「034 」
YoonGi se quitó la chaqueta y la dejo en el respaldo del sofá. Se plantó delante de él, con los brazos en jarras, e hizo acopio de todas sus fuerzas para cabrearlo al máximo. Porque sabía que en su enojo encontraría sinceridad: encontraría al hombre apasionado que mantenia escondido por la ridícula creencia de que no lo deseaba.
–Ya escuchaste. Me preguntaba si les había dado el tiempo de llegar a algún dormitorio o si Jeon se limitó a estamparte contra la pared.
JiMin siseó y apretó los puños.
–No me acuesto con otras personas ni los beso en público porque respeto nuestro matrimonio mucho más que tú. Y Jungkook también.
La inmediata defensa de Jeon hizo que un nido de serpientes le carcomieran las entrañas con furia.
–Has dejado que te toquetee delante de mis socios.
–¡Estas demente! Se ha comportado con un perfecto caballero. Además ¡Tú le metiste la lengua a Hoseok en un lugar público!
–Eso fue distinto. Lo aparte.
–Claro, después de que lo manoseaste. Se acabó.
Entrecerró los ojos.
–Todavía no.
JiMin parpadeó y retrocedió un paso. Después, lo miro a los ojos y le clavó un ultimo dardo.
–Me voy a la cama. Puede que controles con quién me acuesto y con quién no, pero no puedes controlar mis fantasías.
Su gélido tono contradijo las palabras burlonas que quedaron flotando en el aire.
Esa fue la gota que colmó el vaso.
YoonGi se acercó a él con paso seguro y lento, unos ademanes que hicieron que él retrocederá a su vez. JiMin quedó atrapado contra la pared cuando llegó a su altura. Despacio, apoyo las manos en la pared a ambos lados de su cabeza. Lo tenía atrapado contra su cuerpo. Cuando separó las piernas, JiMin quedó entre ellas.
Se inclinó y murmuró contra sus labios.
–Si estas tan desesperado por tener sexo, solo tenias que pedirlo, omega.
JiMin se puso completamente tensó.
–Tú no me interesas.
El pulso que latia frenético en la base de su garganta contradecía esas palabras.
–No importa.
–Vete con tus juguetes en busca de HoSeok.
–Me deseas. ¿Por qué lo sigues negando?
El alfa percibió el enojo a través de su aroma.
–No se trata de ti, se trata de tu dinero.
YoonGi sabía que esa treta le había funcionado antes, pero esa noche le dío igual.
Acortó la distancia que los separaba otro centímetro. Sus torsos se pegaron. JiMin jadeaba con fuerza, y su aroma dulce se le subió a la cabeza. Se le puso dura al instante. JiMin abrió los ojos al sentir su erección.
–Se que estas mintiendo, precioso –Susurró mientras restregaba su miembro contra su muslo.
La cara de JiMin reflejó su absoluta sorpresa cuando él apartó una de sus manos de la pared para desabrocharse la camisa al igual que el de él y despues agarrarlo de la barbilla con firmeza.
–Demuéstralo.
Se apoderó de su boca sin darle la oportunidad de pensar, de retroceder o de apartarse de él. Invadió su boca, introduciendo la lengua en esa sedosa cavidad antes de succionar con fuerza la carne húmeda que encontró.
Él lo agarró de los hombros con un gemido ronco.
Acto seguido, explotó.
JiMin levantó las manos y le enterró los dedos en el pelo, sujetandole la cabeza mientras le devolvía el beso y exigía a su vez. Comenzó a mover las caderas mientras el sabor y el olor de YoonGi se apoderaban de él como una droga.
El deseo contenido tanto tiempo se extendió por su cuerpo, abrazándose la piel.
Se moría por saborearlo, por sentir sus manos mientras lo desnudaba y lo tomaba allí mismo, contra la pared, y se deleitó con esa apasionada respuesta, tan distinto a su habitual y rígido control.
Control –pensó y su lobo gruño
–Quiero a mi alfa.
Ignoró lo dicho por su lobo y aparto la neblina sexual que le abotargaba el pensamiento. YoonGi había estado bebiendo. Si los interrumpieran podría alejarse de él con una explicación plausible de por qué no sería una buena idea echar un polvo.
Se sintio consumido por la certeza de que ya lo había hecho en dos ocasiones distintas, de modo que apartó los labios de su boca y le dio un tirón de pelo de la nuca.
El alfa levantó la cabeza. Parpadeó como sí acabará de salir de un profundo sueño y él captó la expresión interrogante de sus ojos.
JiMin se obligó a decir lo único que no quería decir.
–No creo que sea buena idea.
Contuvo el aliento mientras esperaba que él retrocedierá, mientras esperaba que su cabeza se despejará, mientras esperaba que le diera la razón. Al verlo sonreír se llevó la segunda sorpresa de esa noche. Fue una sonrisa masculina y peligrosa que prometía un placer indescriptible y un sexo salvaje.
–Me da igual.
YoonGi lo tomó como si fuera como un saco de papas y no un hombre de su misma altura. Con la elegancia innata, subió las escaleras y se dirigió al dormitorio de JiMin sin titubear. Tenía su duro hombro clavado en su vientre, pero fue incapaz de pronunciar palabra alguna acerca del trato cavernicola que estaba demostrando, un comportamiento que ya no era aceptable.
Porque estaba disfrutando de cada instante.
YoonGi lo tiro en la cama y terminó de desnudarse. Se desabrochó la camisa y la dejo caer al suelo. Se quitó el cinturón y se bajo los pantalones de un rápido movimiento. Lo hizo con el tumbado en la mitad de la cama, mirándolo como si fuera un stripper privado.
No, era incluso mejor.
Era todo músculos perfectos y pelo oscuro. Unas caderas estrechas con unos muslos duros, y en el centro una ereccion que se alzaba orgullosa entre sus piernas, oculta bajo unos calzoncillos negros. Sintió el lubricante en su entrada, se clavo las uñas en las palmas cuando su fantasía se reunió con él en la cama y se pegó a su cuerpo.
–Te toca.
Su voz le pareció muy ronca, aunque también tenia un deje aterciopelado.
YoonGi le coloco una mano en el pecho y comenzó a quitar la camisa. A JiMin le temblaba todo el cuerpo cuando él comenzó a bajar sus pantalones y se detuvo. Y jadeo cuando un segundo después dichas manos quedaron sobre su trasero con los dedos cerca de su entrada.
Le latia tan fuerte el corazón que seguro que YoonGi lo oía. La expectación crepitaba entre ellos y se alargó hasta que tuvo ganas de gritar, pero después YoonGi introdujo un dedos bajo sus calzoncillos hecho de encaje.
Ay Diosa
El frio aire acaricio la piel, pero la mirada de YoonGi lo abrazo a medida que manoseaba la carne que quedaba al descubierto. Sus dedos pasaron por la tela que cubría su vientre, como pidiendo permiso. JiMin solo levantó el torso y se lo sacó.
Los dos jadearon a un ritmo frenético y entrecortado. Sentía la húmeda calidez de su lubricante, que había humedecido sus calzoncillos de encaje color rojo que se habia puesto sin pensar que alguien pudiera verselos. En ese momento YoonGi estaba concentrado en ellos, sin pronunciar palabra, observándolo mientras le acariciaba el elástico con el pulgar.
JiMin quedó sin aliento, muy quieto, a la espera. Como si tuviera todo el tiempo del mundo, el Alfa comenzó a comprobar la elasticidad de la prenda.
Toda la atención del omega se centro en esos cinco dedos y en la lenta tortura que le prodigaban. Le acarició las ingles y después trazo un línea invisible en el centro de su cuerpo, observando todas sus reacciones en silencio, como si fuera su esclavo sexual y él un rey acostumbrado a su obediencia ciega.
La frustración lo hizo temblar y emanó su aroma llamando al alfa.
–¡Maldicion!. ¿Te quedaras viéndome toda la noche o vas a hacer algo de verdad?
Él solto una carcajada. Y ese carnoso labio inferior tembló. Le coloco una pierna sobre las suyas y se pegó a él con gran agilidad.
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