sus dedos rozaran el costado de su rostro. Era tan hermosa que quería grabar una imagen de ella en su mente, para nunca olvidarla.

─ No voy a preguntar ahora ─murmuró mientras sus ojos no se apartaban de los suyos, su pulgar trazando su labio inferior, haciendo que Morana soltara un jadeo─. No quiero que te alejes, Morana. Así que lo que voy a hacer es pedirte que pases por mi habitación más tarde esta noche...

─ Eso es bastante presuntuoso por tu parte...

─ No es así ─la interumpió, la comisura de sus labios mostraba una media sonrisa al ver el leve rubor en sus mejillas─. Bueno, a menos que quieras. 

Ella entrecerró los ojos hacia él y Nikolai sonrió.

─ Necesitamos hablar, eso es todo. Sabes que lo necesitamos. 

─ No hay nada de qué hablar ─respondió Morana mientras se alejaba de él─. Todo lo que hubo se quedó en el océano. 

─ Tonterías, cariño. Estamos aquí ─se acercó, haciendo que ella retrocediera y quedara atrapada entre él y la pared, mientras le sonreía suavemente─. Ambos estamos aquí y eso es todo lo que necesitamos. Así que, por favor, te lo ruego, solo escúchame. 

Morana frunció los labios mientras recorría sus rasgos con la mirada, y luego vio cómo algo cambió en sus ojos. Levantó una ceja. 

─ ¿Lo estás haciendo?

─ ¿Estoy haciendo qué?

─ Estás suplicando ─respondió ella, una sonrisa burlona creciendo en sus labios pintados de rojo, y Nikolai supo en ese momento que al menos por esta noche la había conquistado. 

─ ¿Quieres que me arrodille ante ti, Mora? ─chasqueó la lengua─. Bastante vulgar por tu parte, estamos en un pasillo. 

─ Soy una pirata ─fue su respuesta. Luego, una de sus cejas se alzó desafiante y Nikolai sonrió. 

Él dejó que sus manos acariciaran sus costados mientras se arrodillaba, y luego cayeron a los costados mientras la miraba. 

─ Morana, cariño, únete a mí esta noche ─dijo─. Te lo ruego. 

Ella sonrió y pasó una mano por su cabello, las uñas rozando su piel. Tiró de su cabello, inclinando su cabeza hacia un lado mientras se acercaba a su oído. 

─ Quédate despierto y espera por mí. Es posible que aparezca. 

Él gimió mientras la lengua de ella recorría su mandíbula y besaba su cuello, luego lo dejó allí, arrodillado en un pasillo, irremediablemente entregado a su Reina del Mar Verdadero. 





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