☆ ---------- 7


LA BAÑERA

Olivia

Nancy, Jonathan y yo seguíamos en comisaría. Había pasado alrededor de una hora desde que Flo, la secretaria de mi tío, le había avisado sobre la pelea.

— ¡Dios mío Jonathan, hijo! ¿Qué te ha pasado? — preguntó asustada Joyce mientras entraba por la puerta.

Mi tío que iba detrás suya miró inmediatamente el puño de mi amigo y luego me miró a mí con confusión, yo simplemente alcé los hombros indicándole que era una larga historia.

— ¿Porqué le ha puesto esposas?

— Porque su hijo ha agredido a un agente de la ley, señora — explicó uno de los compañeros de mi tío.

— Quitadselas, vamos — reclamó Joyce.

— Me temo que no puedo hacer eso — le responde tranquilamente el hombre.

— ¡Qué se las quite! — estaba perdiendo la paciencia, la entiendo, los compañeros de mi tío nunca habían sido tíos muy inteligentes.

— Ya la has oído, quitadle las esposas al crío — les dijo Hopper.

— Jefe, comprendo que estamos todos nerviosos, pero debería de ver esto — habló el otro policía.

Mi tío y sus compañeros salieron fuera y volvieron unos minutos después con una caja marrón en las manos.

Mierda, la caja.

Mientras Joyce analizaba el contenido de la caja, mi tío no paraba de mirarme, yo solo agaché la cabeza.

— ¿Qué es todo esto? — nos preguntó Joyce.

— Quiero ahora mismo una explicación de porqué teníais esto en el coche, Olivia — me preguntó.

— ¿Por qué me habéis registrado el coche? — contestó Jonathan por mí.

— ¿Te parece la pregunta más pertinente? — le respondió acercándose más a él —. Vamos a hablar a mi despacho — nos miró seriamente.

— No nos vas a creer.

— ¿Qué tal si lo intentáis? — finalizó caminando hacia su oficina.

《☆》

Los cinco nos encontrábamos en el despacho de mi tío, le explicamos detenidamente todo lo que creíamos saber y le enseñamos la foto que sacó Jonathan el día de la desaparición de Bárbara.

— ¿Decís que la sangre atrae a esa cosa?

— No lo sabemos — respondí mirando al suelo.

— Es solo una teoría — me siguió Nancy.

Mi tío y Joyce se miraron entre si, preocupados por la situación. Ninguno acabábamos de entender bien a esa cosa.

Jonathan salió del despacho a petición de su madre, mientras que Nancy iba un momento al baño. Una vez la puerta se cerró, mi mirada fue a parar directamente a mi tío.

No me dijo nada, solo me miraba con una expresión seria. Un par de minutos después se pasó las manos por la cara en forma de frustración.

— Lo siento — le dije levantandome de la silla.

— ¿Qué lo sientes? — me miró incrédulo —. Has puesto en peligro tu vida Liv, os podría haber pasado algo, a los tres.

— Lo sé, y lo siento — respondí con un hilo de voz —.  Yo solo... Nosotros solo creíamos que podíamos salvar a Will. Aún lo creo.

— Sé que te sientes culpable de su desaparición y que solo quieres ayudar, al igual que tus amigos — comprensivo, se acercó a mi y paso sus brazos de manera paternal por mis hombros —. Pero entiende que me preocupo, no puedo perder a mi sobrina favorita. Asique por favor, la próxima vez habla conmigo y cuéntame que pasa.

Lo miré con una pequeña sonrisa y lo abracé, mi tío siempre había sido lo más cercano a un padre que había tenido.

Después de eso, ambos salimos del despacho. Mientras caminaba a la sala de espera dónde se encontraban mis amigos, pude escuchar a una mujer gritarle a los policías, quejándose de que una niña extraña y con el pelo rapado le había roto el brazo a su hijo con sus poderes.

Que locuras tiene la gente, de verdad.

Steve

Alan y yo estábamos sentados encima del maletero de mi coche, esperando a Tommy y Carol que estaban comprando pastillas para el dolor y algo frío para mi cara.

—¿Cómo estás, tío? — me preguntó mi mejor amigo. Me sentía un poco mal, se había llevado un puñetazo por mi culpa.

— Sinceramente mal, pero me lo merezco — confesé —. Empiezo a pensar que tu hermana siempre ha tenido razón sobre mí. Qué quizás solo pienso en mi mismo.

— Mi hermana siempre tiene razón, ahora me doy cuenta — dice con una sonrisa triste —. La hemos cagado, pero bien cagada Steve — nos miramos por un momento — La he dejado ahí tirada, probablemente ahora esté en comisaría. Soy su hermano mayor, se supone que tengo que protegerla, pero he huido como un puto cobarde.

Alan se levantó del coche y pasó sus manos por su pelo.

— Ambos hemos huido como unos cobardes — le corrijo dándole una palmada en la espalda.

Justo entonces Tommy y Carol salieron de la tienda, y me lanzaron lo que habían comprado.

— Me debes 1'20€ — suelta Tommy.

Yo simplemente agarro las pastillas y me trago un par sin siquiera contestarle.

— Oye, tranquilos. Cuando acabemos con él, quedará mucho peor — nos dijo a Alan y a mí.

— Eso si llegan a soltarle claro — ríe Carol —. Deberían de dejarlo ahí para siempre. ¿Os habéis fijado en la cara que ponía? — Carol nos miraba mientras imitaba a Jonathan burlándose de él.

— Seguro que ponía esa cara cuando se cargó a su hermano — le siguió Tommy riéndose también.

— Oh dios. Me acaba de venir a la mente una imagen de él poniendo esa cara mientras se tira a Nancy — suelta Carol con expresión de asco —. O a Olivia, porque al parecer no pierde el tiempo con ninguna.

Quité la lata fría de mi cara, el comentario que acababan de hacer no me había hecho ninguna gracia. ¿Quién coño se creen que son para hablar así de Nancy y Olivia?

— Carol, por una vez cierra la puta boca — solté bruscamente.

— ¿Qué? — respondió confundida.

— Que cierres la boca, ¿Quién te ha dado permiso para hablar así de mi hermana? — Alan se había acercado a mí y miraba a los otros dos con un semblante serio.

— Oye, ¿Qué os pasa, tíos? — Tommy nos miraba confundido.

— Que sois unos capullos. Eso es lo que nos pasa — le respondí y me levanté pegándole un pequeño empujón para poder llegar a mi coche —. No deberías haberlo hecho.

— ¿Hacer qué?

— Ya lo sabes Tommy — le respondió Alan.

— ¿Llamar a tu princesa por lo que es en realidad? — me dijo desafiante poniéndose enfrente mía —. Qué curioso, porque no recuerdo que me pidieras que parara.

— Debería haberte hecho tragar la lata de spray — le solté bruscamente.

— ¿Qué te pasa, Steve? — Carol me miró —. ¿Qué os pasa? — se giró mirando a Alan esta vez.

— Nunca os cayó bien Nancy, porque no es una desgraciada como vosotros. Ella es una buena persona — le respondí, solo recibí una mala mirada por su parte.

— Tu hermana si nos caía bien — dijo Carol hacia Alan — Aunque ahora ni la aguanto.

— Puede, pero vosotros a ella no. Y ahora entiendo porqué.

— ¿Ahora te las vas a dar de hermano ejemplar, Alan? — se río Tommy.

Noté como mi amigo se tensaba y apretaba los puños tratando de contenerse.

— ¿Y tú de novio ejemplar? — respondió mi amigo —. No pongas esa cara de confusión Carol, hasta tú sabes que va detrás de casi todas. Aunque no le hagan ni caso.

— Venga si, las zorras de corazón de oro. Todos van detrás de ellos, ¿Por qué son las mejores, no? — Carol rodó los ojos y bufó con burla.

— Te he dicho que tengas cuidado con lo que dices — le repito mientras la apunto con un dedo.

— ¡Eh! No sé que te ha dado tío, pero no quiero que le hables así a mi novia — el empujón que recibí me hizo rebotar contra el coche.

— Apártate de mi vista — digo devolviéndole el empujón, pero me empuja de nuevo y me pega contra el coche.

— ¿O qué? ¿Quieres pegarme a mi también? ¿Quieres pelearte conmigo? — furioso me agarra de la chaqueta.

Alan reacciona rápido y lo parta de mí tirándolo al suelo.

— Eres un mierdas Steve, no has podido ni con Jonathan Byers.

Después de eso, sin querer escucharle más, mi amigo y yo nos subimos al coche y salimos de allí. Mientras nos alejábamos escuchamos a Tommy gritar lo gilipollas que nos estábamos convirtiendo.

Olivia

Estábamos cerca de la casa de los Wheeler. Un montón de científicos y gente rodeaba la casa, buscando algo. Algo que creíamos que eran los niños.

— Tengo que ir a casa — dice Nancy preocupada.

— Ni hablar — le responde mi tío.

— Mi familia está ahí.

— No les pasará nada — insiste Hopper tan tranquilo.

Nancy pasa de él y camina hacia el lugar, pero mi tío la agarra del brazo rápidamente.

— ¡Suélteme! — replica Nance.

— ¡Escúchame! Lo último que necesitamos es que sepan que estás metida en todo esto.

— Mike está en mi casa — repetía desesperada.

— No le han encontrado — dice señalando un helicóptero en el cielo

—. Al menos no todavía.

— ¿Eso es por Mike?

Todos subimos al coche a petición de mi tío. ¿En qué lío se habían metido estos niños?

— Vale, tenemos que encontrarles antes que ellos. ¿Tenéis idea de dónde pueden estar?

Todos nos miran a Nancy y a mí esperando una respuesta. Mi amiga, nerviosa, les explica que no tiene ni idea.

— Yo creo que sí — me miran todos — No sé dónde están, pero creo que sé como preguntárselo.

Después de eso fuimos a la casa de los Byers, específicamente a la habitación de Will. Si queríamos encontrarlos necesitábamos el walkie-talkie.

Podríamos haber probado con mi walkie, pero se me perdió el otro día en el bosque.

— ¡Lo tengo! — Joyce saca el objeto de debajo de la cama y se lo da a Nancy.

— Mike, ¿Estás ahí? — pregunta, pero no recibe ninguna respuesta —. ¿Mike?

Mi tío le hace un gesto indicándole que insista.

— Mike, soy yo, Nancy — mire a mi tío bastante nerviosa. Necesitaba saber que estaban bien —. Mike, necesito que contestes. Es una emergencia.

Viendo que no estaba funcionando, Nance me entregó el walkie-talkie con la esperanza de que si estaban ahí, a lo mejor a mi me respondían.

— ¡Oye niños! Soy Olivia. Sé que pensaréis que esto es una trampa, pero necesito que confiéis en nosotros — dije con firmeza —. Queremos ayudaros, pero para ello necesitamos saber dónde estáis.

Cansado, mi tío cogió el walkie.

— Oye, Mike, chaval. Sabemos que estáis en problemas y lo de la chica. Queremos protegeros, necesito que colaboreis. ¿Nos recibís? Cambio.

Cuando pensábamos que ya no íbamos a obtener respuesta, unos segundos después una voz habló por el walkie.

— Sí, le recibo. Soy Mike — Nancy me mira con una sonrisa, contenta de oír a su hermano —. Estoy aquí, estamos aquí.

Sin pensárselo demasiado, mi tío se fue a buscarlos mientras los demás nos quedábamos esperando.

Alrededor de una hora después nos encontrábamos todos en la casa de los Byers. Los niños nos explicaban algo sobre un portal y un mundo paralelo al nuestro, donde están atrapados Will y Bárbara.

— ¿El portal está bajo tierra? — preguntó mi tío.

— Sí — respondió la niña que acompañaba al grupo.

Me resultaba extremadamente curiosa, pero no me puedo ni imaginar por todo lo que ha pasado ahora que sé que prácticamente se crió en ese laboratorio.

— ¿Cerca de un tanque de agua?

La niña asintió la cabeza hacia mi tío.

— ¿Existe la posibilidad de que puedas localizar a Will? ¿De qué hablaras con él en el...?

— El Mundo del Revés.

— Del Revés. Sí — susurró Joyce animándola a que hable.

Ella volvió a asentir con la cabeza indicando que sí.

— ¿Y a mi amiga Bárbara? ¿Podrías buscarla a ella también? — aprovechó Nance para preguntarle también. A lo que ella volvió a asentir.

Estuvimos un buen rato observando a Once tratar de encontrar a Will y Barb mediante sus poderes psíquicos y el walkie, pero no se pudo. Según nos explicaron Dustin, Lucas y Mike, es porque está agotada ya que hacía unas horas había volcado una camioneta.

— Puedo encontrarlos — nos dice la niña volviendo del baño —. En la bañera.

Miro a Jonathan y Nancy, estaban igual de confundidos que yo. Sin embargo, Dustin si la entendió y se dispuso a llamar a su profesor de ciencias.

— ¿Sabe algo sobre tanques de privación sensorial? — le preguntó Dustin a su profesor —. En concreto, cómo se construyen.

Tuvieron una pequeña conversación en la que el señor Clarke no entendía porqué Dustin le preguntaba esas cosas un sábado por la noche, pero al final el hombre cedió y le explicó paso a paso como se hacía.

— Señora Byers, ¿Aún conserva aquella piscina para niños?

— Creo que sí, sí.

— Vale, pues solo nos falta la sal. Mucha sal.

— ¿Cuánto es mucha? — le pregunto.

— 700kg.

Nos miramos entre todos preguntándonos de dónde íbamos a sacar tanta sal, pero mi tío encontró la solución.

El colegio de Hawkings.

Salimos de la casa y nos montamos en los coches de mi tío y de Jonathan. En veinte minutos nos plantamos en la puerta.

Todos nos pusimos manos a la obra; Mi tío y Jonathan fueron a por la sal, Nancy y Mike a por las mangueras, Joyce y Once a preparar las gafas para que esté oscuro y Dusti, Lucas y yo a colocar la piscina.

— Como pesa — se quejaba Dustin mientras arrastraba la piscina de plástico por el suelo del gimnasio.

— Trae rulos, ya lo hago yo — una vez se apartó, cogí y la terminé de arrastrar hasta el centro para después abrirla.

— Está del revés.

— No, dadle la vuelta — nos dijo Lucas.

— ¿Cómo narices se monta? — se desesperaba Dustin.

— Es así chicos — les dije estirando la piscina, pero me tragué mis propias palabras, ya que no se quedaba de pie.

— ¡Mierda! — dijo Dustin dándole una patada mientras Lucas solo se reía de la situación.

Un rato después conseguimos montarla y vinieron todos los demás. Después de media hora más o menos ya lo teníamos todo preparado. Nos pusimos alrededor de la piscina y con ayuda de mi tío y Joyce, Once entró y se colocó, flotando justo en medio.

Dos segundos después se apagaron todas las luces del gimnasio. Por el rabillo del ojo pude observar como Nancy estaba súper nerviosa y le temblaba la mano, entonces Jonathan puso su mano sobre la de ella, reconfortandola, cosa que ella aceptó con gusto. No me molestaba, de hecho esos gestos solo confirmaban mi teoría. Ellos dos tenían algo, aunque ahora fueran demasiado idiotas como para darse cuenta.

Entiendo que Steve se pensara cosas, hasta yo puedo sentir su química desde aquí. Y sinceramente, yo solo deseo que sean felices, estén con quien estén.

Me giré a ver a Lucas y Dustin, quienes me miraban un poco asustados, asique les ofrecí una sonrisa para tranquilizarlos, cosa que funcionó. Mis dudas amorosas podían esperar, ahora solo quiero saber si Bárbara y Will están a salvo.

— Bárbara — dijo Once, Nancy puso toda su atención en la niña.

Las luces empezaron a parpadear de repente y Once se agitó un poco.

— ¿Qué ocurre? — pregunté.

— No lo sé — me respondió Mike.

— ¿Bárbara está bien? ¿Está bien? — le insistía Nance.

Las luces seguían parpadeando y Once volvió a agistarse.

— Muerta. Muerta — dijo la niña una y otra vez.

Horrorizada, me quedé en shock y vi como Nancy se llevaba la mano a la boca mientras lloraba, apoyándose en el hombre de Jonnhy.

Mis ojos se aguaron y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Esto no podía estar pasando. Por favor que Will esté bien, que Will esté bien.

— Tranquila, tranquila — trataba de calmar Joyce a Once, que estaba muy nerviosa —. Estamos aquí cariño, no tengas miedo.

Eso pareció funcionar y la niña dejó de moverse nerviosamente.

— Castillo Byers — Jonathan y su madre se miraron entre si — Will.

Mi corazón dio un vuelco al saber que seguía vivo.

— Dile que vamos a por él — le dijo Joyce.

— Daos prisa, daos prisa — la voz de Will sonó desde el walkie-talkie de Mike. Sonaba débil y cansado, pero era él.

Once se levantó de inmediato muy asustada y llorando, entonces Joyce corrió a abrazarla.

— Ya está, lo has hecho muy bien, cariño.

Una vez pude reaccionar, abracé a Nancy. Ella me correspondió y sollozó en mi hombro durante un rato, solo acaricié su pelo, quería que supiera que estaba ahí para ella. Su mejor amiga había muerto.

Unos minutos después los niños se encontraban sentados en las gradas, mientras Lucas le ponía una toalla a Once para que se tapara.

— Bueno, ¿Dónde está el fuerte? — nos preguntó mi tío.

— Está en el bosque, detrás de la casa — le respondió Joyce.

— Sí, solía ir allí a esconderse — añadí, recordando que iba allí con Will a colorear cuando se sentía triste.

Mi tío se dio la vuelta y se dispuso a salir del colegio, asique lo seguimos hasta fuera.

— Ey, volved adentro — nos dijo.

— ¿Te has vuelto loco? No voy a... — dijo Joyce, pero mi tío la interrumpió.

— Si me pasa algo y no vuelvo...

— Entonces ya voy yo y quédate tú  — le reprocha —. ¿Me tomas el pelo? Es mi hijo Hopper. ¡Mi hijo! Voy yo.

Mi tío solo la miró y asintió.

— Puedo ir contigo, podemos ir a ayudaros — les dije, pero mi tío me negó con la cabeza.

— Necesito que te quedes aquí Olivia, que os quedéis — me dijo mientras me revolvía un poco el pelo —. Lo encontraré. Te lo prometo.

Acto seguido se montaron en el coche y nos dejaron allí, sin saber que hacer.
Miré a Jonathan y le indiqué que entráramos dentro.

Nancy estaba sentada en el suelo, mirando a la nada, asique nos sentamos con ella.

— Tenemos que volver a la comisaría.

— ¿Qué? — le respondimos Jonathan y yo al unísono.

— Tú madre — dijo mirando a Jonnhy — Y tú tío — se giró esta vez a mí
—. Van a entrar ahí como cebo. Esa cosa, sigue ahí dentro. Y no podemos quedarnos sentados y dejar que los coja.

— ¿Todavía quieres intentarlo? — le pregunté.

— Quiero terminar lo que hemos empezado. Quiero matarlo — finalizó mirándonos con lágrimas en los ojos.



________________________________________

Holaa!!! Mil años llevaba sin publicar, pido perdón por eso.

Aquí os traigo este nuevo cap, y deciros que solo faltan uno o dos capítulos más para acabar la primera temporada. Muchas gracias a todos los que apoyais el fic, os amo <33

No hay apenas Stivia en este cap, pero para que veáis que a partir de aquí se viene el desarrollo de Alan y Steve.


Hasta el próximo cap 

xoxo, zara ✦   

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top