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Dios santo, ese chico era el demonio.
Después de el almuerzo por el cumpleaños de Isabela es que Julieta, madre de Isabela, fue a la cocina a por el pastel de su hija, uno que mandaron a comprar en una pastelería bien fina porque Julieta anduvo muy ocupada como para hacer el pastel también.
─ ¡¿Cómo pudiste?!
Julieta abrió la nevera llena de cosas que aún faltaban por servir.
─ ¡Ahora no tenemos pastel!
Las hizo a un lado y hasta quitó algunas porque enserio, estaba atestada de comida.
─ Supongo que tendremos que comprar otro, cariño...
Y al fondo estaba el pastel con un mordiscón tan grande que parecía que lo había mordido un hipopótamo.
─ ¡Camilo, ve a comprar ese pastel!
─ ¡¿Qué?! ¡Pero ya les dije que yo no fui!
─ ¡Claro que fuiste tú, eres quien siempre se come toda la comida!
─ ¡Pero esta vez no fui yo, má, lo juro! ¡Tía, te lo juro!
─ Está bien, sé que siempre tienes hambre, pero a la próxima pregúntame primero, Camilo, ahora estamos en un apuro.
─ ¡Pero-!
─ ¡Nada de peros, hazte cargo de tus cagadas!
─ ¡PERO YA LES DIJE QUE YO NO FUI!
Incluso defendiéndose incansablemente nadie creyó que Camilo NO se comió el pastel de su prima en el cumpleaños de ésta.
Según ellos era "imposible".
Isabela hizo un gesto de desaprobación frente a su pastel medio comido, Mirabel buscaba las llaves del auto de su padre para que él fuera a comprar un pastel de repuesto a lo que Julieta se dedicó a servir otras cosas dulces en lo que llegaba un nuevo pastel.
Mariano era el único que pensaba "¿cuándo se comió el pastel si estuvo toda la tarde torturándome?". Y efectivamente, Camilo estuvo todo el día pegado a Mariano haciéndole bromas y disfrutando de su sufrimiento, era imposible que persiguiera a Mariano y se comiera medio pastel sin que nadie, incluido Mariano, se diera cuenta.
Alguien más debió hacerlo pensó el mayor Camilo estuvo todo el día conmigo, él no pudo habérselo comido.
Sin dudas el culpable era uno de los que acusaba a Camilo de goloso, la pregunta era "¿quién?".
─ Ven, vamos a comprar el pastel─ dijo Agustín ya con sus llaves─ me ayudarás a cargarlo.
─ ¡Pero tío, yo no lo hice!─
se excusó Camilo en un último intento de apelar a su inocencia.
─ Ya Camilo, es sólo buscar un pastel, ni que te pidiéramos hacer uno nuevo.
─ ¡PERO YA DIJE QUE YO NO LO HICE!
─ ¡¿Porqué te molesta tanto?!─ intervino su madre─ ¡Es sólo ir y cargar un pastel dos metros, nada que no haga un niño cualquiera! ¡Eres un quejumbroso!
Poco a poco Camilo perdía sus estribos. Él no había sido y alguien lo estaba inculpando, sería sencillo callarse la boca y acatar las órdenes de su madre pero él no toleraría una injusticia, él odiaba las mentiras.
─ ¡No es por eso!─ chilló─ ¡Es porque me están castigando por algo que YO NO HICE! ¡ES INJUSTO!
─ ¡Ya deja de mentir, ya sabemos que fuiste tú!
─ ¡QUE YO NO FUI!
─ ¡HASTA AQUÍ!─ Pepa se hartó de las quejas de su hijo, Camilo siempre tenía una excusa. Lo tomó de la oreja, lo sacó de la casa y lo obligó a subirse al auto─ ¡Irás con tu tío a buscar ese pastel, te harás cargo de la mitad del gasto con el dinero de TU bolsillo y sanseacabó!
─ ¡ES INJUSTO, ALGUIEN ME INCULPÓ! ¡YO NO FUIII!
Pues claro que no fue él. Isabela se mordió el labio inferior ya que su plan le salió todo al revés y sin querer se deshizo de lo único que mantenía a Mariano alejado de ella.
Qué hago, qué hago, qué hago.
Si Camilo se iba su tarde se echaría a perder. Buscó a su prometido que estaba parado con cara de tonto.
Espero que funcione.
Y lo empujó para que chocase con su tía Pepa.
─ ¿Huh? ¿Y tú qué quieres?─ inquirió ella sin paciencia para ser cortés.
─ ¿Y-yo?─ clavando sus ojos verdes en Mariano─ ¡Na-nada señora, sólo...!─ lo cual lo puso todavía más nervioso.
─ ¡¿Sólo "qué"?!
Sin embargo Mariano sabía la verdad, miró a Camilo que era empujado y sacudido por su madre de forma injusta, sin haber hecho nada más que ser su dolor de trasero personal, y se plantó frente a Pepa con la esperanza de que se detuviera.
─ No se gaste, señora─ dijo Mariano con su enorme pecho inflado de valentía─ yo llevaré a Camilo a comprar el pastel.
─ ¿Enserio?─ inquirió Pepa.
─ ¿Enserio?─ le siguió Camilo.
─ Enserio. Es lo menos que puedo hacer por el señor Agustín.
─ ¡Oh, Mariano, sin dudas eres un encanto!─ exclamó Agustín y salió del auto─ ven, Camilo, súbete en el auto de Mariano, él te lleva.
A nadie le pareció raro que Mariano quisiera llevar a Camilo, todo lo contrario, Camilo era el único confundido, pero de todas formas obedeció sin chistar, se subió al auto y esperó a que su chófer subiera también para iniciar su interrogatorio.
─ Bueno, a dónde vamos señorito─ dijo Mariano regalándole una sonrisa a su prisionero.
─ Te diviertes, ¿verdad?─ inquirió Camilo con una ceja levantada.
─ ¿De qué hablas?── y Mariano simplemente trataba de ser amable después de las acusaciones falsas que recibió el primo de su novia.
─ De que ahora podrás vengarte porque te hice sufrir la tarde entera.
Bueno, la idea sonaba tentadora y Mariano la guardó en su fichero de los "tal vez", sin embargo no era por eso, si no porque se estaba muriendo de la curiosidad de saber quién sería capaz de inculpar a Camilo sin motivo aparente.
─ Te equivocas, no es por eso, yo jamás sería capaz de torturarte como hiciste conmigo─ explicó el mayor pacientemente─ es que creo que de repente tu familia se volvió más loca de lo usual. ¿Culparte de comerte el pastel porque les parece que fuiste tú? No lo sé, en una corte eso no serviría, yo necesito pruebas y yo tengo las mías de que tú no fuiste. Para empezar estuviste toda la tarde conmigo. No pudiste comerte ESA cantidad de pastel sin que yo te viera.
─ Entonces...─ Camilo señaló al suelo con ambos dedos índices y una expresión inquisitiva─ esto no es porque me senté sobre tus piernas frente a Isabela.
─ No.
─ O porque te tiré el vaso mientras tomabas para que te mojaras el pecho.
─ Nop.
─ Ni porque me metí al baño mientras estabas orinando e hice comentarios inapropiados sobre el inmenso tamaño de tu pene.
─ Tampoco.
─ Huh─ suspiró Camilo bastante desconcertado─ no te creo─ y Mariano se giró igual o más desconcertado que el menor.
─ ¡¿Porqué?!
─ Porque nadie es tan bueno, Mariano, me pasé de verga y lo sabes, probablemente no hagas nada porque soy el primo de tu novia pero eso no quita que no creo que estés bien con todo lo que hice.
─ Bueno, bien de lo que se dice bien no estoy, creo que sí te pasaste un poquito, pero no me molestó tanto como tú crees, Camilo.
─ ¿Ah?
La risa divertida que Mariano soltó terminó por descolocar al muchachito, ¿de verdad Mariano era así de bueno? Y si era cierto, ¿cómo una persona dulce como la miel salía con la desagradable y ególatra de su prima Isabela?
─ No me malentiendas, Camilo, te pasaste y tienes suerte de que no me tomo las cosas a pecho o ya estarías en un grave problema, pero si le bajas dos rayitas a tus bromas realmente me parecen graciosas.
Sí, claro, "bromas" pensó Camilo pintando sus mejillas pecosas de un suave color rosado.
─ ¿Sólo eso? ¿No prefieres que me detenga de lleno?─ y evitó los ojos curiosos de Mariano buscándolo.
─ No, la verdad es que no─ pero Mariano no se rendía y acercó su rostro ligeramente hacia Camilo─ prefiero esto a haber estado la tarde entera respondiendo preguntas incómodas de tu familia, parece que al tenerte encima mío tu abuela me ignoró por completo. Y eso, si me preguntas, es lo mejor que pudo pasarme hoy, Camilo.
Sus ojos oscuros lucían muy contentos a pesar de la tarde de torturas que sufrió a manos de ese pequeño gremlin de ojos verdes y cabello cobrizo, Camilo lo notó a través de ellos y no supo cómo sentirse.
─ No entiendo─ masculló.
─ Digo que tu actitud me fue útil y, aunque no lo creas, eres agradable, Camilo.
─ ¿Eh?
─ Me agradas. Cuando no intentas humillarme.
Camilo agachó la mirada apenado por sus acciones, pero más apenado por la dulzura con la que Mariano lo estaba tratando.
Él había intentado divertirse a costa del novio de Isabela y al final acabó haciéndole un favor salvándolo de su loca familia. Era inadmisible que Mariano fuese amable con él y de todas formas lo estaba siendo.
Hasta dijo que le agradaba, cosa que no tenía una pizca de sentido para el menor. ¿Alguien podía siquiera estar feliz de tenerlo cerca?
─ Camilo, ¿tienes la dirección de la pastelería ahí?
En general contestaría que no, sin embargo Mariano era muy distinto a las demás personas y ya se lo había demostrado no reaccionando de forma negativa a sus constantes acosos.
─ Eh... sí, toma.
─ Oh, está cerca. Será mejor que vaya preparando mi billetera.
─ ¿De qué hablas? YO tengo que pagarlo.
─ ¿De verdad? Te diría que sí si tú lo hubieses comido, pero tú no te comiste el pastel, no veo porqué deberías pagarlo.
─ Mariano, eso no-.
─ No, no voy a aceptar quejas. Lo pago yo y punto, sería injusto si pusieras tu dinero sin haberlo hecho.
─ Mi mamá me matará si se entera.
─ No lo hará.
─ No te ves como el tipo de persona que miente.
─ No lo hago.
─ ¿Entonces?
─ Pero lo haré por ti.
Tal vez Mariano sería el primero que disfrutase de su compañía, y la idea de que alguien lo hiciera, especialmente un sujeto simpático y sincero como Mariano, casi hacía a Camilo llorar.
─ Ven, vamos a por ese pastel.
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⁽⁽ଘ( ˊᵕˋ )ଓ⁾⁾
Próxima actualización: jueves 8/12
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