「005 」

Joder, penso Jimin

¿Por qué tenia que ser tan guapo?

Lo miro de reojo mientras andaba de un lado para el otro. Estuvo a punto de soltar una maldición, pero se mordió la lengua. De pequeño solía poner cara de asco y llamarlo Niño bonito por su pelo azabache. Habia conseguido domar los rizos infantiles pero todavia le recordaba a la oscura noche. Sus facciones se habian endurecido. Le habia dejado ver sus dientes blancos y perfectos con esa breve sonrisa. Sus ojos seguían siendo del mismo color oscuro y parecían ocultar secretos muy bien guardados bajo siete llaves. En cuanto a su cuerpo...

Siempre habia sido un chico muy activo, pero cuando cruzo la estancia, las telas de sus elegantes pantalones beige se movio a su antojo marcando sus musculosas piernas. Algunas partes, en cambio no, no eran en absoluto apropiadas. Los musculosos brazos. Los hombros anchos y el amplio torso estiraban la tela de su camisa. Su nivea piel seguia igual. Habia crecido y ya no era un niño bonito.

Cuando sus miradas se encontraron, no hubo indicios de que lo reconociera, de que lo apreciará. Solo atisbo una distante cordialidad, ofrecida a una persona a la que conocio en el pasado.

Pues ni de coña iba a ponerse a babear solo porque era atractivo. Su personalidad seguía dando pena. Era un imbécil con mayúsculas.

Se obligó a no pensar en lo siguiente.

JiMin detestaba el hecho de que su presencia lo pusiera nervioso y de que la excitara un poco. La semana anterior habia realizado un hechizo de amor y la Madre Luna lo habia escuchado. Tenía el dinero y podia salvar la casa familiar. Pero ¿Qué narices le habia pasado a su lista?

El hombre que tenía delante desechaba todos los valores en los que él creía. No era un matrimonio por amor. No, se trataba de un matrimonio de conveniencia. De un matrimonio muy frío. Aunque el recuerdo de su primer beso habia brotado desde el ricón mas ricóndito de su mente nada mas verlo, apostaría lo que fuera a que él por completo. Sintió que la humillación se apoderaba de él. Se acabó. ¿Acaso la Madre Luna no iba a permitirle conseguir un solo punto de su lista? Tomó una honda bocanada de aire y dijo:

–Una cosa más. Te gusta el Béisbol – el mayor asintio– ¿Tienes un equipo preferido?

–Solo hay un equipo, que merece mi admiración. Los Yankees. Es el único equipo que gana.

JiMin inspiró y espiro varias veces, tal como le habian enseñado a hacer en sus clases de yoga. ¿Podria casarse con un seguidor de los Yankees? ¿No sería como renunciar a su moralidad y a su ética? ¿Soportaría estar casado con un alfa que veneraba la lógica como a un Dios y que creía que la monogamía era algo de gente Estupida

–¿JiMin? ¿estas bien?

Lo hizo callar levantando la mano y siguio paseandose de un lado al otro mientras buscaba respuestas desesperado. Si daba marcha atrás en ese momento, no quedaría más alternativa que verder la casa. ¿Podría vivir consigo mismo sabiendo que era demasiado egoísta como para sacrificarse por su familia? ¿Le quedaba otra alternativa?

–Jimin.

Se dió la vuelta. La impaciencia se reflejaba en la cara de YoonGi. Ese hombre no toleraba muy bien los arrebatos emocionales. Por muy bueno que estuviera, seria una molestia, al igual que lo fue de pequeño. Seguramente tenía programado los días minuto a minuto. Ni siquiera conocería el significado de la palabra "impulso". ¿Conseguirían vivir un año entero en la misma casa?¿No se despedazarian antes de que pasaran esos trescientos sesenta días? ¡Y si los Yankees ganaban la serie de ese año? tendría que soportar su cansina arrogancia y sus sonrisas paternalistas. Por la Diosa...

Lo vio cruzarse de brazos.

–No me digas, eres seguidor de los mets –se estremecio al escuchar el tono de voz en que lo dijo.

–Me niego a hablar de Béisbol contigo. No te pondrás ni una sola prenda de los Yankees cuando estemos juntos. Me da igual lo que te pongas cuando yo no este cerca. ¿Entendido?

Se hizo silencio. Se atrevio a lanzarle una miradita. YoonGi solo lo miraba como si su cabello se hubiera convertido en medusa.

–¿Es broma? –Jimin nego, encantado de poder hacerlo–¿No puedo ponerme aunque sea la gorra de los Yankees?

–Tu lo has dicho

–Estas loco– Replicó

–Me da igual lo que pienses. Bien, dime lo que sea para no perder mas tiempo.

En ese momento el alfa hizo algo que lo dejo perplejo.

Se echo a reir. Y no con una sonrisilla contenida o desdeñosa. No, con carcajadas resonantes y muy masculinas. El sonido lleno la habitación y la hizo vibrar con su vitalidad. Jimin tuvo que contener una sonrisa, sobre todo por que la broma habia sido a su costa. Joder, estaba para comérselo.

Cuando por fin recupero la compostura. YoonGi meditó el asunto y acordó una solucion:

–Yo no me pondre nada de los Yankees, pero tú tambien tienes que ceñirte a las reglas: nada de los mets. No quiero ver ni una taza de cafe ni un llavero por mi casa. ¿Entendido?

Eso lo irritó. De alguna manera se las habia apañado para darle a sus palabras.

–No estoy de acuerdo. No hemos ganado un torneo desde 1986, asi que yo puedo ponerme mis cosas. Tú ya tienes bastante gloria... no te hace falta más.

Lo vio contener una sonrisa

–Buen intento, pero no soy como los blandengues con los que estas acostumbrado a salir. Si no hay Yankees, no hay Mets. O lo tomas o lo dejas.

–Yo no salgo con blandengues–se quejo

YoonGi se encogio de hombros.

–Me da igual.

Jimin cambio el peso del cuerpo de un pie a otro y le costó la vida mi misma no apretar los puños. Era como un témpano de hielo. ¿Como era posible que se muriera de darle un mordisco aunque le recordará a la manzana envenenada que le habían ofrecido en Blancanieves?

–¿Y bien?

Se mordió el labio, con fuerza y se obligó a contestar

–Bien. Trato hecho.

–¿Algo más?

–Supongo que eso lo cubre todo.

–No del todo.

YoonGi hizo una pausa como si estuviera a punto de sacar a colación un tema delicado. El omega se juro mantener la calma, pasará lo que pasará. El también podía jugar a su mismo. Sería un rey de hielo, aunque lo torturara verbalmente. Inspiró hondo y volvió a sentarse, tras lo cual cogio la taza de café y le dio un sorbo.

El alfa junto las yemas de los dedos e Inspiró hondo.

–Quiero hablarte del sexo.

–¿Sexo?

La palabra surgió de sus labios y rebotó en la estancia como un tiro. Parpadeó, pero se negó a demostrar emoción en su cara.

YoonGi se puso de pie de un salto y se echo a andar de un lado a otro, ocupando la posición que él acababa de abandonar.

–Verás tenemos que ser discretos con... en fin... con nuestras actividades extramatrimoniales.

–¿Discretos?

–Sí. Me relacionó con clientes muy exclusivos y tengo que proteger mi reputación. Además, si se pone en entredicho nuestro matrimonio, podrían violar las cláusulas del acuerdo. Creo que lo mejor sería que accedieras a permanecer célibe durante este año. Es posible lograrlo, ¿No crees?. Podrías tomar medicamentos para tus celos.

–O sea nada de acción.

El alfa solto una carcajada que a todas luces era falsa, lo que le llevó a preguntarse si lo que tenía enfrente era sudor o si se trataba de un efecto por la luz. YoonGi dejó de moverse y lo miró con expresión casi incomoda.

De repente, el verdadero significado de sus palabras prendió mecha en su cerebro y sintió náuseas. YoonGi quería que fuera el esposo perfecto, lo que incluía mantener el tálamo nupcial, casto y puro.
Sin embargo, no habia mencionado su propio celibato. Taehyung le había hablado de Hoseok, de modo que sabía que YoonGi mantenía una relación. Jimin seguía sin comprender por qué no se casaba con su novio, pero no era quien para juzgarlo. En ese momento lo único que importaba era el imbécil que tenía delante y las ganas de mandar el acuerdo a la mierda.

Pero se contuvo.

Aunque ardía en furia, mantuvo una expresión serena. Min YoonGi quería hacer un trato. De acuerdo. Porque cuando él saliera por esa puerta, Yoongi firmaría el acuerdo del siglo.

Sonrió

–Lo entiendo– la cara de Yoongi casi se Iluminó

–¿De verdad?

–Por supuesto–aseguró– Si todos creen que el matrimonio es real, ¿que pensarían si se rumorea que tu omega tiene una aventura tan pronto después de la boda?. –escucho un exacto del alfa– Además, así no tendrías que lidiar con los vergonzosos interrogantes acerca de tu masculinidad. Si tu omega anda de cama en cama, es evidente donde está el problema. En casa no le dan lo que necesita.

YoonGi cambio de postura. Asintió con la cabeza, pero no con mucha ímpetu.

–Bien. ¿Que hacemos con Hoseok?

YoonGi quedo pasmado.

Taehyung.

–No te preocupes por Hoseok. Yo me encargo.

–¿Te acuestas con él?

–¿Importa?

Jimin levantó las manos en gesto defensivo.

–Quiero aclarar el tema del sexo. Al menos, encajo en los dos primero puntos. Te aseguro que no estoy enamorado de tí y tampoco nos sentimos atraidos el uno por el otro. Ahora me dices que si quiero tener una aventura loca de una noche, no puedo. Pero ¿Qué reglas se te aplican a tí?

Jimin fruncio los labios y se preguntó como pensaba salir YoonGi de la tumba que acababa de cavarse él sólito

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